Las universidades medievales surgieron entre los siglos XII y XV en centros urbanos como Bolonia, París, Cambridge y Padua para formar nuevos profesionales para la Iglesia y funciones públicas. La enseñanza se basaba en la lectura y debate de textos siguiendo las siete artes liberales. Las universidades ganaron autonomía frente a poderes eclesiásticos y seculares y ayudaron a reducir el monopolio del conocimiento de la Iglesia.