El documento describe el arte colonial en América Latina, caracterizado por integrar las culturas europeas y aborígenes. La pintura colonial se enfocó principalmente en temas religiosos y modelos europeos para enseñar la fe católica. Los estilos italianos, flamencos y españoles tuvieron gran influencia, especialmente el estilo sevillano de Zurbarán y Murillo que se popularizó en Chile a través del Virreinato del Perú.