Durante la Alta Edad Media en Europa (siglos IX-XI), el debilitamiento del Imperio carolingio llevó a la fragmentación política en pequeños estados feudales autónomos y constantes rivalidades entre reyes y señores feudales. Además, las invasiones de los normandos, húngaros y árabes interrumpieron el comercio y la producción. La Iglesia trató de imponer la paz entre los estados feudales rivales y mantener el dogma cristiano, aunque su poder se vio afectado por la injerencia secular.