La epilepsia se caracteriza por cortos episodios recurrentes de disfunciones motoras, sensitivas o fisiológicas causados por descargas eléctricas anormales en el cerebro. Los ataques epilépticos pueden ser focales o generalizados y su origen puede deberse a lesiones cerebrales, enfermedades sistémicas o ser idiopático. Los registros de ondas cerebrales mediante electroencefalograma son importantes para el diagnóstico y estudio de la enfermedad.
Historia Clínica y Consentimiento Informado en Odontología
Epilepsia: causas, tipos y tratamiento
1. Se caracteriza por accesos cortos y recurrentes de disfunciones motoras,
sensitivas y fisiológicas, aunque casi nunca afectan la inteligencia. Los accesos,
denominados ataques epilépticos, afectan aproximadamente al 1% de la
población mundial. Se inician por descargas eléctricas sincrónicas, anormales,
generadas por millones de neuronas cerebrales, quizá como consecuencia de
circuitos reverberantes anormales.
Las descargas provocan que muchas de las neuronas envíen impulsos a
través de las vías de conducción. Como resultado, se pueden formar señales
visuales, auditivas u olfativas sin que haya mediado la estimulación previa de los
ojos, los oídos, o en forma involuntaria. Los ataques parciales comienzan en u
foco pequeño de un lado del cerebro y ocasionan síntomas moderados; los
ataques generalizados abarcan áreas más grandes de ambos lados del cerebro y
llevan a la perdida de la conciencia.
2. El origen de los ataques puede estar en una lesión cerebral subyacente, en
una lesión estructural del cerebro, o formar parte de una enfermedad sistémica,
o bien ser idiopática (sin causa orgánica), así también, el daño cerebral en el
nacimiento (la más común), los trastornos metabólicos (hipoglucemia,
hipocalcemia, uremia, hipoxia). Las infecciones (encefalitis, meningitis), las
toxinas (alcohol, tranquilizantes, alucinógenos), las alteraciones vasculares
(hemorragia, hipotensión), las lesiones craneales; los tumores y abscesos
cerebrales. Los ataques asociados con fiebre son más comunes en niños menores
de 2 años. Sin embargo, la mayor parte de los ataques epilépticos no tienen
causa demostrable. Los estudios demuestran que aunque la epilepsia no es
hereditaria, existe un rasgo hereditario de predisposición a padecerla que puede
ser el responsable de algunos de los casos idiopáticos.
Los registros de las ondas cerebrales son importantes para el estudio y
diagnóstico de la enfermedad, y se obtienen con un aparato denominado
electroencefalógrafo
3. Electroencefalograma (EEG) de un ataque epiléptico
El dibujo de un electroencefalograma (EEG) de un individuo normal, a la izquierda,
muestra una pequeña amplitud de los trazos dados por cada uno de los electrodos
colocados en la cabeza. En el dibujo de un EEG de un individuo que sufre
convulsiones epilépticas, a la derecha, los trazos presentan gran amplitud y un
diseño errático que dura varios minutos.
Science Source/Photo Researchers, Inc. D. Rosenbaum/Phototake NYC
Los ataques epilépticos pueden ser suprimidos o aliviado por la
administración de fármacos, antiepilépticos, como la fentoina, la carbamazepina
y valpocrato di sódico. Un dispositivo implantable que estimula al nervio vago
(x) ha producido reducciones notables de personas que sufrían epilepsias mal
controladas con el tratamiento farmacológico. En casos muy graves, la
intervención quirúrgica puede ser una opción muy válida.
4. Debido a que las crisis epilépticas varían en cuanto a intensidad y a
manifestaciones, la epilepsia se divide en los siguientes tipos principales: crisis
focales (incluyendo crisis motoras) y crisis generalizadas (incluyendo crisis tipo
gran mal y pequeño mal).
Debido a que las crisis epilépticas varían en cuanto a intensidad y a
manifestaciones, la epilepsia se divide en los siguientes tipos principales: crisis
focales (incluyendo crisis motoras) y crisis generalizadas (incluyendo crisis tipo
gran mal y pequeño mal).
Con frecuencia, el inicio de una crisis tipo gran mal viene señalado por
un grito involuntario producido por la contracción de los músculos
respiratorios. Cuando se produce la pérdida de consciencia, todo el cuerpo se ve
afectado por una contracción muscular espástica. La cara se pone lívida, la
respiración se detiene, y se arquea la espalda. Después se producen a lo largo de
todo el cuerpo contracciones y relajaciones de los músculos de forma alternada
con una agitación tan violenta que es posible que el paciente se produzca
lesiones graves. La introducción de un pañuelo doblado en la boca puede ayudar
a prevenir las lesiones por mordedura en la lengua y las paredes internas de la
boca. Cuando la convulsión cede, el paciente queda exhausto y profundamente
dormido. Al despertar suele presentar fatiga y depresión, y a veces no recuerda
el episodio de la crisis. Los ataques aparecen a intervalos variables, en algunos
casos una vez al año, y en otros incluso varias veces en un mismo día. Las
convulsiones pueden sucederse sin periodos de recuperación. Esta situación,
denominada estatus epiléptico, afecta aproximadamente al 8% de los pacientes
con crisis de tipo gran mal y puede ser fatal a menos que se instaure con rapidez
el tratamiento con diazepam u otros fármacos.
En la epilepsia tipo pequeño mal, las crisis se caracterizan por
disminución o pérdida momentánea de consciencia. Los síntomas evidentes
suelen ser tan sutiles como un desplazamiento superior de los ojos con mirada
fija, una marcha tambaleante, o movimientos espasmódicos de los músculos de
la cara. El paciente suele recuperar su actividad normal sin ser consciente de la
crisis que ha presentado.
En la epilepsia psicomotora el síntoma principal es la amnesia. La
duración de las crisis varía entre unos minutos y varias horas. La actividad del
5. paciente durante las crisis no cesa, aunque su comportamiento está disociado del
entorno por completo. Este tipo de crisis, que también reciben el nombre de
epilepsia del lóbulo temporal, puede estar precedida por el aura (malestar
abdominal, vértigo, o sensaciones u olores extraños). Algunas formas graves de
epilepsia del lóbulo temporal son tratadas de forma satisfactoria mediante
extirpación quirúrgica de la parte del cerebro lesionada.