En el siglo XVII en Europa se establecieron monarquías absolutas centralizadas que sometieron a la nobleza y controlaron el poder. La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) debilitó al Sacro Imperio Romano Germánico. El estilo barroco en el arte glorificó el poder absoluto y la Contrarreforma católica. La Paz de Westfalia de 1648 reconoció la soberanía de los estados y la elección entre el catolicismo o luteranismo.