Tras la abdicación de Isabel II en 1875, Alfonso XII es nombrado Rey de España tras un golpe militar. La restauración monárquica está dirigida por Cánovas del Castillo, quien diseña un sistema de turno pacífico entre los partidos conservador y liberal para garantizar la estabilidad, aunque este sistema se basaba en la adulteración de los resultados electorales y la influencia de los caciques. La nueva monarquía mantiene los privilegios de la Iglesia y derrota a los carlistas.