La filosofía griega concibió el alma de diferentes maneras. Platón vio el alma como inmortal y separada del cuerpo, mientras que Aristóteles consideró que el alma no puede existir sin el cuerpo. La concepción bíblica, según el Antiguo Testamento, es que Dios creó al hombre con alma, cuerpo y espíritu. El Nuevo Testamento enfatiza la facultad divina del espíritu. Los padres de la Iglesia afirmaron que el cuerpo es temporal pero el alma es eterna.