La crisis actual está teniendo un fuerte impacto en la salud psicológica de las personas, causando estados depresivos, ansiedad, sentimientos de vacío y resignación. Además de la crisis económica, existe una crisis personal e íntima que se manifiesta de forma indirecta a través de síntomas físicos y emocionales. La psicoterapia puede ayudar a convertir la crisis en una oportunidad de crecimiento personal al aliviar el sufrimiento y mejorar la percepción, permitiendo gestionar mejor los momentos crític
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La Salud Psicológica en tiempos de Crisis
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La Salud Psicológica en tiempos de Crisis
En estos tiempos la palabra “crisis” se pronuncia miles de veces al día. Ahora es común encontrarse
con alguien en cualquier lugar y rápidamente empezar a hablar de la mala situación por la que
estamos pasando, comentando las últimas noticias cada vez más desesperanzadoras.
“Crisis” es una de esas palabras que, de tanto pronunciarlas, ya significan todo y nada, pero lo
que sí está claro es que el estado actual de las cosas está suponiendo estragos en las vidas de
millones de personas en el mundo.
Lo más frecuente es referirnos a la crisis en términos de dificultades económicas, de
desempleo y de pérdida de recursos a los que tenemos derecho y que nos han sido
despojados por varias razones, casi siempre injustas. Cansancio, desazón y miedo llenan los
ambientes, dejando muchas veces una sensación de impotencia o, en el mejor de los casos,
rabia e indignación que empujan al movimiento y a la protesta. Esa última sería la respuesta
esperable, vista desde la óptica de la salud psicológica y social. Lo que faltaría, claro está, es
que la expresión de la disconformidad también fuera censurada y dosificada, lo que traería
otros problemas junto con los ya existentes, producto de la represión y la sinsalida. No
permitamos que esto ocurra.
Pero la crisis no es solo económica. La crisis actual contiene una parte íntima, emocional y
moral. Creo, como otros lo han dicho ya, que a esta crisis económica le acompaña una crisis
personal importante, que no se puede palpar ni cuantificar pero que existe, y que tiene
también sus implicaciones en correlación con la falta de recursos para la supervivencia. Esta
crisis personal de ninguna manera está en un plano de menos importancia. Lo que sucede es
que no se ve y, de alguna forma, hemos aprendido a (mal)vivir con esa “ceguera” desde hace
tiempo ya.
El hecho de que no se vea a primera vista no quiere decir que no se manifieste. Lo hace,
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muchas veces de forma indirecta, por medio de manifestaciones y reacciones como pueden
ser (por nombrar unas cuantas):
- Estados depresivos, por causas a veces no detectadas con exactitud
- Angustia y ansiedad, que al no ser atendidas se van haciendo crónicas
- Permanente sentimiento de sinsentido, de vacío
- Desmotivación frente a las tareas cotidianas
- Sensación de falta de energía para cambiar la situación (dentro de lo posible)
- Mayor tendencia a los “enganches” (juego, internet, alcohol, tabaco, sexo, trabajo…) ver:
“Adicciones Invisibles“.
- Malestar físico, manifestaciones psicosomáticas (insomnio, disminución del interés sexual,
fatiga extrema, dolores de cabeza recurrentes, problemas digestivos, trastornos de la
alimentación…)
- Irritabilidad y aislamiento, con sus consecuencias en las relaciones interpersonales.
… Y lo más grave y peligroso de todo, la sensación de NO PODER hacer nada para cambiar la
situación!! Es decir la RESIGNACIÓN, “tirar la toalla”, permitiendo que sean otros quienes
decidan el presente y el futuro.
La falta de autoconocimiento, y la poca importancia que se le da al desarrollo personal,
buscando respuestas “afuera” que calmen nuestra ansiedad, son sólo algunas de las formas
de no estar en contacto con nosotros mismos, sin saber que las respuestas están dentro, que
nuestro cuerpo y nuestra naturaleza están diseñados para saberlas. Y algunas de las vías a las
que se acude para calmar la angustia y el vacío, son el consumo, la obsesión por el éxito, por
“tener lo último”, por llegar a los ideales marcados socialmente y así vivir esclavizados por la
obtención de beneficios que suponen “dar la talla”.
Con estas presiones sociales que prometen, sólo a quienes siguen sus reglas, éxito, afecto,
eterna juventud, belleza y algo parecido a la inmortalidad, no queda espacio ni tiempo para la
solidaridad y la convivencia. Las urgencias cotidianas nos hacen perder el valor de la vida, del
tiempo y de las relaciones con sentido, predominando así una actitud egocéntrica que deriva
en las manifestaciones psíquicas y psicosomáticas ya descritas, agravadas por un “sálvese
quien pueda”, el significado más puro del individualismo.
Como decía antes, lo más grave y peligroso es la resignación. Creo que estamos siendo
constantemente maltratados cuando no se nos respetan nuestros derechos fundamentales.
Pero también considero que somos nosotros mismos quienes podemos evitarlo. Situarnos en
la identidad de la víctima nos bloquea, nos deja sin posibilidades, esperando que alguien o
algo llegue “para sacarnos” de alguna parte, “para salvarnos” de algo. Como personas o
sociedad adulta, tenemos la posibilidad de cambiar nuestra historia. Protestar y denunciar es
una manera, tal como se está haciendo cada vez con más fuerza. Pero no es suficiente si esta
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denuncia no se acompaña de una autoreflexión y de una acción, sobre los aspectos que se
pueden transformar en cada pequeña sociedad, escuela, pareja, familia, grupo de amigos, de
colegas, etc., y en la propia relación con uno mismo.
La terapia psicológica en tiempos de crisis
La Psicoterapia es proceso de ayuda y, como tal, tiene una función en tiempos de crisis
sociales. Toda la sintomatología descrita al principio obedece a situaciones de estrés que a
veces son difíciles de metabolizar psicológicamente y que, con el tiempo, pueden llegar a
tener consecuencias importantes en la salud general.
Aparte de la función de la terapia en el alivio del sufrimiento, es decir, en la disminución de la
ansiedad, de la angustia y de otros síntomas, ésta ofrece la posibilidad de actuar de manera
positiva sobre la percepción. Lejos de prometer soluciones milagrosas, una psicoterapia
seria, comprometida e implicante por parte de los dos miembros de la relación terapéutica, sí
puede ayudar a convertir la crisis en una oportunidad de conocimiento, crecimiento y
desarrollo personal.
Por otra parte, la Psicoterapia Caracteroanalítica, al implicar el cuerpo como herramienta
terapéutica, permite un aumento de la capacidad energética, necesaria para gestionarse en
momentos críticos, y un equilibrio entre la tensión y la relajación. Esto garantiza un buen
estado de salud del sistema nervioso, dando así la posibilidad de recuperar nuestros signos
vitales, tan necesarios en tiempos difíciles como en tiempos menos duros.
La Psicoterapia es, entonces, una alternativa para crecer y desarrollarse personalmente, para
conocerse mejor y para recuperar la propia naturaleza y, así, la alegría de vivir… aún en
tiempos de crisis.
María Clara Ruiz