Este documento describe las tres tentaciones que Jesús enfrentó en el desierto después de su bautismo. El diablo lo tentó para que convirtiera piedras en pan, adorara al diablo a cambio de poder político, y se arrojara desde lo alto del templo para probar que Dios lo protegería. Jesús rechazó cada tentación citando las Escrituras. El documento también analiza cómo estas tentaciones representan tentaciones humanas comunes como el materialismo, el poder y la fama.
2. Jesús, lleno del Espíritu
Santo, se volvió del Jordán
y fue llevado por el Espíritu
al desierto, y fue tentado
allí por el diablo durante
cuarenta días. Todo aquel
tiempo estuvo sin comer, y
al final tuvo hambre.
Entonces el diablo le dijo:
Si eres hijo de Dios…
Lucas 4, 1-13.
3. Después de su bautismo en el Jordán, Jesús se
retira al desierto. Busca un tiempo de receso
para prepararse antes de su misión.
4. El demonio conoce bien al ser humano, sus
lagunas, su ego, sus ambiciones. Y también
conoce muy bien a Jesús. Aprovecha la
fragilidad y el hambre para intentar
manipular su voluntad.
5. Cuántas veces por cansancio, dolor o flaqueza
caemos en las sutiles trampas del diablo.
Aprovecha la debilidad y las malas experiencias
para mostrarse como un pseudo salvador y
prometer el cielo que él ha perdido.
6. «Dile a esta piedra que
se convierta en pan».
Es la tentación del
poder económico.
Bajo un aspecto
humanitario, el
demonio reduce la
salvación y la felicidad
del ser humano al
bienestar puramente
material.
7. En tiempos como ahora, de fuerte crisis, la
tentación del dinero es muy fuerte. Queremos
comprar seguridad, falsos paraísos, confort y
hasta felicidad. Comprar se nos presenta hasta
como una terapia. Rendimos culto a la riqueza
con pretextos muy razonables.
8. Toda persona ha de luchar por una vida
digna y próspera, también
económicamente. Pero la plenitud que
colma nuestros deseos no se encuentra en
los bienes materiales.
9. «Si me adoras, te
daré todos los reinos
del mundo».
El diablo se siente
por encima de Jesús.
En realidad, es un
ángel excluido que ha
caído del cielo y ha
quedado reducido.
Pero quiere
recuperar su poder.
10. Esta es la tentación del poder político y de
cualquier forma de potestad sobre las
personas, desde la dominación militar hasta la
manipulación en las familias y los grupos.
11. Cuando una persona vive centrada en sí misma
y desea que todos giren a su alrededor, no
resiste la tentación de dominar a los demás a
su antojo.
12. El poder es una
droga sutil que
atrapa a muchas
personas ávidas de
protagonismo. Su
precio es muy alto:
«Todo esto te daré si
te postras ante mí».
Jesús nos enseña
que sólo a Dios hay
que adorar.
13. «Los ángeles del
Señor te recogerán».
El diablo insta a Jesús
a arrojarse desde lo
alto del templo. Sabe
que Jesús tiene
poder, es carismático
y el pueblo lo
escucha: podría
manipular y dominar
fácilmente a sus
adeptos…
14. Pero Jesús renuncia a su poder. No quiere
alardear de su capacidad para obrar milagros.
No se aprovecha de su popularidad.
Su poder es el amor, el servicio, la misericordia.
15. El diablo aprovecha cualquier ocasión para
engrandecer nuestro ego: es la tentación de la
fama y el prestigio. Quien se encumbra puede
llegar a pensar que está por encima del bien y
del mal y que puede hacer cualquier cosa.
16. Jesús responde con rotundidad: «No tentarás
al Señor, tu Dios». No le exigirás que sea lo que
no es. No abusarás del poder en su nombre.
No le pondrás a prueba…
17. Jesús nos muestra qué hacer ante las
tentaciones: cuanto más unidos estemos a él, y
con él al Padre, más se alejará el diablo de
nosotros. Pero es preciso mantenerse fieles y
alerta, pues el mal siempre acecha…
18. «Adorarás a tu Señor y sólo a él darás culto.»
A Dios, que es bondad, que es amor, que desea
nuestra felicidad sin engaños, no solo hay que
adorarlo, sino abrazarlo y acogerlo dentro de
nuestro corazón.