El Imperio Británico alcanzó su máximo esplendor durante la era victoriana debido a su hegemonía naval, la Revolución Industrial y la estabilidad política interna lograda mediante reformas electorales. Sin embargo, surgieron problemas como el nacionalismo irlandés y la necesidad de intervenir militarmente en el extranjero para defender los intereses coloniales en guerras como las del Opio, Crimea y la rebelión de los cipayos, lo que llevó a la incorporación de nuevos territorios en África, Asia y el Pacífico.