El documento presenta información sobre dos películas relacionadas con la psiquiatría y el conocimiento del cerebro. Luego resume la película "Alguien voló sobre el nido del cuco", describiendo la trama y ofreciendo una crítica positiva de la adaptación cinematográfica. Finalmente, presenta extractos de un texto de Franco Basaglia sobre la antipsiquiatría y la necesidad de liberar a los pacientes del encierro en manicomios.
"El fenómeno del asesino serial a través de la historia" es una monografía de Gabriel Pombo sobre los asesinos en serie, su tipología (clasificación en visionarios, misioneros, hedonistas y lujuriosos) y la variación del concepto desde tiempos pretéritos hasta nuestros días.
"El fenómeno del asesino serial a través de la historia" es una monografía de Gabriel Pombo sobre los asesinos en serie, su tipología (clasificación en visionarios, misioneros, hedonistas y lujuriosos) y la variación del concepto desde tiempos pretéritos hasta nuestros días.
"El yo es pura ficción que sirve para encontrar consuelo en un universo en perpetuo cambio en el que todo acabará por ser aniquilado. Lo único que importa es no sufrir demasiado...."
La sociedad del pánico, El título de esta revista se refiere a lo social. Cotidianamente los medios de prensa nos confrontan con informaciones de vandalismos, agresiones y actos de terrorismo que producen miedo.
"Historias de asesinos", un libro que vale la pena leer, y que aquí se ofrece en su versión completa en línea, y de acceso libre y gratuito.
Su autor es el abogado y escritor uruguayo Gabriel Antonio Pombo, de quien corresponde consignar que egresó de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (UDELAR-Uruguay) en 1988, y que a partir de entonces ejerce su profesión de manera independiente.
Desde el año 2006 ha participado como expositor de temas jurídicos, históricos, políticos, y criminológicos, en diversos programas radiales y televisivos, y durante el 2007 fue invitado permanente en la audición “El Puente” de radio Rural A.M. (CX4 - Uruguay).
En el año 2008 publicó, bajo el patrocinio de la editorial “Artemisa”, su primer libro: “El monstruo de Londres. La leyenda de Jack el Destripador”, investigación histórica que recibió favorable atención de la crítica especializada.
Sus artículos referentes a criminología y homicidas seriales están visibles por Internet a través de varios sitios digitales, y particularmente a través de los enlaces:
“http:www.pomboypombo.blogspot.com”
“http:www.jackeldestripador.net”.
Al presente es columnista de la sección Crónica Policial en la revista uruguaya de divulgación científica “Dimensión Desconocida”, así como de la publicación digital “Misterios de nuestro mundo y del universo”.
Su segundo libro “Historias de Asesinos” representa el fruto de un exhaustivo trabajo que comprendió la lectura y análisis de decenas de libros y publicaciones periodísticas sobre el fenómeno de la criminalidad seriada, y las andanzas de los tenebrosos personajes allí descritos.
De las Hadas y los Duendes a las profecias del Mothman: Isa MuñizEspacio Feérico
Nuevamente Isa Muñiz interpreta un fenómeno desde su particular perspectiva científica. La presencia de un ser como el Mothman que si bien en primer momento ha sido considerado de orden paranormal podría tener implicaciones desde la mente colectiva convirtiéndose en una figura arquetípica que se vincula a las grandes desgracias humanas. Desde la psicología y la sociología Isa Muñiz pretende analizar diversos aspectos de este ser ya mítico descubriendo una conexión importante entre este “humanoide” y los seres feéricos del folclore (hadas y duendes), pero también analizando a presencias similares en México y en el mundo. La aportación del investigador y periodista John Keel y el análisis desde la psicología de Jung entretejen una interesante aportación teórica que Isa Muñiz nos ofrece al tratar de analizar la maldad en su conexión más atávica con la mente humana.
"El yo es pura ficción que sirve para encontrar consuelo en un universo en perpetuo cambio en el que todo acabará por ser aniquilado. Lo único que importa es no sufrir demasiado...."
La sociedad del pánico, El título de esta revista se refiere a lo social. Cotidianamente los medios de prensa nos confrontan con informaciones de vandalismos, agresiones y actos de terrorismo que producen miedo.
"Historias de asesinos", un libro que vale la pena leer, y que aquí se ofrece en su versión completa en línea, y de acceso libre y gratuito.
Su autor es el abogado y escritor uruguayo Gabriel Antonio Pombo, de quien corresponde consignar que egresó de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (UDELAR-Uruguay) en 1988, y que a partir de entonces ejerce su profesión de manera independiente.
Desde el año 2006 ha participado como expositor de temas jurídicos, históricos, políticos, y criminológicos, en diversos programas radiales y televisivos, y durante el 2007 fue invitado permanente en la audición “El Puente” de radio Rural A.M. (CX4 - Uruguay).
En el año 2008 publicó, bajo el patrocinio de la editorial “Artemisa”, su primer libro: “El monstruo de Londres. La leyenda de Jack el Destripador”, investigación histórica que recibió favorable atención de la crítica especializada.
Sus artículos referentes a criminología y homicidas seriales están visibles por Internet a través de varios sitios digitales, y particularmente a través de los enlaces:
“http:www.pomboypombo.blogspot.com”
“http:www.jackeldestripador.net”.
Al presente es columnista de la sección Crónica Policial en la revista uruguaya de divulgación científica “Dimensión Desconocida”, así como de la publicación digital “Misterios de nuestro mundo y del universo”.
Su segundo libro “Historias de Asesinos” representa el fruto de un exhaustivo trabajo que comprendió la lectura y análisis de decenas de libros y publicaciones periodísticas sobre el fenómeno de la criminalidad seriada, y las andanzas de los tenebrosos personajes allí descritos.
De las Hadas y los Duendes a las profecias del Mothman: Isa MuñizEspacio Feérico
Nuevamente Isa Muñiz interpreta un fenómeno desde su particular perspectiva científica. La presencia de un ser como el Mothman que si bien en primer momento ha sido considerado de orden paranormal podría tener implicaciones desde la mente colectiva convirtiéndose en una figura arquetípica que se vincula a las grandes desgracias humanas. Desde la psicología y la sociología Isa Muñiz pretende analizar diversos aspectos de este ser ya mítico descubriendo una conexión importante entre este “humanoide” y los seres feéricos del folclore (hadas y duendes), pero también analizando a presencias similares en México y en el mundo. La aportación del investigador y periodista John Keel y el análisis desde la psicología de Jung entretejen una interesante aportación teórica que Isa Muñiz nos ofrece al tratar de analizar la maldad en su conexión más atávica con la mente humana.
Instrucciones del procedimiento para la oferta y la gestión conjunta del proceso de admisión a los centros públicos de primer ciclo de educación infantil de Pamplona para el curso 2024-2025.
Las capacidades sociomotrices son las que hacen posible que el individuo se pueda desenvolver socialmente de acuerdo a la actuación motriz propias de cada edad evolutiva del individuo; Martha Castañer las clasifica en: Interacción y comunicación, introyección, emoción y expresión, creatividad e imaginación.
1. I.E.S. Virgen del Carmen
Curso 2016-2017
Psicología
La psicofisiología. Del control de la conducta a la manipulación del cerebro.
1. Materiales.
Vamos a ver dos películas relacionadas con el trabajo de la psiquiatría y el
conocimiento del cerebro.
a. Despertares (Awakenings), 1990, EEUU, 121’. Dir. Penny Marshall. Guión: Steven
Zaillan (basada en la autobiografía del neurólogo Oliver Sacks). Reparto: Robert
de Niro, Robin Williams, Penelope Ann Miller, Julie Kavner, Ruth Nelson,
John Heard, Vin Diesel.
b. Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoo’s Nestle), 1975,
EEUU, 133’. Dir. Milos Forman. Guión: Bo Goldman, Lawrence Hauben
(Novela: Ken Kesey). Reparto: Jack Nicholson, Louise Fletcher, Brad Dourif,
William Redfield, Mews Small, Sydney Lassick, Will Sampson, Christopher
Lloyd, Danny DeVito, Dean R. Brooks, William Duell, Scatman Crothers,
Nathan George, Delos V. Smith, Vincent Schiavelli
2. Alguien voló sobre el nido del cuco.1
Sinopsis. Randle McMurphy (Jack Nicholson), un violador de espíritu libre, que vive
contracorriente, es recluido en un hospital psiquiátrico. La inflexible disciplina del centro
acentúa su contagiosa tendencia al desorden, que acabará desencadenando una guerra entre
los pacientes y el personal de la clínica con la fría y severa enfermera Ratched (Louise
Fletcher) a la cabeza. La suerte de cada paciente del pabellón está en juego.
Crítica. Las adaptaciones de buenas obras literarias al cine son una apuesta arriesgada
por el difícil reto de igualar e incluso superar un texto que de por sí ya es de gran calidad. En el
caso de Alguien voló sobre el nido del cuco, llevada a la gran pantalla por el realizador de
origen checoslovaco Milos Forman en el año 1975, el punto de partida fue la novela que el
escritor de la famosa Generación beat americana Ken Kesey escribió en plena década de los
agitados sesenta, y que se convirtió, quizás impulsada por el éxito posterior de su adaptación al
cine, en un canto de rebeldía contra cualquier sistema social que oprimiese la libertad de sus
individuos.
La historia narra la estancia de Randle McMurphy (Jack Nicholson) en un manicomio,
tras haber conseguido zafarse de los trabajos forzosos en una institución penitenciaria
haciéndose pasar por loco, permitiéndole así, según parece creer, poder llevar una reclusión
más agradable. En su nueva "prisión", McMurphy conocerá a sus compañeros internos, unos
seres que intentan resistir en un lugar en el que se sienten protegidos y alejados de una
sociedad que los rechaza por su condición diferente de la mayoría y que los margina como
seres indeseables para el sistema. Pero la realidad es muy diferente, y lejos de vivir felices y
distantes en su estado de alienación protector (la mayoría de pacientes, -como más tarde
descubrirá McMurphy- están recluidos en la institución de manera voluntaria), estos seres
1 http://auladecinecme.blogspot.com.es/2013/04/alguien-volo-sobre-el-nido-del-cuco-1975.html
2. siguen igualmente sometidos al yugo de un sistema que en este caso tiene sus límites en las
paredes del manicomio, cuyo gran dictador máximo estará personificado en la figura de la
enfermera-jefe, la Srta. Ratched (Louise Fletcher). Ésta, tras una pétrea máscara de falsa
dulzura y comprensión, somete cruelmente a estos hombres dentro de unas normas que no
son más que la extensión de ese mundo exterior que los rechaza y olvida. Entre ellos,
MacMurphy entabla especial relación con un enorme hombre de raza india, al que todos llaman
el Jefe Bromden quien, como descubrirá más tarde McMurphy, finge ser sordomudo para
conseguir el aislamiento total del mundo que le rodea.
Randle entrará en este sistema como revulsivo hacia esas normas. Con su carácter
inconformista y rebelde, tratará de mejorar sus condiciones de internamiento y las de sus
compañeros, despertando en ellos la reflexión sobre sus vidas y sus derechos, pero
propiciando a cambio la horrible represión de su actitud, que conseguirá anularlo
definitivamente y someterlo a las condiciones que el sistema establece.
El personaje de Ratched, segura de su función, cree firmemente en que sus decisiones
dictatoriales son por el bien de los enfermos, pero no hace más que ejercer de ejecutante de un
sistema represivo que ella ayuda a imponer como anulación definitiva de unas mentes que de
alguna manera no están más enfermas que la suya propia.
El rodaje se llevó a cabo en un hospital psiquiátrico, la institución Estatal de Oregón, y
el reparto estuvo durante diez días literalmente encerrado entre esas cuatro paredes,
conviviendo con enfermos reales y asistiendo incluso a terapias de grupo para entender mejor
la vida de esas personas. Los actores dormían en celdas individuales, y ensayaban
constantemente los diálogos del guión, mientras Forman los filmaba sin parar. Todo ello
propició el sobrecogedor aire de realismo que respira la cinta. La frialdad del espacio, la
sensación de desesperación y de soledad en la que se mueven los personajes, contrasta
violentamente con la única escena que se desarrolla fuera del psiquiátrico, en la que McMurphy
escapa con sus compañeros para pasar un día pescando, uno de los dos únicos momentos de
libertad total del que podrán disfrutar (el otro será la alocada juerga que montan a escondidas
una noche).
A Ken Kesey, autor del libro, no le gustó la versión que hicieron Douglas y Zaentz,
basándose en su descontento por la elección de un Nicholson que a su entender no casaba
para nada con su personaje literario. Efectivamente, Nicholson era diferente al McMurphy del
3. libro, menos rudo y reflexivo, aunque curiosamente, llegó a ser tan creíble, que incluso en
muchos casos superó sobradamente a su homónimo literario. La novela fue alterada en
muchos aspectos, aunque en todo momento quedó respetada su verdadera esencia. …
Bromden ve en McMurphy a una víctima del sistema. Por su valentía y su rebeldía, el indio lo
admira profundamente, pero desconfía de su triunfo, pues le recuerda a la triste historia de su
padre (un jefe indio al que las autoridades obligaron a vender sus tierras, arrebatándole el
único sentido a su vida), a quien el sistema consiguió vencer dejando simplemente que se
autodestruyera hasta morir. Bromden encuentra gracias a McMurphy el valor necesario para
huir y retomar su vida, pero su decisión llega demasiado tarde, y McMurphy, fiel a sus
compañeros y renunciando a su posibilidad de escape por ellos, acaba doblegado
irremediablemente a través de electro-shocks y una definitiva lobotomía. Randle muere a
manos de Bromden, aunque su muerte es tan sólo física y la única victoria ante el sistema que
ha asesinado su mente. Pero ésta no será inútil, pues Bromden decide entonces liberarse y
escapar a una nueva vida, lejos de ataduras y represiones sociales.
La película impactó enormemente por su agria visión de la sociedad y su crítica a
cualquier sistema de poder que anule la libertad del ser humano. En una época en la que la
reivindicación de los derechos individuales estaba a la orden del día, no fue de extrañar que
una historia tan cruda sacudiese a la opinión pública. Ganadora de cinco merecidos premios de
la Academia, la adaptación realizada por Forman, excelente director con un talento indiscutible,
quedará en la mente de todos como uno de los casos más conmovedores de lo que el cine de
denuncia social puede y deber provocar: una reflexión sobre los no siempre acertados
mecanismos de convivencia social que todos aceptamos como válidos, aunque se basen en
muchos casos en el rechazo a lo diferente y el aislamiento de cualquier conducta que se salga
de unas estrictas normas de las que, por activa o por pasiva, todos somos responsables. por
pasiva, todos somos responsables.
3. La antipsiquiatría y la lucha contra el encierro.
c. Franco Basaglia, “El manicomio liberado”2
Es difícil decir si la psiquiatría es por sí misma instrumento de liberación o de opresión.
Tendencialmente la psiquiatría es siempre opresiva, es una manera de manifestarse el control
social. Si partimos del origen de la psiquiatría, debemos recordar a Philippe Pinel, que a fines
del siglo XVIII liberó a los locos de las prisiones; pero desgraciadamente, luego de haberlos
liberado, los encerró en otra prisión que se llama manicomio. Empieza así el calvario del loco y
el gran destino del psiquiatra. Luego de Pinel, en la historia de la psiquiatría aparecen nombres
de grandes psiquiatras; pero del enfermo mental sólo existen denominaciones, etiquetas:
histeria, esquizofrenia, manía, astenia. La historia de la psiquiatría es la historia de los
psiquiatras y no la historia de los enfermos.
Desde el siglo XVIII, este tipo de relación ligó indisolublemente al enfermo con su
médico, creando una condición de dependencia de la cual el enfermo no ha logrado liberarse.
Diría que la psiquiatría nunca fue otra cosa que una mala copia de la medicina, una copia en la
cual el enfermo aparece siempre totalmente dependiente del médico que lo atiende: lo
importante es que el enfermo no se coloque nunca en una posición crítica en relación con el
médico.
Cuando el pueblo, en el siglo XIX, comenzó a rebelarse en contra de la autoridad del
Estado, se advirtió que quería participar en la gestión del poder y, sobre todo, que el pueblo no
era un animal que podía ser dominado fácilmente. Así se pudo distinguir la existencia de dos
clases: la de los trabajadores, que no quiere más ser dominada y quiere participar del poder, y
la clase dominante, que no quiere ceder espacios. Fueron más de cien años de luchas, de
sangre, de guerras civiles: la clase trabajadora conquistó un espacio relevante en nuestros
países. Pienso que es fundamental que los médicos y los psiquiatras sepan estas cosas.
El médico que presta asistencia en una comunidad debe saber que en ella están
presentes por lo menos dos clases, una que quiere dominar y la otra que no quiere dejarse
dominar. Cuando un psiquiatra entra en un manicomio encuentra una sociedad bien definida:
2 Extractado de La condena de ser loco y pobre. Alternativas al manicomio, que reúne conferencias pronunciadas en
San Pablo, Brasil, en 1979.
4. por un lado, los “locos pobres” (el sistema de los manicomios públicos en los países
industrializados nació para el tratamiento a cargo del Estado de los “locos pobres”; así lo
decían las disposiciones legales) y, por otro lado, los ricos, la clase dominante, que dispone los
medios para el tratamiento de los pobres locos. Desde esta perspectiva, ¿cómo podemos
pensar que la psiquiatría pueda ser liberadora? El psiquiatra estará siempre en una situación
de privilegio, de dominio con respecto al enfermo. Desde este punto de vista, la psiquiatría es,
desde su nacimiento, una técnica altamente represiva, que el Estado siempre usó para oprimir
a los enfermos pobres, es decir: la clase trabajadora que no produce.
Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX sucedió algo nuevo, que puso al
alcance de la psiquiatría instrumentos de liberación. Luego de la Segunda Guerra Mundial el
pueblo y algunos técnicos comenzaron a poner en discusión las instituciones del Estado. En los
años ’60 hemos visto rebelarse, como en una gran llamarada, a la juventud del mundo entero.
En ese levantamiento, nosotros, los técnicos de la represión psiquiátrica, estábamos presentes;
dimos nuestro apoyo a esa rebelión. …
Cuando el enfermo pide al médico explicaciones sobre su tratamiento y el
médico no sabe o no quiere responder, o cuando el médico pretende que el enfermo se
quede en la cama, es evidente el carácter opresivo de la medicina. Cuando el médico, en
cambio, acepta el reclamo, entonces la medicina y la psiquiatría se transforman en
instrumentos de liberación.
…
Después de la Segunda Guerra Mundial, Italia era todavía, en lo económico y cultural,
un país campesino. En la década de 1950 comenzó un proceso de cambio determinado por el
desarrollo de la sociedad industrial y, consecuentemente, de una clase obrera cada vez más
fuerte. En aquellos años iniciamos el trabajo en Gorizia, una pequeña ciudad en la frontera con
Yugoslavia. Allí había un hospital con 500 camas dirigido de manera totalmente tradicional; era
usual la práctica del electroshock y el shock insulínico; antes que nada, era un hospital
dominado por la miseria, la misma que encontramos en todos los manicomios. En cuanto
entramos, dijimos: no. Un no a la psiquiatría, pero sobre todo un no a la miseria.
Vimos que, desde el momento en que dábamos respuesta a la pobreza del internado,
su posición cambiaba totalmente: dejaba de ser un loco para transformarse en un hombre con
el cual podíamos entrar en relación.
Habíamos comprendido que un individuo enfermo no sólo necesita la cura de la
enfermedad: necesita una relación humana con quien lo atiende, necesita respuestas reales
para su ser, necesita dinero, una familia; necesita todo aquello que también nosotros, los que lo
atendemos, necesitamos. Este fue nuestro descubrimiento. El enfermo no es solamente un
enfermo, sino un hombre con todas sus necesidades. Por ejemplo, yo recuerdo que después
de que abrimos los pabellones en Gorizia, en 1963-1964, todos esperábamos ver cosas
terribles. No sucedió nada. Vimos que las personas se comportaban correctamente, pedían
cosas muy justas: querían comida mejor, posibilidad de relaciones hombre-mujer, tiempo libre,
libertad para salir. Son cosas que un psiquiatra ni siquiera imagina que el enfermo pueda pedir.
Sería como si, en una sociedad fundada sobre el puritanismo, una hija le pidiera al padre salir
de noche. Eso sería terrible para el padre, ¿no iba a poder saber cuándo su hija volvería a
casa? Ocurre lo mismo con el enfermo mental, porque el psiquiatra siempre confundió la
internación del enfermo con la propia libertad. Cuando el enfermo está internado, el médico
está en libertad; cuando el interno está en libertad, el internado es el médico.
Entonces, cuando empezamos a organizar algo tendencialmente igualitario, vimos, por
ejemplo, que un hombre se encontraba con una mujer y no sucedía nada violento. Se
enamoraban. Naturalmente, luego podían tener una relación sexual, como sucede en las
mejores familias y ¿por qué no habría de suceder en el manicomio liberado? Empezamos a
divulgar la experiencia para demostrar que era posible dirigir el manicomio de otra manera. Y
todo esto nos llevó también a una reflexión política: los internados pertenecían a las clases
oprimidas y el hospital era un medio de control social.
En Gorizia organizamos una comunidad con el objetivo de curar y de mostrar que era
posible una vida distinta. Lo sorprendente fue que mucha gente que venía a vernos percibía
que la vida dentro de la comunidad era mejor que la vida afuera. Era que dentro de esa
comunidad, el egoísmo que domina nuestras vidas era afrontado de otra manera: mi
sufrimiento era el sufrimiento del otro. Con este tipo de lógica empezamos.
Después, muchos de los que habían trabajado en Gorizia fueron a dirigir otras
instituciones psiquiátricas y así se generaron cuatro, cinco, seis experiencias diferentes. De
5. todos modos, nosotros sabíamos que el manicomio, aun el dirigido de modo alternativo, era
siempre una forma de control social, porque la gestión no podía sino estar en manos del
médico, y la mano del médico es la mano del poder. Entonces, cuando, en 1971, empezamos a
trabajar en Trieste, continuamos la experiencia de Gorizia, pero con el proyecto de eliminar el
manicomio y sustituirlo por una organización mucho más ágil, para poder afrontar la
enfermedad allí donde tenía origen. Empezamos con un manicomio que tenía 1200 personas y
hoy, luego de ocho años de trabajo, no quedó casi nadie en esa estructura. Esas personas
procuraron reinsertarse socialmente, con nosotros, con la sociedad, con la comunidad.
Podríamos decir que somos personas que transforman en oro lo que tocan, aunque en
realidad nuestro trabajo fue muy simple. Como ya dije, en Gorizia descubrimos que la clase
trabajadora, en caso de enfermedad, era destinada al manicomio. Entonces, pensamos que
esta clase debía tener responsabilidades y poder en la gestión del problema de la salud y que
esto podría cambiar las cosas. Por ejemplo, la discusión sobre cuándo se podía dar de alta a
un paciente no era sólo entre nosotros, los médicos, sino también con las personas del barrio
donde el enfermo iba a ir a vivir. De esta forma, el vecino del barrio se daba cuenta de que las
necesidades del paciente no eran distintas a las suyas. Ante el problema de dar de alta a una
persona pobre, que no tenía dinero ni casa, ni familia, muchos percibían que estaban o que
podían llegar a estar en las mismas condiciones. Comenzaba así la identificación entre el sano
y el enfermo, y el inicio de la integración del enfermo.
Entonces, día a día, año a año, paso a paso, desesperadamente, encontrábamos la
manera de llevar al que estaba adentro, afuera, y al que estaba afuera, adentro. En la medida
en que el número de los internados disminuía, íbamos creando en la ciudad los centros de
salud mental. Teníamos una estructura externa muy ágil, en la cual la enfermedad se
enfrentaba fuera del manicomio. Y veíamos que los problemas referidos a la peligrosidad de los
enfermos comenzaba a disminuir: empezábamos a afrontar, no ya una “enfermedad”, sino una
“crisis”.
Hoy nos es evidente que cada situación que nos llega es una crisis vital y no “una
esquizofrenia”. En aquel momento, ya veíamos que aquella “esquizofrenia” era la expresión de
una crisis, existencial, social, familiar, no importa cuál. Una cosa es considerar el problema
como una crisis y otra cosa es considerarlo como un diagnóstico: el diagnóstico apunta a un
objeto, y la crisis a una subjetividad; subjetividad que a su vez pone en crisis al médico.
He hablado de manera muy general del camino que hicimos para tratar de eliminar el hospital
psiquiátrico y crear una situación tendencialmente terapéutica. No puedo decir más que
“tendencialmente”, porque no puede ser plenamente terapéutica: yo trato de curar a una
persona, pero no puedo tener la certeza de si la curo o no. Es lo mismo que cuando digo que
amo a una mujer: es muy fácil decir esto, pero en algún sentido es falso, porque el hombre
tiende a un tipo de relación y la mujer a otro; la relación que se crea entre los dos no es más
que una crisis, es una crisis en la que hay vida, siempre que no haya dominación del hombre
sobre la mujer o de la mujer sobre el hombre. En una situación que es tendencialmente de
amor, se puede crear una relación muy libre.
3. Otros materiales.
d. Walter Freeman, la lobotomía
https://www.youtube.com/watch?v=rAd8NqQXOc4