El documento habla sobre el arte sacro y su relación con la liturgia. Explica que el arte está al servicio de la liturgia y la celebración de los misterios, ayudando a los fieles a entrar en comunión con lo divino a través de signos y símbolos. También discute que no existe un único estilo artístico cristiano, sino que la Iglesia acepta distintos estilos a lo largo del tiempo y las culturas. La Iglesia ejerce un rol de arbitraje para garantizar que las obras sean adecu
El Directorio para la Vida y Formacion de los Presbíteros en su nueva edición (2013), su contenido en 117 diapositivas, de cada apartado se expone una o dos ideas
El Directorio para la Vida y Formacion de los Presbíteros en su nueva edición (2013), su contenido en 117 diapositivas, de cada apartado se expone una o dos ideas
LA MUSICA Y EL CANTO AL SERVICIO DEL CULTO DIVINOdemusli
Música y canto están al servicio del culto y subordinados al mismo, y por tanto, deben ser siempre decorosos- con cierta grandeza, aun en su sencillez; solemnes a veces, y majestuosos; siempre lo menos indignos que sea posible de la infinita excelencia de Dios, al cual se dirigen, y del espíritu humano que intentan expresar.
El Arte Cristiano y su influencia en la sociedad........................................................................................................................................................................................................................................................................................................
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Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
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Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
2. 8.1 SENTIDO MINISTERIAL DEL ARTE LITURGICO
En la tradición eclesial se ha distinguido entre el arte sacro en general,
que tiene como contenido el tema religioso, y el arte al servicio de la
liturgia de la Iglesia, que podemos llamar de un modo general, arte
litúrgico.
Por esta razón es que el tema del arte, fue tratado por los padres
conciliares en el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución
Sacrosanctum Concilium, en el último de sus capítulos: Cap. VII.
3. La iglesia a lo largo de su historia ha
expresado en formas artísticas el contenido de la
fe; la fe cristiana ha sido generadora de cultura
que forma parte hasta ahora, del patrimonio
artístico de los pueblos.
Gran parte de este patrimonio continúa ejerciendo la
finalidad para la que fueron creados: el servicio a la
celebración litúrgica, y a la devoción de los fieles.
4. El arte está por tanto al servicio del culto cristiano y no al contrario,
la liturgia necesita y se sirve del arte para actualizar el misterio celebrado,
pero no puede estar supeditada al arte en sí, ni ser obstaculizada por este:
el espacio, los colores, las imágenes, los objetos etc.
Están al servicio del culto divino en la medida en que lo favorecen: “lo
que por viam veritatis transmite y expresa la palabra, lo transmite también
el arte por viam pulchritudinis”.
Card. Arinze
5. “La iconografía cristianan transcribe mediante la imagen, el mensaje
evangélico que la Sagrada Escritura transmite, mediante la palabra”
Catecismo de la Iglesia Católica No 1160.
La unión entre la Palabra y el signo forman parte del mensaje
evangélico de Jesús. En sus milagros actúan unidos la Palabra y el
signo; y esta lógica teológica es continuada por la Iglesia en su
realidad sacramental:
“La contemplación de las sagradas imágenes, unida a la meditación de
la Palabra de Dios y el canto de los himnos litúrgicos, forma parte de
la armonía de los signos de la celebración, para que el misterio
celebrado se grabe en la memoria del corazón, y se exprese en la vida
nueva de los fieles”.
Catecismo de la Iglesia Católica No 1162.
6. El arte en la celebración litúrgica debe
ser una verdadera catequesis mistagógica,
que ayude a entrar en la celebración del
misterio celebrado.
El objetivo de las bellas artes es “colaborar lo más posible con sus
obras para orientar santamente los hombres hacia Dios” (SC 122), y no
contribuir a la distracción o confusión teológica de los fieles:
“debe conservarse firmemente el uso de exponerse a la veneración de los
fieles, imágenes sagradas en las iglesias, pero ha de hacerse en número
moderado y guardando el orden debido, para que no provoquen extrañeza en
el pueblo cristiano ni den lugar a una devoción desviada”.
Código de Derecho Canónico No 1188.
7. La referencia obligada para el arte sacro, es el
misterio de Jesucristo, el Dios hecho hombre, el
Invisible hecho visible, el eterno hecho tiempo, el Logos
hecho carne.
En Él se expresa la perfección de la humanidad, y en
El brilla la perfección divina, ya que es la manifestación
de la belleza de Dios.
Sin embargo, la relación entre el arte y la liturgia no
siempre ha sido pacífica a lo largo del tiempo, no siempre
las razones del arte han comprendido las razones de la
fe y viceversa.
El camino histórico del diálogo entre liturgia y arte,
han vivido momentos de luces y de sombras en el pasado
y también en los tiempos presentes:
8. “Hoy no sólo experimentamos una crisis del arte sacro,
sino una crisis del arte en cuanto tal, y con una intensidad
hasta ahora desconocida. La crisis del arte es otro síntoma
más de la crisis de la humanidad…”.
Card. Joseph Ratzinger.
9. 8.2 EL ARTE COMO INTERIORIZACION Y EXPRESION
DEL MISTERIO
.
El arte litúrgico contribuye a expresar la naturaleza genuina de
la Iglesia, ya que:
“es característico de la Iglesia ser, a la vez, humana y divina,
visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y
dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo,
peregrina; y todo esto de suerte que en ella lo humano esté
ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible…”
Sacrosanctum Concilium No 2.
10. Toda la celebración litúrgica, armónica y sinfónica, es el lugar
privilegiado para la epifanía de la belleza divina, como un cielo en la
tierra.
El arte sacro no sólo crea el ambiente propicio para que se de
esta epifanía, sino que integrado e inserto como está en la liturgia
misma, participa de su naturaleza y sentido; va mucho más allá de la
pura emoción estética y posee una fuerza “cuasi sacramental”; su
aportación llega hasta convertirse en signo y símbolo de las
realidades divinas-invisibles de los misterios.
11. En el mismo lenguaje usado para describir su
función y relación con la liturgia ha habido una
evolución interesante: ha pasado de ser “ancilla”
(sierva) a “sorella” (hermana), “nepote” (sobrino)
y “aliada”; del “humilde servicio” al “noble
ministerio”.
Por la ley de la Encarnación, el hombre
compuesto de carne y espíritu necesita del
lenguaje de signos y símbolos para iniciarse e
introducirse en el misterio.
12. La belleza de las obras de Dios y del hombre, destinadas al culto,
son transparencias sacramentales de lo divino, signos y símbolos de su
presencia inefable.
El arte litúrgico se nutre y se envuelve de la atmósfera de lo
sacramental, y es por esa misma vida interior de la que se envuelve,
que es capaz de alcanzar su máximo esplendor y belleza, dignidad y
nobleza.
El conocimiento y la participación en los misterios no se agota en el
discurso de la razón iluminada por la fe, que es la teología.
En la mistagogía de la liturgia y en su rica experiencia espiritual
englobante, el lenguaje poético y simbólico, es apto para sugerir el
misterio, interiorizarlo y expresarlo.
13. En las obras artísticas dedicadas al culto, van a
resplandecer y se les va a agregar un cierto carácter
sacramental por los textos y los ritos de su dedicación,
consagración o bendición.
Como si se tratara de un ser humano, la consagración y la
bendición desciende como un bautismo creador sobre el
edificio y el altar, los transforma y los convierte
personificándolos en el símbolo de Cristo, de su Esposa la
iglesia peregrina, y de la Jerusalén del cielo.
14. El arte sacro envuelve e interpela todo el ser del
hombre, lo introduce en la presencia misma del
misterio, y lo pone en comunión íntima con Dios hasta
llevarlo al éxtasis y el embelesamiento.
Cristo el verbo encarnado, imagen del Padre y
arquetipo del hombre, une en su ser lo humano y lo
divino, lo terreno y lo celestial; el pasado, el presente
y el futuro, el tiempo y la eternidad.
La iglesia esposa y cuerpo de Cristo, nos presenta en la liturgia un
universo simbólico que nos llena de fascinación, y en ese espacio el arte
sacro sirve para hacer transparente la presencia de Dios, al mismo tiempo
que se vuelve teofanía.
15. “En la Liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella
Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén,
hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está
sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del
tabernáculo verdadero, cantamos al Señor el himno de gloria con
todo el ejército celestial”.
Sacrosanctum Concilium No 8
16. 8.3 LA IGLESIA NO CONSIDERA COMO PROPIO NINGUN
ESTILO ARTÍSTICO
No existe un estilo artístico propio y exclusivo del
cristianismo, por eso no se puede invocar las llamadas formas
tradicionales, aquellos estilos históricos del pasado,
pretendiendo eludir el reto de las innovaciones creativas que se
van sucediendo en la historia.
Lo tradicional auténtico nunca es lo meramente repetitivo,
rutinario, falto de verdadera inspiración; un ejemplo lo
tenemos en el S. XIX cuando hubo un fatal florecimiento de
arte neogótico o neo románico que invadió el arte cristiano,
llenando todo con fórmulas y lenguajes muertos.
17. La tradición artística no apaga
nunca el espíritu creador, no reposa en
la cansada repetición.
Los llamados estilos tradicionales
vivieron en su momento el esplendor de
su maravilla creadora, aportaron un
estilo propio en su tiempo.
Cada obra de arte expresa su
mensaje a los contemporáneos no sólo
por lo que contiene, sino por lo que deja
de contener.
18. El constante cambio de puntos
de vista es la clave para
comprender las obras de arte del
pasado; cada una de esas obras
está relacionada por imitación o
por contraposición con las
precedentes, cada artista
considera que ha sobrepasado
todo lo que le ha precedido, mira
su obra con aire de triunfo y
liberación.
19. Es imposible buscar un estilo que se pudiera definir como el único
estilo de arte cristiano, no ha existido ni existirá nunca; la verdadera
tradición eclesial no es la transmisión de un estilo concreto sino la
sucesión, siempre viva y encarnada en el tiempo, en el espacio y en las
culturas variadas de los distintos pueblos a los que tiene la misión de
congregar.
Enlazadas por la cadena de la
tradición, las obras artísticas en
los distintos estilos, forman un
riquísimo tesoro y patrimonio;
testifican la fe cristiana y los
avatares de la vida eclesial.
20. 8.4 LA IGLESIA ES EL ARBITRO EN LA ELECCION DE LAS OBRAS
La iglesia tiene que velar diligentemente para que se cumplan las
condiciones que exige la liturgia.
Una obra no basta con que sea verdaderamente artística, o de
inspiración cristiana, sino que debe ser también apta para los fines
específicos del culto, debe ser digna y bella:
“con tal que sirva a los edificios y ritos sagrados con el debido honor y
reverencia…”
Sacrosanctum Concilium No 123
21. La iglesia ha buscado siempre que las cosas destinadas al culto
sagrado sean símbolo de las realidades celestiales, es por eso que:
“la Iglesia se consideró siempre, con razón, como árbitro de las
mismas, discerniendo entre las obras de los artistas aquellas que
estaban de acuerdo con la fe, la piedad y las leyes religiosas
tradicionales y que eran consideradas aptas para el uso sagrado”.
Sacrosanctum Concilium 122.
22. Cuando las obras de arte sacro nacen como fruto de la simbiosis
entre el artista y la comunidad, no se producen conflictos que exijan
soluciones traumáticas, con frecuencia las obras nacen del corazón y
de las manos de un artista hábil en las artes plásticas y que además
es un profundo creyente.
Pero en otros casos, pueden ser artistas incluso reconocidos por
sus habilidades pero que sin embargo están alejados de la vida
eclesial, y sus obras carentes de toda esencia espiritual o
sensibilidad religiosa, o no son aptas para el uso litúrgico.
23. Lo normal debe ser, que el Obispo como responsable del
culto en la diócesis, juzgue como doctor y maestro la
ortodoxia en las obras artísticas, y como pastor vele porque
todo lo que se destine a los fines concretos de la fe, cumpla
verdaderamente con los requisitos necesarios, para que los
fieles expresen y celebren con alegría las alabanzas a Dios:
24. “Procuren cuidadosamente los Obispos que sean excluidas de
los templos y demás lugares sagrados aquellas obras artísticas
que repugnen a la fe, a las costumbres y a la piedad cristiana y
ofendan el sentido auténticamente religioso, ya sea por la
depravación de las formas, ya sea por la insuficiencia, la
mediocridad o la falsedad del arte”
Sacrosanctum Concilium 124.
25. Las Comisiones de liturgia, deben acreditar su
competencia en la seriedad de los informes
técnicos, de modo que no obedezcan simplemente a
criterios pseudotradicionalistas, sin comprender el
valor que puede aportar lo nuevo y lo creativo.