San Agustín fue influenciado principalmente por su madre Santa Mónica, el filósofo Cicerón, el maniqueísmo y el obispo Ambrosio. Él sintetizó la fe, la filosofía y la vida creyendo que la fe alcanza claridad a través de la razón y la razón es estimulada por la fe. Consideró al individuo en lugar del hombre abstracto y generalizado. Creía que Dios creó el mundo de la nada y que el mal es una privación del bien más que una entidad real.
2. Principales influencias
Santa Mónica (su madre): Su insistencia, preocupación
constante y testimonio de vida coherente, asentaron las bases
para la futura conversión de San Agustín
El Hortensio: en esta obra, Cicerón muestra un concepto de
filosofía típicamente helenístico (sabiduría y arte de vivir que da
la felicidad); gracias a ella, San Agustín se acerca a la filosofía y
supone para él una primera “conversión”
Maniqueísmo: herejía fundada por Manes de Persia (s. III),
sostiene una dualidad de principios ontológicos, cósmicos y
morales (Luz=bien, alma. Tinieblas=mal, corporeidad).
Desprecio al cuerpo y a la materia.
3. Academia escéptica: aunque no la abrazó del todo, llegó a dudar
sobre la posibilidad del conocimiento cierto
San Ambrosio (obispo de Milán): se sintió atraído en primer
lugar por su uso de la retórica pero posteriormente por su
conocimiento de las Escrituras
Neoplatonismo (Plotino y Porfirio): de ellos retoma la idea de lo
incorpóreo y las realidades espirituales, así como el concepto
del mal como privación
Principales influencias
4. Agustín fue el primer pensador cristiano que realizó una síntesis
madura entre fe, filosofía y vida, pensando que la fe alcanza
claridad de la razón, pero que también la razón alcanza estímulo
e impulso de la fe.
Creo para entender, entiendo para creer
Fe y razón
5. Aquello por lo que Agustín supera los límites de la cultura
griega es la referencia all hombre abstracto y general, en que se
interesaban también los griegos, sino el individuo, el yo singular,
la persona. El concepto de persona es elaborado por San Agustín
con base en el papel de la voluntad: por lo demás, en las
angustias de la conversión, se hacía justamente, con frecuencia,
muy aguda y muy dramática la percepción de la voluntad y de la
libertad del hombre. Profundizando este concepto, Agustín vio
en la persona el reflejo de Dios Trinidad en los modos de ser,
conocer y amar.
Del hombre en general a
la persona
6. El conocimiento tiende a la verdad y la verdad se identifica con
Dios: se sigue de ahí que la mayor parte de las demostraciones
agustinianas de la existencia de Dios sean demostraciones de la
existencia de la verdad. ¿Cómo es posible que nos formemos
conceptos inmutables si todo cambia? ¿No es acaso porque
existen verdades inmutables que determinan el conocimiento y
son criterio de juicio para nosotros? Agustín, sin embargo, no
acepta del todo la gnoseología platónica sino que refuta la teoría
de la reminiscencia, sustituyéndola con la de la iluminación:
Dios, como en la creación nos hace partícipes del ser, así nos hace
partícipes también de la Verdad, siendo Él mismo la fuente de la
verdad.
La iluminación
7. A esta prueba de la existencia de Dios como Verdad se añaden
otras, tomadas del bagaje de la teología clásica: la que de la
perfección del mundo se remonta al Artífice divino; la que se
basa en el consenso de las gentes (toda la especie humana
confiesa que Dios existe) y la de los diversos grados del bien
presente que se remonta al mundo del Bien en sí.
Pruebas de la existencia
de Dios
8. De estas pruebas deriva una concepción de Dios entendido como
Ser, Verdad, Bien en forma absolutamente eminente, que puede
expresarse sea en las formas de la teología negativa, sea
atribuyéndole todo lo positivo que hay en la creación, sin límite
de lo negativo.
Características
filosóficas de Dios
9. La creación puede ser:
1. Una generación, en este caso lo generado deriva de la
sustancia del que genera
2. Una fabricación, entonces lo generado deriva de una
materia externa al que genera
3. De la nada, en donde lo generado no viene ni de la
sustancia del que genera ni de la materia externa. La
creación ex nihilo implica un concepto absoluto de gracia (el
hombre depende totalmente de Dios)
La Creación “ex nihilo”
10. En el acto creativo juegan un papel determinante las Ideas,
entendidas a la manera del platonismo medio como
pensamientos de Dios, es decir, concebidas como el modelo ideal
del mundo. Eso no implica que el mundo haya nacido
perfectamente formado: en el momento de la creación, Dios sólo
produce los gérmenes, es decir, las “razones seminales” de todas
las cosas, las cuales tienen necesidad de tiempo para generar lo
que está inserto en su naturaleza.
Ideas y razones
seminales
11. El tiempo es distinto de la eternidad: la naturaleza del tiempo, en
efecto, se explica en relación con el alma que conserva el pasado
y anticipa el futuro.
Desde el punto de vista ontológico, el tiempo pues no subsiste:
existe en el alma como memoria, intuición y anticipación.
El tiempo
12. Agustín considera el problema del mal según tres puntos de
vista:
1. Desde el punto de vista metafísico, el mal no existe, sino
que sólo existen grados inferiores de ser respecto de Dios,
Sumo Bien.
2. Desde el punto de vista moral, el mal nace de la mala
voluntad que, antes que tender al Sumo bien, tiende a los
seres inferiores.
3. El mal físico es una consecuencia del pecado original y por
eso puede tener un significado catártico con miras a la
salvación.
El mal
13. La temática del mal moral, lleva en primer plano, al concepto de
la voluntad, a la que Agustín considera como autónoma respecto
de la razón. Sin embargo, la voluntad alcanza su perfección y su
plena libertad cuando no hace el mal, pero para esto necesita de
la gracia.
La voluntad y la gracia
14. La concepción agustiniana de la historia se explica por la relación de
dos ciudades que proceden de dos “amores” contrapuestos: el amor
de sí (cupiditas), que es el principio del mal y el amor de Dios (charitas)
que es el principio del bien.
El conjunto de los hombres que aman a Dios forma la Ciudad celeste,
en cambio el conjunto de los hombres que se aman a sí mismos o al
mundo, forman la Ciudad terrena.
Tanto el ciudadano de la Ciudad celeste como el de la terrena, ocupan
la tierra, pero el primero la ocupa como peregrino, el segundo como
dominador. La historia tiene un sentido lineal: tiene una meta final (el
juicio universal) en la cual el ciudadano terreno está destinado a la
condenación, mientras que el ciudadano celeste lo está a la salvación.
La Ciudad terrena y la
Ciudad divina
15. En los hechos del hombre y el mundo, la categoría dominante y
absoluta no es la del saber, como creían los griegos, sino la del
amor: el “ordo amoris” es el principal criterio de referencia; la
consistencia ontológica y moral del hombre, depende del grado y
del peso de su amor.
El orden del amor
16. Bibliografía
Síntesis hecha por G. Reale – D. Antíseri, en Historia de la
filosofía, t. 2, UPN/San Pablo, Colombia 2010, 132-134.
Versión completa: G. Reale – D. Antíseri, Historia del
pensamiento filosófico y científico, t. 1: Antigüedad y Edad Media,
Herder, Barcelona 1995, 374-400.