La Iglesia cristiana se había organizado en toda Europa durante la Edad Media, dividiendo cada territorio en diócesis gobernadas por un obispo. Los reyes alemanes fundaron nuevas ciudades para establecer obispados, como requería la Iglesia. Cada obispo controlaba un vasto territorio con caballeros como escolta. La religión era el centro de la vida durante la Edad Media, y la Iglesia ejercía un gran poder y autoridad religiosa.