ACERTIJO CÁLCULOS MATEMÁGICOS EN LA CARRERA OLÍMPICA. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
El secreto del abuelo
1. EL SECRETO DEL ABUELO
Esta historia comienza en una gran ciudad llena de
casas y tiendas donde vivían Miguel y su padre.Un
día, el papá de Miguel le dijo que tenía que
marcharse una temporada a un lejano país por
motivos de trabajo.
-Hijo,no tengo más remedio que llevarte a
Bosqueflorido con el abuelo Nicolás -le dijo al niño.
-No me apetece dejar mi casa -pensó Miguel- ¿Con
quién jugaré en el campo?
¡Con el abuelo no, seguro,
porque anda tan lento
como un caracol!.
-No exageres, te lo pasaras bien con él, además
dicen que Bosqueflorido está encantado -le dijo su
papá-, pero nadie ha descubierto su secreto.
-¿Un secreto en el bosque? -bostezó Miguel-¡Bah,
tonterías!
Al día siguiente Miguel y su papá partieron hacía el pueblo, llegando a media
tarde donde su abuelo les recibió con una gran sonrisa al saber que su
nietecito iba a quedarse una temporada con él. Sin embargo Miguel no
sonreía. Pensaba con nostalgia en las luces y en las tiendas de su ciudad.
2. Lleno de tristeza, Miguel abrazó a su papá y se despidió de él.
Los días pasaban. El abuelo era muy bueno, pero Miguel se sentía cada vez
más infeliz. Mientras el abuelo le contaba siempre las mismas historias
sobre los animales del bosque, Miguel pensaba en sus amigos de la ciudad,
que estarían jugando a la pelota sin él.
Una tarde, cuando estaba asomado a la ventana,
Miguel vio pasar una nube de mariposas de
colores.¡Quizás pueda jugar con ellas!, pensó. Y
salió corriendo de la casa para seguir a aquellas
criaturas que volaban libres, brillando al sol. En lo
más espeso del bosque, las mariposas se alejaron
en todas direcciones. Entonces Miguel se dio
cuenta de que estaba muy lejos de casa, en el
bosque desconocido.
-Mariposas, maripositas, ¿cómo puedo volver a
casa? -empezó a gritar Miguel.
-No lo sabemos, ¡hemos nacido hace tres días! -
respondieron las mariposas.
Miguel se quedó solo en medio de un gran silencio.
-¿Podríais indicarme el camino para salir del bosque? -le preguntó a un
puercoespín.
-No, soy demasiado pequeño para saberlo. Tal vez mi mamá pueda ayudarte.
3. Pero la mamá puercoespín no
conocía el camino para volver
a casa del abuelo. Sin
embargo, le indicó cómo llegar
a la casa de un búho muy viejo
y sabio que podría ayudarle. El
sol se había escondido y el
bosque empezaba a llenarse
de mil ruidos desconocidos,
pero Miguel se armó de valor
y emprendió la búsqueda del
viejo búho. Caminando, caminando, llegó a la vieja encina donde el viejo búho
dormitaba.
-¿Quién molesta mi sueño? -preguntó el búho cuando oyó llegar a Miguel;
después abrió sus grandes ojos
amarillos y se sacudió las plumas.
-Perdona, me he perdido y ahora
no sé cuál es el camino para salir
del bosque. -Respondió Miguel.
-Uhm, han pasado muchos años por
mis plumas, pero no los suficientes
para conocer todos los senderos
del bosque. Sólo la tortuga más
vieja de Bosqueflorido conoce
todos los caminos… Tendrás que buscarla tú mismo, porque nadie sabe dónde
está.
Dicho esto, el búho cerró los ojos y volvió a dormirse.Ya era de noche y
Miguel se sentía cada vez más solo y más triste. Comenzó a pensar en todos
los secretos de Bosqueflorido que su abuelo le había contado mientras él
pensaba en otra cosa.Pero no recordaba nada y, además, empezaba a tener
un poco de miedo. Desconsolado, se sentó sobre una gran piedra y se puso a
llorar.
-¿Quién está mojando mi concha? -Susurró una voz cansada.
4. Sorprendido, Miguel dio un salto, miró a su alrededor y se dio cuenta de que
se había sentado precisamente en la concha de una enorme tortuga. Era tan
vieja y tenía tantas arrugas que Miguel supo que había encontrado la que
buscaba. Entonces se tragó sus
lágrimas y le contó toda su
historia.La tortuga le escuchó en
silencio y luego le dijo:
-Como creo que ya te has dado
cuenta de que el bosque no es un
lugar para jugar, monta sobre mi
espalda y trataré de llevarte al
sendero correcto.
Agarrado a la dura concha de la
vieja tortuga, Miguel se sentía
seguro en la oscuridad de la noche. Al llegar a cierto lugar, la tortuga se
detuvo.
-Puedes bajar, -dijo- el bosque termina aquí.
-Pero ¿cómo encontraré mi casa? -preguntó Miguel asustado.
-Hay un hombre más viejo y más sabio que yo, que conoce
todos los caminos, dentro y fuera de Bosqueflorido.
Búscale.
Dicho esto, la tortuga desapareció. Miguel se acurrucó en
el suelo, desconsolado, sin darse cuenta de que una lucecita
se acercaba en la noche.
Era el abuelo Nicolás, que había salido a buscarle con su
linterna. ¡Él es el hombre más sabio del bosque!, pensó
Miguel mientras corrí al encuentro de su abuelo. El viejo y
el niño se dieron un abrazo muy, muy fuerte durante mucho
rato. Bajo la paciente guía del abuelo, Miguel aprendió a
conocer Bosqueflorido y a todos sus habitantes.
Había comprendido ya que el bosque no tenía secretos para
el abuelo Nicolás.