Este documento describe los elementos clave de la programación de aula y las unidades didácticas en la etapa infantil. Explica que la programación sistematiza el trabajo diario del maestro de forma flexible y evita la improvisación. Luego detalla los componentes fundamentales que debe tener una unidad didáctica como objetivos, contenidos, actividades y evaluación, así como criterios para seleccionar actividades significativas para los niños. Finalmente, enfatiza que la evaluación debe ser continua y cualitativa para ayudar a cada niño de acuerdo a sus neces
1. La programación de los procesos de Enseñanza – Aprendizaje ocupan un lugar en el
conjunto de las tareas docentes. La programación es un instrumento fundamental que
ayuda al maestro/a en el proceso de Enseñanza – Aprendizaje que desarrolla con un
grupo concreto de alumnos/as. Con la programación de Aula los maestros/as
sistematizan su trabajo diario, de forma flexible, las tareas a realizar durante el proceso
educativo. Todos los maestros/as planificamos, en alguna medida, el trabajo a realizar
en el aula.
Existen diferentes formas de presentar los contenidos globalizados en la etapa infantil,
si bien, todas las Programaciones de Aula tienen unos elementos básicos que les dan
coherencia y unidad. El fin último de la programación es evitar la improvisación de las
tareas docentes.
La Programación de Aula se sitúa en el tercer nivel de concreción del currículo.
Programar es anticiparse de modo reflexivo al proceso educativo de un grupo / alumno
concreto. La programación como visión o descripción previa de una actividad en sus
diferentes fases o elementos puede ser entendida como un proyecto de acción conjunta
entre maestros/as y alumnos/as donde se sistematiza y ordena el trabajo escolar. Esta
programación debe cumplir algunas funciones básicas:
• Ser un instrumento integrador de todos los factores implicados, a fin de darles
unidad de sentido en su operatividad.
• Ser garantía de coherencia y continuidad en las acciones didácticas del
maestro/a.
• Ser base imprescindible para ponderar y homologar objetivamente los avances
en la evaluación continua del rendimiento escolar.
• Ser instrumento dinámico de base, a partir del análisis de los resultados de la
evaluación, de ajuste en la actividad didáctica a las exigencias de los alumnos/as,
objetivos, recursos y condiciones del medio, en orden a conseguir aprendizajes
más eficaces y seguros.
• Determinar las prácticas educativas adecuadas al contexto para alcanzar los
objetivos curriculares propuestos.
• Ayudamos a reflexionar sobre el qué y el cómo enseñamos.
La Programación de Aula ha de estar pensada y diseñada desde una triple dimensión:
• Orientatividad, es decir, que guíe la práctica educativa, pero que no la
condicione.
• Flexibilidad, esto es, que pueda ser ajustada a las exigencias de cada jornada.
• Posibilidad, es decir, la programación que se realiza no es excluyente de otras
posibles; ni siquiera es la más válida, es, sencillamente, nuestra programación y
no por ello la mejor.
2. La programación, en fin, aún siendo una formalización de lo previsible no rechaza lo
imprevisible, sino que lo admite y contempla como necesario. Este modo de
contextualizar la programación nos lleva a una última consideración, y supone admitir
la Programación de Aula como un proyecto incardinado en el Proyecto Curricular de
Centro donde se plantean objetivos hipotéticos para la acción, se seleccionan contenidos
socioculturales del entorno y se plantean tareas a los alumnos/as como actividades
significativas y útiles.
Con independencia de que el trabajo escolar se organice en torno a Unidades Didácticas,
Proyectos, etc. Como tópicos programadores en la Educación Infantil, las actividades y
experiencias que realicen los niños y niñas deberán respetar el enfoque globalizador
como elemento metodológico más apropiado para esta etapa. Desde esta perspectiva la
Programación de Aula habrá de contemplar una serie de condiciones imprescindibles:
• Interesar realmente a los niños/as.
• Ser interesante para los maestros/as.
• Respetar los ritmos individuales y el desarrollo evolutivo de los alumnos/as.
• Partir de las informaciones e ideas previas de los niños/as sobre aquello que
vamos a investigar.
• Estimular la autonomía, el pensamiento creativo y proponer actividades que
admitan una gran variedad de respuestas.
• Favorecer acciones individuales, de gran grupo y de pequeño grupo, en forma
tanto libre como sugerida.
• Complementar y ampliar los acontecimientos, experiencias, actitudes y hábitos
ya adquiridos.
• Respetar los intereses y necesidades.
La programación que trata de adaptar el proyecto pedagógico de un centro a las
características concretas de un grupo de alumnos/as, puede definirse como una serie de
operaciones que los maestros/as bien como conjunto, bien en grupo de dimensiones más
reducidas llevan a cabo para organizar, a nivel concreto, la actividad didáctica y con ello
poner en práctica aquellas experiencias de aprendizaje que van a constituir el currículo
efectivamente seguido por los alumnos/as.
Una programación de aula en la etapa infantil así entendida, se establece bajo unos
condicionantes que tratan de legitimarla y de hacerla funcionar. A saber:
• Forma parte de un proceso curricular del que depende y al que informa de modo
permanente.
• Se contempla como una tarea colectiva que afecta a un grupo de maestros/as en
cuanto que son miembros de una determinada Comunidad Escolar que persigue
unas mismas finalidades educativas.
3. • Exige tomar decisiones últimas sobre el qué, cuándo, cómo enseñar, y qué,
cuándo, cómo evaluar, al centrarse sobre un grupo / aula concreto.
• Persigue una auténtica enseñanza globalizada. La verdadera enseñanza
globalizada, independientemente de su diseño, habrá de estar basada en la
actividad del niño/a y no en el pensamiento de los maestros/as.
• Admite diferentes formas de globalización: Unidades Didácticas, proyectos, …
El respeto a la perspectiva globalizadora durante el período infantil queda
fundamentado desde postulados psicológicos, pedagógicos y sociales. La organización
de las tareas infantiles en torno a las realidades significativas para los niños/as y en
función de sus intereses, no excluye diversas formas de presentar el trabajo escolar a los
discentes. Antes bien, habrán de entenderse como complementarias y nunca como
contrapuestas.
Entre las diversas propuestas – eje de presentar la globalización recogemos, como la
más significativa la Unidad Didáctica.
La Unidad Didáctica se entiende como una unidad de trabajo relativa a un proceso de
Enseñanza / Aprendizaje, articulado y completo. En ella se deben precisar por tanto los
contenidos, los objetivos, las actividades de Enseñanza /Aprendizaje y las actividades
para la evaluación. Su origen puede residir en la necesidad de encontrar una fórmula
capaz de armonizar de manera eficiente la práctica de la enseñanza y el aprendizaje, y
guiando la actividad escolar.
Como Unidad de trabajo relativo a un proceso de Enseñanza / Aprendizaje, la Unidad
Didáctica parte de la delimitación de objetivos didácticos, que frente a los objetivos de
etapa y / o ámbito tiene un carácter más concreto y definido. Además, contiene la
concreción de los contenidos propios de la unidad, las actividades a realizar y los
aspectos metodológicos y para la evaluación que se consideran relevantes.
La Unidad Didáctica es un plan de actuación docente que se inicia a partir del
conocimiento de unos objetivos, se desarrolla explicitando actividades y enriqueciendo
el mundo experiencial de los alumnos/as, y finaliza estableciendo los criterios de
evaluación necesarios para mejorar el proceso.
Conviene precisar que, dado el carácter dinámico de la Programación de Aula, los
elementos que constituyen la Unidad Didáctica guardan entre sí estrechas relaciones de
interdependencia, en donde adquieren sentido didáctico y coherencia pedagógica. La
Unidad Didáctica ha de plantearse sobre la base del conocimiento mutuo de los
elementos que la integran, de su carácter sistemático y de la coherencia entre dichos
elementos en base a sus interacciones y no a su mera yuxtaposición.
El planteamiento de la Unidad Didáctica encierra en sí mismo un verdadero trabajo de
programación donde el equipo docente / maestro/a de aula deben decidir de manera
ordenada sobre las cuestiones siguientes:
• ¿PARA QUÉ ENSEÑAR?: OBJETIVOS.
4. Los objetivos de la Unidad Didáctica han de plantearse en el contexto referencial de los
objetivos generales de la etapa. Dichos objetivos están orientados hacia el desarrollo de
las diversas capacidades de los niños/as en sus diversos ámbitos. Existen diferentes
niveles jerárquicos en el planteamiento de los objetivos, pero interesa subrayar que es la
Unidad Didáctica el lugar idóneo donde los equipos de maestros/as deberán establecer
los objetivos didácticos como elementos que guíen su intervención educativa al
constituir el referente inmediato de la evaluación continua. Dichos objetivos expresan la
relación de los objetivos generales con los contenidos concretos de cada Unidad. A
partir de los objetivos generales de la etapa, y sobre la base de unos contenidos
educativos, los maestros/as deberán formular los objetivos didácticos para su Unidad.
• ¿QUÉ ENSEÑAR?: CONTENIDOS.
Los contenidos los constituyen todo ese conjunto de informaciones que ponemos en
juego en el proceso de Enseñanza / Aprendizaje escolar para desarrollar las capacidades
de los alumnos/as en el marco de una determinada etapa educativa. Respecto a los
contenidos subrayamos, una vez más, el enfoque globalizado de los mismos, no sin
admitir su distribución en ámbitos de experiencias con el fin de ayudar a los
educadores/as en las tareas de planificación escolar procurando el tratamiento
equilibrado de los mismos y evitando jerarquía entre ellos.
Los contenidos y su estructuración en bloques dentro de los distintos ámbitos de
experiencias así como su selección y organización serán decididos por los maestros/as;
y se contemplarán atendiendo a estos tres tipos: conceptuales, procedimentales y
actitudinales.
• ¿CÓMO ENSEÑAR?: ACTIVIDADES DE ENSEÑANZA /
APRENDIZAJE, METODOLOGÍA.
Las actividades que realizan los niños/as constituyen la base de sus aprendizajes. “Las
actividades son la manera activa y ordenada de llevar a cabo las estrategias
metodológicas” (Antúnez, 1992).
A través de ellas se desarrollan las capacidades infantiles, por lo que se hacen
imprescindibles unos criterios de selección, que tendremos en cuenta:
• Que persigan el desarrollo global de todas las capacidades humanas.
• Que sean potencialmente significativas para los niños/as.
• Que tengan en cuenta las necesidades e intereses de los niños/as.
• Que faciliten las relaciones con los adultos y proporcionen mecanismos que
propicien las interacciones entre iguales.
• Que se adecuen a los espacios establecidos, a los materiales disponibles y a los
tiempos previstos.
• Que faciliten la integración de los niños/as con necesidades educativas
especiales.
5. • Que permitan la evaluación de la práctica docente.
Distinguiremos entre las actividades de Enseñanza / Aprendizaje, teniendo en cuenta su
finalidad:
• Actividades previas y de motivación: Tratan de averiguar las ideas, los intereses,
necesidades, etc. De los alumnos/as sobre los contenidos que se van a trabajar
con el fin de suscitar el deseo y la participación de todos hacia las tareas
educativas.
• Actividades de desarrollo: Son aquellas que toda Unidad Didáctica prevé con
carácter general para todos los alumnos/as del aula.
• Actividades de refuerzo: Para aquellos niños/as cuyos aprendizajes sean más
lentos (Necesidades Educativa Especiales), es imprescindible la programación
de actividades de refuerzo que, de acuerdo con sus características, faciliten el
desarrollo de sus capacidades.
• Actividades de ampliación: Son aquellas que posibilitan a los niños/as a seguir
avanzando en sus procesos de aprendizaje una vez que han realizado
satisfactoriamente las tareas propuestas en una Unidad Didáctica. Estarían
diseñadas para alumnos/as con ritmos de aprendizaje rápidos.
• Actividades de evaluación: El maestro/a de aula ha de diseñar, sin que puedan
ser percibidas por los alumnos/as como diferenciadoras, actividades en este
sentido para reajustar permanentemente el proceso educativo en base a la
información que tales actividades proporcionan.
• ¿QUÉ, CÓMO Y CUÁNDO EVALUAR?: EVALUACIÓN.
La evaluación, desde la perspectiva actual, tiene encomendada una doble función:
mejorar la intervención pedagógica y facilitar la investigación del profesorado.
Ello hace de la evaluación un instrumento imprescindible del proceso en íntima relación
con el resto de los elementos curriculares que deberá tener en consideración no sólo los
procesos de aprendizaje de los alumnos/as, sino también los procesos de enseñanza de
los maestros/as.
La evaluación se presenta como parte integrante de un proceso al que debe guiar con el
fin de proporcionar la ayuda individualizada que cada alumno/a demanda. Su principal
función consiste en ajustar programas y recursos a las características individuales de
cada niño/a. Ello requiere una evaluación continua, formativa y de carácter,
fundamentalmente, cualitativo.
Este es un resumen de los principales puntos a tener en cuenta para realizar las unidades
didácticas que más tarde nos servirán en nuestra labor diaria en el aula. Espero que os
sirva.