1. A pesar de todo lo que se dice a favor de la sabiduría de la naturaleza, yo no
creo que la naturaleza sea capaz de crear obras iguales en belleza y perfección
a las que salen a veces de la mano del hombre.
¿Cuándo nos dará la naturaleza una catedral gótica?
Podría afirmarse que jamás; sin embargo, la naturaleza ha pretendido
indudablemente imitar la obra del hombre; por ejemplo, siguiendo la obra esbelta
y geométrica de la catedral gótica, la naturaleza ha hecho el pino, imitación pálida
y desmirriada que acusa pobreza de ejecución y falta evidente de sentido
artístico.
Pero en la obra del hombre hay cosas de una originalidad tan difícil y compleja,
que la naturaleza no ha intentado siquiera imitarlas. Entre ellas está la
locomotora, ser misterioso y maravillosos; que yo sepa, ningún jesuita geólogo
ha encontrado en los terrenos secundario, terciario, o cuaternario, entre los
fósiles de la extraña fauna prehistórica, nada semejante a una locomotora.
Aquellos paquidermos pausados y contrahechos, de cuellos demasiado largo y
piernas demasiado cortas, o viceversa, que poblaron los bosques antediluvianos,
constituyeron evidentemente un ensayo de la naturaleza, penoso y consecutivo,
para encontrar la forma posible de ese ser monstruoso y ligero al mismo tiempo,
terrible y sencillo que la naturaleza buscaba en vano. Al fin hubo de quedarse en
el elefante, y paró ahí su instinto creador.
(Gotas de Tinta, Luis Tejada)