1. Guerras y revoluciones en los primeros años del siglo XX
La herencia del siglo anterior
En el paso del siglo XIX al siglo XX hay grandes contrastes y diferencias.
La Revolución industrial con inventos como el telégrafo, el tren y el barco de vapor, acorto las distancias
y el tiempo.
Algunas ciudades tenían ahora alumbrado público, y la salud se veía beneficiada con el desarrollo de la
anestesia y de nuevos medicamentos.
La burguesía experimentaba una vida marcada por el estilo bohemio y la despreocupación.
El proletariado, conformado principalmente por obreros, tenía una vida muy diferente, vivían hacinados
en barrios cercanos a las fábricas, y con salarios bajos no podían disfrutar de los avances de la vida
moderna.
2. Un nuevo pensamiento social
Las marcadas diferencias sociales llevaron a varios pensadores a desarrollar propuestas políticas y
económicas que buscaran una sociedad más equitativa. El comunismo y el anarquismo movilizaron la
masa proletaria y campesina desde fines del siglo XIX, lo cual generó adeptos y detractores pero sin
duda, marcaron el rumbo político y social de gran parte del siglo XX
3. Europa en el tránsito del siglo XIX al XX
Los imperios y sus colonias a fines del siglo XIX y principios del XX
4. ¿Qué pasaba en Ecuador a inicios del siglo XX?
El imperialismo fue un sistema político y económico que surgió por la necesidad de las potencias
mundiales de controlar nuevos territorios para invertir capitales en ellos, tener mercados más amplios en
los que posicionar su excedente productivo, generado por la Revolución industrial, y ubicar el exceso
poblacional.
Las potencias europeas buscaban y luchaban por vigilar política y económicamente territorios en África,
Asia y América Latina.
Se establece de este modo lo que denominamos la división internacional del trabajo, en donde las
colonias producen materias primas que venden a los imperios coloniales, y compran de ellos los
productos industrializados.
Este modelo genera una relación tremendamente inequitativa, ya que el territorio colonial es
dependiente política y económicamente de la metrópoli, pero no participa del desarrollo industrial.
5. Política y sociedad
La política internacional estaba marcada por la búsqueda de alianzas, pero al interior de cada país, se
desarrollaban debates y problemáticas diversas.
En Gran Bretaña, se debatía sobre el acceso al sufragio universal, el sufragio femenino y el estímulo a
la educación primaria de la población en general. Era la potencia indiscutible, sus colonias y su flota le
aseguraban crecimiento económico y preponderancia política.
Alemania, bajo la dirección del canciller Otto von Bismarck, logró unificarse política y territorialmente.
Para 1890, accedió al trono alemán Guillermo II. Sus políticas, de corte imperialista, molestaron a
Inglaterra y a Francia, que aún recordaba las pérdidas de Alsacia y Lorena (zonas extremadamente
productivas al norte de Francia), luego de la guerra franco-prusiana.
Francia .- Esta guerra con Alemania dejó debilitada a Francia, e implicó el fin del Segundo Imperio y el
inicio de la III República. El restablecimiento del republicanismo en Francia significó un viraje hacia la
izquierda
Se promulgaron leyes de protección social, como la reducción de la jornada laboral, la obligatoriedad de
la enseñanza primaria y la separación entre la Iglesia y el Estado
6. Rusia
El Imperio ruso estaba constituido por un enorme territorio, pero poco productivo por falta de
aprovechamiento. Mantenía estructuras políticas y sociales premodernas y no había logrado
industrializarse. Al buscar puntos estratégicos para su comercio, terminó enfrentándose en una guerra
con Japón.
Para inicios del siglo XX, buscó influir en la región de los Balcanes, donde se disputaban regiones y
recursos.
Imperio austro-húngaro
El Imperio austro-húngaro controlaba un extenso territorio en Europa, con gran diversidad étnica, en
donde emergían nacionalismos cada vez más radicales.
Por ello, era muy difícil de ser gobernado, aún más cuando se intentaba hacerlo sobre la base del
autoritarismo del emperador
7. Manifiesto del partido comunista
Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han
unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales
franceses y los polizontes alemanes.
¿Qué partido de oposición no ha sido motejado de «comunista» por sus adversarios en el poder?
¿Qué partido de oposición a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes de la oposición, más
avanzados, como a sus enemigos reaccionarios, el epíteto zahiriente de «comunista»?
De este hecho resulta una doble enseñanza:
Que el comunismo está ya reconocido como una fuerza por todas las potencias de Europa.
Que ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y
sus tendencias, que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio partido.
Con este fin, comunistas de las más diversas nacionalidades se han reunido en Londres y han
redactado el siguiente «manifiesto», que será publicado en inglés, francés, alemán, italiano, flamenco y
danés.
Karl Marx y Friedrich Engels.