El Califa era la máxima autoridad del Imperio y concentraba el poder religioso y político. Como jefe religioso dirigía la oración del viernes y como jefe político gobernaba, administraba justicia y dirigía el ejército. Los gobernadores eran las máximas autoridades en las provincias y tenían poder político y militar, mientras que los cadíes se encargaban de administrar justicia. La agricultura, la artesanía y el comercio formaban la base de la economía del Imperio Islámico.