neuro

1. Universidad Nacional de San Luis
Facultad de Psicología
NEUROFISIOLOGÍA Y FISIOPATOLOGÍA
NERVIOSA
Lic. y Prof. en Psicología
2020
Trabajo Práctico 6
“Sistema Límbico y Emociones”
Docentes:
Mag. Ma. Claudia Brusasca
Médica A. Caterina Moreno
Dra. Ma. José Pérez
Dra. Ma. Paula Perarnau

2. Neurofisiología y Fisiopatología Nerviosa - Trabajo Práctico 6 “Sistema Límbico y Emociones”
Documento elaborado por: Prof. María José Pérez – Año 2020
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TRABAJO PRÁCTICO N° 6
“Sistema Límbico y Emociones”
Introducción
El hombre es un ser fundamentalmente emocional. Las Neurociencias actuales nos
enseñan que el hombre no ve, siente u oye sino a través de los filtros emocionales
de su cerebro.
Hasta hace poco tiempo, la visión convencional de las Neurociencias ha sido que el
ojo, el oído y otros órganos sensoriales transmiten señales al tálamo y, desde allí,
a las regiones del neocórtex encargadas de procesar la información sensorial y
organizarla tal y como la percibimos. Allí, las señales se interpretan para reconocer
lo que es cada objeto y lo que significa su presencia. Desde el neocórtex (sostiene
la vieja teoría) las señales se envían al sistema límbico y, desde ahí, las vías
eferentes envían las respuestas apropiadas al resto del cuerpo. Esta es la forma en
la que nuestro sistema límbico funciona la mayor parte del tiempo. No obstante,
Joseph LeDoux descubrió, junto a la larga vía neuronal que va al córtex, la
existencia de una pequeña conexión que comunica directamente el tálamo con la
amígdala. Esta vía secundaria y más corta (una especie de “atajo”) permite que la
amígdala reciba algunas señales directamente de los sentidos y emita una
respuesta, antes de que sean registradas por el neocórtex.
Este descubrimiento ha dejado obsoleta la antigua noción de que la amígdala
depende únicamente de las señales precedentes del neocórtex, ya que puede
llevarnos a actuar, incluso antes de que el más lento (aunque mejor informado)
neocórtex despliegue sus más refinados planes de acción. Por lo tanto, la
investigación realizada por LeDoux constituye una auténtica revolución en nuestra
comprensión de la vida emocional, que revela por primera vez la existencia de vías
nerviosas para las emociones que eluden al neocórtex.
Objetivo del presente trabajo práctico:
Analizar la función de las estructuras neuroanatómicas más importantes que
desencadenan una respuesta emocional, y comprender cómo funciona nuestro

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sistema límbico de manera integrada, en articulación con estructuras nerviosas que
intervienen en otras funciones cerebrales superiores.
Neuroanatomía de las emociones
Como se ha estudiado en el material teórico, las emociones tienen mediadores
neuroanatómicos, es decir, estructuras neuroanatómicas interconectadas en redes
neurales. Recordemos que el sistema límbico está formado por un “anillo” cortical
(constituido por la corteza prefrontal media, la circunvolución del cuerpo calloso o
córtex cingulado y la circunvolución del hipocampo), que rodea a una serie de
estructuras subcorticales telencefálicas: amígdala, hipocampo, septum lucidum y
núcleo accumbens. Además, lo componen estructuras del diencéfalo (tálamo,
epitálamo e hipotálamo) y del mesencéfalo (sustancia gris periacueductal y área
tegmental ventral).

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Funciones de sus estructuras más importantes.
Hipotálamo: Es una estructura que clásicamente se ha relacionado con la emoción.
Es la vía de salida más importante del sistema límbico.
El hipotálamo NO es una estructura compacta que funciona siempre del mismo
modo, más bien, es un conjunto de núcleos constituido por distintos grupos de
neuronas que tienen funciones bien diferenciadas.
De las diferentes regiones citoarquitectónicas en las que se encuentra dividido
(algunos autores las denominan periventricular, infundibular, lateral, medial y rostral
o preóptica), el área que se ha relacionado con la conducta defensiva es el núcleo
ventromedial, el cual presenta abundantes conexiones con la sustancia gris central
(LeDoux, 1987). La estimulación de este núcleo genera una reacción de
tranquilidad. La estimulación del núcleo periventricular produce reacciones de
miedo y castigo. En animales, la estimulación del hipotálamo lateral aumenta el nivel
general de actividad (furor manifiesto y lucha).
Sintéticamente, sus funciones se pueden agrupar del siguiente modo:
- De control vegetativo y de control endócrino: regulación cardiovascular, de la
temperatura y agua corporales, de la contractibilidad uterina y eyección láctea,
gastrointestinal y de alimentación, entre otras.
- De regulación del comportamiento (por sus centros de recompensa y castigo).

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Corteza prefrontal: ubicada en la parte inmediatamente anterior a la corteza motora
y premotora, ocupando la porción más grande de los lóbulos frontales. Distintos
autores señalan que la corteza prefrontal se puede distinguir de las restantes
regiones frontales, atendiendo a diversos indicadores tales como: su composición
celular, su inervación dopaminérgica o sus aferencias talámicas.
Como se ha estudiado en el material teórico, se la puede dividir en tres regiones
claramente diferenciadas: dorsolateral, órbitofrontal y ventromedial, de las
cuales la corteza órbitofrontal y ventromedial han sido más relacionadas con las
emociones.
La región orbitofrontal se encuentra involucrada en la respuesta emocional,
particularmente, cuando ésta implica contingencias aprendidas de refuerzo,
constituyendo una zona de convergencia de la estimulación exteroceptiva e
interoceptiva.
Por su parte, la corteza prefrontal ventromedial recibe proyecciones de las mismas
regiones que la órbitofrontal, aunque existen algunas diferencias. Mientras que la
región órbitofrontal recibe una mayor cantidad de proyecciones amigdalinas, la
ventromedial recibe una mayor cantidad de aferencias hipocámpicas y una mayor
cantidad de proyecciones sensoriales auditivas. A diferencia de la corteza
órbitofrontal (que está relacionada con el control emocional inhibitorio, permitiendo
el cambio de conducta en función del significado emocional de los estímulos), la
región ventromedial parece estar más relacionada con la comunicación emocional,
modulando los aspectos emocionales de la voz, tal y como han mostrado estudios
con monos.
Hipocampo: estructura subcortical ubicada dentro de la circunvolución del
hipocampo (recordar: cara inferior del cerebro).
En los animales inferiores tiene un papel esencial en la determinación de comer o
no un alimento, si el perfume de un objeto particular sugiere peligro, si el olor es
sexualmente incitante y en la toma de otras decisiones de importancia vital. En el
hombre, esta estructura valora el contexto físico en el que se producen los
acontecimientos y proporciona una respuesta emocional adaptada a él. La función

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básica de esta estructura en relación al sistema límbico es la de comparar los
estímulos (externos o internos) con experiencias previas almacenadas en los
bancos de memoria. Para ello, trabaja de manera conjunta y articuladamente con la
amígdala, y ambas tienen también un papel muy importante, respectivamente, en
los procesos de selección y consolidación de la memoria y el aprendizaje.
Amígdala: está ubicada dentro del lóbulo temporal medio. De todas las estructuras
subcorticales, es la que se ha relacionado de un modo más consistente con las
emociones, tanto en animales como en humanos (LeDoux, 1993).
Funcionalmente, es considerada una estructura esencial para el procesamiento
emocional de las señales sensoriales, ya que recibe proyecciones de todas las
áreas de asociación sensorial. Es esta convergencia de proyecciones anatómicas
la que la sitúa como la estructura responsable para la formación de asociaciones
entre los estímulos y el refuerzo o castigo. Además de las proyecciones corticales
procedentes de las distintas áreas de asociación sensorial, también recibe
aferencias talámicas. Este conjunto de conexiones (tanto talámicas como corticales)
es lo que posibilita que se dote de un significado afectivo a las características de los
estímulos.

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Recordemos el aporte de LeDoux (1993) en el estudio de las emociones:
Dicho autor propone la activación de dos vías nerviosas paralelas, que se observan
claramente ante una respuesta emocional de miedo. Ante un estímulo determinado
(ej. Un ruido del cual aún no sabemos su procedencia) se activarán
simultáneamente (aunque con una diferencia temporal de milisegundos):
1) Vía talámico-amigdalar (camino más corto, ocurre milisegundos antes)
2) Vía tálamo-córtico-amigdalar (recorrido más largo)
En términos generales, cuando la información sensitiva llega a su estación de relevo
principal: el tálamo, la misma se dirigirá por dos caminos diferentes y simultáneos:
por un lado, hacia la amígdala (vía corta) y, por otro lado, hacia la corteza cerebral.
Luego de pasar por sus respectivas áreas cerebrales de recepción (áreas primarias)
y de reconocimiento (áreas secundarias), lo cual variará en función de la modalidad
sensitiva de la que estemos hablando (visual, auditiva, somatoestésica), finalmente
la información llegará a la corteza prefrontal, en la que se dotará de significado a la
información recibida (por Ej., la corteza prefrontal deducirá: “El ruido proviene de la
puerta que se cerró por el viento”). De allí (y luego de un recorrido mucho más
complejo) la información llegará nuevamente a la amígdala (por esta vía más larga,
talamo-cortico-amigdalar), la que comunicará el significado elaborado por la corteza
a sus conexiones eferentes.
Por lo tanto, mediante las conexiones tálamo-amigdalinas, se producirá un
procesamiento del significado afectivo de las características estimulares sensoriales

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simples (ej. un flash luminoso), mientras que a través de las conexiones tálamo-
corticales se producirá el procesamiento estimular complejo sin componentes
afectivos. Por el contrario, mediante las conexiones córtico-amigdalinas se dota
a la información compleja, elaborada en corteza, del componente emocional. El
orden temporal en el que tiene lugar la activación de cada una de estas
proyecciones es diferente, sugiriéndose que, puesto que la vía tálamo-amigdalina
es más corta y se activa antes que la tálamo-cortico-amigdalar, las características
estimulares más simples activarían previamente los circuitos emocionales
amigdalinos, preparando a esta estructura para recibir la información más compleja
y elaborada procedente de la corteza y dotarla de su componente emocional
(LeDoux, 1989). A esta vía más corta, LeDoux la ha denominado “vía de
supervivencia” y es la primera reacción de “alarma” que se genera ante un estímulo
determinado, generalmente ante una reacción de miedo.
El “vecino” más cercano de la amígdala es el hipocampo (muy relacionado con la
función de la memoria). Esta cercanía permite el recuerdo de las emociones, de
manera tal que lo que se siente puede ser recordado y lo que es recordado puede
ser sentido. La amígdala también es vecina de los bulbos olfatorios. Actúa como un
“disparador” que se activa en forma rápida ante situaciones sociales. Nauta y Feirtag
(1986) afirman que la amígdala es la estructura que determina la actitud del
organismo hacia el entorno.
Como se ha observado, las conexiones de la amígdala con otras estructuras
nerviosas (corteza cerebral, tronco encefálico, tálamo, hipotálamo, hipocampo,
entre otras) son múltiples y, debido a la gran cantidad de aferencias y eferencias
que posee, se la considera la “ventana” a través de la cual el sistema límbico aprecia
el lugar de la persona en el mundo.
El siguiente cuadro sintetiza las eferencias de la amígdala y sus expresiones
somáticas y psíquicas:

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Eferencias de la amígdala y sus expresiones somáticas y psíquicas
Veamos un ejemplo: Los Circuitos Neurales del Miedo.
Una de las funciones de la amígdala consiste en explorar las percepciones en busca
de alguna clase de amenaza. De este modo, se convierte en un importante “vigía”
de la vida mental, una especie de “centinela psicológico” que afronta toda situación,
toda percepción, considerando una sola cuestión, la más primitiva de todas: “¿Es
algo que odio?, ¿Me puede herir?, ¿Algo que temo?”. En el caso de que la respuesta
a estas preguntas sea afirmativa, la amígdala reaccionará poniendo en
funcionamiento todos sus recursos neurales y enviando un mensaje urgente a todas
sus conexiones eferentes.
En el caso de que, por ejemplo, suene la “alarma de miedo”, la amígdala envía
mensajes a cada uno de los centros fundamentales del cerebro, disparando la
secreción de las hormonas corporales que predisponen a la lucha o a la huída.
E
S
T
I
M
U
L
O
A
M
I
G
D
A
L
A
Hipotálamo
Núcleo dorsal del vago
Núcleo ambiguo
Formación reticular
Núcleos del tronco cerebral
(área tegmental ventral, Locus
Coeruleus, etc.)
Nervios facial y trigémino
Hipocampo
Activación simpática: taquicardia, palidez,
dilatación pupilar, tensión arterial. Liberación
de corticoesteroides (respuesta al estrés)
Activación parasimpática: micción,
defecación, bradicardia, úlceras.
Emisión de sonidos (gritos)
Aumento del sobresalto reflejo. Alerta.
Activación de centros respiratorios y
vasomotores
Aumento de la atención.
Hipervigilencia (noradrenalina)
Expresiones faciales de miedo.
Comparación del estímulo con experiencias
anteriores
Corteza prefrontal Procesamiento consciente del estímulo

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Aunque los neurocientíficos hayan cartografiado detalladamente los circuitos
neuronales del miedo, la verdad es que, en el estado actual, la investigación al
respecto de cualquiera de las emociones está en sus inicios. En cualquier caso, la
especial prominencia del miedo (tal vez la emoción más sobresaliente para la
evolución), lo convierte en un ejemplo idóneo para comprender la dinámica neural
de la emoción (será analizado en mayor detalle en la clase de trabajo práctico).
En los tiempos modernos, el miedo generalizado se ha convertido en algo que forma
parte de la vida cotidiana, arrojándonos al nerviosismo, a la angustia y a una amplia
variedad de preocupaciones o, en los casos patológicos, a los ataques de pánico, a
las fobias o a los trastornos obsesivo-compulsivos.
Para concluir…
La conducta emocional está ocupando finalmente un lugar preponderante dentro de
la evaluación neuropsicológica y la investigación. Asimismo, el estudio de la
Neuropsicología de las Emociones es objeto de intenso interés en la comunidad
profesional. Estos estudios facilitan la comprensión de ciertos desórdenes
psicológicos en la infancia, niñez, adolescencia, adultez y vejez, y posibilitarán
seguramente la creación de técnicas de tratamiento más efectivas. Por ejemplo, el
descubrimiento de LeDoux de la vía por él denominada Vía de Supervivencia, puede
ser de gran utilidad para la comprensión de las bases neurobiológicas de patologías
psiquiátricas tales como fobias, ataques de pánico, trastornos de estrés
postraumático, muy frecuentes en nuestra sociedad. En tal sentido, el mencionado
autor afirma: “la psicoterapia se entiende como un proceso a través del cual nuestro
neocórtex debería aprender a ejercer control sobre sistemas emocionales
evolutivamente ancestrales”.

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Bibliografía
Damasio, A. (1999). The Feeling of What Happens. New York: Harcourt, Inc.
Guyton, A. (1994). Anatomía y Fisiología del Sistema Nervioso. Editorial
Panamericana.
LeDoux, J.E. (1996). The Emotional Brain: the Mysterious Underpinning of
Emotional Life. New York: Simon and Shuster.
LeDoux, J.E. (2000). Emotion circuits in the brain. Annual Review of Neuroscience,
23:155-184.
Sánchez-Navarro, J. P. y Román, F. (2004). Amígdala, corteza prefrontal y
especializacion hemisferica en la experiencia y expresion emocional. Anales de
psicología, Vol. 20, nº 2: 223-240. Universidad de Murcia, España.