El documento habla sobre el Imperio Bizantino durante los siglos VII y VIII, un período de crisis marcado por invasiones externas de musulmanes, búlgaros y eslavos, así como luchas internas entre iconoclastas e iconódulos. La imagen religiosa tenía gran importancia en Bizancio, pero la Crisis Iconoclasta a partir del siglo VIII impuso la prohibición de imágenes religiosas y destruyó muchos iconos existentes.