El documento resume las consecuencias sociales de la crisis económica de los años 30, incluyendo el desempleo masivo y el resentimiento social. Esto llevó al auge de movimientos fascistas en Alemania e Italia, caracterizados por el culto al líder, el nacionalismo exacerbado y la negación de la razón. El fascismo italiano se consolidó bajo Mussolini tras la marcha sobre Roma en 1922, mientras que en Alemania, Hitler se convirtió en canciller en 1933 y rápidamente estableció un régimen dictatorial nazi.