Los chinos inventaron la primera brújula hace más de 2,500 años, consistente en una aguja magnética flotando en agua que indicaba el norte. La brújula fue introducida en Europa en el siglo XIII y perfeccionada por italianos, convirtiéndose en un instrumento fundamental para la navegación. Las brújulas modernas usan una aguja magnética en un líquido para detener oscilaciones y proveer una lectura precisa del norte, aunque están siendo reemplazadas por sistemas de navegación