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Definición retrato
1. Definición
En el arte, un retrato es la representación de la figura humana (principalmente el rostro), de manera
tridimensional, cuando es una escultura, o en dos dimensiones, si es
dibujo, pintura o fotografía.
Se han realizado retratos en el transcurso de la historia del arte, desde
los egipcios hasta nuestros días. Se han utilizado todas las técnicas y
materiales al alcance de los artistas, llevados a cabo en todas las
tendencias y han evolucionado, desde un trabajo minucioso,
perfeccionista, meticuloso y objetivo, hasta un dislocado y cubista retrato
de Picasso.
Dicho de un modo más simple, un retrato (del latín retractus) es una
pintura o efigie principalmente de una persona.
Esta definición de retrato se refiere a la expresión plástica de una
persona a imitación de la misma, lo que ocurre en la pintura,
la escultura y la fotografía. En un retrato predomina la cara y su
expresión. Se pretende mostrar la semejanza, personalidad e incluso el
estado de ánimo de la persona. Por esta razón, en fotografía un retrato
no es generalmente una simple foto, sino una imagen compuesta de la
persona en una posición quieta.
Los retratos cumplen diferentes funciones. En política, los retratos de dirigentes se suelen usar como
símbolo del Estado. En la mayoría de los países es habitual en el protocolo que haya un retrato del
jefe de Estado en todos los edificios públicos. Si se abusa de este tipo de retratos puede ser un
síntoma de culto a la personalidad. Existe también la voluntad de perpetuar el recuerdo de una
persona y de crear una imagen histórica suya.
Etimología de la palabra “retrato”
La palabra retrato, como "portrait" o "ritratto", es relativamente moderna. Parece provenir
precisamente del Renacimiento, ya que en la Edad Media lo que se entendía por retrato era distinto
a lo que entendemos hoy.
Es en el Renacimiento cuando la palabra retrato adquiere su significado moderno. Para ello, hubo
de existir un cambio profundo en la concepción del hombre (respecto a la Edad Media).
En el Renacimiento, el hombre vuelve los ojos hacía sí mismo. Deja
de mirarse siempre como referido a Dios, para "ver" quien es. En el
Renacimiento aparece con singularidad el "yo". La persona, la
personalidad, el personaje empiezan a ser maneras de definir al
hombre.
La visión de la Edad Media sobre el hombre había hecho que éste
fuese siempre referido a una vida ulterior, desde la que se
interpretaba y se examinaba su vida individual.
Llegado el Renacimiento, el hombre pasa a ocupar un lugar central
en su propia interpretación. Aparece como el centro del mundo y a
lo que se va a referir el mundo.
Y es aquí donde comienza la perfilarse la semántica de la
palabra retrato como imagen de la persona.
Es por ello que en el Renacimiento el retrato adquiere una
importancia mayúscula y desde ese momento, el retrato, sobre
todo en la pintura, se ha convertido en el modo de aprehender a la
persona.
Sicología, personalidad, belleza, exactitud en la representación..., son claves que han manejado los
pintores para hacer evolucionar este género.
La práctica es más antigua que la palabra
Aunque sin darle el sentido etimológico actual a la palabra, el retrato como expresión artística
aparece en el siglo V antes de Cristo sobre las monedas de los reyes persas. El uso se expandió
Clásico retrato fotográfico de un
familiar
Retrato de Baltazar Castiglione, obra
de Raffaello Sanzio (Rafael)
2. sobre todo desde la muerte de Alejandro Magno. Conoció un desarrollo considerable durante la
época romana (Ver: Retrato romano)
Durante la Edad Media se siguieron realizando retratos en las monedas. Durante
elQuattrocento italiano se hicieron efigies en medallones como monedas. La costumbre de la efigie
en medallón fue inaugurada por Pisanello en 1439.
En cierto sentido, el retrato limita las posibilidades creativas del artista, al mantener el parecido con
el sujeto del natural: quizá por esto algunos artistas no se adaptaron a practicar el retrato como, por
ejemplo, Miguel Ángel.
En realidad, el retrato no es una mera reproducción mecánica de los rasgos (como una máscara de
cera modelada sobre el rostro o una impresión fotográfica), sino que entra en juego, para definirse
como tal, la sensibilidad del artista, que interpreta los rasgos según su gusto y las características del
arte del tiempo en que opera.
Existieron artistas que practicaron ampliamente y de manera casi exclusiva el retrato y civilizaciones
enteras que rechazaron el retrato como "figura tomada del natural" (como el arte griego arcaico y
clásico).
El retrato en la historia
Los primeros retratos de la historia fueron esculturas. Los cráneos humanos encontrados en Jericó,
donde los rasgos se recrean con yeso y los ojos con conchitas, manifiestan la voluntad de reconstruir
la persona del difunto.
En el Antiguo Egipto aparece un tipo de retrato con algunos acentos de
diferenciación fisonómica debida al particular procedimiento de los
escultores de elaborar a partir de máscaras en yeso modeladas con
relieve en creta con los rasgos del difunto.
Sólo en el Imperio Nuevo, tras la reforma religiosa de Amenofis IV, se
produjeron en Egipto auténticos retratos fisonómicos, con acentos
sicológicos, como los numerosos retratos de Akenatón y Nefertiti.
Durante la tardía dinastía saíta (663-525 a. C.) se produce una nueva
vuelta al retrato verídico, pero es una adecuación fisonómica superficial,
ligada más al virtuosismo técnico que a la presencia de valores que
expresar.
Tras la conquista griega el retrato egipcio perdió las características
propias para entrar en la corriente helenística.
También dentro de la escultura cabe el autorretrato. El primer artista del
que se conoce el nombre es el escultor Bek, jefe de la Casa Real del
faraón egipcio Akhenatón (hacia el 1365 a. C.), si bien se cree que los
autorretratos son tan antiguos como el arte rupestre.
Men, el padre de Bek, era escultor de Amenofis III y en el reinado de Amenofis IV fue cuando Bek
sustituyó a su padre, siguiendo instrucciones directas del rey en la realización de sus obras. Una
estela con él y su mujer, Taheret, en el interior de una nao, es posiblemente el más antiguo
autorretrato conocido si, como se cree, fue esculpido por el propio Bek. En Asuán hay una escultura
de Bek junto a su padre adorando a los reyes a los que sirvieron.
En Mesopotamia hasta la época sumeria hay una producción genérica
de retratos «intencionales» (distinguibles sólo por el nombre impreso),
«tipológicos» (en los que se distinguen algunos atributos de una clase
de individuo), parecidos a los egipcios pero dotados de mayor libertad
ideológica que caracterizaba a la sociedad de la época.
Entre las mejores obras que han sobrevivido se encuentran algunos
retratos de soberanos, impregnados de un esquematismo que pretendía
evidenciar ante todo la majestad del soberano y su refinamiento, por
ejemplo el de Hammurabi (1728 - 1686 a. C.) de la que queda su cabeza
en el Louvre, en bulto redondo, caracterizada por una excepcional
plasticidad del rostro, con las mejillas hinchadas, la boca pequeña y
otros elementos que revelan una intención fisonómica.
Durante la posterior dominación asiria, particularmente dura, la
tendencia a la fisonomía desaparece completamente, volviendo a
modelos fijos distinguibles solo por la inscripción del nombre, carentes
incluso de los atributos tipológicos.
Sólo en el período aqueménida (558 - 480 a. C.) se produce una nueva
humanización de las efigies reales, pero el verdadero paso adelante se da en la producción de
Busto de Akhenaton
Cabeza real sumeria, en el
Louvre
3. monedas, quizá obra de artistas griegos, que desde finales del siglo V a. C. presentan retratos
fisonómicos que parecen manifestarse precozmente respecto a la propia Grecia (muy caracterizada
es la de Tisafernes).
La creación de un auténtico retrato fisonómico es obra de la civilización griega. Se conoce la
retratística griega sobre todo por las copias romanas. El retrato griego tiene como punto de partida el
ámbito religioso, pero a diferencia de las civilizaciones orientales, los griegos no tenían
intermediarios con la divinidad, sino una relación directa y humana.
Las primeras estatuas humanas como el kouros y
la kore sirvieron para representar a los oferentes de un
santuario o a un difunto sobre su tumba de manera
impersonal, simbólica, como la de las estelas funerarias del
período arcaico (hasta el 480 a. C.).
En las inscripciones emergió progresivamente el concepto
de representación individual como obra de arte: de los
nombres de las personas que representan o de sus
palabras en primera persona, se pasó a añadir los
nombres de los escultores para llegar a la dicción más
destacada de «estatua de, imagen de» o
«mnena (recuerdo) de.»
Las representaciones eran genéricas, como se ve en la de
los estrategas y para los atletas existían las estatuas
«icónicas», donde se especificaban algunas características
físicas como la altura o la edad, pero la representación
personal estaba ausente.
El único retrato de la época que se puede llamar fisonómico, si bien no aún realista a causa de la
idealización, es el de Platón de Silanion, conocido gracias a copias de la época romana.
Para llegar al verdadero retrato fisonómico debemos ubicarnos a mediados del siglo IV a. C., aunque
no se sabe cual es el ejemplo más antiguo: un herma(pedestal de piedra que sostiene un busto) de
Temístocles que ha llegado a través de una copia realizada hacia el 480 - 460 a. C., o la imagen de
Pausanias rey de Esparta (464 - 460 a. C.). La tradición tardía narra que Fidias fue criticado por
haber insertado su autorretrato en la decoración escultórica del Partenón, individualizado por los
estudiosos en la figura de Dédalo.
La gran personalidad de Lisipo y las cambiantes condiciones sociales y
culturales hicieron que se superaran las últimas reticencias hacia el
retrato fisonómico y se llegase a representaciones fieles a los rasgos
somáticos y del contenido espiritual de los individuos en época
helenística, como puede verse en los retratos de Alejandro Magno.
A Lisipo o sus seguidores se atribuyen los retratos de Aristóteles, el
reconstruido de Sócrates, el de Eurípides en los que está presente una
fuerte connotación sicológica coherente con los méritos de la vida real de
los personajes.
Entre los siglos II y I a. C. se desarrolló ampliamente el retrato
fisonómico, no reservado sólo a soberanos y hombres destacados, sino
también a simples particulares. Se difundieron el retrato honorífico y el
funerario.
El arte del retrato floreció en las esculturas romanas, en las que los
retratados demandaban retratos realistas, incluso si no les favorecían. El
origen de estos retratos está probablemente en la época helenística. En
el arte romano se distingue entre el retrato honorífico público y el
privado, ligado al culto de los antepasados.
Durante la Edad Media, el cambio en los intereses de las representaciones hicieron desaparecer
nuevamente el arte del retrato. La mentalidad cristiana tendía a negar la importancia de la
individualidad de las personas, prefiriendo el símbolo, por lo que se daba el retrato «tipológico».
Debe esperarse hasta la Baja Edad Media, cuando reapareció en la escena europea una especia de
burguesía, para ver el regreso de los fundamentos humanísticos y racionales que permitieron la
producción de retratos. Probablemente tales condiciones se habían verificado ya en la corte de
Federico II Hohenstaufen, pero no se han conservado testimonios seguros de retratos.
Moneda persa con el rostro de Tisafernes, siglo
IV a. C.
El retrato de Platón de Silanio,
Louvre.
4. El más antiguo retrato fisonómico realista de un personaje viviente tras
la época clásica fue elRetrato de Carlos I de Anjou, de Arnolfo di
Cambio (1277). Los retratos realistas reaparecieron en Borgoña y rancia.
El Renacimiento, como ya lo dijimos, fue un punto significativo en la
evolución del arte del retrato por el renovado interés hacia el mundo
natural, el hombre y la expresión clásica del arte romano. El retrato tuvo
así una importante función social, tanto esculpido, a través de bustos o
cabezas, como pintado. Tuvo notable difusión el retrato de busto hasta
las espaldas, sobre todo en Florencia (Mino da Fiesole, Andrea del
Verrocchio) y en Nápoles (Francesco Laurana).
El retrato pictórico
Entre los retratos pintados más antiguos de gente particular, que no
fueran reyes ni emperadores, son los retratos funerarios que han
sobrevivido en el clima seco del distrito de Fayum en Egipto. Son los
únicos retratos de la era Romana que han sobrevivido hasta nuestros
días, aparte de los frescos.
En la Edad Media, como ocurre con la escultura, no hubo auténticos
retratos hasta el surgimiento de una cierta clase burguesa en la Baja Edad Media. El más antiguo
retrato fisonómico de la Edad Media se cree que fue el retablo de San Luis de Tolosa que corona al
hermano Roberto de Anjou, de Simone Martini (1317).
El Renacimiento supuso una renovación del retrato pintado, renaciendo en este período el retrato
privado como tema independiente. Los retratos sobre medallas o medallones se hicieron populares
recuperando modelos antiguos desde principios del siglo XIV, como los de Pisanello. En esta época
circularon con frecuencia pequeños retratos miniados o pintados, que difundían las imágenes entre
las cortes, a menudo con intereses matrimoniales.
Casi todos los grandes maestros se dedicaron al retrato (Piero della Francesca, Antonello da
Messina, Sandro Botticelli, Leonardo da Vinci, Ticiano, Rafael...) con la notable excepción de Miguel
Ángel que no reprodujo efigies realistas de personajes, salvo, quizá, y con intenciones denigratorias,
en el Juicio Final. En Occidente uno de los retratos más famosos es La Gioconda de Leonardo da
Vinci, a la que se ha identificado como Lisa Gherardini. En él se alcanzó un extraordinario efecto
sicológico, como en las mejores obras de Ticiano.
En este mismo período se difunde la práctica del autorretrato, primero como
elemento en un cuadro de grupo (a este respecto, Leon Battista Alberti
aconsejó a los artistas retratarse mirando al espectador), luego también
como sujeto independiente (desde la segunda mitad del siglo XVI).
El autorretrato en miniatura más antiguo que se tenga constancia es el de
Nicholas Hilliard de 1575, aunque no fue el primero que creó una imagen de
sí mismo. Los primeros autorretratos del arte occidental aparecieron durante
el Renacimiento, cuando los artistas pintaban su propia cara entre la
muchedumbre, en origen en escenas narrativas. El género del autorretrato
fue tomando una importancia creciente después del período clásico.
Durante los períodos barroco y rococó, en los siglos XVII y XVIII, los retratos
adquirieron una importancia crucial. Dentro de una sociedad cada vez más
dominada por la burguesía, las representaciones de individuos lujosamente vestidos al lado de
símbolos de pujanza y de riqueza temporal contribuyeron de manera eficaz a la afirmación de su
autoridad. Van Dyck y Rubens destacaron en este género.
En la misma época, el interés creciente por la comprensión de los sentimientos humanos engendra
en los artistas el interés por la fisionomía de las emociones. Los impresionistas como Monet, Degas
o Renoir utilizan principalmente como modelos a sus familiares y amigos, pintados en pequeños
grupos o individuos solos, al aire libre o en taller. Caracterizados por su superficie luminosa y la
riqueza de sus colores, estos retratos presentan a menudo un carácter intimista, alejado del retrato
oficial.
Los artistas de principios de siglo ampliaron los campos de exploración del retrato, liberándolo de las
dificultades de la semejanza visual. Henri Matisse simplificó la línea y los colores para darles toda su
fuerza expresiva. Pablo Picasso realizó numerosos retratos, de estilo cubista en las que el modelo es
apenas reconocible. El arte del retrato en pintura entró en declive a mediados de siglo, seguramente
debido al interés creciente por la abstracción y el arte no figurativo. Más recientemente, sin embargo,
el retrato ha conocido un renacimiento.
Retrato de Alejandro Magno,
obra de Lisipo.
Retrato de Augusto
5. El retrato es un apasionante objeto de estudio porque concentra en sí la
mayoría de las funciones de la pintura.
La fotografía de retratos
Desde el albor de la fotografía la gente ha hecho retratos fotográficos. La
popularidad alcanzada por los daguerrotipos a mediados del siglo XIX le
vino en gran parte de la demanda de retratos baratos.
Los estudios de fotografía se multiplicaron en las ciudades del mundo, y
algunos tiraban más de quinientas placas al día. El estilo de esto trabajos
tempranos reflejaba las dificultades técnicas asociadas a tiempos de
exposición de treinta segundos, así como la estética de los tiempos.
Los sujetos se solían sentar delante de fondos de color liso, y se
iluminaban con la tenue luz de una ventana, o como mucho con lo que se
pudiera conseguir a través de espejos.
Los retratos fotográficos son una actividad comercial que florece por todo el mundo. Hay muchas
personas que están dispuestos a pagar a un profesional para que le haga un retrato de familia que
poder colgar en sus salones, así como las fotos de los grandes sucesos familiares: bodas,
graduaciones, o los ritos religiosos de cada cultura como bautizos, primeras comuniones, etc.
Según se desarrollaron las técnicas fotográficas, algunos intrépidos llevaron su talento fuera de los
estudios: en los campos de batalla, en la espesura de los bosques o en los océanos. Willian Shew
con su Salón de Daguerrotipos, Roger Fenton con su caravana fotográfica, o Mathes Brady con su
carromato What-is-it? (¿esto qué es?) sentaron las bases de los retratos y otras fotografías de
exterior.
Tipos de retrato
Con la utilización del lenguaje cinematográfico se puede hablar de tipos
de retrato según el tipo de plano.
Plano entero (PE): también conocido como Plano Figura,
encuadra la figura entera del personaje a fotografiar, desde los
pies a la cabeza.
Tres cuartos o Plano americano (PA): también denominado 3/4
(tres cuartos) o plano medio largo, recorta la figura por la rodilla
aproximadamente. Es ideal para encuadrar en la fotografía a
varias personas interactuando.
Plano medio (PM): recorta el cuerpo en la fotografía a la altura de
la cintura. Es la distancia adecuada para mostrar la realidad entre
dos sujetos, como en el caso de las entrevistas.
Busto o Plano medio corto (PMC): captaría el cuerpo desde la cabeza hasta la mitad del
pecho. Este plano nos permite aislar en la fotografía una sola figura dentro de un recuadro,
descontextualizándola de su entorno para concentrar en ella la máxima atención.
Primer plano (PP): recogería el rostro y los hombros. Este tipo de plano, al igual que el Plano
detalle y el Primerísimo primer plano, se corresponde con una distancia íntima, ya que sirve
para mostrar confidencia e intimidad respecto al personaje.
Primerísimo primer plano (PPP): capta el rostro desde la base del mentón hasta la punta de
su cabeza. También dota de gran significado a la imagen.
Plano detalle (PD): recoge una pequeña parte de un cuerpo u objeto. En esta parte se
concentra la máxima capacidad expresiva, y los gestos se intensifican por la distancia tan
mínima entre cámara y sujeto/objeto. Sirve para enfatizar algún elemento de esa realidad.
Retrato de hombre con
sombrero rojo, obra de
Ticiano.
Nicholas Hilliard, 1575, el
autorretrato en miniatura más
antiguo conocido.