El gusano y la araña discutían sobre la velocidad de su trabajo. La araña decía que el gusano era lento, mientras que el gusano prefería trabajar despacio para asegurar la calidad. Cuando César tropezó, la telaraña de la araña se rompió, pero el capullo del gusano se mantuvo intacto, demostrando que es mejor trabajar despacio pero bien que rápido y mal.