El documento resume los principales argumentos a favor del reconocimiento del aragonés como una lengua románica distinta del castellano. Explica que el aragonés ha evolucionado de forma independiente desde el latín, fue lengua oficial en Aragón y actualmente está en peligro de extinción a pesar de que continúa siendo hablado. Defiende que el aragonés no es un invento sino una lengua natural con historia y literatura propias que merece ser protegida y promovida.