1. La justicia de Dios
recibida por fe
LECCIÓN # 4 – DOCTRINA Y VIDA DE LA IGLESIA
2. A. La Ley prueba que todo el
mundo es:
ante Dios.
3. Romanos 3:20:
“ya que por las obras de la ley
ningún ser humano será justificado
delante de él; porque por medio de
la ley es el conocimiento del
pecado.”
4. B. La justicia de Dios en Cristo Jesús
para todo aquél que cree
5. Esta justicia de Dios que Él ha
provisto para los pecadores
condenados no tiene nada
que ver con los esfuerzos del
hombre por obedecer la Ley
de Dios.
Romanos 3:21 nos enseña
que:
9. C. El pago justo de Dios por los
pecados perdonados en
tiempos del Antiguo
Testamento
10. D. La justicia de Dios se recibe
únicamente por fe.
¿hay alguna razón por la cual
los cristianos debemos
sentirnos orgullosos o
jactarnos porque Dios nos
acepta?
11. E. Una misma salvación para el
judío y para el gentil.
¿Acaso Dios tiene
diferentes medios de
salvación?
Pablo ya había mostrado en su carta a los creyentes de Roma que ni los gentiles ni los judíos habían obedecido la Ley de Dios y que, por tanto, todos eran pecadores ante Dios. Pablo entonces concluye su enseñanza sobre la perversidad de toda la humanidad, lo cual ha comprobado por la Ley de Dios. Lea 3:19-20. Recuerda el ejemplo del hombre en el semáforo que se estaba “tragando” la luz. No podía decir nada, solo quedar callado por haber quedado “in fraganti”.
Aunque a los gentiles no se les había dado la Ley escrita, Dios se reveló a ellos por medio de la creación y les dio un conocimiento interno de Sus leyes en sus corazones. Pero, ¿qué hicieron los gentiles? Deliberadamente rechazaron el testimonio de la naturaleza en cuanto a la existencia y poder de Dios y desobedecieron la voz interna de las leyes de Dios, habla de la conciencia. ¿Eran los judíos mejores que los gentiles? ¡No! Tenían la Ley de Dios en forma escrita y aún la enseñaban a otros, pero ellos mismos no la obedecían. Pablo, por tanto, concluye diciendo que toda boca debe cerrarse.
La Ley no puede salvar a nadie porque nadie es capaz de obedecerla a la perfección. Dios sabía, cuando Él dio Su Ley, que nadie podría obedecerla. Por tanto, nadie puede ser aceptado por Dios como justo por medio de su obediencia a la Ley.
Entonces, ¿para qué dio Dios la Ley? La dio para que la gente se enterara de su perversidad y su incapacidad de vivir una vida que agrade a Dios. La única utilidad de la Ley de Dios es para mostrarnos cuán pecadores somos.
¿Cómo podemos, entonces, los pecadores ser aceptados como justos ante Dios? ¿Existe alguna forma en la que el hombre pueda hacerse aceptable a Dios? ¡No! Sólo Dios puede hacer esta grande y maravillosa obra.
Es así con todo el mundo. Nadie puede librarse del pecado y hacerse justo y aceptable ante Dios. Pero, aunque el hombre no pueda hacer esto, Dios se ha provisto de una manera por la cual los pecadores podemos ser aceptados como completamente justos ante Él, el Juez justo.
Aunque no se había entendido claramente durante el tiempo del Antiguo Testamento cómo podía Dios aceptar a los pecadores como justos, los escritos antiguo-testamentarios de Moisés y de todos los profetas apuntaban hacia el futuro, cuando Dios enviaría al Libertador y se cumpliría Su plan para la salvación de los pecadores.
En las Escrituras del Antiguo Testamento se encuentran muchos tipos o ilustraciones de la justicia de Dios que Él proveería por medio del Señor Jesucristo. Una ilustración muy clara fue cuando Dios rechazó la ropa que Adán y Eva hicieron para cubrir sus cuerpos desnudos. ¿Quién proveyó de ropas a Adán y a Eva? Fue Dios. ¿Cómo lo hizo? Mató animales e hizo túnicas de pieles con las que vistió a Adán y a Eva. Los animales tuvieron que morir para que Adán y Eva pudieran ser vestidos por Dios. Ésta es una ilustración de la justicia que Dios ha provisto para todos los pecadores que confían en Él. Dios proporcionó esta justicia para cubrir a los pecadores por medio de la muerte, sepultura y resurrección de nuestro Señor Jesús.
Es importante comprender que cuando Dios acepta a los creyentes en Su justicia, esto no quiere decir que los creyentes hayan dejado de ser pecadores. Todavía somos pecadores, aun después de confiar en el Señor Jesús y de ser aceptados por causa de Su justicia. Sin embargo, Dios ya no nos juzga ni nos condena por nuestros pecados porque hemos sido cubiertos por la justicia que proveyó por medio del Señor Jesucristo.
Lea 3:22. Aunque todos están condenados por la santa Ley de Dios, Dios ha provisto un camino, por medio del Señor Jesús, para que todos los pecadores que confíen en Él puedan ser aceptados por Dios como personas justas y sin pecado.
La única manera en que tanto judíos como gentiles pueden ser aceptados como justos ante Dios es por medio del Señor Jesús. ¿Por qué? Porque todos, tanto judíos como gentiles, somos pecadores. Lea 3:23.
La justicia por medio de la cual los creyentes son hechos aceptables ante Dios es un regalo. Dios no tenía por qué hacer esto por los pecadores. Es un regalo no merecido.
De la misma manera, ninguno de nosotros merecemos la ayuda de Dios, pero aún así Él cubre a todos los creyentes con Su justicia gratuitamente. Lea 3:24.
La justicia de Dios fue provista para nosotros “mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Cuando Pablo escribió esta carta, muchos hombres eran esclavos de los romanos.
Como Adán desobedeció a Dios, nosotros también nacimos esclavos del pecado y de Satanás, y no había forma de escapar de su control. Éramos como los esclavos en el mercado. Pero el Señor Jesús bajó a este mundo, al mercado de esclavos, y nos compró para Sí mismo. El precio que pagó fue Su propia sangre. Nos compró y luego nos liberó del control del pecado y de Satanás. Nunca más volveremos a estar en el mercado de esclavos bajo el control del pecado y de Satanás.
Lea 3:25. Dios perdonó los pecados de los creyentes del Antiguo Testamento porque sabía que el Señor Jesús vendría a dar el pago completo de todos sus pecados. Al morir Jesús en la cruz, Dios demostró a Sus ángeles, a toda la humanidad, a Satanás y a los demonios (los ángeles de Satanás) que Él era justo cuando perdonó los pecados de los creyentes antes de que Jesús viniera, porque el pago de Jesús en la cruz también incluyó los pecados de todos aquéllos que en el pasado confiaron en las promesas divinas de salvación. Muchas personas, como Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Josué y David, creyeron las promesas dadas por medio de los profetas del Antiguo Testamento. En obediencia al mandato de Dios, ellos ofrecían la sangre de los animales pero esto no podía pagar sus pecados. Ellos merecían morir por sus pecados, pero Dios detuvo Su juicio y los perdonó. Dios los aceptó como si fueran justos porque Él sabía que Jesús vendría a morir y satisfaría totalmente las justas demandas de Su Ley que estos creyentes del Antiguo Testamento habían quebrantado.
Lea 3:26. Dios hace lo correcto y apropiado cuando trata como justos a todos aquéllos que han confiado en el Señor Jesucristo. Dado que Jesús ha pagado completamente la pena del pecado, Dios puede justa y libremente perdonar y aceptar como totalmente agradables a Él a todos los que confían en Jesús.
¿Por qué no podemos sentirnos orgullosos y llevarnos el mérito de salvarnos a nosotros mismos? No podemos llevarnos el mérito de nuestra aceptación por parte de Dios porque la recibimos gratuitamente. La recibimos por fe como un regalo de Dios. Dejamos de confiar en nosotros mismos para depender de lo que el Señor Jesús hizo en la cruz por nosotros. No hicimos nada para merecerlo. No somos aceptados como justos ante Dios porque hayamos obedecido Su Ley. Recibimos esta justicia sólo como un regalo por medio de la fe en Jesús. Debemos dar gracias a Dios y alabarle; no tenemos por qué jactarnos. Lea 3:27,28.
Lea 3:29, 30. Dios no tiene diferentes medios de salvación para diferentes grupos de personas. No importa si somos judíos o gentiles. Existe una sola forma de salvación. Tampoco hay diferencia si somos negros o blancos, ricos o pobres. La salvación es la misma para toda la humanidad, independientemente de dónde vivan las personas o en qué época hayan vivido.
Lea 3:31 Aunque la justicia que Dios les da a todos los cristianos no se recibe por medio de la obediencia a la Ley, esto no quiere decir que la Ley no tenga un buen propósito o que se haya vuelto inútil. Todavía tiene utilidad para el propósito original que Dios le dio.
Dios no hizo Su Ley a un lado cuando el Señor Jesús murió por los pecadores en la cruz. Por medio de Su muerte, Dios sostuvo los requisitos de Su Ley. La Ley santa de Dios demandaba nuestra muerte, así que Dios envió a Jesús para que tomara el castigo que la Ley demandaba de nosotros. La Ley también exigía que todos los que Dios aceptara fueran perfectamente justos, así que Dios nos cubrió con Su justicia, la cual satisface perfectamente las demandas de la Ley. Por tanto, este camino para alcanzar la justicia, provisto por Dios por medio del Señor Jesucristo, no deshonra ni declara inútil la Ley de Dios. Dios se aseguró de que todo lo que Él hizo para lograr nuestra salvación estuviera de acuerdo con la Ley que Él dio en el Antiguo Testamento.
En el capítulo 4, Pablo señaló a dos hombres como ejemplos de pecadores que fueron aceptados por Dios como justos por su fe y no por sus obras. Para los judíos, Abraham y David eran las dos figuras principales de la historia de su nación. El judío creía que si fuera posible hacerse aceptable a Dios por sus obras, estos dos hombres sin duda lo habrían logrado. Pero, ¿qué dijo Pablo acerca de ellos? ¿Fueron Abraham y David aceptados por Dios por sus buenas obras? ¿Fue por eso que Dios los aceptó como justos? Lea 4:1-3.
Dios llamó a Abraham a dejar su tierra e ir a una tierra que le había prometido. Aunque Abraham sabía que era pecador, él había creído las buenas nuevas acerca del Libertador. Dios le había dicho que sería uno de sus descendientes.
Lea 4:4,5. ¿Es un regalo o un sueldo lo que reciben ustedes por laborar diariamente en sus empleos? Es un sueldo, ¿no es cierto? Trabajaron duro por ello. Se lo ganaron. ¿Es así con la aceptación de parte de Dios? ¿Se puede ganar? ¡No! ¡Nunca!
Pablo entonces cita de los escritos de David para recordarles a los judíos lo que creía y escribió David sobre este asunto. Lea 4:6-8.
Pablo afirma claramente que fue únicamente por la fe que Abraham y David fueron aceptados como justos por Dios. Si Abraham y David, los patriarcas judíos más respetados, no pudieron agradar a Dios suficientemente como para ser aceptados por Él, entonces seguramente nadie más podría hacerlo.