El documento argumenta que la escuela debe transformarse para contribuir a la construcción de un ser humano nuevo y más completo. Señala que en la educación infantil los niños desarrollan su conciencia de sí mismos, de los demás y del mundo. Además, propone que la práctica docente debería partir de una profunda revisión para enfocarse en el desarrollo humano del estudiante, tratándolo como una persona única con una historia y aspiraciones propias.