La vela se coloca en equilibrio sobre dos vasos volteados con un alfiler atravesando el centro. Al encender cada extremo de la vela, se pierde masa y cambia el centro de equilibrio, haciendo que la vela oscile de un lado a otro del punto de suspensión. Esto se debe a que al quemarse los extremos, el centro de masa de la vela se mueve y causa las oscilaciones.