El documento argumenta que los límites son necesarios para el aprendizaje y desarrollo de los niños y adolescentes. Los límites deben establecerse para protegerlos del daño físico y psicológico, y para promover su aprendizaje. Los límites firmes enseñan responsabilidad, mientras que los límites blandos generan confusión. Se recomienda establecer límites razonables, claros y consistentes, e involucrar a los hijos en el proceso.