El documento resume las principales características del arte moderno en el siglo XIX, incluyendo el Neoclasicismo y el Romanticismo. El Neoclasicismo se centró en la vuelta a los cánones clásicos de belleza idealizada, mientras que el Romanticismo enfatizó la subjetividad y la expresión de emociones. Ambos movimientos transformaron la escultura, pintura y otros géneros artísticos, reflejando los cambios sociales y políticos de la época.