1. Una mujer desnuda...
Una mujer desnuda...
tiene una claridad que nos alumbra...
Una mujer desnuda...
genera un resplandor que da confianza...
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan
Una mujer desnuda...
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo
Mario Benedetti
- ¿Quién era esa mujer papá?
- No sé, sigue caminando...
- ¿Pero porqué estaba sin ropa y tirada?
- Hijo, alguien que quería hacerle daño, le quitó la ropa y la golpearon hasta que murió.
- ¿Y porqué le hicieron daño?
- No sé hijo, no sé. Hay hombres que hacen daño a las mujeres sin una razón.
- ¿Y así son todas las mujeres bajo sus ropas?
- Así son hijo, sigue caminando...
Al lado del camino, había dos o tres mirones. Y más adelante, de una de las primeras casas del pueblo
salía una mujer mayor con una cobija, que le gritó a Juan Tixtla:
- Todavía no la cubren ¿verdad?
- Todavía no.
Respondieron los dos, el hijo y el padre.
- Ay! Pobre muchacha.
Dijo la señora, mientras caminaba calle abajo envuelta en su rebozo, con la cobija bajo el brazo y con
los ojos del niño a sus espaldas, que no perdía detalle de todo lo que veía esa mañana.
En la mente del pequeño Juan se quedó la imagen de una mujer tirada a un lado del camino, con el
rostro envuelto en su pelo, los senos cubiertos con tierra y manchados de sangre, lo mismo que el
vientre y las piernas, y también...vellos entre las piernas. En sus ocho años de vida nunca había visto
cosa igual. Aunque también vio que tenía heridas en los tobillos y en las manos, como las heridas que
los cochinos tienen en las manos y en las patas, por estar amarrados antes que los maten los domingos
en la carnicería del pueblo. Con esas imágenes y asociaciones se quedó Juan.
Mientras doblaban una esquina, llegando al pueblo, vieron que venía una camioneta con policías.
2. En la mente de Juan Tixtla, obrero cuarentón, se cruzaban varias ideas, ¿cómo explicarle a su hijo, en la
tarde, cuando volvieran a casa, lo que habían visto de camino a la escuela? Encontrar a una mujer
muerta por los caminos no era novedad. Ya había escuchado en la fábrica que Esteban y Antonino
habían encontrado a otra cerca de un río, y en la plaza del pueblo se escuchaba lo mismo de hace
tiempo, que secuestraban y mataban mujeres, como a Martha, la hija de don Apolonio, que desapareció
y nunca la encontraron.
Tendría que ponerse de acuerdo con Amalia, su mujer, para que le explicaran al niño, y lograr que esa
imagen no permaneciera en su cabeza y más, si se enteraba por otro lado que habían encontrado a otras
mujeres. A ver que hacían...
Con esas ideas se detuvo en la imagen de su mujer, recordó cómo le gusta ver su espalda desnuda y la
curva que se forma en su cintura, donde empiezan sus nalgas. Recordó cómo le gusta ver cuando ella se
acuesta y al juntar sus piernas se forma un triángulo perfecto de un negro intenso a unos centímetros de
su ombligo, y cómo se queda obnubilado contemplando a esa diosa que tiene por mujer.
Casi llegando a la escuela donde dejaría a su hijo, recordaba más atrás que si le gustó Amalia fue, entre
otras cosas, debido a su parecido con una imagen que había visto de niño, cuando su padre lo había
llevado a Cuernavaca. Pasaron por un cine, caminando aprisa, así como él caminaba aprisa con su hijo
hace unos minutos. Y así como su hijo miró a esa mujer tirada en el piso, él miró la imagen de una
mujer desnuda en un cartel. Años después sabría el nombre de esa actriz. No se fijó en el nombre de la
película ni en nada más. Se fijó durante esos instantes que tardaron en pasar por el frente del cine, en el
pelo, que lo tenía como recogido, en los brazos a los lados del cuerpo, dando la sensación de que iba
caminando. Recordaba perfectamente esos huecos que había entre los brazos y la cintura de la mujer,
que se forman cuando la cadera es ancha y la cintura angosta. Y por supuesto, recordaba perfectamente
ese triangulito oscuro...y cuántas veces soñó con esa imagen.
Que ironía, pensaba, mi hijo acaba de vivir la misma experiencia que yo, más o menos a la misma
edad: ver a una mujer desnuda. Pero mientras a mí me abrió un camino para ser admirador de la belleza
femenina y ahora, incluso, poder tocarla y amarla en Amalia, a Juan no imagino qué le pueda causar
tener la imagen de una mujer muerta tirada en la calle.
Frente a la escuela, al despedirse de su hijo, Juan Tixtla se agachó, lo tomó por los hombros y
mirándolo de frente le dijo:
- No sabemos nada de esa mujer, Juan, pero seguro que era trabajadora y cariñosa como tu mamá.
Alguien la lastimó y la dejó ahí donde la vimos. Por ella no podemos hacer más, pero por tu madre sí.
Quiero que en toda la mañana pienses cómo podemos cuidar a tu madre para que nadie la lastime como
han lastimado a esa mujer, y cuando lleguemos a la casa, le dirás lo mucho que la quieres, ¿sale?
- Sale, dijo el niño.
- Ahh, y otra cosa, lo mismo que tu mamá, las niñas de tu salón y la maestra merecen ser respetadas y
queridas.
- ¿Y a doña Elvira de la tienda también papá?, dijo Juan.
- También, aunque los regañe a veces.
3. - Ni modo, dijo el niño.
Juan Tixta le dio un abrazo y se quedó unos instantes viendo a su hijo alejarse, y pensando:
Pues tenemos que ver lo que hacemos Amalia y yo, si el gobierno no hace nada y dice que no son
feminicidios, los ciudadanos de a pie debemos pensar, no únicamente en cuidar a las mujeres sino
también cómo cuidar la mente de los niños.
Norman Edilberto Rivera Pazos
En recuerdo de las mujeres que han muerto en Chihuahua, Estado de México, Morelos y demás
estados.
Consultar nota de feminicidios:
http://www.sinembargo.mx/05-09-2013/743336
Poema:
Una mujer desnuda y en lo oscuro - Poemas de Mario Benedetti http://www.poemas-del-alma.com/una-
mujer-desnuda-y-en-lo-oscuro.htm#ixzz2eEoOCmBo
Imagen:
http://www.artelista.com/obra/7381788747159133-cuerpodemujer.html