2. La cultura sorda
En el mundo viven millones de personas sordas cuya primera lengua no puede ser una lengua
hablada, por lo que adoptan formas alternativas de comunicación visual. Esto las lleva a
desarrollar costumbres y valores peculiares, que tienden a convertirse en tradiciones. Es lo que
entendemos como cultura sorda. Con sus lenguas de señas, los sordos conforman minorías
lingüísticas. El sordo no es un enfermo: es más bien un extranjero.
3. Según estimaciones de la Federación Mundial de Sordos,1 hay en el mundo cerca de 70 millones
de personas con deficiencias auditivas. Un porcentaje no determinado de ellas tiene una lengua
de señas como su principal medio de comunicación, y con ella, también, una cultura peculiar,
que se distingue en el contexto de las comunidades mayoritarias oyentes donde
los sordos habitan. Los especialistas que estudian ese fenómeno hablan de cultura sorda.
Con ese rótulo se pretende definir costumbres y "textos" originados en el seno de comunidades
no oyentes que se expresan mediante lenguas de señas. Entre ellos destacan los detalles de una
cotidianeidad en la cual se procura prescindir del sonido y manifestaciones artísticas basadas en
el potencial estético de las lenguas de señas (teatro sordo, poesía visual, narración señada, coro
de señas, etc.).
4. Por qué «Sorda» con mayúscula
Desde hace más de dos décadas se usa en el mundo anglosajón la convención de escribir
«Sordo» («Deaf»), con mayúscula, para denominar a las personas cuya primera lengua es una
lengua de señas y que tienen, con ella, peculiaridades culturales, es decir, desde el punto de
vista del uso de la lengua de señas. Por otra parte, la palabra «sordo», con minúscula, designa a
las personas que padecen discapacidad auditiva severa, esto es desde el punto de vista médico.
Fernández-Viader, M. (2005). El valor de la mirada. España: Universidad de Barcelona.