Carlos III encargó al arquitecto italiano Francesco Sabatini la construcción de una nueva fábrica de armas en Toledo, después de que la antigua fábrica se quedara pequeña. Sabatini diseñó el Palacio Sabatini, un conjunto fabril de estilo palaciego junto al río Tajo para aprovechar su fuerza hidráulica. El edificio incluía una capilla clasicista, una biblioteca y patios rodeados de corredores cubiertos con arcos y ventanas.