El documento discute una entrevista con Alvin Roth, ganador del Premio Nobel de Economía en 2012, donde él explica que la pobreza a menudo está relacionada con fallas en los mercados y que mejorar el diseño y funcionamiento de los mercados puede ayudar a reducir la pobreza y desigualdad. Roth ilustra esto con ejemplos de cómo mejoró la eficiencia de mercados laborales específicos como el de economistas a través de mecanismos que facilitan el intercambio de información.
Entrevista con Alvin Roth, Nobel de Economía en 2012
1. “La pobreza está a menudo
relacionada con los fallos
en los mercados”
Alvin Roth
Premio Nobel de Economía en 2012
fotoS:LindaA.Cicero/StanfordNews
gente
Cuando el sistema de un país o de
un sector no funciona, se producen
desigualdades e injusticias. Este brillante
profesor de Stanford lo ha estudiado, y ha
obtenido conclusiones reveladoras. Lean y
quizá encuentren algunas claves.
Jordi Benítez (Stanford, California)
A
lvinRothobtuvoelPremioNobelporinvestigarsegmen-
tos tan concretos como la donación de órganos, los co-
legios públicos o el mercado laboral de economistas y
médicos. Tras estudiarlos a fondo, él y su equipo descu-
breron modos de mejorar su funcionamiento. Esta aplicación prác-
tica de la economía a la vida real impactó a la Academia Sueca.
Casi dos años después de aquello, continúa viajando mucho, como
consecuencia de las numerosas invitaciones que recibe. Pero poco
a poco va retomando su actividad normal, que sigue relacionada
con los estudios microeconómicos que conduce. Hablar con él im-
presiona. Cuando uno tiene una entrevista con un premio Nobel,
quizá espera encontrarse con un gran despacho y un recibimiento
lleno de boato, con secretarias y asesores que reflejen la admiración
por uno de los grandes genios de los últimos años. Sería lo normal
en España, donde hay personajes de postín o con un cargo -por
modesto que sea- que se vuelven locos cuando los adulan o se sien-
30
2. rra menos a menudo. Reducir el coste de encontrar a los trabajado-
res apropiados es una buena cosa. Los gobiernos intentan hacerlo
por medio de sus oficinas de desempleo, mostrando que tienen
puestos disponibles. Podemos aprender a hacerlo mejor y antes, de
modo que los estudiantes sepan qué formación elegir.
Esa es una de las lacras que tenemos en España. Los estudios
superiores no están adaptados a las demandas del mercado
laboral. Como consecuencia, nuestro paro juvenil rebasa el 50%.
Muchos jóvenes se van porque no ven oportunidades. ¿Cómo se
resuelve ese desafío?
Nosotros también tenemos problemas de ese estilo. Es difícil
ajustar la educación a las necesidades del mercado de trabajo.
Lleva tiempo. Una de las carreras más populares en Stanford es
Computer Science –Informática–. Muchos de nuestros estudian-
tes acaban trabajando en buenas compañías, como Facebook o
Twitter, o en otras de las que nunca hemos oído hablar, o de las
que oiremos hablar mañana.
Aquí, en California, el diseño de las carreras funciona muy bien.
Es una de las razones por las que las empresas vienen a Silicon
Valley. Si estás aquí, puedes contratar al tipo de personas que
trabajan aquí. Yo he dado clase en la Universidad de Pittsburgh
durante muchos años. Está ubicada cerca del valle del río Ohio.
Allí se ha producido mucho acero. Con el paso del tiempo, se
demostró más eficiente transportarlo a través del océano que a
través del río. Así que las acerías se movieron a Corea del Sur,
donde el mar estaba más cerca. Se volvió más barato para los
californianos obtener su acero de Corea que de Pittsburgh. Aho-
ra la región se ha especializado en medicina e informática. En la
Universidad de Pittsburgh se hacen muchos trasplantes. Y en
Carnegie Mellon, la otra gran universidad de la zona, se ha eri-
gido una gran escuela de informática. Google y Microsoft tienen
mucha presencia allí. El cambio se llevó a una generación. Si tenías
50 años cuando las acerías cerraron, nunca volverías a tener un
trabajo como ese. Pero si cuando cerraron las acerías estabas
estudiando, entonces no había ningún problema. Podías cursar
otras cosas y seguir viviendo en Pittsburgh, y desarrollar tu ca-
rrera. Pero realmente fue una disrupción. Para los mayores de
50 años –que vieron caer su industria– no fue fácil. Ahora nece-
sitamos hacer mejores programas de protección social. En cam-
bio, para quienes están estudiando hay que mejorar la educación.
Tienen que aprender cosas nuevas.
Sin duda, son dos buenos ejemplos de reinvención. Una ciudad
donde se acaba su negocio tradicional, como ocurre en ciudades
españolas –o en el país, con la construcción–, y reacciona apo-
yándose en negocios que funcionan y en unos estudios que le
suministran de personal.
Habla de los mayores de 50 años, colectivo que también sufre en
España, y para quien es necesaria la protección social. ¿Pero
cómo sobrevive el resto de la población activa? ¿Por qué
tenprotagonistas.AlvinRothestábastantelejosdeesosestereotipos.
Cuando llego a su oficina, toco en la puerta, que está medio abierta,
y le encuentro andando en una cinta transportadora. El médico le
ha recomendado caminar para paliar sus problemas de espalda, y
lo hace contemplando en unas pantallas la réplica del contenido
que estudia en su ordenador. Nada de perder el tiempo. Nada de
apariencias. Nada de darse importancia. Cuando me ve, deja su ac-
tividad y me saluda con una amplia sonrisa. Suele decirse que los
sabios son personas humildes y cercanas, y él, desde luego, trans-
mite ambas cosas. El encuentro tiene lugar en el espacio donde
trabaja, más pequeño que una sala de estar estándar en España.
Sentados ya en la mesa, este economista de 62 años reconoce que
le sorprendió mucho recibir el Premio Nobel. “Aunque sabía que se
hablaba de mí. No era imposible”, admite.
Usted es un experto en el diseño de mercados. En España tenemos
un gran problema con un mercado que no funciona: el laboral. Más
de un 25% de desempleo. Aunque obviamente no conoce nuestra
realidad al detalle, ¿qué soluciones se le ocurren?
Cuando hay una recesión, hay menos actividad económica y menos
trabajo. Pero incluso durante un período así, hay empresas que bus-
can empleados, y pueden encontrarlos, y trabajadores que buscan
ocupación, y pueden hallarla. El ajuste entre ellos puede hacerse
de un modo más eficaz. La pregunta es cómo conseguirlo. La pri-
mera respuesta es proporcionando información. Otra clave es la
preparación: qué cualificación necesitan las personas para obtener
los puestos disponibles. Algunas de estas tareas llevan tiempo. Par-
te de los estudios que he desarrollado han tenido que ver con mer-
cados laborales específicos: economistas, médicos... Y la solución
simplemente consiste en hacer que funcionen de un modo más
eficaz. Un ejemplo: cuando nuestros estudiantes quieren hacer el
doctorado, han de ser contratados por una universidad. El sector
trata de facilitarlo convocando cada año una reunión en la primera
semana de enero. Es un mercado laboral de economistas. Asiste
mucha gente. La atracción consiste en que, si estás en un departa-
mento de una universidad y quieres contratar, puedes entrevistar a
muchos candidatos. En tres días puedes tener suficientes conver-
saciones para elegir. Si perteneces a un campus atractivo, como
Harvard o Stanford, escoges a quien quieres. Pero si provienes de
Pittsburgh –una excelente universidad donde yo trabajé antes de
venir a Stanford– no puedes hacerlo. Si a Harvard o Stanford le
gustaba el mismo candidato que a nosotros, nos quedábamos sin él.
Una de las cosas que hice para ayudar al mercado es construir un
mecanismo de señales. Es muy barato gracias a Internet. Podías
pedir trabajo en cien lugares, pero enviar dos señales a la Asociación
de Economistas Americanos con los dos que más te interesaban.
Tratábamos así de coordinar a las universidades con el interés de
los candidatos por ser entrevistados. Es un modo de descongestio-
nar el mercado y evitar que se pierda gente. Tú puedes ser un tipo
inteligente, al que nos gustaría contratar. Pero si no sabemos que
estás interesado en nosotros, quizá no te entrevistemos: solo pode-
mos hacer veinte o treinta entrevistas en tres días. Y si no hablamos
contigo, no te contratamos, porque no te conocemos. Tratamos de
hacer los mercados más eficientes para que este tipo de cosas ocu-
“Siriaestádestruyendosu
economíaconlaguerracivil”
“Noestáclaroenquécontribuyen
loshedgefundsalaeconomía”
31
3. ustedes tienen menos problemas de
ocupación que nosotros?
Estados Unidos es muy diferente a Europa
porque todos hablamos la misma lengua.
Aquí es posible moverte a distancias lejanas
para obtener un trabajo. Cuando se empie-
za a trabajar en el desarrollo de petróleo de
calidad en Dakota del Norte, se mueven allí
los que trabajaban en esa área en Oklaho-
ma. Y los empleados de la construcción en
otra región, se van allí para hacer casas pa-
ra los trabajadores del petróleo. Pero no
todo el mundo puede hacer esto. Hay zonas
de EEUU que tienen un paro mayor que
otras, y otras en las que el desempleo es
muy bajo. Realmente necesitan trabajado-
res de todo tipo y poder contratarlos.
Uno de los factores positivos del actual in-
tento de dar a las personas seguros de salud que no estén relacio-
nados con su puesto de trabajo, es que las hace más propensas a
la movilidad. Una de las fricciones que había en el mercado ame-
ricano era que muchas personas tenían su seguro gracias a su
ocupación. Aunque tu empleo empezara a peligrar y temieras que
tu compañía pudiera despedirte, eras reticente a dejarlo y buscar
otro, porque ponías tu seguro en peligro. Eso ha cambiado ahora.
Desligar la sanidad del puesto de trabajo hará más fácil dejar un
trabajo para irse a otro mejor, y crearemos empleo. Tenemos mu-
cha movilidad laboral gracias a que hablamos una sola lengua en
el país. Pero no somos completamente móviles. Otro asunto que
nos ha frenado es que dejas a tu familia detrás. No a tu mujer y a
tus hijos, pero sí a tus hermanos, tus primos… Cuando trabajas tus
primos vienen a cenar a tu casa; cuando no lo tienes, ocurre lo
contrario. Os cuidáis mutuamente. Pero si te mueves a Dakota del
Norte y la cosa no va bien, ¿quién se ocupa de ti? Una de las utili-
dades de los programas de protección social es que facilitan la
movilidad de la gente.
Entre los fallos actuales del mercado de trabajo, y
especialmente de los salarios, muchos hablan de la
desigualdad. Crece la diferencia entre ricos y pobres. ¿Qué
opina de esta cuestión?
Es un tema importante que no entendemos bien. Estoy seguro de
que algunos tipos de desigualdad molestan más que otros. Bill Ga-
tes creó la mayoría del software que uso. A nadie le importa que él
sea muy rico. Está bien. Muchos de los chicos que trabajan en star-
tups quieren ser como él. Es algo positivo para la economía y para
todos. Algunos de los tipos con armas en Siria son muy ricos. Do-
minan el país. Incluso un Estado pobre puede hacerte rico. Eso no
está bien: están robando a su país. Cuando hablamos de la reforma
financiera en Estados Unidos, tratamos un asunto parecido. Si pien-
sas que los hedge funds nos hacen ricos a todos, está bien. Pero si
estimas que están captando demasiado de los recursos comunes y
que están recompensando excesivamente a muy poca gente, quizá
pienses que ese no es el modo en el que deberíamos organizar nues-
tra economía. Lo que nos preocupa en torno a los hedge funds son
esas escuelas que enseñan a ganar miles de millones al año sin estar
seguros de lo que eso contribuye a la economía. Podría ser que son
ricos porque los impuestos se lo permiten de un modo que no se lo
permiten a otros. La cuestión tiene interés. ¿Cómo deberían tasar-
se? Las firmas financieras desarrollan prácticas que se traducen en
muchas desigualdades salariales. Cambiaremos algunas regulacio-
nes de nuestra industria financiera. Pero espero que no se frene que
gente como Bill Gates se enriquezca. Nos enriquecen a todos.
El libro de Thomas Piketty, ‘El capital en el siglo XXI’, ha sido muy
polémico a nivel global, y habla de este tema. ¿Qué piensa de él?
Nosoyunespecialistaenmacroeconomía.Noloheleído.Nodebería
hablar de él. Es difícil entender el flujo de la economía global. Él está
intentando algo complejo. No sorprende que las respuestas que se
obtienen de este tipo de cuestiones nos produzcan menos confianza
quelasqueconseguimosdemercadostanconcretoscomolosriñones.
Estábienquehayapersonasquetratendeentenderlaeconomíaglo-
bal, pero es que es muy grande. Hay partes de ella que no son tan
fiables como otras. Cuanto más amplia sea la pregunta que te hagas,
más difícil tendrás estar seguro de la respuesta.
Es decir: que compensa ser más pragmático. En lugar de hacer
grandes discursos, abordar temas concretos y dar soluciones
específicas, como usted ha hecho con sus estudios. ¿Cómo se
aplicaría este pensamiento a la lucha contra la pobreza?
Mucha de nuestra prosperidad viene de mercados que funcionan
bien. Una de las medidas que los países pobres pueden intentar
hacer es mejorar sus mercados, y una de las cosas que las econo-
mías desarrolladas hacen es intentar integrar más a los pobres.
Hay una famosa historia sobre pescadores indios, y cómo les afec-
tó que les dieran teléfonos. Cuando no los tenían, acudían a la
costa y algunas personas les compraban sus productos. Pero cuan-
do no sabes qué precios hay en la ciudad o dónde debes situarte
para vender tu pescado… Cuando tienes un teléfono, sin embargo,
puedes saber cuáles son los precios. Entonces estás más integrado
en el mercado y puedes tomar mejores decisiones. En muchos
gente
“Haydesigualdadesquemolestan
másqueotras.Anadieleimporta
queBillGatessearico”
32
4.
5. gente
casos, tan solo conectar a las personas con la economía es ya
una buena medida. Solo los muy pobres no tienen conexión con
la economía. Los agricultores de subsistencia hacen crecer su pro-
pia comida y se la comen. Nosotros no. Tampoco fabricamos nues-
tra ropa: la compramos. Vendemos nuestros servicios. Creo que
la pobreza está a menudo relacionada con los fallos de los merca-
dos. Por eso su diseño da alguna esperanza en ese terreno. Cual-
quier mercado tiene que ser diseñado. Etiopía es un país pobre.
Uno de sus cultivos es el café. Ha sido siempre muy difícil com-
prarlo. Si formabas parte de una gran cadena de café como Star-
bucks y querías comprar café etíope, tenías que mandar a alguien
allí para que probara el producto y comprobara que era bueno.
Ahora hay un mercado que califica su calidad. Esto se traduce en
que tienen un producto de mayor calidad. Una de las cosas que se
ve hoy en día en Etiopía es que no solo es más fácil comprarles
café, aunque se esté lejos de ellos. También es más sencillo para
los agricultores ser pagados por haber hecho el esfuerzo de fabri-
car un buen café. Esto es algo bueno para un país pobre. Y tiene
que ver con los mercados, y con diseñarlos bien.
A veces se plantea si los países desarrollados podrían hacer algo
más. ¿A usted qué le parece?
Hay que diferenciar entre ayudar a Estados pobres y ayudar a
refugiados. Éstos son una emergencia. Hay un millón de personas
saliendo de Siria y tienes que construir lavabos, traer comida y
ubicarlos en un lugar seguro. No es fácil, pero lo que tienes que
hacer es gastar dinero. Traer casas prefabricadas en aviones, co-
mida, combustible, etc. No es el modo de hacer a los países más
ricos. No sabemos cómo hacerlo. Conocemos cómo rescatar a la
gente del hambre. Lo estamos haciendo bien a la hora de conseguir
que no comiencen o se contagien de epidemias terribles, o de dif-
teria. Pero hacerlos más ricos… No solo la República Centroafri-
cana es pobre. También lo es Siria ahora. Están destruyendo su
economía con la guerra civil que están manteniendo.
¿Qué le parece que se está haciendo bien?
Las enfermedades son uno de los factores que empobrece a las
personas. Por eso es bueno acabar con la malaria, la polio, etc. En
esta línea, creo que la Fundación Bill Gates está haciendo un buen
trabajo.
Actuar de este modo es más eficaz para las personas que enviar la
ayuda a los responsables del país. La corrupción lo absorbe todo.
Si vives en un lugar en donde hay una guerra civil, los que llevan
las armas se quedarán con la ayuda. Amartya Sen, colega mío en
Harvard, ganó el Premio Nobel de Economía por estudiar el ham-
bre. Solía pensarse que el hambre se producía en lugares donde
no había suficiente comida. Pero él se dio cuenta de que había
hambre en muchos lugares en donde la comida se exportaba. En-
tonces entendió que el problema no era la escasez, sino que había
personas que habían perdido su derecho a alimentarse. Uno de
los lugares donde lo comprobó fue en Irlanda. La carne de vaca se
exportaba a Inglaterra durante la crisis de las patatas –mucha
gente murió en 1850 por una enfermedad relacionada con este
cultivo, y otros tuvieron que dejar el país–. ¿Por qué? Si tenías una
vaca, querías venderla. ¿Quién podía comprarla? Alguien que pu-
diera llevarla a Inglaterra, donde había dinero y podían adquirir-
la. El problema no era que no hubiera comida: consistía en que
había personas que no podían obtenerla. Es bueno traer comida
y darla a la gente que lo necesita, pero eso no resuelve los proble-
mas de los países.
Es duro ver cómo tus propios compatriotas piensan antes en el
bolsillo que en las necesidades de los que tienen cerca. ¿Es un
problema de educación?
Hay que trabajar en ella a largo plazo, pero también en la paz. El
problema de Siria no es la educación: son las armas. En Oriente
Medio hay muchos países potencialmente ricos que se desmoronan.
Irak exporta petróleo, pero la economía y el país están sufriendo
debido a la guerra civil. Tener recursos no es suficiente.
La avaricia es a menudo la que está detrás de los problemas de
estos países. También de la crisis financiera que arrancó en
Estados Unidos. ¿Cómo ve la situación de los mercados años
después de las turbulencias?
Algunas de nuestras instituciones bursátiles surgieron antes de la
llegada de la informática a la inversión. Algunas de ellas ya no están
adaptadas al mercado. Por ejemplo, New York Stock Exchange era
una parte gigantesca del mercado de valores americano, y ahora es
mucho más pequeña. Mucha de la inversión se hace de muchos
otros modos. Como hemos tenido diferentes tipos de crisis, hemos
aprendido a regular mejor los mercados. Piense en la crisis finan-
“AmartyaSendescubrióqueel
problemanoeralaescasezde
comida,sinopersonasquehabían
perdidosuderechoaalimentarse”
34
6. ciera de hace unos años. O en la acaecida en la Gran Depresión,
cuandomuchosbancosquebraron.Aprendimosaregularlosbancos.
Si querías ser un banco, debías tener una cierta cantidad de reservas
y cumplir otros requisitos. Lo mismo ocurría con las compañías de
seguros. Han de estar reguladas. Sabemos que ingresan dinero cons-
tantemente, pero también que tienen que pagar mucho algunas
veces. Por eso su dinero ha de estar guardado. Pero ahora, muchas
compañías hacen banca o seguros sin llamarse bancos o asegura-
doras. Muchas de ellas no están reguladas del modo que lo están las
que sí lo son. Está bien que se inventen nuevos instrumentos finan-
cieros, pero hay que darles una regulación que asegure su fiabilidad.
No es sorprendente que haya crisis de vez en cuando. Cuando yo
era joven, había una ley que prohibía a los bancos tener oficinas en
distintos estados. No teníamos grandes entidades, y eso no era bue-
no. Es positivo que sean grandes, aunque también pueden traerte
problemas. Es natural que los nuevos inventos de los mercados
traigan nuevas regulaciones al cabo de un tiempo. Están emergien-
do muchas preguntas interesantes en torno al diseño de los merca-
dos financieros debido al creciente uso de la informática en la in-
versión. Se invierte con mayor rapidez, y la cuestión es saber cómo
pueden reaccionar a ello los inversores. Es una pregunta importan-
te de cara a los próximos años.
Como profesor universitario, quizá le preocupen los problemas
que están teniendo los estudiantes en EEUU para devolver los
préstamos con los que financian sus estudios. ¿Cómo ve la
situación de la universidad?
En Estados Unidos solíamos ver las universidades como una de las
grandes máquinas de la movilidad social. Piense en nosotros como
una nación de inmigrantes. Mis abuelos vinieron de Rusia y eran
sastres. Mis padres fueron a la universidad y ejercieron como pro-
fesores de instituto. Yo hice el doctorado y ahora soy profesor de
universidad. Esta era la clásica historia que nos gustaba contar.
Ahora nos preocupa que esto cada vez ocurre menos. En lugar de
ser máquinas de movilidad social, las universidades se están con-
virtiendo en lugares donde las clases bien educadas transmiten su
herencia a sus hijos. El problema va más allá de tener o no dinero.
Una vez que alguien es admitido en Harvard o Stanford, el dinero
no es un inconveniente. El problema es que hay muy pocas familias
con ingresos de 50.000 dólares al año que puedan conseguir para
sushijosunaeducaciónsuficientequeluegolespermitairaHarvard
o Stanford. Tenemos un problema que aún no hemos resuelto: cómo
conseguir que vengan a la universidad chicos con talento de todas
las esferas de la sociedad y puedan de este modo obtener la educa-
ción adecuada. Si tus padres no han ido a la universidad, es más
difícil que tú lo hagas. Si vives en una comunidad donde todo el
mundo va a la universidad, sabes a qué colegios has de ir, qué cursos
has de hacer… Es un recorrido completo.
Concluida la entrevista, Alvin Roth me despide con la misma
amabilidad con que me recibió. Pero sus reflexiones nos dejan mu-
chas incógnitas en torno a nuestro país. ¿Estamos pendientes de
buscar y aplicar soluciones pragmáticas como la de los pescadores
indios? ¿Se trabaja en España en la reinvención del futuro como se
hizo en Pittsburgh? ¿Se hace algo para mejorar el funcionamiento
del mercado de trabajo como se procuró entre los economistas
americanos? ¿Cuáles son los fallos del mercado que impiden que
nuestropaísdespegue?¿EselEstado?¿Elsuelo?¿Lacorrupción?Más
nos vale descubrirlo y poner en marcha el remedio. Si siguiéramos
la metodología de Alvin Roth, habría que sentarse a estudiar nues-
tro mercado, pensar soluciones concretas y efectivas para el bien
de las personas y ponerlas en marcha. Como él dice, eso lleva tiem-
po. Y trabajo. Así de sencillo y de complicado. Por eso a él le dieron
el Premio Nobel.
fotoS:LindaA.Cicero/StanfordNews
“Pikettyintenta
algocomplejo.
Cuantomás
grandeesla
preguntaquete
haces,másdifícil
esestarseguro
delarespuesta”
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