11. caminando con elena g

Curso El Don de Profecía en la Iglesia Remanente
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Lección # 11
CAMINANDO CON ELENA G. DE WHITE
Texto bíblico:
“Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando
en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a
sus profetas, y seréis prosperados”. (2 Crónicas 20:20).
Esta lección examina a Elena de White desde 4 puntos de vista:
1) Su perfil personal.
2) Su vida familiar.
3) Su espiritualidad.
4) Como Obrera de la Iglesia.
Se intenta mostrar el lado humano de Elena G. de White, que es más parecido a nosotros de lo que pensamos.
Fue alguien que tuvo pruebas, desilusiones, victorias y logros, con los cuales nos identificamos. Aquí
mostraremos a Elena como una persona común y corriente que vivió en un mundo que era cualquier cosa,
menos ideal.
Iniciemos con su perfil personal.
1. ¿Cómo era el humor en la casa de los White?
Algunos piensan que la familia White eran personas carentes de humor, pero sus anécdotas familiares reflejan
lo contrario. En cuanto al buen humor en la mesa ella escribió; “Cuando nos reunimos alrededor de la mesa
para participar de las preciosas dádivas de Dios debemos hacer de ello una ocasión de alegría. Que no sea un
momento de excesiva circunspección como si estuviéramos en un funeral. Que sea más bien una ocasión social
en la que todos los rostros irradien alegría y felicidad, donde solo se hablen palabras amenas”.
Cuenta una nuera, que ella podía reír con entusiasmo y era verdaderamente entretenida.
Hemos visto que a Elena de White le gustaba divertirse pero sin llegar a ser frívola. Era una mujer dispuesta a
disfrutar de la vida y sazonarla con un poco de aventura; que además de amar la naturaleza veía en ella el
amor y cuidado de un Dios benévolo.
2. Entonces, ¿Por qué luce tan seria en sus fotografías?
En el 1880, la fotografía era un proceso lento que requería de exposiciones largas y tediosas. El truco consistía
en quedarse lo más quieto posible durante la pose. Esto conllevaba poner una cara seria, que era la forma más
fácil de mantener los músculos inmóviles. De ahí tanta seriedad.
Su nieta mayor de 33 años recuerda lo siguiente: “Mi abuela siempre estaba alegre incluso cuando estaba muy
cansada o sentía algún dolor”.

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Elena de White escribió de sí misma: “Estoy decidida a que mi vida sea lo más alegre posible”.
Dirigiéndose especialmente a su esposo, que era un adicto al trabajo, le aconsejó: “Libérate de toda carga.
Vuelve a ser un niño despreocupado.” Después le pidió que ayudara a William (que tenía 24 años de edad),
quien nunca había tenido niñez, a sentirse libre como las aves del cielo.
Le decía: “Los pocos días que van a pasar juntos, acampen, pesquen, cacen, vayan a lugares que no conozcan,
descansen y disfruten de todo. Regresen a sus labores, recuperados y vigorosos”.
3. ¿Era Elena de White amante de la belleza?
Amaba la belleza de la naturaleza y las aventuras. Como su vida había transcurrido entre las suaves colinas de
Maine al Oeste de New York, y el Sur de Míchigan, nunca había estado entre las elevadas montañas de
Colorado.
Tomando unas vacaciones para estar allí, escribió a su Hijo Edson lo Siguiente: ¡Es Asombroso!; ¡Maravilloso!,
¡Escenario de antiguas y grandes montañas, ¡Unas desnudas y otras llenas de árboles!, la mente se sobrecoge
de forma instintiva, y profundos sentimientos de reverencia inclinan nuestro ser en humildad, a medida que
la imaginación percibe un destello del poder de lo infinito! La travesía a caballo por las montañas de colorado
fue inolvidable para ella y su esposo.
4. ¿Qué se puede decir de sus aventuras en el mar?
Le fascinaba el mar, en cierta ocasión un miembro de la iglesia de San Francisco tenía un Velero y la invitó
junto a unos amigos a hacer una travesía por la bahía de San Francisco adentrándose en el Pacífico. Ella escribió
acerca de esta aventura: “mis dos nueras se marearon pero yo no, las grandes olas, nos levantaban y nos
bajaban violentamente. Experimenté una sensación de suma elevación, pero no tenía palabras que decirle a
nadie. Era impresionante. El agua caía sobre nosotros. El atento capitán ordenaba y las manos se apresuraban
a obedecer. El viento soplaba con fuerza. Nunca había disfrutado tanto en toda mi vida.
No todas sus aventuras en el mar fueron agradables, en algunas tuvieron episodios negativos, por lo cual
tuvieron que abandonarla porque pensaron que no estaban haciendo bien por las almas.
5. ¿Qué otros escenarios eran preferidos por Elena de White?
Le fascinaba la belleza cotidiana de las flores. Siempre le gustaron las flores. Las cultivaba para adornar con
ellas su hogar, para que resultara placentero para sus hijos.
Para Elena, la belleza de las flores tenía implicaciones espirituales: Una vez, ella se expresó diciendo: “En cada
arbusto, pimpollo y flor, reconocí una expresión del amor de Jesús. Estas hermosas cosas parecían hablar con
mudo lenguaje del amor de Dios, según se ilustra en Mateo 6.” Como madre, ella trató de inculcar el mismo
gusto en sus hijos, de manera pues, que el 11 de abril de 1859 anotó en su libro diario: “He pasado todo el día
haciendo un jardín para mis hijos. Estoy dispuesta a hacer el hogar tan plácido como pueda para ellos, para
que su casa sea el hogar más dulce de todos”.
La jardinería fue uno de los pasatiempos con los que más disfrutó a lo largo de su vida.

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6. Al entrar en edad avanzada, y por causa de sus tobillos, por los años 1900, ¿Cuál era su pasatiempo
favorito?
Ella era amante del campo, y los paseos diarios en calesa, (carruaje) se convirtieron en su pasatiempo favorito;
no solo la ayudaban a descansar un poco de la escritura y de sus demás deberes, sino que le permitían atender
a sus asuntos económicos y conocer a sus vecinos. Hacía de aquellos paseos algo especial, explorando nuevos
caminos, llevando un almuerzo para comer durante el viaje o invitando a otras personas a ir con ella. En una
de esas caminatas se encontró con el presidente Theodore Roosevelt y la saludó al pasar. Esta anécdota nos
muestra cuán humana, como nosotros, era Elena G. de White.
7. ¿Cómo era su personalidad?
a) Perseverante en la adversidad. Una mujer que no se daba por vencida fácilmente. Este rasgo personal
la distinguió durante toda su vida y fue esencial para el cumplimiento de su misión.
b) Era dedicada a sus metas. Siempre mostró dedicación a su trabajo, a su familia y a sus amigos. La
calidad de su dedicación se hizo evidente en sus esfuerzos por sanar a su esposo después de que él
sufriera una grave apoplejía con parálisis, el 16 de agosto de 1865. Estaba tan fuerte, que los médicos
dijeron que nunca habían visto un caso semejante, que pudiera recuperarse de esa manera.
c) Moderada frente a la inflexibilidad. Podríamos pensar que debido a su perseverancia, Elena de White
fuese una persona severa, rígida e inflexible ante sus objetivos; pero no era así.
Por Ejemplo: Uno de los aspectos en los que muchos de sus supuestos seguidores se apartan de ella,
en lo que a moderación se refiere, es la alimentación. Aunque tenía algunas ideas firmes en este tema,
también escribió. “Los otros miembros de mi familia, no comen las mismas cosas que yo. No me erijo
en un criterio para ellos, sino que dejo que cada uno siga sus propias ideas acerca de que es lo mejor
para sí. No ato la conciencia de ninguna otra persona a la mía.
d) Bondadosa por Naturaleza. Elena de White se mostraba comprensiva cuando las personas cometían
errores. Sentía una sincera compasión hacia quienes se mostraban en necesidad. Este sentimiento se
manifestó de forma especial durante su primera visita a una prisión de máxima seguridad. Se
sorprendió al ver los jóvenes que eran muchos de los prisioneros. Conmovida por su situación, le
escribió a su esposo. “Traté de imaginar que estos muchachos eran mis hijos, para conversar con ellos
con el corazón amoroso de una madre.
8. ¿Cuáles eran otros aspectos de su personalidad?
a) Tímida pero Polemista. Hasta los 15 años nunca había orado en público.
b) Estricta pero comprensiva. No era tolerante con el pecado, lo denunciaba enérgicamente. Pero
cuando alguien confesaba y se arrepentía de su error ella se ponía del lado de la misericordia y la
restauración.
c) Respetuosa y prudente. Era una mujer de convicción, que nunca abandonaba una batalla que
involucraba principios religiosos en los que las almas estuvieran en juego.
d) Vecina y Amiga. Elena de White sentía afecto por sus semejantes. Disfrutaba estar en compañía,
y deseaba lo mejor para las personas; no solo en lo espiritual sino en todo lo demás, incluyendo

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su bienestar físico. A unos les proporcionaba alimentos y dinero; a otros un sitio donde vivir; y a
otros simplemente unas palabras de apoyo.
Muchas de sus amistades comenzaron en su mesa. Dada su posición y la de su esposo siempre
estaban listos para atender visitantes imprevistos. Le encantaba tener visitas. Se sentaban con
ella a la mesa y siempre tenía algo para decir.
9. ¿Cuál era el aspecto físico de Elena G. de White?
Hay pocas fotografías de Elena de White y pocas descripciones verbales de su apariencia física. Solo El Journal
de Minneapolis, en octubre de 1888 la describió como “una mujer de 61 años, con el pelo ligeramente grisáceo,
su rostro particularmente moreno, de tez oscura con una ceja más baja que la otra, labios gruesos, rostro
desfigurado por una desgracia que le ocurrió en su niñez. Pero al escucharla hablar nos olvidamos de las feas
marcas que el accidente dejo en ella”. Una semana antes, el mismo periódico la había descrito como “una
mujer sencilla, hogareña, que predica en el púlpito con todo el fuego y la fortaleza de un hombre.
10. ¿Qué formación académica tenía la Sra. White?
Elena de White no tuvo ninguna preparación académica. “Solo asistió a la escuela pública de Portland, Maine
hasta los nueve años de edad”. Y estuvo por un tiempo breve en una escuela privada cuando tenía 20 años.
Cincuenta años después del accidente escribió lo siguiente: “lo que por tanto tiempo pareció tan amargo y
difícil de soportar resultó ser una bendición encubierta. Esa cruel circunstancia fue el medio que me hizo
levantar los ojos a los cielos. Quizás nunca hubiera llegado a conocer a Jesús, sin el dolor que nubló mis
primeros años y que me llevo a buscar alivio en Él”.
Su educación oficial se interrumpió, pero no le impidió educarse de manera extraoficial durante el resto de su
vida, gracias a la mucha lectura, (pues era amante de los libros) y a sus incontables viajes.
11. ¿Qué podría contarse del matrimonio White?
Un juez de paz casó a Jaime y a Elena G. Harmon en Portland, Maine, el 30 de agosto de 1846. El Señor tenía
una gran obra para ambos y vio que podían apoyarse mutuamente en esa obra. Ella tenía que presentarse
ante el público y necesitaba un protector.
Jaime y Elena se amaron y apreciaron mucho durante su vida de casados, dando todo de sí por ayudarse y
confortarse mutuamente. Pero, igual que toda relación entre dos seres humanos, distaba de ser perfecta y no
dejaban de tener problemas. Esto se acentúa más si las partes tienen personalidades independientes y cada
uno ocupa un puesto de responsabilidad. Ellos tuvieron sus momentos difíciles y la oportunidad de aprender
que las pruebas desarrollan paciencia.
Una de esas pruebas fue que su hogar no siempre ofreció la privacidad que toda pareja necesita,
principalmente en sus primeros años de casados, cuando su casa tendió a ser una especie de gran “estación
central” para los obreros adventistas que trabajaban con ellos o que se encontraban de paso. Resultaba
extremadamente difícil encontrar el espacio y descanso que ambos necesitaban como pareja. Podían tener
sus diferencias y conflictos, pero como cristianos eran muy dedicados el uno al otro. Tuvieron que pasar por

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momentos de irritación, frustración enfermedades. Pero al igual que muchos otros matrimonios de éxito, el
de ellos estaba sazonado con un ingrediente especial: la gracia de Dios. Jaime murió el 6 de agosto de 1881 y
Elena lo extrañó profundamente durante los 34 años que duró su viudez.
12. ¿Cómo fue el papel de Elena de White como madre?
Su papel de madre fue central durante su existencia. Ella deseaba que su hogar fuera” el más “placentero de
todos” para sus hijos. Ella amaba profundamente a sus hijos y los guiaba en todas sus actividades, pero su
principal preocupación se centraba en su vida espiritual. Siempre los aconsejaba no solo verbalmente, sino
por cartas continuas cuando ya fueron grandes. Se preocupaba también por sus necesidades físicas y mentales.
A ella le encantaba pasar tiempo con sus hijos leyendo o trabajando juntos en el jardín. No obstante de vez en
cuando el castigo estaba a la orden del día. Ella escribió: “La bondad tiene una influencia más poderosa que
los regaños severos… Nuestras palabras y hechos debieran ser siempre perfectamente razonables para
nuestros hijos, para que su experiencia no se amargue con palabras duras o dichas de manera áspera. Esto
deja una herida en sus espíritus que destruye su amor por sus padres y la influencia de sus padres sobre ellos.
Además de tener que aplicar la disciplina como rutina, la familia White tuvo su ración de tragedias; perdieron
dos de sus 4 hijos en un periodo de tres años. Con esta pérdida, Elena experimentó lo que es el sufrimiento.
Estas circunstancias la ayudaron a desarrollar una empatía especial hacia el prójimo.
13. ¿Cómo Elena de White inició su trayectoria Espiritual?
Su primera crisis religiosa sucedió en el año 1836, cuando a la edad de nueve años experimentó una
enfermedad traumática después de ser golpeada en la cara por una piedra, lo cual la llevó al borde de la
muerte. No deseaba vivir a consecuencia de la desfiguración de su cara; pero un comentario acerca de la
muerte la aterró y deseó ser cristiana. Oró pidiendo perdón de sus pecados hasta que sintió paz mental y
mucho amor hacia los demás.
14. ¿Cuál fue la piedra angular en la vida de Elena?
Jesús como nuestro Señor y Salvador fue la piedra angular en la Vida de Elena G de White. Desde el momento
de su conversión, su fe en Él, le dio sentido a su existencia. Ella dedicó su vida a presentar la eficacia salvadora
de la gracia de Dios y el glorioso panorama de la segunda venida de Cristo. Así, su vida fue, tanto cristiana
como adventista al mismo tiempo. En Él, afirmó su fe y sus fervientes y constantes oraciones. La oración fue
una parte fundamental en la vida de Elena. G. De White desde su juventud hasta su vejez.
15. Si Elena de White tenía tan claro su papel profético, ¿Por qué no se atribuyó el título de profetiza?
Se consideraba indigna del llamado al ministerio profético al cual de Dios la había consagrado y oraba para
que el Señor la mantuviera humilde y libre de orgullo.
16. ¿Se desanimó o deprimió alguna vez Elena G. de White?
Elena de White conoció la desolación del desánimo mientras cumplía su papel como mensajera de Dios. A lo
largo de su vida, el desánimo se combinaba a veces con una depresión temporaria. No cabe duda de que la

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debilidad física, la condición del corazón y los problemas respiratorios la hicieron susceptible al desaliento. Y
el hecho de ser una mensajera del Señor, luchando a la vanguardia de sus contemporáneos en el campo de
batalla del conflicto cósmico, también incitaba los constantes ataques de Satanás. ¿Qué actitud tenía hacia
esta sombra oscura que tantas personas han sobrellevado desde el comienzo del tiempo? Los consejos que
dio a otros que estaban desanimados, aun sumidos en depresión, vienen empapados, por así decirlo, con sus
propias pruebas personales.
En 1847, aunque con ocho meses de embarazo, Elena le escribió una carta animosa a José Bates y le informó
que “mi salud está muy bien”. Luego le abrió el corazón: “Últimamente he tenido muchas pruebas; a veces el
desánimo me ha sobrecogido tan firmemente que me parecía imposible librarme de él. Pero gracias a Dios,
Satanás aún no ha obtenido la victoria sobre mí, y por la gracia de Dios nunca lo hará. Conozco y siento mi
debilidad, pero me he aferrado al brazo fuerte de Jehová, y puedo decir hoy que sé que mi Redentor vive, y
que si él vive yo también viviré”.
17. ¿Atravesó Elena G. de White y su familia por pruebas y dificultades, o fueron protegidos de ellas?
Llegó el día cuando “sus provisiones se acabaron”. Jaime caminó cinco kilómetros de ida y otros tantos de
vuelta bajo la lluvia para pedirle el salario a su empleador o las provisiones tan necesarias. Cuando regresó con
un saco de provisiones, Elena se sintió muy abatida, escribió:
“Al verlo entrar en casa, muy fatigado, sentí desfallecer el corazón. Mi primer pensamiento fue que Dios nos
había desamparado. Le dije a mi esposo: ‘¿A esto hemos llegado? ¿Nos ha dejado el Señor?’ No pude contener
las lágrimas, y lloré amargamente largo rato hasta desmayarme”.
En otras palabras, “Señor, ¿por qué es tan dura la vida cuando nos hemos consagrado sin reservas a tu causa?”
A través del relato que ella hizo de esta experiencia, obtenemos una vislumbre de cómo ella salía de la
profunda fosa del desánimo.
Ella lamentó que se había hundido tan bajo; luego se recordó a sí misma que su primer deseo era “seguir a
Cristo y ser como Él; pero a veces desmayamos bajo las pruebas y nos mantenemos a la distancia de Él. El
sufrimiento y las pruebas nos acercan a Jesús. El horno consume la escoria y abrillanta el oro”. (Mensajera del
Señor, pág. 75).
18. ¿Cuáles fueron algunas de las experiencias más difíciles en la vida y ministerio profético de Elena G.
de White?
a) En 1881 Jaime White estaba declinando rápidamente. Más de cuatro derrames cerebrales lo habían
dejado física y emocionalmente débil, y el exceso de trabajo consumía la fuerza que le quedaba. El 6
de enero la Sra. White escribió que estaba perpleja en cuanto a cómo ayudar a su esposo: “Papá se ha
encontrado en tal estado mental que temí que perdería la razón. Pero está decidiendo renunciar a las
responsabilidades de los asuntos de oficina y dedicarse a escribir. Espero que lo haga… A veces me
siento tan perpleja y angustiada que anhelo la jubilación o la muerte, pero luego reúno nuevamente
valor”.
b) Pero su verdadera prueba de fortaleza provino de un evento inesperado. Hacia el mes de mayo se la
estaba criticando tanto en Battle Creek, que aun sus amigos más cercanos la trataban con creciente
frialdad. ¿La crítica? ¡No se podía confiar en ella porque otros la manipulaban! ¿Cómo podía ser esto?
Pronto ella se dio cuenta de la tensión entre su esposo y el Dr. Kellogg.

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En sus momentos oscuros de depresión y paranoia, Jaime estaba usando los escritos de su esposa para
socavar la influencia del presidente y el secretario de la Asociación General (G. I. Butler y S. N. Haskell,
respectivamente). Desde otra dirección, J. H. Kellogg estaba atacando a Jaime White, quien a su vez
ejercía represalias. ¿Cómo se realizaban todos estos ataques desagradables? Cada uno citaba palabras
de Elena de White para sustanciar sus acusaciones mutuas y para alegar que las “citas” usadas por sus
oponentes no eran palabras válidas “del Señor”. Cada hombre estaba tratando de destruir la influencia
de los otros, pero el verdadero daño estaba siendo inferido a Elena de White.
El 14 de junio ella les escribió a Willie y Mary en la Pacific Press, en Oakland, California:
“Esta falta de armonía me está matando. Tengo que reservarme mi propio parecer y no confío en nadie
[en Battle Creek]… Ahora, Willie, he escrito con toda libertad y en forma confidencial. Espero que el
Señor te preservará con un buen equilibrio. Espero que no irás a los extremos en nada… y que no seas
moldeado por la influencia de nadie, excepto por el Espíritu de Dios”.
El sábado 16 de julio, Elena de White, con valor y candor, estaba lista para aclarar los malos
entendidos. Les pidió a su esposo y al Dr. Kellogg que se reuniesen con ella en privado. Les leyó “una
gran cantidad de lágrimas”.
A la tardecita del próximo martes convocó a los dirigentes denominacionales en Battle Creek y les leyó
las mismas páginas que les había leído a Jaime y al Dr. Kellogg. Los resultados fueron muy positivos.
Urías Smith, un colaborador de Jaime White por treinta años, resumió la extraordinaria ocasión con un informe
optimista:
“¡Oh, que todos pudiesen ser facultados para prestar atención a las buenas palabras de consejo y admonición!
Entonces el espíritu religioso se reavivaría en todos nuestros corazones y la causa de Cristo prosperaría en
nuestro medio”. Sólo aquellos que estén seguros en cuanto a la misión de su vida y que sean suficientemente
transparentes en su conducta como para que todos sus contemporáneos confíen en sus motivos, podrán
enfrentar situaciones problemáticas con tanto valor como lo hizo Elena de White en Battle Creek, en julio de
1881.
Esta lección está basada en el libro Caminando con Elena White, de George Knight.

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