El documento discute la técnica, el estilo y la misión del escritor. Explica que un escrito exitoso requiere naturalidad, técnica, estilo y una visión del mundo. La técnica ayuda a lograr armonía y proporción, mientras que el estilo refleja la personalidad del autor. La misión del escritor es ser la conciencia activa de su época y dar forma a conceptos y sentimientos para enriquecer la humanidad.
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El arte de escribir de microsoft word
1. El Arte de Escribir; Técnica, Estilo y Misión del Autor 2002
Prócoro Hernández Oropez
Para muchos escribir es un dolor de cabeza, un trámite; para otros es vivir, gozar; es
reinventarse, parir, encontrarse o renovarse.
¿Qué es el escritor?, se pregunta José Luis Sampedro, sino un albañil de sueños, un
constructor de castillos en el aire con millares de palabras. Los materiales pueden hallarse en
cualquier parte. Los proporciona la gente, las lecturas, los cuadros, los espectáculos y por
supuesto el propio mundo interior.
Para Fernando Savater, cada palabra es sentido y sonido. A través de las caprichosas
semejanzas del sonido, los sentidos se hacen guiños entre sí y superponen nuevas capas
sonrientes de significado al entramado ya conocido. Es como si la lengua se sacase de la lengua
a sí misma, pero para entenderse mejor.
En cambio Francisco Umbral sostiene que se puede escribir con whisky o sin whisky. A
máquina o a mano (los malos autores lo hacen con computadora). Se puede escribir siempre, si
se es escritor, como el pianista puede tocar siempre. Nietzsche, Wittgestein, los estructuralistas,
etc. han dejado claro que sólo existe la palabra, incluso para la filosofía. El lenguaje habla por
nosotros, todo lo hace la palabra escrita.
Y es verdad, cada persona tiene un estilo, hábitos y circunstancias que lo orillan a
escribir. Sin embargo, a quienes les gusta escribir saben que existen ciertas condiciones para
ello: una motivación o propósito, unas circunstancias, unos procedimientos y una técnica. José
Luis Martínez, en su libro Problemas literarios, señala cuatro características que deben estar
presentes en un escrito: Naturalidad, técnica, estilo y visión del mundo.
Qué es el lenguaje, sino una desierta creación intelectual, señala José Luis Martínez. La
fuerza que lo crea, lo mantiene y lo renueva es una humedad espiritual que hincha y transmuta
los secos moldes de las palabras para comunicarles aquella vida que el escritor pueda
destinarles. Así como el jardín solicita abonos y humedad, tierra, aire, cultivo, el espíritu
también los requiere. Y la técnica es la natural disposición de la tierra o de la lengua para que
pueda recibir su legado: la rosa en el jardín, el poema, la novela o el cuento en la literatura.
Los más elementales movimientos y ritmos humanos se reflejan en las estructuras
mentales, que vienen a ser como otros cuerpos gemelos viviendo una vida semejante a la que
reproducen. Esto significa que todo escritor debe aprender que las esencias de toda
comunicación literaria repite la mecánica de la vida: nacimiento, ascensión, la caída y el
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2. El Arte de Escribir; Técnica, Estilo y Misión del Autor 2002
descenso cumplido. En suma, dice José Luis Martínez, aprendemos las esencias del arte en
cuanto sus estructuras repiten los movimientos y los ritmos con que se mueve la vida misma del
hombre y de todas las criaturas de la tierra.
Este respeto por los movimientos y ritmos de la vida es lo que proporciona una de las
virtudes más grandes del escritor: la naturalidad. Naturalidad es la expresión conformada de
acuerdo con lo natural y lo poseído en común, pero muchas personas que han decidido a tomar
la pluma, sentencia Martínez, han perdido esa aptitud original. Una represión extraña les impide
escribir como hablan. Por ello los escritores no tienen porque contradecir la naturaleza, sino
reproducirla de acuerdo a su armonía y su mesura.
En este sentido, los escritores no deben menospreciar la técnica, cuya misión, además de
devolverlos a la proporción y a la armonía, les reenseña la original arquitectura de las formas
naturales que han olvidado. Técnica es la reducción a la lógica y a la naturaleza, la estructura
acordada a las formas mentales y el aprovechamiento artificioso de los recursos del lenguaje y
de las reacciones de la sensibilidad.
No confundir naturalidad con estilo, pues este último es el espíritu de esos escritos –y
no su esqueleto lógico-, es la humedad espiritual que el autor les ha comunicado. Estilo, de
acuerdo a Torres Bodet, es la cualidad inviolable y la proyección de la personalidad humana. El
estilo nada tiene en común con la gramática ni en la aplicación de unas reglas ni en la reducción
de un producto literario a cierto mecanismo acordado por los gramáticos, en complicidad con
los modelos lingüísticos; es en cambio cuanto vence y burla esos preceptos. No obstante, estima
José Luis Martínez, estilo y técnica, a pesar de las diferencias que las separan, precisa un
acuerdo que las una, tal el que reina entre los huesos y el alma de un cuerpo.
En cuanto a la visión del mundo, toda obra lleva implícita una visión peculiar e
intransferible del mundo, una especial atención para ciertos aspectos y unos modos especiales
de enfoque y de traducción conceptual, de esos aspectos seleccionados. Y cada una de estas
visiones, manifiesta José Luis Martínez, lleva implícita su propia fisiología respiratoria y su
propia organización interna. Es decir, cada visión del mundo exige una técnica propia y, cuando
el escritor logra expresarla, su creación se nos presenta como una obra maestra.
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3. El Arte de Escribir; Técnica, Estilo y Misión del Autor 2002
En Marcel Proust, por ejemplo, su preocupación por la captura y la eternización del
tiempo puro, se traduce con invisible maestría en sus frases movidas por esa ansia que se
alarga, traza cálidos golfos, sigue largas sinuosidades. Aldoux Huxley posee una visión del
mundo como la de un laberinto en que las soledades de los hombres y su entera impotencia para
con el mundo y sus nociones se develan ignoradas entre sombras, pero trazando con su ceguera
un concierto en el que cumplen sin saberlo sus destinadas partituras.
José Luis Sampedro, en su Vieja Sirena, juega con el lenguaje de acuerdo a los
entramados emocionales, de tal forma que no encontramos ninguna puntuación en tres páginas,
sin que ello afecte los ritmos, la gramática o la respiración.
En la visión del mundo está, obviamente implícita la misión del escritor y de las letras.
Para José Luis Martínez, las letras nos revelan el secreto de nuestro corazón y el de la
naturaleza y nos enseñan a conocer mejor los caminos y los litorales de nuestros pensamientos y
nuestros sueños; su tela es sustancia de nuestra alma.
El escritor, depositario y agente de estas grandes misiones de las letras, es no solo la
gala de su tiempo, sino su conciencia activa. Él es la antena invisible que recoge el eco del
pasado, el pulso del presente y avizora aún, las prefiguraciones del porvenir. Todos los grandes
movimientos espirituales de la humanidad, todas las grandes conmociones y crisis, indica José
Luis Martínez, han nacido de esa conciencia activa, creadora de pasiones y sentimientos, espejo
y molde de nuestras almas.
Stephan Spender refiere que los poetas comienzan a ver claramente la tarea que les
espera: expresar lo que sienten en su alma los millares y millares de hombres que viven con
ellos en estos tiempos apocalípticos. Por ello, la más grande tarea que queda por hacer, después
de la poesía de la desesperación, habrá que escribir la poesía de la esperanza. Denis Rougemont,
por su parte, habla de otra misión del escritor: La de conservar la pureza del lenguaje. El verbo
es el vehículo de las ideas y las creencias, el órgano de comunicación con nuestros semejantes y
nuestro rastro en la eternidad.
Resumiendo, la misión del escritor, es entonces, dar a cada uno de los conceptos que
nos mueven, tan acusado y nítido dibujo, tan cristalina transparencia, que denuncien con lealtad
la sustancia que transportan. El destino del escritor, prescribe José Luis Martínez, es el de ser un
integrador y enriquecedor de la personalidad del hombre, conciencia activa de la época,
testimonio extremadamente sensible de las peripecias del espíritu y orientador incansable de sus
pasos.
Junio 10, 2002
Fuente: http://www.revistainterforum.com/espanol/articulos/061002artliter.html
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