1. Universidad Nacional del Nordeste - Facultad de Medicina - Microbiología e Inmunología
Respuesta inmune frente a las infecciones
Viviana Lifschitz
Introducción
Varios factores rigen la facilidad con que una enfermedad infecciosa se establece en un in-
dividuo. Algunos de ellos fueron indicados por Theobald Smith en la siguiente relación:
donde P es la probabilidad que aparezca enfermedad en una exposición da-
da a un microorganismo patógeno, N es el número de microorganismos en la
dosis infectante, V representa la virulencia del agente infeccioso y R designa
la resistencia del huésped.
P = NV
R
La virulencia, esto es, la capacidad patógena de un microorganismo se atribuye a dos facto-
res principales: toxigenicidad y capacidad de invasión. La toxigenicidad se refiere a la
capacidad de producir sustancias que lesionan directamente los tejidos del huésped. La in-
vasividad es la capacidad que tiene el microorganismo para establecerse en el interior del
huésped.
Otra característica que influye en el desarrollo o no de una enfermedad infecciosa es la in-
munogenicidad del agente agresor. Esta se define como la capacidad para inducir una res-
puesta inmune humoral, celular o mixta.
En este punto recordemos que un microorganismo posee numerosos antígenos, cada uno
constituido por una molécula capaz de reaccionar con un anticuerpo; estos pueden ser igua-
les o diferentes. A su vez, cada antígeno posee determinantes antigénicos o epítopes
que son las regiones de la molécula que se unen realmente al anticuerpo y establecen un
contacto físico con él.
La producción de una adecuada respuesta inmune requiere una determinada concentración
de antígeno ya que pequeñas cantidades inoculadas repetidamente o grandes cantidades
de antígeno en una sola dosis pueden inducir tolerancia (inhibición de la respuesta inmu-
ne).
Varias características de los antígenos influyen en la magnitud de la respuesta que inducen
en el huésped:
a) relación filogenética (una molécula será tanto más inmunogénica cuanto más
alejada filogenéticamente esté),
b) complejidad (cuantos más epítopes distintos posea mayor es la respuesta),
c) peso molecular (generalmente con PM menores de 5000 no hay respuesta), y
d) estructura química: cuando posea grupos químicos ácidos o básicos fuertes,
grupos aromáticos, su configuración óptica levógira, la presencia de cargas eléctricas, y su
naturaleza química compleja (proteínas, lipopolisacáridos, etc.) mayor será la respuesta.
Los individuos sanos para contrarrestar la invasividad de los microorganismos se protegen a
sí mismos por medio de diferentes mecanismos. Estos incluyen las barreras físicas, las
células fagocíticas y los eosinófilos de la sangre y los tejidos, un tipo de linfocitos llama-
dos células agresoras naturales (NK: natural killer) y varias moléculas presentes en la
sangre (ej. Complemento, proteínas del sistema de coagulación). Estos son los componen-
tes de la inmunidad natural o innata. Todos estos mecanismos de defensa están presentes
antes de la exposición a microorganismos infecciosos u otras macromoléculas extrañas, no
aumentan ante cada exposición y no discriminan entre la mayor parte de las sustancias ex-
trañas.
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Otros mecanismos de defensa son inducidos o estimulados por la exposición a sustancias
desconocidas, son altamente específicos y aumentan en magnitud y capacidad defensiva
con cada exposición sucesiva a una macromolécula en particular. Estos mecanismos consti-
tuyen la inmunidad adquirida o específica.
BARRERAS NATURALES DE DEFENSA
La importancia vital del sistema innato de defensa inmunitaria es que consiste en un formi-
dable obstáculo contra la entrada de microorganismos con una primera línea de defensa en
las barreras naturales y una segunda línea de fagocitos y factores solubles circulantes.
Cuando fallan se produce la colonización del organismo por microorganismos normalmente
no patógenos u “oportunistas”, estas alteraciones pueden deberse a deficiencias heredita-
rias o adquiridas en cualquiera de esas funciones.
Hay cuatro vías principales por los cuales se transmiten agentes infecciosos: contacto direc-
to, por agua y alimentos, por inoculación directa y por vía aérea. En cada una de estas vías
el huésped posee mecanismos de defensa como ser:
La piel normal representa una barrera mecánica de gran eficacia contra los agentes patóge-
nos. Muy pocos gérmenes tienen la capacidad innata de penetrar la piel y se requieren una
herida, un trauma, una intervención quirúrgica, vías intravenosas o un vector tipo artrópodo
para que los agentes patógenos del medio ambiente puedan ingresar al organismo a través
de la piel. La importancia de la piel como barrera natural contra las infecciones se demuestra
por las serias infecciones que sufren las personas que sobreviven a un accidente por que-
madura.
Son varios los factores responsables de esta capacidad de protección que tiene la piel. El
pH es generalmente de 5 a 6, es decir, ácido, y muchos microorganismos son destruidos por
este solo factor. Esta acidez resulta de la degradación de ácidos grasos. El proceso normal
de descamación del epitelio de la piel constituye otro factor mecánico de defensa. Las es-
tructuras llamadas desmosomas que intervienen en la unión de las células epiteliales impi-
den que estas se separen por procesos mecánicos de tracción o presión, haciendo de esta
una excelente barrera. Los queratinocitos producen interleuquina 3 que actúa en la madura-
ción de algunas subpoblaciones de linfocitos T; y las células de Langhans capturan los antí-
genos con sus prolongaciones dendríticas y al migrar a la dermis o a los ganglios linfáticos
entregan estas partículas a los linfocitos, estimulándolos.
El tracto génitourinario está defendido por epitelio plano y mucosa ricos en anticuerpos y
enzimas. El pH ácido de la orina es bactericida así como la hipertonicidad de la parte medu-
lar del riñón. La expulsión de la orina constituye un factor mecánico de barrido que logra
expulsar muchos gérmenes.
Las lágrimas por su acción de barrido y por la lisozima que contienen eliminan los gérme-
nes que entran en contacto con los ojos.
A nivel gastrointestinal el pH del estómago es de una acidez tal que destruye la mayoría de
los gérmenes que entran con los alimentos. Muchas de las enzimas del jugo pancreático e
intestinal así como la bilis tienen importante acción bactericida. El peristaltismo intestinal es
un mecanismo de expulsión de gérmenes. Los anticuerpos que se vierten a la luz del tracto
digestivo cumplen una importante función de defensa. Finalmente, la flora normal protege
contra agentes patógenos porque compite con ellos por alimentos, y receptores de membra-
na impidiéndoles colonizar la mucosa.
La mucosa del árbol respiratorio representa una barrera similar a la piel, pero en este caso
en vez de la capa córnea aparecen el mucus y los cilios. También están presentes la lisozi-
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ma que es una enzima con capacidad de destruir la membrana celular de muchos gérmenes
Gram positivos, al atacar la unión entre el ácido murámico y la acetilglucosamina. Se en-
cuentran además macrófagos especializados que traspasan la pared de los alvéolos y patru-
llan la luz de los mismos para fagocitar los gérmenes o partículas extrañas que entran por
vía aérea. Igualmente, los anticuerpos producidos por células plasmáticas de la submucosa
son secretados a la luz bronquial en donde actúan sobre los agentes agresores para opso-
nizarlos y facilitar el que sean fagocitados.
INFLAMACIÓN
Si un microorganismo logra atravesar estas barreras, entra en juego una segunda línea de
defensa constituida por la inflamación. Entendemos por inflamación el conjunto de meca-
nismos de los tejidos vivos frente a la agresión, que determinan en los sistemas homeostáti-
cos de la sangre y el tejido conectivo una serie de cambios vasculares encaminados a confi-
narlo en el sitio de ingreso, eliminar el agente agresor y a reparar el daño tisular producido
por él.
La reacción inflamatoria se caracteriza por rubor, calor, tumor y dolor. La inflamación puede
iniciarse por una serie de estímulos, que pueden ser infecciosos, físicos, químicos o traumá-
ticos. El proceso tiene tres fases: iniciación, consolidación y resolución.
Se inicia en los tejidos irritados que liberan polipéptidos y globulinas que aumentan la per-
meabilidad capilar en la vecindad inmediata y ello permite el paso del plasma sanguíneo a
los tejidos vecinos, la formación de un coágulo de fibrina que inhibe la diseminación del
agente infeccioso, y atrae a células como los PMN, los macrófagos y los basófilos, y de los
factores producidos por ellas.
La segunda fase ocurre gracias a la participación de los macrófagos y los linfocitos y la ter-
cera o de resolución se debe a la interacción entre macrófagos, eosinófilos y fibroblastos.
Cuando el proceso inflamatorio es importante, en el hemograma esta evolución se ve de la
siguiente manera: leucocitosis neutrófila progresiva, aumento de formas jóvenes y descenso
de los eosinófilos. Cuando la infección empieza a desaparecer y la fiebre desciende, tiene
lugar una transformación gradual del cuadro hemático: la cifra total de leucocitos desciende,
y aumenta la de monocitos. Esta fase monocítica es reemplazada gradualmente por una
linfocitosis relativa o absoluta y eosinofilia, a medida que se produce la recuperación.
CÉLULAS DEL SISTEMA INMUNE
Neutrófilos polimorfonucleares: Los neutrófilos polimorfonucleares y los macrófagos son
las principales células fagocíticas. Los organismos se adhieren a su superficie, activan el
proceso de englobamiento y son captados hacia el interior de las células, donde se funden
con gránulos citoplásmicos. Después entra en funcionamiento una gama formidable de me-
canismos microbicidas dependientes e independientes del oxígeno.
Los PMN son un componente esencial e integral en los mecanismos de defensa del hués-
ped. Una disminución del número de granulocitos circulantes o una alteración de su función
pueden ocasionar infecciones recidivantes graves, como abscesos profundos, osteomielitis
o neumonías cavitarias. Los defectos en la función de los granulocitos pueden ser congéni-
tos o relacionados con enfermedades.
Una función principal de los PMN es la fagocitosis de las bacterias invasoras, una función
compartida con células mononucleares relacionadas, monocitos y macrófagos tisulares. Es-
tos tipos celulares derivan de la médula ósea.
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Las funciones de defensa del huésped respecto a la acción antimicrobiana de los PMN pue-
den dividirse en tres fases interrelacionadas: 1) quimiotaxis, 2) fagocitosis de adherencia
y 3) muerte microbiana.
La quimiotaxis implica la atracción de los granulocitos circulantes a los lugares de infección
o inflamación por gradientes de sustancias quimiotácticas entre el tejido lesionado por el
germen y los vasos sanguíneos. Los factores quimiotácticos están constituidos por proteínas
derivadas del sistema del complemento (C3a, C5a y complejo C567, siendo C5a la más po-
tente), derivados del ácido araquidónico incluyendo el leucotrieno B4 (el factor quimiotáctico
más potente en el hombre), productos de la coagulación, de la fibrinolisis y bacterianos.
Para que se efectúe un movimiento de los neutrófilos dirigido hacia el estímulo quimiotácti-
co, es preciso que existan un funcionamiento íntegro del sistema de microtúbulos y microfi-
lamentos, y proteínas contráctiles. La salida de los neutrófilos de los lechos capilares se
acrecienta por mediadores, como la histamina, que aumentan la permeabilidad vascular. Se
han hallado defectos de la
quimiotaxis de los neutrófilos
en algunos pacientes con
hiperinmunoglobulinemia E,
deficiencias del complemento
y defectos genéticos como el
síndrome de Chédiak – Hi-
gashi.
Macrófago
Bacteria
Bacteria
Bacteria
Fig. 1: Reconocimiento del antígeno por parte de un macrófago
Las bacterias invaso-
ras por lo común se hallan
parcialmente protegidas de la
fagocitosis hasta que no acon-
tece la opsonización de las
mismas, es decir, su recubri-
miento por anticuerpo, com-
plemento, o ambos. Entre
otros efectos, la opsonización
de las bacterias sirve para
crear un lugar de fijación para
Núcleo
Fagosoma
Bacteria
FagolisosomaIngestión por fagocitosis Formación del fagosoma
Lisosomas
Núcleo
Macrófago
Adhesión del fagosoma y
los lisosomasDesechos
Eliminación de desechos y
presentación del antígeno
Muerte y digestión
Fig 2: Etapas de la fagocitosis y muerte bacteriana hasta la expresión de los antígenos en superficie
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el neutrófilo atraído. Las membranas de los granulocitos poseen receptores para la porción
Fc de la Ig G y componente C3b del complemento. La bacteria opsonizada se fija a estos
receptores de membrana, lo cual marca el inicio de la fagocitosis y de la posterior muerte
microbiana (Ver figura 2). Ciertas bacterias poseen importantes cápsulas que dificultan la
opsonización y la fagocitosis, evadiendo así la respuesta inmune (Klebsiella pneumoniae,
Streptococcus pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa).Luego de la fagocitosis se fusionan
la vacuola fagocítica y los lisosomas (degranulación). En el fagolisosoma formado se produ-
ce una explosión del metabolismo oxidativo. Los productos de esta explosión respiratoria
poseen actividad bactericida, generándose una serie de moléculas altamente reactivas, co-
mo peróxido de hidrógeno, radicales hidroxilo, superóxido y oxígeno singlete. Estas sustan-
cias son tóxicas para la bacteria ingerida.
Muchas bacterias poseen la capacidad de liberar sustancias que inhiben la formación del
fagolisosoma, por lo que pueden sobrevivir y reproducirse intracelularmente (Legionella
pneumophila, Neisseria gonorroheae, etc)
Aproximadamente, de 3000 a 5800/mm3
leucocitos circulantes corresponden a PMN seg-
mentados, con un número similar en colecciones marginadas. Dichas células marginadas se
reclutan hacia la circulación en casos de estrés o infección. El número aumentado de PMN
que se observa durante los procesos infecciosos procede de la estimulación de la produc-
ción de la médula ósea y de la liberación de las reservas granulocitarias de la médula ósea.
Los granulocitos están en circulación de 10 a 15 horas antes de entrar en los tejidos, donde
su vida media es de siete horas.
Monocitos y macrófagos: Los monocitos se originan en la médula ósea a partir de la célula
pluripotencial. Al salir, permanecen en la circulación por unas 24 hs (140-800/mm3
, 2-12 %),
para luego pasar a los tejidos en donde se transforman en macrófagos y permanecen ahí 60
días o más. Al penetrar en los tejidos, algunos de los monocitos salidos de los vasos se
convierten en células fagocitarias fijas como parte del sistema reticuloendotelial, de acuerdo
con su morfología y el sitio donde se localizan reciben nombres diferentes, cumplen funcio-
nes distintas y tienen procesos metabólicos especializados.
Los macrófagos peritoneales son de gran tamaño y tienen metabolismo anaerobio; las célu-
las de Kupffer se adhieren en el hígado o en las células endoteliales del sistema porta desde
donde eliminan partículas o gérmenes procedentes del tracto gastrointestinal; los macrófa-
gos alveolares pueden salir al espacio alveolar y detectar y fagocitar partículas y gérmenes
llegados con el aire al árbol respiratorio; la microglia protege el sistema nervioso central al
formar una barrera alrededor de los vasos intracerebrales; los osteoclastos destruyen el
hueso dentro del proceso normal de destrucción – producción de este tejido. El hígado es el
órgano con más macrófagos, pero en relación con su peso, el bazo lo supera.
Los macrófagos pueden identificarse con anticuerpos monoclonales dirigidos contra antíge-
nos de membrana como por ejemplo CD12, CD13 y CD14. Los lisosomas de los macrófagos
contienen lisozima, proteasas neutras, hidrolasas ácidas y arginasa que destruyen com-
ponentes celulares y tisulares y coadyuvan en la generación de los metabolitos activos del
oxígeno.
Los macrófagos tienen numerosas funciones: reconocen materiales extraños o alterados,
fagocitosis, inflamación, activador de la respuesta inmune específica como células presen-
tadoras de antígenos, funciones secretoras, citotoxicidad, remodelación de los tejidos, cica-
trización de heridas, destrucción y remoción de tejidos envejecidos, etc.
En contraste con los PMN, los monocitos no mueren al cumplir su función fagocitaria. Pue-
den reconstruir su arsenal enzimático y pueden fusionarse para formar células gigantes ca-
racterísticas de algunos procesos inflamatorios crónicos.
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Por acción de mediadores producidos por los linfocitos los macrófagos se activan, cambian-
do su metabolismo, con lo cual consiguen una mayor eficiencia en la destrucción de algunos
microorganismos, como el bacilo de la tuberculosis. El macrófago activado aumenta de ta-
maño, su membrana incrementa su capacidad de adherencia y de extenderse sobre otras
membranas, forma pseudópodos con mayor facilidad, aumenta su actividad metabólica, in-
crementa su actividad microbicida y tumoricida.
Al degradar los antígenos los macrófagos extraen los radicales de mayor capacidad inmuno-
lógica y los presentan en sus membranas junto con moléculas del CMH a los linfocitos T, y
producen Interleuquina 1 que actúa sobre los linfocitos T reforzando el estímulo.
Mastocitos y basófilos: Los basófilos se encuentran circulando en la sangre y los mastoci-
tos en los tejidos(glándula mamaria, lengua, pulmones, peritoneo, debajo del epitelio gas-
trointestinal, genito-urinario, etc.). Poseen histamina, histidina descarboxilasa, proteasas,
fosfatasas ácida y alcalina, heparina y otras enzimas. Poseen en su membrana receptores
para la IgE, los cuales desencadenan la liberación de mediadores de la inflamación en las
reacciones alérgicas. Además se cree que los mastocitos tienen un papel importante en la
reparación de tejidos por su incremento en el callo de formación ósea, heridas en cicatriza-
ción, queloides y lugares donde se inyectó una vacuna.
Eosinófilos: Son células esencialmente secretoras aun cuando tienen alguna actividad fa-
gocítica. Son principalmente perivasculares. Se encuentran especialmente en los tejidos y
se acumulan en gran número, pero en forma tardía, durante los procesos de inflamación –
regulándolos – y cuando hay invasión tisular por parásitos.
Linfocitos: Son las células responsables de la respuesta inmune específica que es desen-
cadenada en gran parte por el proceso inflamatorio. A través de la producción de anticuer-
pos pueden, entre otras cosas, activar el sistema del complemento y a través de las linfoqui-
nas activan la producción y función de las demás células que participan en la inflamación.
EL SISTEMA DE COMPLEMENTO
El sistema de complemento, una cascada enzimática de múltiples componentes, posee la
función general de atraer a la célula fagocítica hasta los microbios y englobarlos.
La activación del Complemento por la vía clásica consta de los pasos que se enumeran a
continuación:
1. C1, formado por las subunidades C1q, C1r y C1s, se une a la Fc de IgM o Fc de dos
IgGs adyacentes. C1 de esta manera es activado.
2. C1 activado cliva a C2 C2a + C2b y a C4 C4a + C4b.
3. C2a se une a C4b C2a4b los cuales se unen a la membrana celular.
4. C2a4b (o C3 convertasa) cliva enzimáticamente a C3 C3a +C3b.
5. C2a4b + C3b C2a4b3b
6. C2a4b3b (C5 convertasa) cliva enzimáticamente a C5 C5a + C5b.
7. C5b se une a C6 y C7 C5b67 los cuales se unen a la membrana celular.
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8. C5b67 se unen a C8 y C9 C5b6789. Este complejo destruye la membrana celular
conduciendo a la lisis, o forma canales en la membrana externa de las bacterias gram-
negativas permitiendo a la lisozima acceder al péptidoglicano y producir la lisis.
El componente más abundante, el C3, es escindido por una enzima convertasa formada a
partir de su propio producto de escisión, el C3b, y el factor B, y estabilizada frente a la des-
composición causada por los factores H e I mediante asociación con la superficie microbia-
na. Una vez formado, el C3b se une covalentemente al microorganismo.
El componente siguiente, el C5, es activado para producir un péptido pequeño, el C5a,
mientras que el C5b residual se une a la superficie y ensambla los componentes terminales
C6-9, para formar un complejo de ataque a las membranas. Ese complejo se muestra libre-
mente permeable a los solutos, y puede producir lisis osmótica. Además, el C5a es un agen-
te quimiotáctico potente para los polimorfonucleares y aumenta mucho la permeabilidad ca-
pilar.
El C3a y el C5a actúan sobre los mastocitos, causando liberación de nuevos mediadores
como histamina, leucotrieno B4 y factor de necrosis tumoral, que afectan a la permeabilidad
capilar, la adherencia y la quimiotaxis de los neutrófilos. También activan a los neutrófilos,
que se unen a los microbios recubiertos de C3b por sus receptores superficiales para el
C3b, y después los ingieren.
La llegada de polimorfonucleares y el aumento de la permeabilidad vascular, constituyen las
principales características de la respuesta inflamatoria aguda antimicrobiana.
La inflamación puede ser inicia-
da también por macrófagos
tisulares que desarrollan un
papel similar al del mastocito,
puesto que las señales consti-
tuidas por toxinas bacterianas,
C5a o bacterias tapizadas de
IC3b que se adhieren a los re-
ceptores superficiales para el
complemento, causa liberación
de TNF, LTB4, PGE2, factor
quimiotáctico para los neutrófi-
los y un péptido activador de los
neutrófilos.
En resumen, el Complemento
posee cuatro funciones antimi-
crobianas principales resultan-
tes de la activación de sus
componentes (Ver figura 3):
Figura 3: Resumen de las funciones de los
componentes del Complemento
1. Anafilotoxina
2. Quimiotaxis
3. Opsonización
4. Lisis de célula bacteriana
Otras defensas humorales involucran a las proteínas de fase aguda, tales como la proteí-
na C reactiva. La replicación viral puede ser bloqueada por interferones, y las células infec-
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tadas por virus pueden ser destruidas por grandes linfocitos granulares con actividad asesi-
na natural (células NK). La muerte extracelular puede ser efectuada asimismo por eosinófi-
los unidos a C3b, que quizá sean los responsables del fracaso de muchos parásitos grandes
para establecerse en huéspedes potenciales.
Como se mencionó anteriormente, los patógenos intracelulares crónicos han desarrollado
mecanismos para impedir la fagocitosis, formación del fagolisosoma y acción de las enzimas
lisosómicas. Por ejemplo, algunos virus atraviesan la membrana lisosómica y se alojan en el
citoplasma; M. tuberculosis impide la fusión de lisosomas y fagosomas, M. lepraemurium es
resistente a la hidrólisis por la estructura de su pared.
Una infección local puede superar las barreras naturales y el proceso inflamatorio y disemi-
narse a otras partes del cuerpo. Ello suele suceder si los microorganismos son excesiva-
mente virulentos, las defensas locales bastante débiles o si se intenta hacer cirugía antes
que la fagocitosis haya eliminado a todos los microorganismos y sin tomar todas las precau-
ciones necesarias.
Cuando la diseminación se produce a través de los linfáticos muchas infecciones pueden ser
detenidas a nivel de los ganglios linfáticos que poseen células fagocíticas. Los gérmenes
pueden producir una inflamación secundaria de un ganglio linfático; por ejemplo la inflama-
ción de las placas de Peyer del intestino por la acción de Salmonella Typhi.
Un microorganismo muy virulento pasa por el ganglio linfático y llega a la corriente sanguí-
nea. Ello produce una bacteriemia temporal. La sangre al pasar por los órganos del sistema
reticuloendotelial (hígado, bazo, médula ósea, y tejidos con gran cantidad de células fagocí-
ticas) puede ser depurada de estos microorganismos o sustancias extrañas.
A veces el microorganismo no es destruido y se multiplica en el sistema reticuloendotelial.
La reinvasión de la sangre, en estas circunstancias, producirá una bacteriemia secundaria o
incluso septicemia, en la cual los microorganismos continúan multiplicándose y lesionan los
componentes sanguíneos. Puede haber infección de un órgano o de todos.
RESPUESTA INMUNE ADAPTATIVA O ESPECÍFICA
Para el caso de microorganismos que escapan a la defensa innata se ha desarrollado la
respuesta inmune adaptativa o específica. A los fines de facilitar su estudio la dividimos
en inmunidad humoral e inmunidad celular, pero no debemos olvidar que en realidad se
encuentran siempre superpuestas e íntimamente relacionadas.
Respuesta inmune humoral
La inmunidad humoral está a cargo de los linfocitos B, estos se producen primeramente en
el hígado embrionario, después del nacimiento, en la médula ósea. Los linfocitos inmaduros
o pre–B no secretan inmunoglobulina pero poseen abundante Ig en su citoplasma; al madu-
rar aparece primeramente IgM monomérica en la membrana que actúa como receptor de
antígeno(sí en este punto se enfrenta al antígeno se induce tolerancia y no una respuesta de
anticuerpos); luego se detecta además IgD de superficie, en este punto el linfocito B maduro
puede ser estimulado con el antígeno en presencia de IL2 e IL4 para que salga de la fase
de reposo, aumente de tamaño, y con el influjo de IL5 inicie su reproducción formando un
clon de células productoras de un anticuerpo en particular y secrete las inmunoglobulinas al
medio.
La interacción puede ser sólo con el antígeno o además participar los linfocitos T ayudado-
res. Luego por efecto de la IL6 se transforma en célula plasmática, hipertrofiando su retículo
endoplásmico para la producción de inmunoglobulinas o anticuerpos; pierde sus inmunoglo-
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bulinas de superficie y otros marcadores así como la capacidad de dividirse. Las células
plasmáticas se localizan en los órganos linfoides periféricos, sólo alcanzan la circulación en
enfermedades malignas de las células plasmáticas, mieloma múltiple y en algunas infeccio-
nes muy severas.
Anticuerpos
Los anticuerpos son glicoproteínas que constituyen del 10 al 20 % de las proteínas totales
del plasma. Como vieron en bioquímica están constituidos por cadenas pesadas (H) y cade-
nas livianas (L). El extremo amino terminal de ambas cadenas posee una región con exten-
sa sustitución de aminoácidos denominada región variable (V) y dentro de esta, a su vez,
tenemos unas secuencias cortas hipervariables que corresponden al idiotipo de la inmuno-
globulina, que por sus características fisicoquímicas determinan la fuerza con que el anti-
cuerpo se unirá al antígeno. La región carboxilo terminal es muy estable en su estructura y
se denomina región constante (C); ciertas secuencias de esta región son características de
cada clase de inmunoglobulina (γ, μ, α, ε, δ), pequeñas sustituciones en estas secuencias
caracterizan a las subclases o isotipos de las IgG e IgA (ej.: γ1, α2). Las sustituciones que se
producen en las cadenas κ o en la γ1H de un individuo se denominan alotipos Km y Gm.
Cada anticuerpo tiene una zona de reconocimiento cuya forma es complementaria a la de la
superficie del antígeno, una zona que activa el complemento, induce la fagocitosis por los
macrófagos y polimorfonucleares.
Se reconocen las clases IgM, G, A, E y D sobre la base de la estructura de sus cadenas
pesadas.
La Ig G pasa fácilmente hacia los tejidos y se encuentra en buenas cantidades en el líquido
cefalorraquídeo, líquido sinovial, amniótico, peritoneal e intersticiales y sangre.
La IgM por el contrario no sale del torrente circulatorio y su mayor concentración es intra-
vascular. Sobre la superficie de los linfocitos B es monomérica, en solución es polimérica
con una forma con 10 H y 10 L y otra con 12 H y 12 L.
En las secreciones como la saliva, lágrimas, moco nasal, líquido intestinal, bilis, orina, calos-
tro y leche, la Ig más abundante es la IgA polimérica y hay pequeñas cantidades de Ig G.
La IgD actúa como receptor de membrana y en la prevención de la tolerancia inmunológica.
La IgE se encuentra principalmente en los tejidos unida por su Fc a los mastocitos tisulares
y basófilos sanguíneos. Actúan en las reacciones alérgicas y anafilácticas.
Las moléculas de anticuerpo localizan y se unen al antígeno, y luego desencadenan una
serie de reacciones biológicas destinadas a eliminarlos. Según la clase de anticuerpo invo-
lucrado se producirá principalmente activación del complemento (IgG1,2 y 3 e IgM por la vía
clásica), degranulación de los mastocitos, activación de células fagocíticas, bloqueo de re-
acciones microbianas (inhibición de la adherencia de virus, de toxinas, etc.), citotoxicidad
mediada por células dependiente de anticuerpos (macrófagos, eosinófilos, células asesinas
naturales), formación de complejos inmunes que son precipitados o fagocitados por el sis-
tema reticuloendotelial, quimiotaxis.
La IgG tiene una concentración plasmática en el adulto de 700 a 1800 mg %, IgM 60 a 250
mg %, IgA 150 a 200 mg %, IgD 3 mg % e IgE 0.01 mg %.
Anticuerpos monoclonales: están formados por un único clon de células productoras de
anticuerpos. En el laboratorio se pueden producir fusionando un único linfocito B (con ca-
pacidad para producir anticuerpos) con una célula de mieloma (con capacidad para dividir-
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se indefinidamente) para formar un híbrido que prolifera hasta formar una línea celular o
hibridoma. La célula de mieloma utilizada es un mutante incapaz de sintetizar proteínas y
carente de timidina quinasa (tk-). La capacidad de sintetizar Ig específica y de proliferar en
ausencia de timidina es proporcionada por el linfocito B. En el organismo aparecen en casos
de enfermedad como el mieloma múltiple. Tienen importantísima aplicación en las pruebas
inmunológicas para el diagnóstico de enfermedades infecciosas, para el estudio de pobla-
ciones linfocitarias, etc.