Una vivienda saludable proporciona condiciones satisfactorias para sus ocupantes mediante un diseño y construcción adecuados, así como un mantenimiento continuo. Factores como la calidad del aire interior, el bienestar térmico, y la satisfacción en el ambiente doméstico afectan la salud física y mental de los residentes. Asimismo, una vivienda en buen estado y ventilada regularmente ayuda a prevenir la transmisión de enfermedades y accidentes domésticos comunes.