1. Dante
Este es un personaje que nunca conocieron, un personaje que podía estar tranquilo en la
oscuridad. Nadie sabía donde nació, nunca se supo quienes eran sus padres, no sabían si
era educado por la academia, era un hombre con mucho dinero, algunos dicen que fue
una herencia, nadie sabía quien era. Sólo yo.
Tenía un nombre trágico, era poético, era hermoso, era disiente, era estremecedor cuando
se miraba a los ojos, era Dante. Vestía siempre de negro, de pies a cabeza, llevaba un
crucifijo colgando de la muñeca izquierda, usaba una camándula sin cruz. Sus manos eran
impecables, podía tocar el piano horas enteras, podía oscurecer un excitante ocaso
tocando el violín.
Dante gustaba de leer, lo que no sabía la gente era que nunca había ido a una escuela,
pero nunca supe donde lo aprendió, siempre era tan misterioso. Pero en realidad esta
historia no es totalmente sobre él, es sobre 5 mujeres, tan diferentes, tan complejas y cada
una con una particularidad.
I - Amalia.
A las afueras de la ciudad, en una cabaña cerca de un bosque vivía una pareja de
ancianos muy conservadores, ellos tenían una hija, una hermosa muchacha, de cabello
negro, de ojos oscuros, de senos pequeños, delgada y no era muy alta. Salía todos los
días de su casa a las 5 de la tarde, llegaba a la iglesia con su rostro cubierto por un velo
negro, Amalia.
Dante, conoció a esta mujer una tarde de sábado, él pasaba por la entrada de la iglesia,
ella salía con sus padres. Él tenía una mirada penetrante, sólo con verla podía desnudar a
una mujer sin ser vulgar, podía decirle cuanto le gustaba sin necesidad de haberla
saludado, esta mujer se dejó encantar por esa mirada.
Cada día Dante llegaba a las 7pm cuando finalizaba la misa de 6, caminaba al lado de
Amalia narrándole poemas, ella ruborizada sólo guardaba silencio sin mirar a este hombre,
sin demostrarle que se derretía por él.
Sólo había una forma de acercarse a esta mujer y esa era con dios.
Dante invitó a Amalia a un hermoso lugar de esa ciudad, era una montaña de
peregrinación, donde había un Cristo gigante, ella un poco apenada aceptó, sólo porque él
le había prometido una religiosa tarde. Era un miércoles a la hora de la misa, la montaña
estaba sola, él le había llevado girasoles, exactamente tres.
Dante le juró amor, Amalia sólo tenía 16 años, ella no sabía que decir, él empezó
besándola, levantando su cabello, besando su cuello, acariciando sus delicadas manos...
con suavidad fue quitándole la ropa, cuando ya estaban desnudos, mientras corría el
sudor, mientras sentían de verdad que dios vería el acto sagrado de la creación, cuando
los labios los volvían uno, en ese momento él comprobó lo que quería, lo que suponía,
Amalia, es una mujer virgen.
Una noche de dolores y lágrimas por una penetración intensa, un acto suave, sensible,
delicado, pero pasional, al lado de un Cristo desde el cual se podía ver toda la ciudad, ella
ilusionada con el amor se levantó desnuda y dio dos pasos atrás, mostrando su cuerpo,
mostrándole a Dante su delicada figura, su virginidad, no sólo en lo sexual.
Dante se levantó y se paró a la espalda de esta figura hecha arte en mujer, corriéndole el
cabello la tomó del cuello con las dos manos, apretando y asfixiando a Amalia, ella en una
confusión en medio de la falta de aire, no podía entender como la poesía se convertía en
2. una religiosidad demoníaca.
Al día siguiente se encontró a Amalia amarrada, colgando del cuello de ese gigante Cristo.
Nadie sabía que pasó, no sabían como una religiosa mujer podía resultar desnuda en ese
lugar. Dante llegó a su casa con toda la tranquilidad, leyó dos cantos del libro de su
homónimo y se acostó a dormir mientras escuchaba un concierto de piano de Mozart.
II – Carmen
Carmen, la dueña de la tienda de ropa más fina de la ciudad, una mujer siempre vestida
de diseñador, adornada de oro y con ínfulas de poder comprar el mundo por la cantidad de
dinero que tenía era tan sola y tan triste como una rosa viva en un desierto.
Dante, un hombre siempre muy bien vestido era un cliente habitual de la tienda más fina
de la ciudad, pero ellos no se conocían, hasta que un día Carmen decidió estar en ese
lugar, atender a sus clientes y demostrar que por encima de lo que compraran no serían
como ella.
Él muy silencioso mientras recorría la tienda escogiendo un saco, miraba a Carmen con
gran admiración, respeto y deseo, ella, una mujer de sólo 30 años internada en la soledad
se quedaba en dualidades mentales, que la llevaban a recorrer fantasías recostada en el
pecho de este hombre. Dante escogió su saco, pagó y se fue, al otro día volvió, esta vez
acompañado por unos lirios azules, que dejó sobre el mostrador en el cual estaba Carmen,
sin decir ni una palabra.
Así pasaron 15 días, nunca se había visto a esta mujer tanto tiempo en su tienda y ella
nunca había sentido como su corazón se aceleraba de esa forma y como en las noches se
complacía pensando en un hombre del cual no sabía nada.
En medio de la entrega número 15 de Lirios ella le cogió la mano y lo invitó a pasar y que
se tomara un café, él se negó diciéndole que para hacerle el amor a una mujer tan bella es
mejor tomarse un whiskey y no precisamente en una tienda. Ella nerviosa, excitada y mil
pensamientos en su cabeza le entregó un papel con su dirección para que la visitara en la
noche, él lo dobló y no le aseguró que fuera.
Pasadas las 10 de la noche de ese día esta mujer ya un poco decepcionada pensando en
que él no llegaría tocaron su puerta, era Dante, el hombre por el cual ella había pasado
placidos momentos durante su soledad, él sin pronunciar una sola palabra se paró de
frente, la cargó y ella lo aseguró con sus pierna, mostrándole que no lo soltaría hasta que
el placer llegara a su ultima gota, mientras subían las escalas hasta la habitación principal
él vio un estudio, ese era el lugar, sobre el piano de cola más grande que había visto,
hasta allá la llevó.
Palpando lo que ella por él palpaba, besándola mientras introducía sus dedos, mientras
Carmen gemía sin parar, ella sentía que no necesitaba nada de lo que había alrededor, se
sentía tan humana, tan gloriosa, tan débil, estaba en un éxtasis interminable, un orgasmo
tras otro y sin que todavía existiera el acto sexual completo. Luego ella sobre el piano y él
de pie mientras le hacía el amor de forma desgarradora, de forma tal que ella al otro día no
necesitara desear a otro, ni desear más de otros.
Carmen extasiada luego de terminar un acto tan sensible, tan brusco, tan mojado, se
quedó sobre el piano, mientras Dante tocaba Air on the G String de Bach, ella se durmió
adorando a este hombre.
Luego de terminar este concierto y repetirlo, esta vez poniéndolo a sonar desde el
tocadiscos del estudio, amarró a Carmen desde el antebrazo a una cama, ella despertó
asustada sin entender que pasaba, sin poder hablar por tener la boca sellada, Dante
mientras dejaba caer lagrimas sobre ella le cortó las muñecas con un cuchillo que había
3. tomado de la cocina, Carmen no podía gritar, no podía pedir por su vida. Luego de dejarla
desangrar le sacó los ojos, pensando en que ella llegaría a un mejor mundo donde no
vería la lujuria, la cual la había hecho una mujer sola, donde no tocaría nada que la llevara
a sentirse más que el resto.
Cuando Carmen ya estaba muerta, él la envolvió en una sábana, limpió la habitación, la
sacó de la casa en el carro de ella, la dejó en la puerta del club social más reconocido de
la ciudad y se marchó donde la oscuridad fuera su único refugio.
Al día siguiente encontrar a esta millonaria mujer en esas circunstancias se armó un
escándalo en toda la ciudad, pero nada pasó, todo estaba muy limpio. Me olvidaba, Dante
llegó a su casa, leyó dos cantos del libro de su homónimo, se bañó, se tomó un whiskey y
se acostó a dormir.
III – Isabel
Isabel, una mujer de la calle, drogadicta y violenta, pero con miles de matices sobre su
locura, un día podía pararse desnuda en la plaza principal a gritar poemas de Benedetti y
al otro podía creerse Napoleón, con mucha claridad en lo que decía y siendo muy
consecuente con la historia, era sorprendente esta mujer.
Cada vez que Dante pasaba por el lugar en el cual esta mujer dormía, una calle sórdida,
que daba miedo, ella lo esperaba con una margarita que había robado de algún jardín, él
muy decente y tratando de verle la cara -cosa que esta mujer no permitía- le recibía la flor
y se la llevaba para su casa.
Isabel un día bailaba desnuda en la plaza principal de la ciudad, cantaba algo extraño,
algo que no sé que tan verídico sea “Enrique VIII, se quiere separar, el muy majo ya no
quiere fijo estar. Enrique VIII el gran señorón tomará sus maletas y se convertirá en un
amante malhechor”, en sus manos tenía un gran ramo de margaritas, en ese momento
Dante pasó y se detuvo a verla y escucharla, se quedó viéndola sin quitarle la mirada de
su boca, ella muy apenada decidió parar de cantar y bailar, se sentó en una esquina de la
plaza y duró un buen rato sin para de llorar. Dante se acercó y la tomó de la mano, sí el
hombre impecable, delicado y elegante tomaba a una indigente de la mano.
La invitó a su casa a comer algo, era algo así como las 10 de la mañana, cuando llegaron
él le entregó una toalla y le indicó donde quedaba el baño, ella resignada fue a ducharse,
luego de un rato Dante entró al baño, se desnudó frente a ella y la empezó a tocar con
delicadeza, la besaba donde nunca un hombre la había besado, o no por las buenas, ella
se quedaba quieta bajo la ducha, permitiendo que él hiciera lo que quisiera, ella en
momentos demostraba el placer que sentía, enjabonados bajo el agua eran uno, era un
infinito de placer húmedo, no sólo por el agua de la ducha.
Dante la cargó y ella se colgó de su cuello, él mirándola a los ojos le hacía el amor como si
nunca fuera a terminar, ella al sentir un orgasmo quería salirse de la piel, gritaba sus
gemido de la extrema excitación que sentía. Cuando terminaron él la dejó sola en el baño,
caminó desudo hasta la sala y cuando Isabel salió lo abrazó, era de agradecimiento, era
de amor, era como si él fuera el hombre de su vida.
Abrazados él bajó sus manos hasta la cintura, tomó un cuchillo de la mesa y le dio 2
puñaladas en la espalda, Isabel dejándose caer asfixiada de la sangre que entraba a sus
pulmones derramaba lagrimas con una sonrisa inigualable, así murió esta mujer, feliz, era
como si lo que le faltaba para morir fuera sentir y lo logró. Él la picó y la metió en una
bolsa, la llevó en el carro hasta el bosque, donde la arrojó para que los lobos hambrientos
se la devoraran. Dante llegó a su casa un poco cansado, esta vez no quería ningún licor,
prefirió fumarse un cigarrillo de hierba y dormir hasta cuando el cuerpo le pidiera
levantarse.
4. Muy pocos notaron la falta de Isabel, pero se sentían a gusto con no volverla a ver, les
estorbaba.
IV – Catalina
Catalina, la mujer del escándalo más grande en la ciudad, la vergüenza para las damas de
la alta sociedad, la pena total de la iglesia y la inspiración rebelde de las jovencitas, por ser
una lesbiana que estaba embarazada. Tenia 5 meses, una barriga no muy grande pero
pronunciada, ella de profesión abogada, pero que por sus decisiones era una
desempleada vendedora de flores, siempre estaba a la entrada del cementerio esperando
a alguien que le compre. No era millonaria, pero tampoco la más pobre, sus flores le
daban para vivir y para en el momento en que naciera su hijo poder darle lo básico.
Todos los días veía al mismo hombre de negro entrar al cementerio no más de 10 minutos,
nunca compraba flores, a ella le daba pavor ofrecérselas, él le generaba un sentimiento
particular, en una mujer lesbiana era extraño, se sentía atraída por la barba de este sujeto,
que se veía joven pero era un poco canosa, eso le gustaba mucho. En una de las visitas
de este ella decidió ofrecerle flores para sus muertos, él un poco déspota le dijo que no
tenía, ella confundida se preguntaba el por qué de la visita de este todos los días, él se
alejó y volvió al otro día.
De nuevo ella le ofreció flores, esta vez le dijo que las llevara para sus vivo o para él, hizo
que sacara una sonrisa y sin muchos tapujos le dijo que se llamaba Dante y que quería
comprarle todas las flores, pero que la condición era que lo acompañara al cementerio
para ponérselas a unos muertos que no tenían vivos, Catalina aceptó.
Empezaron a caminar el cementerio e iban lanzando flores a las tumbas que tenían una
soledad escalofriante, ella tomó de la mano a Dante, terminaron de poner las flores en lo
más adentro del cementerio, allá él la tomó y la besó, ella un poco confundida le dijo que
no le gustaba, que le gustaban las mujeres, él la apretó de las nalgas y la besó hasta
dejarla un poco sin aliento.
Catalina, no quería tener sexo con Dante, pero le propuso algo así, lo sentó sobre una
piedra y ella un poco incomoda se arrodilló, le bajó el cierre y lo besó hasta el momento
culmine del acto sexual, él sin querer que sólo eso pasara la metió a un mausoleo donde
la puso de espaldas y le hizo el amor. Esta aguerrida mujer se levantó mostrando su
fuerza, demostrando que ni le había gustado, que ella tenía muy definido su gusto por las
mujeres y no por los hombres.
Ella salió corriendo desnuda del mausoleo, con la ropa en las manos, Dante salió detrás
enojado, ofendido, porque le habían maltratado su hombría, porque se sentía menos,
cuando la alcanzó la empujó, ella ya en el piso no sabía que hacer, los ojos sensibles que
había visto en él ya no existían, sólo veía odio y venganza, le suplicaba que no le hiciera
daño, que ella estaba embarazada, a él no le importó, la cogió del pelo y la arrastró hasta
una tumba sin cajón, sólo era un hueco, después de golpearla dándole puños y patadas, la
lanzó al hueco. Ella sólo suplicaba, esta vez a él no importaron los gritos, la lanzó
inconsciente al hueco y la tapó con tierra, la enterró. Cuando la lanzó ella no había muerto,
pero la tierra hizo lo suyo.
Por los gritos llegaron vecinos y la policía, ya Dante no estaba allí, nada encontraron, sólo
hubo una denuncia de la desaparición de esta mujer, pero como era odiada por el poder
tampoco se quiso hacer mucho por encontrarla. Él llegó a su casa enojado, con odio y
tirando todo, lo habían lastimado, lo habían hecho sentir poco hombre, se tomó dos copas
de vino y tocó toda la noche en el violín la misma canción, la Chacona de Bach, su artista
favorito.
5. V – Helena
Helena, el éxito total en una barra para bailar, una prostituta fina, una mujer dolida por los
hombres que la llevaron a esa profesión, hermosa, sexy, elegante y se dice que la mejor
en la cama. Una prostituta que le gustaba la música clásica, tomarse un coñac y hacer el
amor hasta el amanecer, una mujer que siempre se equivocaba porque creía que su falta
de sentir se podía reemplazar con lo que por la vagina podía introducir, por eso decidió ser
prostituta, por nada más.
Dante la conoció en un fino bar, allá sintió más que atracción sexual por esta mujer, sintió
que ella era la indicada para compartir más de una noche, una mujer que sus clientes se
sentaban al lado para tratar temas inteligentes, era diferente, era una fina prostituta. Él
decidió pagar por los servicios de Helena, ella muy tranquila subió hasta el cuarto donde
se encontraron, con simpleza y sin muchos detalles pasó lo que debía pasar, al finalizar
Dante le ofreció un mejor mundo, una mejor vida, esta mujer negándose y luciendo de
hacer lo que quería lo rechazó.
Al día siguiente Dante volvió al bar, tomó de la mano a Helena que esa noche usaba un
vestido negro, ceñido al cuerpo, que le pronunciaba aún más su cadera y sus pechos, él le
ofreció mucho dinero, pero esta vez tenían que ir a la casa, ella por el interés económico
aceptó.
Cuando llegaron no se sorprendió de lo que veía, había estado en mejores lugares, él la
subió hasta el cuarto, esta vez sería diferente, esta vez habían otras intenciones. La
agarró del cuello, dándole un beso que la ahogaba de tanta pasión, acariciaba su espalda
mientras llegaba al final de ese ceñido vestido. Presionándola con fuerza contra él, por ella
hablaban sus gemidos, sus piernas ya no tenían control, acomodándola sobre la cama,
subió su vestido mientras le besaba los muslos y la entrepierna por encima de la ropa
interior. Tanta era la intensidad que ella no pudo más y sin ayuda se quitó la ropa,
tomándolo del pelo, mientras él le saciaba sus deseos con la lengua, ella arqueaba su
espalda hasta donde su cuerpo lo permitía, sus movimientos lo ayudaban para saber que
era lo que más le gustaba.
Cuando ya los dos estaban desnudos Dante subió a la altura en la cual ella lo pudiera
placer con la boca, él apretando los labios planeaba algunas cosas en su cabeza, luego se
acostó y la tomó de la cintura sentándola sobre él fueron más que dos sujetos
desconocidos teniendo sexo, fueron uno. Con sus cuerpos satisfechos, ella quería
quedarse a pasar la noche, él no se negó.
Dante bajó hasta la cocina por una botella de vino y algo para destaparlo, ella excitada de
ver el comportamiento de este hombre se sentía muy complacida, cuando él llegó destapó
el vino con un saca corchos, regando un poco menos de media botella sobre el cuerpo de
Helena, ella con los ojos cerrados dejaba que su cuerpo se impregnara de pasión, él se
subió sobre ella, con sus piernas la apretó y con su mano izquierda le puso una mano en
la boca, ella en una confusión pasional creía que era un juego, con la mano derecha él
tomó el saca corchos y se lo metió en lado izquierdo del pecho, ella no podía gritar,
mientras el lo retorcía introduciéndolo más, cuando ella quedó inconciente él se levantó
con mucha tranquilidad, la hemorragia interna ya la estaba matando lentamente.
Dante bajó un momento a tomar una ducha mientras Helena moría, se vistió bien y la
envolvió en una sábana, la montó en el carro y la llevó hasta la alcaldía de la ciudad, la tiró
sin mucho ruido, ya era la madrugada.
Cuando llegó a su casa decidió no dormir, se sentó en el piano y tocó todo el concierto de
la Pasión según San Mateo de Bach, lloraba mientras con sus manos interpretaba una de
las obras más perfectas que a hecho el hombre, se sentía perdido y sin sentido, no se
encontraba en el mundo.
6. Al otro día cuando encontraron el cuerpo, sólo se comentó que era una prostituta y que
seguro se había metido en problemas. Nada pasó.
Ya estoy un poco cansado de seguir con esta vida, creo que escribo estas líneas no tanto
para contar lo malo que hice, mas para ser exacto y no olvidarme del por qué lo que voy a
hacer, asesiné 5 mujeres, que me encantaron, por las cuales sentía una pasión
desbordada, les hice el amor con amor y di sexo siendo el más sexual en sus cuerpos.
Esta vez voy a romper mi regla de no hacer ruido, voy a dejar estas hojas sobre la mesa,
pondré mis conciertos de Bach y trataré de no caer al lado de estas letras, luego de
pegarme un tiro.