El documento argumenta que los sistemas educativos son cómplices de la violencia contra los niños debido a la "violencia sistémica", la cual se refiere a prácticas institucionales que imponen una carga psicológica o física a los estudiantes. La violencia sistémica es perjudicial para todos los estudiantes pero afecta desproporcionadamente a aquellos que no son blancos, heterosexuales, cristianos, sin discapacidades, inteligentes, delgados, de clase media o hablantes de inglés. A