El Día de Muertos en México es una celebración que fusiona las tradiciones cristianas y prehispánicas. Combina la interpretación cristiana de orar por los muertos con la creencia prehispánica de que la muerte es parte natural del ciclo de la vida. La celebración involucra adornar tumbas y ofrecer ofrendas a los difuntos para guiarlos de regreso a sus hogares. Representa la unión entre vivos y muertos a través de rituales, comida y recuerdos que honran a quienes han
Día de Muertos: Fusión de culturas en la celebración mexicana
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BREVE RESUMEN HISTÓRICO Y SOCIOCULTURAL DEL DÍA DE LO MUERTOS
Una fusión de ideologías
Por Patricia Vagliente
Una de las celebraciones tradicionales más importantes en México, es la que esta dedicada a
conmemorar el "Día de Muertos" el 2 de Noviembre. Esta festividad ha llegado a formar parte
del patrimonio cultural, la cual entre rezos, cantos, música y baile constituyen una identidad
enraizada en la fusión de culturas.
Podríamos mencionar que esta celebración tiene dos grandes influencias: por un lado, la
influencia preponderantemente cristiana, que a partir del siglo XVI se hace dominante en la
cultura mexicana; en segundo lugar, la vertiente prehispánica, que aunque se minimiza por el
peso de las estructuras virreinales, sigue vigente hasta nuestros días.
La interpretación de la muerte que hace la cristiandad es fundamentalmente de oración. Esto
forma parte de la liturgia cristiana: orar por los muertos. Recordar su memoria tiene mucho que
ver con nuestro concepto de la vida y la dependencia, no nacemos de la nada, dependemos de
los que nos dieron la vida y de sus antepasados y con relación en ellos oramos para que estén
con Dios.
En este sentido, la celebración es muy importante porque toca una estructura fundamental de la
cosmovisión cristiana que es saber que la vida es un don recibido del cual se tiene que dar
cuentas, y que la misma se vive en solidaridad tanto con los vivos como con los que ya no
están en este mundo.
La muerte y la salvación se vuelven personales, para los cristianos el individuo es el que
cuenta. Se sostiene que la muerte no es el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito.
Vida, muerte y resurrección son los estadios del proceso que nos enseña la religión Cristiana.
En el mundo prehispánico, la muerte era un acontecimiento natural antagónico,
complementario de la vida, ligados entre sí, para conformar un todo. Así, el sacrificio de la
muerte -el acto de morir- es el acceder al proceso creador que da la vida. El cuerpo muere y el
espíritu es entregado a Dios (a los dioses) como la deuda contraída por habernos dado la vida.
Ambas concepciones tienen en común la creencia que al lugar al que vamos después de la
muerte, depende de cómo morimos. En el mundo cristiano se debe morir en contricción, de
otra manera, si se cometió una falta grave, se va al "Infierno", en las creencias indígenas no
existe el concepto infierno; pues éste implica connotación moral: existe el lugar de los
descarnados; pero nadie piensa que alguno de los seres que amamos está en ese lugar. Las
personas que han muerto con los debidos auxilios están en el Cielo o en el Purgatorio.
Las creencias vuelven a unirse en cuanto que la vida sólo se justifica y trasciende cuando se
realiza en la muerte.
Uno de los resultados de la conquista y colonización española, con relación al concepto que los
antiguos mexicanos tenían de la muerte, fue la transformación de este acto natural en un suceso
doloroso que infundía miedo. A finales del siglo XIX se reanimó el culto a la muerte,
rodeándola de burlas, sarcasmo y buen humor.
La celebración de "Día de Muertos" en México, consiste en el deseo de reunirse con los que se
han ido antes que nosotros y que nos han amado; deseo de que nos visiten y temor al mismo
2. tiempo de que se queden. Existe la creencia de que "los difuntos ese día obtienen permiso para
visitar a sus seres queridos" los cuales se preparan para recibirlos adornando sus tumbas,
preparando altares con su comida favorita, y ofrendas especiales.
Es una reunión de vivos con muertos; y al reunirse los vivos va a celebrarse una consolidación
de ataduras étnicas y familiares; es una verdadera comunicación gregaria la que se lleva a cabo,
y de ahí se comprende su importancia y arraigo en la cultura popular.
El mexicano para disfrazar su temor a la muerte se mofa de ella y traduce ese miedo en la
creación de versos chuscos llamados "calaveras", en los que ridiculizan a parientes, amigos,
políticos, actores, etc., y además se "come" a la muerte representada en las calaveras de azúcar.
Las ofrendas tienen por objeto la obligación de los vivos de recibir y atender a las ánimas en su
regreso anual al hogar y ofrecerles lo que en el más allá, les está vedado. La luz de las velas y
veladoras, según la tradición, sirve para guiar el camino de las ánimas en su regreso al hogar,
motivo por el cual se acostumbra poner una vela por cada difunto.
El primero de noviembre está dedicado a la llegada de los "angelitos", es decir, a las ánimas de
los niños. El dos de noviembre corresponde a los "fieles difuntos grandes".
Estos son algunos de los ingredientes de esta festividad, que surge de la cosmovisión
prehispánica y continuada con la imposición de la fe cristiana, para finalmente configurar una
convergencia ritual de convivencia con los familiares muertos.
La muerte forma parte de la vida cotidiana del mexicano. Cada 2 de noviembre dicha
celebración representa una rica gama de actividades, ritos, ceremonias, costumbres y creencias
que se practican en ciudades, pueblos de todo el territorio nacional, y son de tal colorido y
riqueza folklórica, que no hay lugar en el mundo en donde exista tanto arraigo y manifestación
tan profunda para los muertos como en México.
"Traigo conmigo un puñado de mi tierra lejana, para tomar hoy un puñado de tierra prestada,
una tierra que me adoptó en sus entrañas, una tierra que permitirá seguir mi camino para
encontrar la tierra soñada".