Este documento discute la importancia de reemplazar los sentimientos de culpa con confianza en las relaciones dentro de las instituciones educativas. Argumenta que la culpa es destructiva y se transfiere entre las partes, mientras que la confianza promueve la seguridad, el optimismo y el bienestar. También sugiere que cuando no hay confianza, se debe ser asertivo al expresar opiniones y sentimientos respetando los derechos de los demás. El objetivo final es modificar las relaciones en las escuelas para que giren en torno
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Confianza vs. culpa en la educación.
La escuela es un ámbito que a veces se vuelve crítico es las relaciones. ¿Quizás
porque la edad adolescente, con sus crisis, nos envuelven? ¿Porque hay que lograr
objetivos que no se alcanzan? ¿Por nuestro rol, que debemos calificar, promover,
sancionar, entre otros? Elementos que siempre traen conflictos y la culpa la tiene el
otro:
Dirección – docentes.
Entre docentes
Docentes – alumnos
Padres – docentes
1. Por ello, se suscitan sentimientos de culpa.
El sentimiento de culpa es una de las emociones más destructivas, tanto si es por
algo que hemos hecho como por algo que no hemos sido capaces de hacer. No es un
sentimiento agradable, por eso, cuando alguien nos pide algo o tenemos que hacer
algo que no queremos hacer o nos cuesta hacer, dudamos antes de negarnos porque
tememos volver a experimentar ese terrible sentimiento.
Quizá valga la pena analizar qué es lo que nos hace sentirnos culpables y por qué
tiene ese efecto sobre nosotros. Es evidente que hemos cometido errores en el
pasado, pero muchas veces son transferencia del otro para quitarse responsabilidad
y cargarla en el prójimo. Recordar los errores del pasado, personales o del otro, es útil
sólo cuando aprendemos de ellos. Mirar atrás para aumentar el sentimiento de culpa
supone un gran derroche de energía y es destructor. Es como un cáncer que carcome
desde adentro y lleva a inutilizar a la persona, baja nuestra autoestima y asertividad.
Sería mucho mejor darle la vuelta a esa energía y emplearla para algún propósito más
positivo.
Los problemas psicológicos de muchos docentes es por la culpa que se le ha ido
incorporando en su carrera docente, que de a poco y de adentro lo fue enfermando.
Lo mismo diría de los educandos y de sus fracasos escolares.
La culpa es como un pase de mano, me la dan a mí y yo la paso al otro: Dirección
– docentes, entre docentes, docentes – alumnos, padres – docentes y docentes –
directivos. Es como un círculo vicioso.
2. ¿Qué debemos modificar en las relaciones de las instituciones escolares? La
confianza.
Todo es cuestión de confianza. Sin ella no podemos convivir y menos incluir. Toda
nuestra existencia gira en torno a la confianza/desconfianza en los otros y, también,
en nosotros mismos.
Con-fiar, es decir tener fe con. Fe del potencial del otro y viceversa. Fe del
potencial del otro pero no dejarlo solo, yo te ayudo y viceversa.
La confianza es una poderosa energía. Se apoya en la firme esperanza y
proporciona seguridad, optimismo, bienestar y alegría. La confianza nos hace más
fuertes, más libres y también mejores. Por el contrario, la culpa lleva al recelo, al temor,
al malestar y a la insatisfacción La culpa nos reprime, no nos deja actuar, dificulta que
tomemos iniciativas, nos paraliza, sufrimos.
Para sobrevivir, el ser humano tuvo que aprender a confiar en el otro. El vínculo
social explica nuestro desarrollo, y esa unión se fundamenta en la mutua confianza.
El indefenso recién nacido enseguida experimenta que necesita de los otros, de los
adultos. De ellos espera todo. Si le enseñan apoyándolo, el niño crecerá con confianza
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en sí mismo y en los demás. Por el contrario, los niños que son reprimidos y castigados
de forma arbitraria, aquellos que no sienten el afecto, suelen convertirse en adultos
inseguros y recelosos. Y esto, se propaga posteriormente en los ámbitos donde nos
relacionamos.
Si a una persona se le repiten mensajes como: «no sirves», «eres torpe» o «eres
malo» se acabará con su autoestima y verá a los demás como fuente de insatisfacción.
Claro que tampoco es bueno el extremo opuesto: no es bueno decir que todo es de
color de rosa, ya que todos nos equivocamos. La personalidad equilibrada, el individuo
seguro de sí mismo y básicamente adaptado al entorno, se forma cuando es
socializado mostrando que la realidad es compleja, que es fuente de satisfacciones y
de sufrimientos, y que los seres humanos podemos ser capaces de comportamientos
solidarios y egoístas, del bien y del mal.
3. Pero, ¿si la confianza del otro no existe, que hacemos? Ser asertivo.
La asertividad es la habilidad de expresar nuestros pensamientos, sentimientos y
creencias asumiendo las consecuencias y a la vez respetar la opinión de los otros. El
principio subyacente a la asertividad es el respeto hacia uno mismo y hacia el resto
de personas.
Para ser asertivos no debemos olvidar que tenemos derechos para expresar, sentir
y actuar según nuestros principios sin agredir al resto de personas.
Es imprescindible tener confianza en uno mismo y hacer el ejercicio de ponerse en
la piel del otro, porque de este modo entenderemos el punto de vista de la otra persona
aunque no lo compartamos. Si a la hora de actuar nos viniera a la mente esta frase “no
hagas al otro aquello que no quieres que te hagan a ti”, probablemente la convivencia
sería más sana.