El documento describe tres principios fundamentales de la Iglesia en discipulado misionero: escuchar, aprender y anunciar; el sentido del discipulado como seguir a Jesús; y la humanidad como horizonte de la misión. Enfatiza que Jesús encarna el amor de Dios para la humanidad, y que el Espíritu Santo impulsa a la comunidad a redescubrir su vocación misionera para servir a la humanidad.