1. Las mujeres como pareja
Si lo más importante en la vida de una mujer sigue siendo el cuidar y
seguir cuidando de otros, toda la vida, día y noche, el Quien Soy y Qué
Soy, se transforma en “Soy para”. En general, el sentido de la vida de
muchas mujeres tiene que ver con la utilidad para otros, la calidad de
lo que hago para otros y ser indispensable para otros.
La mujer desde esta perspectiva se sitúa en un estadio de
incompletitud si no está vinculada dependientemente de otros, y
además en orden de importancia, pone a los demás por sobre ella
misma. En el centro no se ubica el yo, sino los otros.
En principio las mujeres han sido
definidas ontológicamente por sus
condiciones biológicas y emocionales como
“capacitadas para cuidar de otros”.
Somos las cuidadoras de todo el mundo.
Tenemos como función vital, dar la vida,
protegerla, cuidarla, reproducirla y
mantener a las personas que están bajo
nuestro cuidado, en las mejores
condiciones posibles.
2. La mujer moderna
La intencionalidad de este nuevo concepto se enfoca en que ocupemos
el centro de nuestra vida, estableciendo límites claros y luchando por
nuestra individualidad a como dé lugar.
Vivir nuestra vida para nosotras mismas, actuar como la protagonista
de la propia vida, “vivirnos” como el sentido mismo de la vida.
¿Para qué vivo, trabajo, estudio, salgo a la calle, etc?
Para mi vida.
La definición anterior ha sido hecha desde
una visión patriarcal y limita a la mujer a
un espacio muy estrecho.
Hoy en día, las mujeres han intentado
reivindicar la definición de su rol
buscando todo lo contrario; la mujer
moderna está llamada a lograr
independencia y no necesitar de “cuidar a
otros” para sentirse completa.
3. ¿Cómo lograr el equilibrio?
Ninguna de estas dos definiciones por separado y en oposición, logran
que una mujer se sienta en plenitud, pues generalmente aparecen en
nuestra vida en extremos opuestos.
El trabajo interno de cada mujer, es lograr equilibrar estas propuestas e
incluir nuevas definiciones de ser mujer, desde lo afectivo, sexual,
emocional, físico, social, etc.
Los conflictos vitales y existenciales de
las mujeres, están marcados
internamente por esa lucha de
contradicciones que a veces nos
devasta.
Ser para otros y ser para mí. Estar
en igualdad con los otros o estar en
inferioridad con los otros. Tener
funciones de cuidados vitales de los
otros y legítimamente cuidar de
nosotras.
4. ¿Qué papel cumplen los otros
en nuestra vida?
Aunque las mujeres estén ubicadas en
espacios modernos, los demás – los otros-
reclaman un conjunto de comportamientos
tradicionales, independientemente de su
ubicación. Ahí son llamadas, reconvenidas
para que se comporten de manera
tradicional. Y ahí se generan muchos
espacios de conflicto, en las normas, en las
leyes y muchos otros ámbitos.
El otro, no debiese plantearse frente a nosotros haciendo exigencias,
incluso durante la maternidad, en donde entregamos cuidados vitales,
debemos tener cuidado de no “descuidarnos a nosotras mismas” porque
desde ahí parten las disconformidades, que si no identificamos y
solucionamos a tiempo, pueden transformar nuestra vida en una
permanente insatisfacción.
•El otro, aprenderá a respetar nuestros limites cuando seamos capaces
de plantearlos con firmeza y dulzura.
5. Autonomía perdida en pareja
•Cuando estar enamorada significa sufrir.
•Cuando creemos que la culpa de que una
relación no funcione, es solo nuestra.
•Cuando disculpamos su mal humor, su mal
carácter, su indiferencia o sus desaires
como, problemas debidos a una “niñez
infeliz” y tratamos de convertirnos en su
terapeuta.
Cuando no nos gustan muchas de sus conductas, valores y características
básicas, pero las soportamos con la idea de que, él querrá cambiar por
nosotras.
Cuando nuestra relación perjudica nuestro bienestar emocional e incluso,
quizá, nuestra salud e integridad físicas.
Finalmente: en una relación, se está mucho más en contacto con la
fantasía de cómo podría ser que con la realidad de su situación.
6. ¿Qué nos está ocurriendo?
Necesitamos controlar a nuestra pareja y
nuestras relaciones. (apego no seguro)
Disimulamos estos esfuerzos por controlar a
la gente y las situaciones bajo la apariencia
de "ser útil".
Al vernos involucrarnos con personas que
tienen problemas por resolver, o en
situaciones que son caóticas, inciertas y
emocionalmente dolorosas, evitamos
concentrarnos es la responsabilidad para
con nosotras mismas.
Es probable que tengamos tendencia a los episodios depresivos, los cuales
tratamos de Justificar por medio de relaciones insatifactorias.
No nos atraen los hombres que son amables, estables, confiables. Esos
hombres "agradables" no nos parecen atractivos.
Finalmente: nos estamos planteando desde el NO pacto. En donde en las
relaciones no hay que pactar nada, se espera que cumplamos con
nuestro deber natural, y el estereotipo que nosotras mismas hemos
creado. En vez de partir de un compromiso
7. ¿Cómo nutrir nuestro Yo?
Manejar la culpa: el sentimiento de
culpabilidad se produce cuando la mujer ha
asumido hasta tal punto el papel impuesto
en una sociedad patriarcal (paciencia,
sumisión, cuidado, abnegación, sacrificio,
secundariedad) que, cuando intenta actuar,
sentir, pensar o valorar desde una posición
diferente, más autónoma, más decidida...
los “reflejos” grabados en la infancia y la
adolescencia “protestan”:
“No estás haciendo lo que deberías” “Cómo puedes ser tan egoísta y
pensar sólo en ti” “Qué va a ser de tus hijas/os o de tu madre si tú no
te sacrificas por ellos ¿vas a llevar eso sobre tu conciencia?, ¿qué van a
pensar y decir de ti?”... Si ese sentimiento de culpabilidad se realimenta
con la falta de autoestima… ¡para qué queremos más!. Como no estamos
seguras de actuar bien, como siempre nos han “rebajado”... lo normal es
que nos consideremos culpables.
8. Establecer nuestros Límites
Para establecer nuestros limites
necesitamos reconocernos en nuestro
pensar y actuar. Y desde ahí implementar
la ética del Autocuidado.
El principal cuidado que debemos procurar,
es mantener una disposición de respeto por
nosotras mismas y dejar ese modelo de
“servidumbre voluntaria”, siempre
dispuesta para los demás.
Establecer límites tiene directa relación con el logro de la libertad, y
debemos entender que la libertad NO es la realización de todos nuestros
deseos. La libertad comienza por distinguir los deseos destructivos de los
creativos. Tenemos que reconocer que nuestros deseos destructivos nos
impiden construir relaciones sanas y finalmente se concretan en una
capacidad de daño personal.
Para identificar cuáles son nuestros deseos, necesitamos aprender a leer
nuestros actos. Y desde ahí reconocernos en deseo, quiero, puedo y hago
9. Deseo, quiero, puedo, hago.
Identificar nuestros deseos, discriminarlos,
priorizarlos, reconocer que muchos de ellos
no corresponden con la libertad y
autonomía, sino más bien se corresponden
con la dependencia, subordinación, y
centralización de los otros en nuestra vida.
Necesitamos saber cuales son los deseos que
nos conducen a la centralidad de nuestro
propio yo y a la realización de nuestro
desarrollo personal.
Hay que tomar en cuenta que el deseo es una experiencia del
inconsciente, en cambio el quiero es a nivel consciente.
Necesitamos también reconocer Que quiero y Qué puedo en este
momento y qué recursos necesitamos para alcanzarlo y con cuales
contamos. Generalmente tenemos todos los recursos necesarios cuando
reconocemos nuestras necesidades reales y no fantasiosas.
Es en este punto donde ejercemos nuestro real poder: ¿qué hacer en lo
concreto, en lo cotidiano, en lo material y en lo subjetivo para realizar
deseos y satisfacer necesidades vitales.