El documento describe la oración y el culto en la tradición cristiana. Explica que la oración tiene sus raíces en la experiencia del pueblo de Israel y que Jesús se convirtió en el maestro y modelo de la oración. También describe los diferentes lugares de culto y oración en la historia del cristianismo, incluyendo las basílicas, los bautisterios, los martyrios y las catedrales. Finalmente, discute los desafíos actuales de la secularización pero también el renovado interés en la oración.
2. La oración es un fenómeno religioso
universal, de comunicación con la
divinidad.
4.1 LA ORACION
3. La encontramos con fuertes acentos patéticos y poéticos en
todas las religiones.
Por ella el hombre se eleva hasta Dios, con el deseo de
unirse con él o invoca su nombre para que intervenga en los
acontecimientos de la historia y en los fenómenos de la
naturaleza.
Este diálogo con la divinidad surge de la presencia de lo
sagrado, que el hombre percibe en el ámbito de la naturaleza.
O bien en la revelación que Dios ha querido hacer de sí
mismo a través de las múltiples tradiciones religiosas.
4. En la tradición cristiana, la oración tiene sus raíces en la
experiencia histórica del pueblo de Israel, que era un pueblo
que sabía orar.
La revelación hecha por Dios al pueblo que ha elegido, tiene
acentos muy particulares que se van desarrollando en la medida
que el pueblo de la elección, avanza en su historia.
Jesús nacido y educado en un pueblo con una fuerte
tradición y arraigo en la oración, se va a convertir en el maestro
y modelo de la oración.
Por eso la iglesia ora, siguiendo su ejemplo y mandato, y esto
lo encontramos desde los inicios del cristianismo, desde el
alborear de su historia después de la resurrección del Señor,
por eso la Iglesia es una comunidad orante.
5. La oración cristiana tiene unas características que la
distinguen:
• responde a una revelación de Dios, en la historia de la
salvación.
• se hace siguiendo el ejemplo de Jesús, y en su nombre
• es obra del Espíritu Santo, no responde sólo a un impulso
del corazón humano.
6. En nuestro tiempo, la oración de la iglesia ha vivido un fenómeno
de crisis y de despertar al mismo tiempo.
Se ha visto afectada por la secularización del mundo que la ha
sometido a una critica severa, acusándola de ser sólo una proyección
subjetiva de los sentimientos del hombre, así como también de ser
una forma alienante de fuga al compromiso, o de ser un culto a la
pasividad
Estas acusaciones y otras más han servido para que en los últimos
tiempos, la oración se desvalorice y se pierda interés en practicar
cualquier forma de plegaria.
Sin embargo, esto ha servido para que haya también una búsqueda
más comprometida hacia una nueva teología del fenómeno de la
oración.
7. Se han recuperado por ejemplo las bases bíblicas de la oración
cristiana:
• como escucha de la revelación que Dios ha hecho en
Jesucristo y en su Espíritu,
• como respuesta del pueblo a Dios, que está presente en
medio de ellos.
La oración por tanto no es una proyección subjetiva, sino
más bien una respuesta del pueblo a Dios que se revela como
Padre.
Tampoco es un refugio alienante, ya que Dios expresa su
voluntad, pero envía al hombre-orante a cumplir esa voluntad
en la caridad y en la justicia, lo compromete en la edificación
del reino de paz y de justicia.
8. Al mismo tiempo, la práctica de la oración ha experimentado un notable
despertar, gracias a
• La renovación litúrgica,
• la revalorización de la Piedad Popular,
.
Vista de esta manera, la oración ha tenido un reforzamiento teológico, en
la medida en que se ha clarificado la imagen de Dios, así como de las
consecuencias prácticas a las que está llamado a asumir el hombre creyente y
orante, cuya suprema dignidad consiste en la vocación a la comunión con Dios
(Cfr. Gaudium et Spes No 19).
9. • la oración libre, como
manifestación jubilosa del Espíritu
• al florecimiento de nuevas
prácticas meditativas (algunas
inspiradas en técnicas no
cristianas)
• al fenómeno de la oración comunitaria
10. 4.2 EL CULTO
Nuestra época se ha distinguido por vivir un proceso profundo
y radical de secularización, que sobre todo pone en entredicho el
cristianismo religioso tradicional, proponiendo en su lugar un
cristianismo no religioso.
Es el paso de una visión en que se subraya el primado de Dios,
hacia una visión que reivindica, por el contrario, el primado del
hombre.
Planteado así de esta manera, para quienes defienden esta
postura, ya no queda lugar para el cristianismo tradicional
cimentado en modelos religiosos y cultuales.
11. El hombre secular y no religioso del mundo contemporáneo, solo
podría aceptar un cristianismo reducido a la misericordia divina, y a
la ley de la caridad fraterna, prescindiendo de toda forma de culto
ofrecido a Dios.
Se busca una revisión del cristianismo, para liberarlo de las
supuestas superestructuras religiosas, que la iglesia ha añadido al
mensaje de Jesucristo.
Esta crisis del culto, abarca la relación Dios-hombre, iglesia-
mundo, ya que la secularización vivida actualmente en el mundo
contemporáneo, hace que se vea con indiferencia a Dios y en
consecuencia también cualquier forma de culto.
12. El culto es la expresión y la actuación concreta como se
manifiesta cualquier religión, ya que cualquier sistema religioso
implica un conocimiento y aceptación de una relación fundamental
entre la divinidad y el hombre, entre el ser trascendente y la
criatura.
Esta relación entre ambos requiere una forma de comunicarse, en
la que haya una expresividad de las diferencias entre criatura y
creador, así como de la relación de dependencia del hombre para con
Dios.
13. El culto, aunque no expresa toda la riqueza que se da en la
relación entre Dios y el hombre, sin embargo, es el momento más
expresivo en que se manifiesta esa relación, ya que implica tanto la
actitud interior como la actitud exterior del hombre.
La expresión externa del culto, consiste en acciones que abarcan
la esfera corporal humana, y que se dan en el espacio y en el tiempo.
Toda expresión cultual está constituida por ritos que requieren
tiempos y lugares sagrados, pero no se reducen sólo a su aspecto más
exterior y a su pura funcionalidad, ya que, en las acciones mismas del
culto, se constituye y expresa la relación entre Dios y el hombre.
14. La religión constituye una dimensión esencial del hombre, y de la misma
manera el culto se encuentra enraizado en lo más profundo de cualquier
religión, encontramos incluso formas concretas universalmente semejantes y
semejantes en todos los pueblos: la oración, el sacrificio, las fiestas, los
templos etc.
Aunque estas formas tienen sus propias expresiones dependiendo de los
diferentes elementos culturales de cada pueblo.
El culto de la iglesia tiene su centro en Cristo, y
sobre todo en su misterio pascual; en esto radica su
identidad, así como la clave de su interpretación en
relación con el culto del Antiguo Testamento.
La confrontación entre la muerte de Cristo y las tradiciones cultuales del
pueblo de Israel, manifiestan al mismo tiempo semejanzas y diferencias
sustanciales.
15. El acontecimiento de la muerte y resurrección de Cristo
manifiesta su riqueza interna: tiene el valor de un sacrificio de
expiación, de alianza, de consagración, de acción de gracias y
de alabanza.
Pero no es un culto ritual, externo o convencional; no
consiste en el cumplimiento exacto de ciertas ceremonias, sino
en la transformación de la existencia misma, la novedad del
evangelio se da a entender en toda su originalidad, no se da
por el ritualismo sino por la fe que se expresa y vive en la
caridad (Cfr. Gal 5,6).
16. Los lugares donde se celebra el culto cristiano son múltiples,
y han tomado con el paso del tiempo, a lo largo de los siglos,
diferentes formas dependiendo de cada cultura, aunque han
también conservado elementos comunes.
Estos lugares de culto y oración, han tenido como función
primordial albergar a la comunidad de los fieles que se reúne
para la celebración de los misterios.
Así como ser un espacio de intimidad donde los fieles
encuentren el ambiente propicio, para que se dé el encuentro
con Dios.
4.3 LOS LUGARES DE ORACION
17. ya que la universalidad de la salvación anunciada por Cristo y
aceptada por todos los cristianos, provocaron un ambiente de
incompatibilidad con los que asistían a la Sinagoga,
Cuando se forman las primeras
comunidades cristianas, poco a poco se da
una ruptura con el judaísmo tradicional,
que primero se nota en el distanciamiento
teológico-litúrgico, pero que después se va a
dar esta separación de modo físico.
18. Los judíos cristianos de Jerusalén siguieron frecuentando el Templo
hasta su destrucción en el año 70, en otros lugares frecuentaban también
en un principio la Sinagoga, pero poco a poco se fue dando la separación y
distanciamiento.
En el mundo pagano la separación se dio de inmediato, porque no había
nada común entre ambos: no había ninguna relación entre el templo de Dios
y los cultos idolátricos.
Los fieles de Cristo estaban convencidos de que el verdadero templo
del Dios viviente estaba en la reunión de la Asamblea; la comunidad de
fieles que se reunía, constituye ahora el Cuerpo de Cristo, que es el templo
del Señor (cfr. Jn 2,21). San Pablo va a hacer referencia a la santidad de
“el templo de Dios que son ustedes…” (I Cor 3,17).
“también ustedes, cuáles piedras vivas,
entren en la construcción de un edificio espiritual…”
I Pe 2,5
19. Debido a esto,
durante los dos primeros
siglos los cristianos no
pensaron en construirse
lugares específicos para
el culto y la oración.
Una amplia sala
doméstica bastaba para
acoger a la iglesia local, a
la comunidad de los
creyentes.
20. En el S. III, a pesar de vivirse periodos de persecución terribles, como
la de Diocleciano, sin embargo, también hubo periodos de paz que
propiciaron un crecimiento significativo de la fe cristiana.
Las casas privadas que albergaban a la comunidad de fieles, ya no
bastaban para poder atender a los nuevos convertidos, por lo que ya es
necesario construir.
Hacia el año 300 de que las comunidades cristianas ya han empezado a
construir lugares especiales ya dedicados al culto y a la oración: los
cristianos construyen:
“…amplísimas salas en que se reúnen para orar”
(dice el historiador Porfirio en el año 268)
“no nos contentábamos ya con las construcciones del pasado,
y en cada ciudad se erigían amplias e imponentes iglesias”
Eusebio de Cesarea (300).
21. a. Las Basílicas.
Del S. IV al S. VI van a florecer en todas las provincias del
imperio romano, las iglesias llamadas Basílicas; van a tomar este
nombre de las grandes salas de audiencia del rey o “Basileus”.
Son inmensas salas de varias naves, sostenidas por pilastras
que en el mundo romano tenían como función servir como
tribunales de justicia, discutir alguna causa, anunciar las
novedades o cerrar algún negocio.
22.
23. La adaptación de la basílica al culto cristiano, se realizó
haciendo pocas modificaciones en la planta del edificio, en el ábside
se colocó la sede para la cátedra del obispo, y el banco semicircular
del presbiterio, la puerta de entrada se abría enfrente del ábside y
no al lado, y se introduce el uso del atrio.
La belleza de las basílicas no estaba solo en su estructura
arquitectónica, sino sobre todo en la fastuosidad de su decoración:
los mosaicos, el ciborio sobre el altar, las cortinas bordadas en las
columnas, la profusión de lámparas, así como el esplendor en los
pavimentos.
24. b. El Bautisterio
Los primeros lugares que se utilizaron para
realizar los bautismos, eran termas privadas, pero
poco a poco van tomando formas más elaboradas.
Algunos bautisterios consistían en una serie de pequeñas
habitaciones cuadradas o rectangulares integradas en pequeñas
dependencias adyacentes a las basílicas. Algunos otros modelos de
bautisterio eran construcciones independientes, que consistían en
una sala redonda u octagonal
25. La forma redonda de origen funerario,
recordaba que el bautismo es la muerte y
resurrección en Cristo, y la forma octagonal
evocaba el día octavo, día de regeneración de
nuevo comienzo, de renacimiento, nacimiento
hacia la vida eterna.
El bautisterio estaba decorado con la misma
suntuosidad que la basílica, tanto en la cúpula como
en las paredes de la sala central donde se
encontraba la piscina que tenía unas gradas para
descender en un extremo y otras para subir en el
otro.
26. c. El Martyrium
En el S. IV el culto a los mártires estaba todavía unido a sus
tumbas en los cementerios suburbanos. Estás tumbas se decoraron
con cuidado, y con el paso del tiempo sobre algunas que gozaron de
más importancia para los fieles se erigieron algunas Basílicas
memoriales, las llamadas “Martyria” donde se reunían los peregrinos
en grandes masas, sobre todo cuando se celebraba la fiesta de esos
santos.
27. En el oriente los Martyria se construyeron al lado de la
Basílica destinada a la celebración de la eucaristía, mientras
que en el occidente Basílica y Martyria se unieron en una sola
construcción.
Algunas de estas Basílicas-
Martyria más importantes en
Roma son la de San Pedro, San
Pablo Extramuros, Santa Inés,
San Lorenzo etc., o en Siria la de
San Simón Estilita.
28. d. La Catedral
Se da este nombre a la iglesia donde el obispo tiene su sede o cátedra, es
decir, es el lugar desde donde el obispo se encarga de difundir la doctrina o
enseñanza de la fe (cátedra) y de prestar servicio a la comunidad, por esta
razón es la iglesia principal de una diócesis.
El nombre de catedral nació como referencia a la tarea que tenía que
realizar el obispo, pero con el tiempo se convirtió en un sustantivo que se
refería a la construcción: La Catedral.
En un principio, en las catedrales se impartían cátedras a los seminaristas
y a los estudiantes en general, que deseaban aprender teología, latín y otras
materias
29. Con el paso del tiempo, las catedrales se fueron limitando sólo a ser
lugares de culto y oración, pero donde estaba la Sede o Cátedra del Obispo
de la diócesis.
Las catedrales suelen ser siempre edificios de gran tamaño, que cuentan
con impresionantes obras de arte. Esta magnificencia está relacionada con la
idea de que, para albergar a la máxima autoridad de la diócesis.
La catedral debe diferenciarse del resto de los templos como iglesia
madre. Ejemplos de este tipo de catedrales son las de Milán (Italia), la de
Santiago de Compostela (en España) o la de Notre Dame (en Francia), la de
México o la de Puebla.
30. e. El Cementerio
Es un lugar donde la iglesia envuelve con su
oración la sepultura de los fieles, que han llegado
al término de su peregrinar terreno, los
cementerios se vuelven también lugares de
celebración, incluso se desarrolla una gran
iconografía que aún podemos contemplar en los
antiguos cementerios de Roma, las llamadas
catacumbas.
Uno de los anhelos de los cristianos era el de descansar al lado de los
santos, especialmente de los mártires, por eso crecen los cementerios en
torno al lugar donde descansan los mártires (Martyrium), un ejemplo es el
que está junto a la Basílica de San Lorenzo en Roma.
31. En la edad media las iglesias se vuelven lugares de sepultura, por
lo que los cementerios se convierten en tierra santa, lugar de oración
que merece un especial respeto de la gente, y que en muchas
ocasiones serán lugares donde se desarrollará un arte particular que
exprese el honor a los difuntos, así como la fe en Cristo.