1) La química surgió con el descubrimiento del fuego por el hombre primitivo. A lo largo de la historia, los humanos utilizaron metales como el oro, la plata, el bronce y el hierro para fabricar herramientas y objetos.
2) Los griegos desarrollaron las primeras teorías químicas basadas en los cuatro elementos de la tierra, el agua, el aire y el fuego. Más tarde, los alquimistas árabes y europeos estudiaron la transmutación de los metales y buscar
los materiales naturales son aquellos que se encuentran en la naturaleza y pueden ser de origen animal.
Los materiales sinteticos son aquellos creados por las personas apartir de materiales naturales
los materiales naturales son aquellos que se encuentran en la naturaleza y pueden ser de origen animal.
Los materiales sinteticos son aquellos creados por las personas apartir de materiales naturales
surge en el siglo XVII a partir de los estudios de alquimia populares entre muchos de los científicos de la época. Se considera que los principios básicos de la química se recogen por primera vez en la obra del científico británico Robert Boyle: The Skeptical Chymist (1661). Esto es una breve historia de conceptos de la química como guía de exposición en clases .
ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...JAVIER SOLIS NOYOLA
El Mtro. JAVIER SOLIS NOYOLA crea y desarrolla el “ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE 1ER. GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024”. Esta actividad de aprendizaje propone retos de cálculo algebraico mediante ecuaciones de 1er. grado, y viso-espacialidad, lo cual dará la oportunidad de formar un rompecabezas. La intención didáctica de esta actividad de aprendizaje es, promover los pensamientos lógicos (convergente) y creativo (divergente o lateral), mediante modelos mentales de: atención, memoria, imaginación, percepción (Geométrica y conceptual), perspicacia, inferencia, viso-espacialidad. Esta actividad de aprendizaje es de enfoques lúdico y transversal, ya que integra diversas áreas del conocimiento, entre ellas: matemático, artístico, lenguaje, historia, y las neurociencias.
Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3.pdfsandradianelly
Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3Un libro sin recetas, para la maestr
1. Bloque I Reconoces a la Química como una herramienta para la vida
Época primitiva
La Química debió nacer con la conquista del
fuego por el hombre primitivo. Posteriormente,
el hombre primitivo se interesaría por los meta-les
por ser materiales resistentes y duraderos a
los que podía dárseles forma con mayor o menor
facilidad. Su utilización constituye las sucesivas
edades del Oro y Plata, del Bronce y del Hierro.
Los objetos más antiguos conocidos
son de oro, situándose en una época anterior a
los 5000 años a.C. Por su color, su inalterabili-dad
y su rareza ha sido siempre el metal precio-so
por excelencia. Para los chinos tenía incluso
propiedades sobrenaturales al creer que al co-mer
en un plato de oro se llegaba a una edad
avanzada, y el que absorbía oro se hacía inmor-tal.
En la Edad del Oro y de la Plata se conoció
también el cobre.
La Edad del Bronce se sitúa sobre los 4000 años a.C. En las primeras di-nastías
de Egipto y en la Grecia de Homero, el bronce ocupó el lugar del hierro en
nuestra época. Los fenicios adquirieron una gran reputación en el trabajo del bron-ce
y, aunque pueblo poco belicoso, fa-bricaba
las mejores armas.
La Edad del Hierro inicia 200
años a.C. Las dificultades en su pre-paración
y su trabajo en los primeros
tiempos, ocasionó su escaso uso. En la
Edad del Hierro se aprendió a fabricar
acero, se conoció que su resistencia
aumenta con el temple y se llegó a
protegerlo de la corrosión.
La metalurgia fue, más que
una técnica, un arte sagrado encomen-dado
a los sacerdotes. Los metales ob-tenidos
fueron relacionados con el Sol
y los planetas: el oro con el Sol, la pla-ta
a la Luna, el cobre a Venus, el hierro
a Marte, el estaño a Júpiter, el plomo a
Saturno y el mercurio a Mercurio. Esta
extraña y singular clasificación de los
metales se mantuvo durante siglos.
Los siete metales indicados, junto con
el carbón y el azufre, incluían todos
los elementos conocidos al principio de la era cristiana.
De las civilizaciones antiguas, la egipcia fue la más avanzada en las artes
químicas y la más relacionada con la Química europea moderna. Los egipcios fue-ron
maestros en la fabricación de vidrios y esmaltes; imitaban a la perfección los
metales nobles, así como el rubí, el zafiro y la esmeralda; utilizaron ampliamente
Los egipcios y persas uti-lizaban
el oro, el cobre y
compuestos de plomo para
realizar alfarería.
2. el cuero y usaron la lana, el algodón y el lino que sabían blanquear y teñir con ín-digo
y púrpura; prepararon perfumes, bálsamos, productos de belleza y venenos,
cuya química fue muy floreciente en la antigüedad; obtuvieron jabones y diferen-tes
sales de sodio, potasio, cobre, aluminio y otros metales; y utilizaron el betún
en embalsamamientos y en decoración. Pero todas estas prácticas eran fundamen-talmente
empíricas y no constituían una ciencia ni siquiera en forma rudimentaria.
Doctrinas químicas antiguas
El hombre prehistórico, al buscar el origen y la naturaleza de todo lo que le rodea-ba
creó los mitos, en los que cada fuerza natural era un dios o una figura humana;
de aquí las teogonías y las cosmogonías de los pueblos primitivos, en las que los
fenómenos se imaginan producidos por la acción de agentes sobrenaturales cuya
intervención explica todas las anomalías aparentes del universo. Este estado teo-lógico
de la ciencia se mantuvo hasta el siglo VI a.C., en que apareció en Grecia
un poderoso movimiento intelectual y sus más grandes filósofos especularon sobre
el mundo y sobre la naturaleza de la materia, y plantearon claramente muchos
de los problemas fundamentales de la ciencia. La idea de la existencia de un
principio permanente, origen de todo fue ya un principio tangible; para Tales de
Mileto (624-565 a.C.) fue el agua; Anaxímenes (585-524 a.C.) sostuvo que era el
aire, y para Heráclito de Efeso (540-475 a.C.) era el fuego. Más tarde, Empédo-cles
de Agrigento (500-430 a.C.) aceptó los elementos de sus antecesores, a los
que agregó uno más, la tierra, surgiendo la teoría de los cuatro elementos: tierra,
agua, aire y fuego, que servían de alguna manera de soporte a las cualidades fun-damentales
de caliente y frío, y seco y húmedo, y dos fuerzas cósmicas, el amor y
el odio, que son las raíces de todas las cosas. Esta teoría de los cuatro elementos
fue aceptada por Aristóteles de Estagira (384-322 a.C.), gran pensador griego que
por su fama hizo que la teoría perdurase durante unos dos mil años.
Tierra
Frío Seco
Agua Fuego
Húmedo Caliente
Aire
En realidad, los cuatro elementos no eran más que la generalización y re-presentación
de una observación familiar, pues un cuerpo es sólido (tierra), líquido
(agua) o gaseoso (aire), o bien se encuentra en estado de incandescencia (fuego).
Por la misma época, Leucipo y su discípulo Demócrito de Abdera (460-
370 a.C.) enseñaron la discontinuidad de la materia formada de átomos, el ser, y
de vacío, el no ser, resultante de los intersticios entre aquellos, y permitiendo su
movimiento. Los átomos son eternos, indivisibles (de donde deriva su nombre),
y de la misma naturaleza, pero difieren en forma, por el orden en que están co-locados
en el cuerpo, por su posición relativa y por su magnitud. A pesar de la
tendencia positiva de las ideas de Demócrito, sus seguidores no desarrollaron su
pensamiento que ofrece una estrecha relación con las teorías científicas moder-nas.
Epicuro de Samos (342-270 a.C.) creó la palabra átomo y le asignó un peso
esencial. El atomismo de Demócrito está construido totalmente por conceptos fi-
Química I
Demócrito
3. Bloque I Reconoces a la Química como una herramienta para la vida
losóficos, y no es hasta 1677 en que Boyle establece el concepto y Dalton en 1803
lo desarrolla como resultado de observaciones científicas.
Puede parecer sorprendente que los grandes pensadores griegos no bus-casen
una confirmación experimental de sus abstracciones, pero ellos aceptaban
que todo conocimiento debía adquirirse únicamente mediante especulación y que
el experimento no sólo era innecesario sino que incluso disminuiría su dignidad.
Este error del empleo del razonamiento sin experimentación mantuvo estacionado
el progreso de la ciencia durante muchos siglos.
A partir del año 300 a.C., la ciencia griega se desplaza a Alejandría, en
cuya escuela florecieron grandes matemáticos, astrónomos y biólogos, si bien fue
decayendo hasta apagarse hacia el año 400 de nuestra era. En el siglo II a.C., las
ideas científicas llegaron a Roma, pero los romanos, guerreros y constructores,
poco abiertos a las cosas del espíritu y estoicos frente a la naturaleza, no prosi-guieron
la herencia científica de los griegos.
La Alquimia
En la Edad Media, periodo del 400-1000 conocido como la “Edad Oscura”, es domi-nada
por creencias religiosas y hacia el siglo VII, entre los árabes, empieza a ad-quirir
la ciencia una cierta importancia. Los conocimientos químicos aprendidos de
los egipcios y las ideas filosóficas heredadas de los antiguos dieron a la alquimia en
manos de los árabes y después en toda Europa, una significación especial.
Los alquimistas consideraron los metales como cuerpos compues-tos
formados por dos cualidades-principios comunes: el mercurio, que re-presentaba
el carácter metálico y la volatilidad, y el azufre, que poseía la
propiedad de combustibilidad. Posteriormente se unió un tercer principio,
la sal, que tenía la propiedad de la solidez y la solubilidad. Estos tres
principios o elementos, llamados “tría prima” de los alquimistas sustituye-ron
en la Edad Media a los elementos aristotélicos, y aunque al principio
tuvieron un carácter abstracto, fueron considerados más tarde como ma-teriales.
Existía para los alquimistas la posibilidad de la transmutación de
los metales innobles en nobles y concretamente, la conversión del plomo,
mercurio u otros metales corrientes en oro.
Esta transmutación, conocida como la “Gran Obra”, debía reali-zarse
en presencia de la “piedra filosofal” cuya preparación fue la tarea
de los alquimistas. En el siglo XIII se extendió el objetivo de la alquimia al
buscar el “elixir filosofal o de larga vida”, para eliminar la enfermedad,
devolver la juventud, prolongar la vida e incluso asegurar la inmortalidad.
La alquimia fue una práctica secreta debido a que la relacionaban con la
magia, y los alquimistas eran elegidos para ser depositarios de la verdad
y no debían divulgar sus conocimientos. Escribieron en un lenguaje her-mético
describiendo operaciones y haciendo uso de signos y símbolos. Un
libro de alquimia, el Liber Mutus, no contiene ningún texto sino quince
grabados, en su mayoría ininteligibles, para hacer conocer la preparación
de la piedra filosofal. Los trabajos de los alquimistas, aunque infructuosos
en el descubrimiento de la piedra filosofal y del elíxir de larga vida, produ-jeron
La alquimia fue una mez-cla
indudables progresos a la Química del laboratorio, al preparar gran número
de nuevas sustancias, perfeccionaron aparatos útiles y desarrollaron técnicas que
constituyen la base de la incipiente ciencia química.
de Química práctica y
misticismo.
4. El más brillante cultivador de la alquimia árabe fue Geber (Abou Moussah
Diafar al Sofi Geber), vivió y murió en Sevilla (finales del siglo VIII), fue uno de los
sabios más grandes de la época. Escribió numerosas obras como Perfectionis, el tra-tado
de Química más antiguo que se conoce. Posteriores a Geber son Rhasés (siglo
X), Avicena (siglo XI), cuyo prestigio fue inmenso como alquimista, filósofo, astróno-mo,
matemático y médico; Averroes (1126-1198), célebre por sus comentarios sobre
Aristóteles, ejerció gran influencia en el pensamiento medieval. Se reconoce a los
árabes el preparar la sal amoníaco, el aceite de vitriolo (ácido sulfúrico), el agua
fuerte (ácido nítrico), el agua regia, ciertos sulfuros metálicos, varios compuestos de
mercurio y arsénico, y la preparación del espíritu de vino (alcohol).
Hasta las Cruzadas, el árabe fue la lengua exclusiva de la ciencia, y Cór-doba
el foco de la cultura. Los siglos X, XI y XII fueron los más florecientes para
la ciencia española (arábiga-judaica-cristiana), que al difundirse a toda Europa,
originó en el siglo XIII un poderoso resurgimiento científico en el que la alquimia
adquirió una extensa significación. Entre los alquimistas de Occidente destaca por
su sabiduría San Alberto Magno (1193 o 1206-I280), dominico alemán, llamado el
Doctor Universal y considerado como el Aristóteles de la Edad Media. A él se debe
la preparación de la potasa cáustica mediante la cal, procedimiento que aún se
practica en los laboratorios. Describe con exactitud la afinación del oro y de la
plata mediante copelación con plomo, señala el efecto del calor sobre el azufre y
emplea por vez primera la palabra afinidad en el sentido usado hoy día. Expone la
acción del agua fuerte (ácido nítrico) sobre los metales, como su acción en la sepa-ración
del oro y de la plata en las aleaciones preciosas. En su tratado De Alchimia
expone las condiciones que debe reunir un alquimista y que casi en su totalidad
pueden aplicarse a los químicos actuales.
Contemporáneo de San Alberto es el inglés Roger Bacon (I2I4-I294),
fraile franciscano que profesó en París y en Oxford. En su obra Speculum alchi-miae
alude a un aire que es alimento del fuego y otro que lo apaga, habla de
una llama producida al destilar las materias orgánicas y vulgariza el empleo
de la pólvora. Defendió la experimentación y combatió con tesón a Aristóteles. Fue
también un gran físico cuyos trabajos en el campo de la Óptica fueron notables.
Santo Tomás de Aquino (1225-I274) discípulo de San Alberto, escribió un
tratado sobre la esencia de los minerales y otro sobre la piedra filosofal.
El renacimiento científico
Aunque la transmutación de los metales fue creída
hasta el siglo XIX, la alquimia fue perdiendo su carác-ter
ideal, llegando a ser prohibida por reyes y papas.
A principios del siglo XVI los esfuerzos de muchos al-quimistas
se dirigen a preparar drogas y remedios,
al señalar Paracelso (1493-1541) que la misión de la
alquimia era la curación de la enfermedad. Apare-ce
una transición entre la Alquimia y la verdadera
Química, que se conoce como iatroquímica o química
médica. Paracelso, cuyo verdadero nombre es Felipe
Aureolo Teofrasto Bombast de Hohenheim, médico y
alquimista suizo, dictó la primera cátedra de Química
creada en Basilea en 1527, la que abandonó para via-jar
por toda Europa, ejerciendo una gran influencia.
Paracelso buscó la piedra filosofal, que los templarios
atesoraban, porque pensaba que era capaz de convertir el
plomo en un metal con más virtudes.
Química I
5. Bloque I Reconoces a la Química como una herramienta para la vida
Contemporáneo de Paracelso es Georg Agricola (1496-1555), su verda-dero
nombre Landmann, médico sajón, que en su obra De Re Metallica expone en
forma clara todos los conocimientos metalúrgicos de la época. La metalurgia había
adquirido en los distritos mineros de Bohemia, un gran desarrollo, lo que condujo
a la fabricación industrial de ácidos y a practicar el ensayo de minerales, inicio del
análisis químico.
Seguidores de Paracelso, pero más claros son Libavius (1540-1616), mé-dico
alemán que prepara el cloruro estánnico, estudia los fundentes en metalurgia
y obtiene muchos medicamentos; Van Helmont (1577-1644), médico belga, gran
investigador ―es notable su investigación acerca del crecimiento de un pequeño
sauce, que duró cinco años― que combate la teoría griega de los cuatro elementos,
eliminando el fuego y la tierra; inventa la palabra gas y hace estudios sobre el gas
silvestre (gas carbónico); y Lemery (1645-1715) describe las distintas operaciones
de la Química.
En esta época se había creado en Europa un nuevo clima intelectual. En
el siglo XIV se había producido en Italia un movimiento humanista que al volver al
pensamiento de la antigüedad clásica hizo posible la reconstrucción del espíritu
griego. El Renacimiento, primero en el campo de la literatura y después en el de
las artes, pasó pronto al pensamiento científico, y al unirse observación y teoría se
inicia la ciencia experimental que sustituye a las especulaciones filosóficas de la
Edad Media. Leonardo da Vinci (I452-1519) introduce en el dominio científico los
principios del Renacimiento y abre el camino a Francis Bacon (1561-1628), teórico
del método experimental, que en 1620 en su obra Novum Organum erige la obser-vación
en sistema filosófico; Descartes (1596-1650), filósofo francés que en su
Discurso del método publicado en 1637 establece claramente las bases del método
científico.
Las nuevas ideas consiguieron grandes progresos en Matemáticas,
Física y Filosofía, y después en la Química. Se comunican los resultados de
las observaciones de sus estudios y se crean Academias Científicas en mu-chos
países. Sólo se precisa disponer de una técnica de medición para que
la Química pueda desarrollar su carácter de verdadera ciencia.
El irlandés Robert Boyle (1627-1691) es el primer químico que
rompe abiertamente con la tradición alquimista. En su famosa obra The
Sceptical Chymist (“El químico escéptico”) establece el concepto moderno
de elemento al decir que son “ciertos cuerpos primitivos y simples que no
están formados de otros cuerpos, ni unos de otros, y que son los ingredien-tes
de que se componen inmediatamente y en que se resuelven en último
término todos los cuerpos perfectamente mixtos”, y supone que el número
ha de ser muy superior a los tres de los alquimistas o a los cuatro de los
aristotélicos. Boyle es el primer hombre de ciencia que adopta la teoría
atómica para explicar las transformaciones químicas, y sus investigaciones
en el campo de la Física y de la Química permiten considerarle como el
precursor de la Química moderna al hacer de ella el estudio de la naturale-za
y composición de la materia en vez de ser, como hasta entonces, un sim-ple
medio de obtener oro o de preparar medicamentos. Entre sus notables
descubrimientos están: la ley que lleva su nombre de la compresibilidad de
los gases, el efecto de la presión sobre el punto de ebullición de un líquido, la clara
distinción entre mezclas y combinaciones, el empleo de muchos reactivos (como
el nitrato de plata, el gas amoníaco adquirieron gran importancia en Química ana-lítica,
la utilización del jarabe de violeta como indicador para distinguir los ácidos
y bases, y la obtención de nuevos compuestos.
Robert Boyle.
6. La teoría del flogisto
Los químicos de la época de Boyle estaban poco preparados para aceptar sus ideas,
pero en cambio, atraídos por sus experimentos acerca de los gases, investigaron
con estas nuevas sustancias y estudiaron el problema de la combustión. Se debe
a Georg Ernst Stahl (1660-1734), químico y médico alemán, la teoría del flogisto
que, aunque falsa, tiene no obstante el mérito de ser la primera teoría capaz de
coordinar el conjunto de los fenómenos esenciales de la combustión y de la reduc-ción.
Stahl basa su teoría en las ideas del alquimista alemán J. J. Becher (1635-
1682), el cual, al admitir el elemento terroso, el elemento combustible y el ele-mento
metálico no hace más que desarrollar la vieja noción de los tres elementos
cuyo origen debe buscarse en las “exhalaciones” de Aristóteles; un claro ejemplo
de la pervivencia de las ideas.
Johann Becher y Georg Stahl explican que existe una sustancia llamada flogisto, que hace posible
que los objetos se quemen.
La teoría del flogisto, conocida también como “sublime teoría”, supone
que toda sustancia combustible, tal como un metal, contiene un “principio infla-mable”,
denominado posteriormente, flogisto; en la combustión se desprende el
flogisto con acompañamiento de luz y calor y queda un residuo, la “ceniza” o “cal”
del cuerpo combustible. Cuanto más inflamable es un cuerpo tanto más rico es en
flogisto. El principal interés de la teoría está en que explica el fenómeno inverso
de la combustión, la reducción, pues si se calienta la cal (las cenizas metálicas)
con una sustancia rica en flogisto, tal como el carbón, ésta cede su flogisto a la cal
y el metal se revivifica. Varios metales tratados por diversos ácidos desprenden el
mismo gas, el aire inflamable (hidrógeno), que era considerado como el flogisto
común a todos los metales. El negro de humo era imaginado como flogisto puro.
La teoría del flogisto, ejemplo claro del carácter provisional de las teorías cien-
Química I
7. Bloque I Reconoces a la Química como una herramienta para la vida
tíficas, pudo servir de guía a los grandes investigadores del siglo XVIII cuya labor
experimental constituye la base de la Química como ciencia. Citaremos unos pocos
nombres:
René Antoine Réaumur (1683-1757), naturalista, químico y físico fran-cés,
sus investigaciones sobre la fundición del hierro permiten considerarlo como
el fundador de la siderurgia científica y uno de los instauradores de la industria
moderna.
Andreas Sigismund Marggraff (1709-1782), químico alemán, descubrió
un nuevo procedimiento para obtener el fósforo y el ácido fosfórico, obtuvo el cinc
a partir de sus minerales y distinguió, por la coloración a la llama, las sales sódicas
de las potásicas. Sus estudios acerca de la extracción del azúcar a partir de la re-molacha
hicieron posible su fabricación industrial desde 1796.
M. W. Lomonossoff (1711-1765), químico ruso, realizó experimentos so-bre
la calcinación de los metales en vasos cerrados, con empleo sistemático de la
balanza; establece la constancia de la materia en los procesos naturales, atribuye
la combustión a una combinación del cuerpo con el aire y explica las propiedades
de los cuerpos a partir de la existencia de átomos y moléculas (1743).
Joseph Black (1728-1799), profesor de Química e investigador inglés,
descubre el gas carbónico al que llamó “aire fijo” por ser fijado por la cal y el pri-mer
“aire artificial” identificado por los químicos. Sus estudios cuantitati-vos
acerca de los carbonatos son modelo de lógica y unidad y sirvieron para
dar al mundo científico una idea clara de la naturaleza de la combinación
química.
T. Olaf Bergmann (1734-1784), químico, matemático y mineralo-gista
sueco, edifica las bases del análisis químico, reconoce el carácter ácido
de una disolución de gas carbónico y tiene del aire una concepción exacta
al considerarlo una mezcla de tres fluidos, el ácido aéreo (gas carbónico), el
aire viciado (nitrógeno) y el aire puro (oxígeno).
Karl Wilhelm Scheele (1742-1786), químico sueco, sus experi-mentos
con el dióxido de manganeso le llevan al descubrimiento del oxí-geno
y del cloro; estudió ácidos como el fluorhídrico, tartárico, oxálico,
cianhídrico y molíbdico, aisló el gas sulfhídrico e investigó la naturaleza de
numerosos compuestos. Al arsenito de cobre se le conoce como verde de
Scheele. Sostiene que el aire es una mezcla de dos gases distintos, el “aire
ígneo” y “el aire viciado”.
Joseph Priestley (1733-1804) inglés, hábil experimentador, de-sarrolló
y perfeccionó la técnica de preparación, recogida y manipulación de los
gases. Demostró que las plantas verdes convertían el aire respirado en aire respi-rable,
preparó y estudió numerosos gases, investigó el nitrógeno, y al concentrar
mediante una potente lente los rayos solares sobre el óxido mercúrico obtuvo el
oxígeno, su mayor descubrimiento.
Henry Cavendish (1731-1810) inglés, fue el primero que utilizó la cuba
de mercurio y descubrió el hidrógeno y al quemarlo en el aire ordinario y en el
oxígeno encontró que se formaba agua. La síntesis del agua realizada en 1781 cons-tituye
una fecha señalada en la historia de la Química. En su análisis del aire halló
un 20.8% de oxígeno, valor muy próximo al verdadero, y sospechó la existencia del
argón.
Joseph Black.
8. Lavoisier y la revolución química
Es Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794) el que destruye la teoría del flogisto al
establecer la naturaleza verdadera de la combustión, y que en su obra Tratado ele-mental
de Química, aparecido en 1789, crea las bases de la Química moderna que,
en consecuencia, ha podido ser considerada como una ciencia francesa. Emplean-do
la balanza muestra que toda combustión en el aire resulta de una calcina estaño
en un vaso cerrado y comprueba que el peso total del vaso no ha cambiado con la
calcinación, que el metal transformado en su “cal” (el óxido) ha aumentado de peso,
que el peso del aire contenido en el vaso ha disminuido y que el aumento de peso del
metal es igual a la disminución de peso del aire. El flogisto ha recibido el golpe de
gracia. Repite el experimento con otros metales, y en I777 con mercurio, que le
lleva al análisis del aire, estableciendo su composición que fija en 27% de aire res-pirable,
que llamó después oxígeno, y 73% de aire no respirable que llamó “azote”
(el nitrógeno). La composición verdadera es 21% de oxígeno y 79% de nitrógeno.
Lavoisier establece la noción precisa de cuerpo puro al demostrar que
la destilación repetida del agua no cambia sus propiedades, adopta el concepto
de elemento de Boyle, pero lo basa en el resultado experimental, establece la
composición del agua, no sólo por síntesis sino por análisis, y da al aire inflamable
de Cavendish el nombre de hidrógeno (engendrador de agua) y piensa que todos
los ácidos contienen oxígeno (que significa engendrador de ácidos), pues si bien se
conoce el ácido muriático (el ácido clorhídrico) se le cree un ácido oxigenado. En
todas sus investigaciones utiliza sistemáticamente el principio de la conservación
de la materia, “nada se pierde, nada se crea”, del que en realidad no fue autor ya
que era aceptado implícitamente por otros químicos y que debe atribuirse al mé-dico
y químico francés Jean Rey (1583-1645), que estudió también la calcinación
de los metales y, al atribuirla al aire, fue un precursor de Lavoisier.
La revolución química producida por las ideas de Lavoisier condujo a una
nueva nomenclatura, que hoy nos parece tan natural, en la que los nombres de los
cuerpos dan idea de su constitución. Esta labor se debe junto a Lavoisier, a Guyton
de Morveau, Berthollet y Fourcroy, que publicaron en 1787 su obra Método de
nomenclatura química, en la que se introducen nombres que aún se utilizan. Los
nombres antiguos desaparecen. El aceite de vitriolo pasa a ser el ácido sulfúrico;
el espíritu de Venus, el ácido acético; el azafrán de Marte, el óxido férrico; la lana
filosófica, el óxido de cinc; el vitriolo de Chipre, el sulfato cúprico, etcétera, y si
el poeta desconoce el nuevo lenguaje, el químico encuentra en él el suyo propio.
La obra de Lavoisier, extensísima en el campo químico, invadió otras
ciencias y, por sus estudios acerca de la respiración, puede también considerarse
como el fundador de la Fisiología. Lavoisier es el primero que realiza con ver-dadero
método científico sus investigaciones en las que su gran capacidad como
experimentador es superada por la claridad de su pensamiento y por el rigor de las
deducciones que saca de los hechos investigados.
La Química como ciencia. Desde Lavoisier hasta nuestros días
El progreso de la Química en los últimos 160 años constituye en realidad el con-tenido
de un tratado moderno de Química. No obstante, mencionaremos aquí lo
más importante. Los químicos, guiados por las nuevas ideas adquiridas, las aplican
al análisis cuantitativo y descubren muy pronto las leyes ponderales de las com-binaciones
químicas. La teoría atómica de Dalton (1808) explica estas leyes y da
origen a la notación química desarrollada por Berzelius (1835), tan útil y fecunda
en el progreso subsiguiente. El Principio de Avogadro (1811) permite establecer
y diferenciar los conceptos de átomo y de molécula y crea las bases para la de-
Química I
Antoine Lavoisier.
9. Bloque I Reconoces a la Química como una herramienta para la vida
terminación de pesos moleculares y atómicos (1858). El descubrimiento de la pila
eléctrica por Volta (1800) da origen a la Electroquímica, con los descubrimientos
de nuevos elementos (cloro, sodio, potasio) por Davy, y de las leyes de la electró-lisis
por Faraday (1834).
La Química Orgánica se desarrolla más tarde con los trabajos de Liebig
sobre el análisis elemental orgánico, los conceptos de isomería y de radical intro-ducidos
por Liebig y Berzelius (1823), la representación de edificios moleculares
por Kekulé (1858) y Berthelot (1853 al 1859) al obtener por síntesis numerosos
compuestos orgánicos.
La Termoquímica, con la
medida de la energía calorífica, ad-quiere
un significado especial a par-tir
de los estudios de Hess, Thomsen
y Berthelot (1840) al querer medir
los químicos las afinidades entre los
cuerpos reaccionantes. Para expli-car
el comportamiento de las sus-tancias
gaseosas resurge a mediados
del siglo pasado la teoría cinética de
los gases y del calor, la cual afianza
la creencia en la naturaleza atomís-tica
de la materia y extiende su uti-lidad
al suministrar una imagen ín-tima
del mecanismo de los procesos
químicos. El carácter incompleto de
muchas reacciones químicas, ob-servado
por Berthollet, condujo al
concepto de equilibrio químico, el
cual, estudiado experimentalmente
por Sainte-Claire Deville (1857), encuentra su interpretación teórica en los estu-dios
de Gibbs (1876), de Van’t Hoff y de Le Chatelier (1880).
El estudio de la velocidad de las reacciones químicas tiene su base teó-rica
en la ley de acción de masa de Guldberg y Waage (1867) y una significación
industrial importante en el descubrimiento de los catalizadores, sustancias que,
permaneciendo inalteradas, aceleran por su sola presencia la velocidad de las re-acciones
químicas. De gran importancia han sido la teoría de las disoluciones, obra
maestra de Van’t Hoff (1886), y la teoría de la disociación electrolítica de Arrhenius
(1887), perfeccionada en los últimos años.
La clasificación periódica de los elementos establecida por Mendeleiev y
por Lothar Meyer (1869) llevó a pensar que los átomos debían ser complejos, mo-dificando
profundamente las ideas que se tenían acerca de los cuerpos simples, fue
comprobado en los estudios acerca de la conductividad eléctrica de los gases y en
los fenómenos de radiactividad. En el siglo XX se conoció la estructura del átomo
con la interpretación de la valencia y de las propiedades físicas y químicas de los
elementos, y en los últimos años, el desarrollo de la Química nuclear ha conducido
a la obtención de nuevos elementos no existentes en la naturaleza y a liberar la
energía nuclear, puesta de manifiesto en forma dramática en la explosión de las
primeras bombas atómicas.
Tomado de: http://encina.pntic.mec.es/~jsaf0002/p14.htm (resumido)