La evaluación debe ser un proceso integral, continuo y participativo que mida los cambios logrados en el aprendizaje de todos los agentes involucrados, no solo de los estudiantes. La evaluación contemporánea debe ser más democrática al contemplar la posibilidad de que todos contribuyan y sean evaluados, y buscar la eficiencia en la transferencia del conocimiento. Las tecnologías de la información y la comunicación generan nuevas formas de enseñar, aprender y evaluar de manera interactiva.