Señoras y señores - Tomo I

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SEÑORAS Y SEÑORES
(DISCURSOS)
TOMO I
SOCORRO MARTÍNEZ

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SEÑORAS Y SEÑORES
(DISCURSOS)
TOMO I
PRIMERA EDICIÓN 2006
DERECHOS RESERVADOS
ISBN -968-7422-

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SEÑORAS Y SEÑORES
(DISCURSOS)
TOMO I
JOSÉ SOCORRO MARTÍNEZ AGUILAR
MÉXICO

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DEL AUTOR AL LECTOR
Cada vez que abras un libro enfrentarás a un hombre, a un ser, a una actitud, a
una aptitud.
Cada vez que leas o escuches un discurso tendrás enfrente pensamientos,
sentimientos y emociones válidas o no para ti en la medida que logren
conmoverte, convencerte, o que nada te muevan ni nada te digan.
Al discurso escrito le falta la elocuencia del orador que le da vida, pero esa
vida bien puede ser alentada por ti, por tu imaginación, y ser tan emotiva
como el arte más expresivo de un tribuno. (Precisamente las obras de arte
cobran valor adicional cuado pueden ser recreadas por el espectador).
Este compendio recoge algunos discursos y con ellos la palabra de mi
compromiso personal en el ámbito educativo, político o social, para decir en
síntesis: Cómo quisiera que México fuera el país del ahora y no el país del
mañana.
Si haces tuyo alguno de los pensamientos de esta obra, habrá valido la pena
publicarlo.
En cuanto al título, se explica por sí mismo.
José S. Martínez Aguilar.

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Í N D I C E
1. Del autor al lector.------------------------------------------------------ 5
2. A Zapata.----------------------------------------------------------------- 8
3. A Cristóbal Colón.------------------------------------------------------ 13
4. A Pedro Moreno.-------------------------------------------------------- 15
5. A Francisco I. Madero.------------------------------------------------- 17
6. A la Bandera.------------------------------------------------------------- 19
7. Al 1° de Mayo.----------------------------------------------------------- 21
8. A los Niños Héroes.----------------------------------------------------- 24
9. Informe de Labores Escolares.----------------------------------------- 30
10.A los antepasados.------------------------------------------------------- 34
11.Inauguración de Obra.--------------------------------------------------- 37
12.Clausura de Curso Escolar.--------------------------------------------- 39
13.Bienvenida al nuevo año Escolar.------------------------------------- 45
14.Al Ejército.---------------------------------------------------------------- 49
15.A Madero y Zapata.------------------------------------------------------ 53
16.Clausura de Curso.-------------------------------------------------------- 59
17.Bienvenida.---------------------------------------------------------------- 62
18.Primera Piedra.------------------------------------------------------------ 64
19.Apoyo a Rubén Román Sánchez.--------------------------------------- 65
20.Arenga a los jóvenes en la clausura de cursos.------------------------ 68
21.A Hidalgo.------------------------------------------------------------------ 71
22.A Juárez.-------------------------------------------------------------------- 77
23.Sobre Educación Sindical.------------------------------------------------ 80
24.A los jóvenes políticos.---------------------------------------------------- 87

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25.A Luis Echeverría.---------------------------------------------------------- 90
26.Al despedir a un amigo.---------------------------------------------------- 95
27.Sobre la Bandera.----------------------------------------------------------- 97
28.A una Generación de Técnicos.------------------------------------------- 102
29.Presentación de Rosalía, la quinceañera.-------------------------------- 104
30.Qué vamos a decirle al General.------------------------------------------ 107
31.A los Héroes del Mundo.-------------------------------------------------- 110
32.A la Juventud revolucionaria.--------------------------------------------- 115
33.A la Juventud.--------------------------------------------------------------- 120
34.Sobre el Auditorio.---------------------------------------------------------- 122
35.Sobre Zapata.----------------------------------------------------------------- 126
36.A la Bandera.----------------------------------------------------------------- 128
37.A Jóvenes del mar.---------------------------------------------------------- 131
38.Homenaje de gratitud en la Pesquera.------------------------------------ 136
39.Bienvenida en Paredón.---------------------------------------------------- 142
40.Mensaje en la presentación de un Programa de Actividades.-------- 149

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A Zapata.
Discurso a Emiliano Zapata pronunciado el 10 de abril de 1953, en Chinameca, Mor.,
con motivo del XXXIV Aniversario del asesinato del General Emiliano Zapata.
SEÑORAS Y SEÑORES:
El día 10 de abril de 1919 quedará en la historia de nuestra Revolución como
un dolor para los campesinos y como un remordimiento para los demás
mexicanos. El asesinato a mansalva de Emiliano Zapata, caudillo de los
indios, llevado a cabo con fría premeditación por las fuerzas carrancistas, es
una mancha que no quedará lavada hasta que al gran muerto se le haga
justicia, hasta que sobre la planicie de este México hirviente, todos los indios,
los irredentos, hundan su arado en la tierra libre.
Emiliano Zapata alza todavía hoy su voz de admonición sobre el poblado
triste, donde en las míseras casuchas se comentan las angustias de la raza.
Cruza un viento de dolencia que interroga por el afán del caudillo, que durante
nueve años, refugió en los riscos de la sierra el ansia de la gleba y que,
sacudiendo a los vencidos de su mortal abandono, les dio un anhelo y una fe
para luchar por ella.
¿De qué hondura tremenda el hombre aquel sacó el grito que conmovió el frío
barro de los peculiarmente abatidos? ¿Con qué ademán inmenso los increpó
para darles seguridad en ellos mismos?
Se ciega el alma deslumbrada, contemplando en la imaginación el rotundo
galope con que iban a la carga los esclavos luchando por la tierra.

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Tierra de Morelos: Ningún estado lleva mejor que otros tu nombre. Tierra por
donde el bravo cura, pasó con sus terribles surianos haciendo palidecer el rudo
sol bajo los chispazos de su machete. Sólo tú que estás regada muy hondo por
sangre de perseguidos, podrías decir con una voz tremenda, con qué justicia el
indio fue a la lucha. Sólo tú que viste en las haciendas doblado al indio en la
tarea de sol a sol, roturando tu seno para hacerte fructificar, y que lo viste
arrastrando su hambre mientras el patrón se llevaba el grano, podrás decir si el
zapatista no tuvo al fin cuando siguió a su caudillo, un gesto de supremo
rebelde, un gesto de hombre.
Época aciaga aquella en que la vida del peón y su derecho valían menos que si
se tratará de bestias.
Hora tremenda en que Zapata principió su apostolado, alzando como un
atlante, sobre sus hombros, el dolor de una raza, la angustia de un pueblo y el
sufrimiento soportado a lo largo de todo el porfiriato.
Pensar en esto es comprender qué inmensidad de alma y de carácter se
requerían para ser el primero en la protesta y en la lucha. Una lucha que era no
solamente en contra del hacendado rapaz y egoísta, no nadamás contra el
gobernante cómplice, sino contra toda una organización de injusticia. Era
lanzarse a la batalla no nadamás en contra de los latifundistas del estado de
Morelos, sino contra un organismo fuerte y ferozmente enraizado en más de
30 años de dictadura. Y más lejos todavía, era lanzar el grito de protesta de
una raza, por los siglos de pesadumbre en que les fue arrebatado su suelo y su
alimento.

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Emiliano Zapata al tomar por la fuerza las tierras de que se les había
desplazado, reivindicaba el derecho del indio a lo que era secularmente suyo.
Se alzaba en reto a reclamar por la amargura que padeció el indio en un
pasado en que medaron el encomendero y el soldado de aventura. Se alzaba
desafiante a reclamar, en un momento en que cometían los mismos abusos el
gachupín, el favorito del gobernante y el señor amo. Reclamaba por el indio
que después de regar la tierra con sudor era pagado con el cepo y el látigo, con
el encierro y con el “dale reata”, con el manteo y con el sable.
Convencido de la justicia de su lucha, aunque perseguido y calumniado, pobre
como el último de sus soldados, quería tan sólo que a sus indios les dieran
tierras; que alguno escuchara la llamada del paria, que alguien tuviera piedad
de su sufrimiento eterno. Y como nadie lo entendía escribió su evangelio de
protesta en el Plan de Ayala, y se juró cumplirlo o morir.
Entonces, entre el pueblo, ya nadie dudó un solo instante de que “El Jefe”
habría de triunfar, y apretándose alrededor de Zapata siguieron una guerra sin
cuartel; y el indio que durante 4 siglos pasó arrastrando la vida, el indio que no
tenía fuerzas sino para sufrir, parecía junto a Zapata pleno de ansia de lucha.
Cuando nadie pudo conmover al indio, este hombre extraordinario lo erguía.
Su tradicional desconfianza se hizo pasión por el caudillo y creyó en él, y
todavía sigue fielmente adherido a su recuerdo y sabe ya, iluminado por las
palabras que le oyó, que es necesario conquistar en eterna lucha la tierra para
vivir la libertad.
Y entonces también supieron los que hicieron de la Revolución un comercio,
los que usufructuaban en su provecho el sacrificio de la plebe, que la voz de
Zapata encendía fogatas de verdad.

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Que Emiliano Zapata, discípulo de un Cristo más cerca de estos tiempos,
sembraba un mundo ideal, no el de la derrota que espera la felicidad en otro
mundo, sino del cristo que lucha porque el reino de Dios venga con nosotros,
y Zapata se transfiguró en Cristo de Cabalgadura que con su carabina decía los
sermones para los desesperanzados, al abrir con el pecho de su caballo las filas
de los que mantenían viva la explotación del hombre por el hombre.
Por eso, luchando al lado de todos los que combatieron la tiranía, no había
estado al fin con ninguno, porque ninguno quería cumplir lo que el pueblo
pedía.
Por eso junto a Zapata no hubo sino sacrificio y batallar sin tregua.
Por eso el Ejército Libertador del Sur, el de los blancos trajes miserísimos de
manta, se reproducía como si sus muertos resucitasen para empuñar de nuevo
las armas.
Por eso rodeados a veces de hierro y fuego, aquella carne de angustia, se
mantuvo siempre al lado de Zapata que no era el agitador palabrero y vacío,
que no era el líder escurridizo y oportunista, sino el jefe que remachaba su
afán con su energía, su resistencia y su audacia.
Por eso, acosado y llevado hasta la sierra, en ella se refugió a luchar, siempre
al lado de sus hombres viviendo su misma vida de privaciones y afanes,
sosteniendo la última barricada de la Revolución para la defensa de los ideales
del pueblo, hasta que se consumó la traición aquí, en Chinameca, cuando un
clarín tocó tres veces llamada de honor, y, al apagarse la última nota, un
huracán de fuego regó su sangre generosa. Así luchó y así murió Emiliano
Zapata, el último caudillo de la gleba, nuevo Espartaco, que se hizo todo luz
para ir entre la noche de 4 siglos, guiando a las desoladas muchedumbres

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hacia una cumbre de paz. Cayó con el estruendo de una montaña desgajada
por un trueno apocalíptico. Al dar con su frente en tierra, todo México oyó
caer al titán y caído lo vio más grande que sus asesinos que no osaron tocar su
cadáver hasta convencerse de que no empuñaría nunca más el arma
invencible.
Chinameca, tu nombre es duro y seco como una descarga, nadie podrá
olvidarte nunca. Suenas crepitando como una eterna llamada hacia la memoria
del gran desaparecido. Sobre los muros de tu casa colonial que vieron al indio
libre convertirse en esclavo, que se levantaron sobre la tierra arrebatada por el
encomendero; sobre tus muros que los mismos hombres ya siervos erigieron,
está escrito por las balas traidoras el martirio de aquel que soñó con un sueño
de infinita ternura en hacer del vencido un hombre, tan sólo un hombre; de
aquel que quiso ver al subyugado levantar la frente, del que ansió dar a su
pueblo el pan y la libertad que otros arteramente le robaron. Tus muros saben
de aquella mañana que los hombres mancharon y eres, en la desolación que te
rodea, un clamor de piedra que ha de sonar perpetuamente.

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A Cristóbal Colón.
Discurso pronunciado el 12 de octubre de 1953
en la Escuela Primaria de Oacalco, Morelos.
Cristóbal Colón fue un marinero que nació en Génova, Italia, hijo de unos
humildes cardadores de lana. No quiso seguir el oficio de sus padres y entró
de aprendiz de marinero en uno de los barcos que recorrían las costas del Mar
Mediterráneo. Procuró estudiar todo lo concerniente a la profesión. Debido a
ello llegó a la conclusión de que la tierra era redonda y no plana como se
suponía.
Con esta idea y la ayuda de los Reyes Católicos de España, emprendió su viaje
de exploración que lo llevó a confirmar sus suposiciones, viaje que tuvo como
consecuencia el descubrimiento de nuevas tierras. En esta forma realizó tres
viajes más, descubriendo más islas y llegó a tocar tierra firme. El 28 de
octubre de 1492 descubrió la isla de Cuba. Hoy, precisamente, hace 461 años.
Sin embargo a pesar del servicio que prestaba a la humanidad, fue víctima de
intrigas por sus propios subalternos, por lo que los Reyes de España se vieron
precisados a enviar un juez que investigara los cargos que se le hacían, pero
este juez se excedió en sus funciones y mandó aprehender a Colón cuando
hacía un tercer viaje, llevándolo a España cargado de cadenas. Los reyes,
indignados por esta acción, lo pusieron en libertad y poco después realizó un
cuarto viaje en el que descubrió más tierras nuevas.

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Enfermo, pobre y decepcionado murió en España, en la ignorancia de haber
realizado una de las mayores proezas del siglo.
El continente descubierto por este navegante en lugar de llamarse Colombia
(como hubiera sido lógico) lleva el nombre de América por haber sido
Américo Vespucio quien dibujó los primero mapas.
El nombre de Cristóbal Colón se hizo inmortal y merece nuestro vehemente
cariño.

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A Pedro Moreno.
Discurso pronunciado el 27 de Octubre de 1953,
en la Escuela Primaria Art. 123 de Oacalco, Morelos.
Todos nosotros sabemos que el movimiento libertador iniciado por el cura
Hidalgo en 1810, quedó bajo la dirección de Don José María Morelos y
Pavón, después de que el "Padre de la Patria" fuera sacrificado en Chihuahua.
Morelos fue el genio de esa guerra, y con su espíritu combativo y su
pensamiento de visionario, dejó a la historia páginas llenas de grandeza y
heroísmo, y a los mexicanos de todos los tiempos futuros, ejemplo de
patriotismo hecho conciencia, para proseguir la lucha justa y ardorosa en
busca de la Independencia y de la Libertad.
Al ser fusilado Morelos, en San Cristóbal, Ecatepec, terminó la etapa más
consistente de las fuerzas insurgentes en su lucha, pero no por eso decayeron
los ánimos, ni el anhelo, ni la determinación de seguir peleando hasta el fin,
por hacer de esta Patria, una Patria libre.
Se pretendió asfixiar el valor con el humo perpetuo de la pólvora y la metralla;
se trató de sofocar el patriotismo con el terror, y se quiso ahogar en un mar de
sangre a la patria que nacía. Pero junto a ella estuvieron siempre, de pie, todos
sus hijos.
La gesta emancipadora tomó en esa época, el carácter de "Guerra de
Guerrillas", y fue entonces cuando junto a Guerrero, Mina, Guadalupe

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Victoria y otros grandes paladines de la libertad, surgió la figura egregia de
Don Pedro Moreno, quien puso su espada y su corazón al servicio de la Patria.
El General Don Pedro Moreno cayó como caen los combatientes bizarros, sin
volver la cara atrás, sin pensar retroceder ante el peligro. Murió peleando solo
en el campo de batalla y ofreció gustoso su sangre, lleno de fe en el provenir
de su patria.
Al recordar su sacrificio, podemos ver ahora que el campo que tiñó de púrpura
su sangre, se hizo libre al precio de muchas vidas y sacrificios, y es ahora un
país soberano, independiente y dueño de su propio destino.
Cumple a nosotros, derramar sobre el ara sagrada de la Patria, como flores
inmortales, los sentimientos de admiración, de amor y gratitud, a los seres
extraordinarios que forjaron este México nuestro.
Así pues, hagamos en esta ocasión solemne y luctuosa, un voto que nazca del
corazón, para servir a la Patria sin esperar alguna recompensa, tal como lo
hiciera Don Pedro Moreno. Juremos cumplir con la tarea que la Patria nos
imponga para la conservación de su dignidad y para la grandeza de su
porvenir.

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A Francisco I. Madero.
Discurso pronunciado el 22 de Febrero de 1955
en la Escuela Primaria "Miguel Hidalgo" de Tocatlán, Tlax.
En este día de luto para la Patria Mexicana, venimos a rendir culto de pleitesía
y homenaje de gratitud a Don Francisco I. Madero; al diminuto varón que
como David contra Goliat, se proclamó en contra de Porfirio Díaz, el dictador
engreído, y encendió la gloriosa Revolución Mexicana de 1910.
Después de más de 30 años de dictadura oprobiosa, de sistemas policíacos, de
represión organizada, frente al dolor anónimo de las masas hambrientas,
sumidas en la ignominia y con la voz acallada por las cárceles y los destierros,
Francisco I. Madero se convirtió en paladín de las libertades y en esperanza
viva de de los desheredados.
Si bien es cierto que Francisco I. Madero no tenía el aspecto de los héroes
clásicos: sí es cierto que le faltaba la majestad corpulenta que ostentara por
ejemplo Carranza, la vitalidad tormentosa de Francisco Villa y la viril
ensoñación que cuelga de los ojos de Emiliano Zapata, sí, en cambio, pequeño
pero inteligente, rápido de pensamiento y de palabra oportuna, fue de los
hombres decididos que al llegar la violencia no se esconden ante el peligro; de
aquellos que colocados ante el dilema de huir o de morir, prefieren lo último.
Madero fue de los predestinados para ser apóstoles. Porque hay hombres que
nacen para llevar a cuestas los dolores de los demás y morir por los sueños
colectivos.

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De esta manera, levantó su voz de protesta en el Plan de San Luis Potosí;
encabezó el movimiento armado para reivindicar los derechos del pueblo y
hacer efectiva la democracia en México; quiso hacer respetar las garantías
individuales y los derechos ciudadanos y murió traicionado por Victoriano
Huerta, asesinado vilmente por sus verdugos, para ser, además de apóstol,
Mártir de la Democracia.
Al recordar su muerte, acaecida el 22 de febrero de 1913, los hijos de México,
que hemos recogido el fruto de su sacrificio, venimos a decirle:
Francisco I. Madero: la sangre que tú derramaste no ha sido inútil: la
Revolución que tú iniciaste sigue su marcha y el pueblo que tú soñaste
próspero y feliz no solamente te recuerda agradecido, sino que venera tu
memoria.

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A la Bandera.
Discurso pronunciado el 24 de febrero de 1955
en la Escuela Primaria “Miguel Hidalgo” de Tocatlán, Tlaxcala.
Al hablarnos en la escuela de lo que es la Bandera, se nos dijo que es el
símbolo de la Patria… Pero, ¿qué es la Patria?... ¿Por qué se ama a la Patria?...
¿Por qué amamos a México?. Así preguntó el maestro y en seguida surgieron
cien respuestas: “Amo a México porque mi madre es mexicana; porque
México es la tierra donde están sepultados los muertos que mi madre llora y
los que venera mi padre; porque es el lugar donde han nacido mis hermanos,
mis compañeros, el gran pueblo en que vivo, la bella naturaleza que me rodea,
todo lo que veo, todo lo que adoro, lo que estudio; lo que quiero, es
mexicano.” Muy bien, aprobó el profesor, ustedes han dicho lo que es la Patria
y por qué la amamos. Pero ese mismo sentimiento de amor a México lo
sentirán más grande, en toda su intensidad, cuando sean hombres; cuando al
volver de largo viaje, después de prolongada ausencia, al asomarse una
mañana a la cubierta del buque, vean en el horizonte las azules montañas de su
país; lo sentirán entonces, en la impetuosa onda de ternura que les llenará los
ojos de lágrimas y les arrancará un grito del corazón. Lo sentirán en alguna
gran ciudad lejana, en el impulso del alma, que les empujará entre la multitud
desconocida hacia un hombre oscuro, del cual hayan oído, pasando a su lado,
una palabra del idioma patrio. Lo sentirán en la indignación dolorosa y
profunda, que les hará subir la sangre a la cabeza, cuando oigan injuriar a su
país por algún extranjero. Lo sentirán más violento y más vivo el día en que la
amenaza de un pueblo enemigo levante una tempestad de fuego sobre la

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Patria, y vean brillar las armas por todas partes, correr a los jóvenes para
alistarse en las filas, los padres besar a los hijos, diciendo: ¡Ánimo!, y las
madres despedir a los jóvenes gritando: ¡Vence!... Y todo eso está significado
en esa cosa sagrada que se llama Bandera. La Bandera pues, mis queridos
niños, oídlo bien; expresando sus ideas en una sola palabra, y haciéndola
palpable en un solo objeto, es todo lo que fue y todo lo que es la vida de cada
uno de nosotros: el hogar en que se nace, el rincón de tierra en que se crece, la
primera sonrisa del niño, la madre que os arrulla, el padre que os reprende, los
primeros años, la primera lágrima, las esperanzas, los ensueños, las quimeras,
los recuerdos, todo eso en un nombre, el más poderoso de todos, ¡LA
PATRIA!.
Está en el honor del Ejército, en sus glorias y sus títulos brillando en letras de
oro; en los colores que llevan nombres de victorias; es como la conciencia de
los valientes que marchan majestuosos a la muerte bajo sus pliegues; es el
deber, es lo más severo y lo más altivo, representado por lo que hay de más
grande: ¡UNA IDEA FLOTANDO EN UN ESTARDANTE!. Y bien admiraos
de que se ame a esa bandera –a veces convertida en harapos- y que se deje uno
por ella agujerar el pecho y machacar el cráneo. Perderla es una vergüenza
eterna. Sería lo mismo que abofetear uno a uno a esos millares de hombres y
arrancarles de un solo golpe su bandera.
¿Qué es pues la Bandera?. Dijimos que es un símbolo. Pero mientas que la
especie humana tenga necesidad de unirse a una creencia sana, varonil y
verdadera, necesitará aún de esos símbolos, a la vista de los cuales se
renuevan en nosotros, hasta el fondo del alma, todos los más generosos
sentimientos, todo lo que nos lleva al deber, a la abnegación y al sacrificio.

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Al 1° de mayo.
Discurso pronunciado en el mitin del 1º de Mayo de 1955 en Huamantla, Tlaxcala.
SEÑORAS Y SEÑORES
El trabajo es una de las grandes virtudes que dignifican al hombre, gracias a él
se aleja la miseria y se mejoran las condiciones del mundo. Por medio del
trabajo arrancamos los secretos a la naturaleza para convertirlos en medios de
sustento. Pero el trabajo debe ordenarse y organizarse para que el hombre pue-
da alejarse de la condición de bestia o de paria, y pueda aprovecharse de él
para dignificar su vida, y con poco esfuerzo adquiera las comodidades físicas
necesarias a su bienestar, y pueda, también, recrear su espíritu en diversiones -
honestas.
A pesar de que el trabajo es el instrumento de la cultura y un factor de la
liberación, ha sido envilecido muchas veces y empleado para esclavizar, para
acaparar las riquezas que se han traducido luego en miseria de los
trabajadores. Durante mucho tiempo, no sólo en México, sino en la mayor
parte de los países del mundo se ha explotado al elemento trabajador con
salarios de miseria y largas horas de labor. Muchos esfuerzos se han hecho
para humanizarlo; pero siempre ha sido tratado con despotismo, haciendo uso
hasta de la fuerza para reprimir sus justas rebeldías.
Uno de los choques entre explotados y explotadores ocurrió el primero de
mayo de 1886, en Chicago. En este día, miles de trabajadores abandonaron sus
labores para proclamar las ocho horas de trabajo; el mitin fue disuelto por la
policía y posteriormente fueron ahorcados y ametrallados los líderes y obreros
peticionarios. Murieron muchos para que los trabajadores dejaran de ser

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esclavos y se convirtieran en hombres libres; murieron para que la jornada de
trabajo fuera menos agobiadora, para que los salarios fueron más justos y
equitativos. La sangre y el sacrificio de los obreros muertos no se perdió, pues
contribuyó al éxito del movimiento reivindicador de los trabajadores.
El primero de mayo fue erigido Día del Trabajo, y sirve para reiterar el deseo
de que la riqueza sea distribuida con equidad y que el trabajo sea aprovechado
por todos y no como hasta ahora sucede, que es monopolizado por una
camarilla de privilegiados. El primero de mayo no significa una fiesta del
trabajo, sino una protesta permanente contra el capital explotador de las
necesidades del trabajador; es la afirmación enérgica de los asalariados para
poner fin a las desigualdades económicas y concluir así con los privilegiados,
y las canonjías de unos con mengua de los otros.
Por esta razón, el primero de mayo vemos cómo los obreros, engalanados con
su humilde ropa de trabajo, el simbólico overol, marchan alegres, pero
enérgicos, por las calles de las ciudades.
Luchemos porque en México el obrero sea verdaderamente libre, y lo será
cuando sean realmente suyas las conquistas revolucionarias garantizadas por
la fracción 1 del artículo 123 de la constitución de 1917, que hoy nos rige.
Luchemos porque el maestro reciba del gobierno una retribución acorde a la
importancia que su trabajo reviste para el avance y la transformación de
nuestro país en todos los órdenes.
Procuremos que el trabajo hermane a todos los hombres, y los una la lucha
para que el producto de su esfuerzo sea distribuido con justicia.
Nosotros evocamos a aquellos que cayeron en la lucha de clases, que
ocuparon los patíbulos del mundo, llevando entre las manos una antorcha, y

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que al morir, con su sangre escupieron los palacios.
Aquellos que en Chicago y en todas partes, sembraron en los pechos la
protesta: a los que ayer murieron, a los que vayan a morir más tarde, los que
serán y han sido perseguidos por la espada al servicio de los amos, los que
pueblan las cárceles burguesas compurgando el delito de ser parias; a esos,
que echaron en los surcos de la noche el grano de una próxima alborada.
¡Camaradas caídos en Chicago; vuestro grito huyó por sobre todas las
fronteras! Atravesó las regias fortalezas y se prendió en los pechos flagelados
para inyectar un himno de esperanzas.
¡Vivan los mártires de Chicago!
¡Viva la lucha de clases!
¡Mueran los explotadores!

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A los niños Héroes.
Discurso pronunciado el 13 de septiembre de 1957,
en el Estadio “Tlahuicole” de la ciudad de Tlaxcala, Tlaxcala.
Pase de lista a los nombres de los aguiluchos que lucharon y cayeron en
Chapultepec, en grado heroico, el 13 de septiembre de 1847.
JUAN DE LA BARRERA
AGUSTÍN MELGAR
FERNANDO MONTES DE OCA
VICENTE SUÁREZ
FERNANDO MÁRQUEZ
JUAN ESCUTIA
Al conmemorar una vez más el aniversario de la Batalla de Chapultepec, en
que los cadetes del Colegio Militar se inmortalizaron, cubriéndose de gloria
por su heroísmo y su amor a la Patria; hemos de recordar aquellos hechos, no
con el afán de revivir odios pasados, no para denostar injustamente contra el
pueblo de los EEUU, al que admiramos como pueblo, pero sí, para poner estos
acontecimientos sobre el tapete imparcial del fallo de la Historia, que encierra,
respecto de esta conmemoración, una experiencia amarga que el pueblo de
México no debe olvidar –como no se olvida- al manifestarse ante el mundo
como defensor permanente del derecho que asiste a todo pueblo para
autodeterminarse.

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Los Estados Unidos de Norte América, ese país que con voz patriarcal hoy le
habla a México y a los demás pueblos de América Latina sobre “Alianzas para
el Progreso”; ese país que se presenta como paladín y “benefactor” de los
“pueblos libres”, como amigo de la democracia, defensor de la libertad y
protector de los débiles; ese mismo país, hace 110 años exactamente, pisoteó
su honor y nuestra dignidad, haciendo ondear sobre nuestro Palacio Nacional,
su bandera de barras y de estrellas en alarde de fuerza y derroche de ventajosa
agresividad.
De todos es sabido que a principios del siglo pasado, en la región de Texas,
que por entonces pertenecía al Estado de Coahuila, se habían establecido
muchos ciudadanos norteamericanos, como resultado, por una parte, de su
penetración comercial que al igual que en otros muchos países, realizaba
también en el nuestro, y además por el desacierto del Gobierno Mexicano al
permitir dicha colonización. Estos colonos, por razón natural, más
identificados con sus connacionales que con los mexicanos, buscaron un
pretexto para separarse del Gobierno de México, y lo encontraron en la actitud
nefasta de Antonio López de Santa Anna, quien derrocando de la Presidencia
de la República a Don Valentín Gómez Farías, se apoderó de ella y estableció
el Centralismo en la Constitución, a pesar de la oposición de todo el país.
Los colonos hicieron una gran propaganda contra las nuevas leyes mexicanas,
dijeron que con ellas su situación iba a ser peor, ya que todos los asuntos se
resolverían en la Capital de la República, ciudad situada a tan grande
distancia; dijeron otras muchas cosas, total que, según ellos, convenía la
independencia de Tejas, y, en 1836, Tejas se declaró república independiente.

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Santa Anna, al tener conocimiento del movimiento de Tejas salió a combatir a
los rebeldes; pero fue hecho prisionero, y para salvar su vida, de la manera
más cobarde, firmó un tratado por el cual, reconocía la independencia de
Tejas.
Sucedido lo anterior, Tejas pasó a formar parte de ese país, y no satisfechos
con ello, los EE UU, alegando cuestión de límites, le declararon la guerra a
México, abusando de su poderío y aprovechando que nuestro pueblo se
encontraba en malas condiciones económicas y militares, además de que no
había paz ni unión entre los mexicanos cuyas luchas habían debilitado al país.
Las tropas norteamericanas entraron en México, por el Norte, bajo el mando
del General Zacarías Taylor y, por Veracruz, al mando del General Winfield
Scott.
La resistencia que encontraron fue poca desgraciadamente, pero a pesar de
ello, las fuerzas que combatieron defendieron el territorio con denuedo y
heroísmo, y de ello nos hablan las batallas de “La Angostura”, “Veracruz”,
“Cerro Gordo”, “Padierna”, “Churubusco” y “Molino del Rey”, hasta que el
13 de septiembre de 1847, los invasores yanquis lograron llegar hasta el
Castillo de Capultepec, que estaba defendido por un escaso número de
soldados y por jóvenes alumnos del Colegio Militar. El General enemigo,
ordenó abrir fuego, y al golpe de la metralla, sin piedad, barrieron a los
jóvenes alumnos, casi unos niños, que habían acudido al llamado de defensa
de la Patria, muriendo muchos de ellos y cayendo prisioneros los otros.
Después de este hecho, funesto por sus resultados, pero que llena de gloria a

27
México y mancha de lodo a los EE UU, los norteamericanos entraron en la
ciudad izando, como ya he dicho, la bandera de las barras y las estrellas en
nuestro Palacio Nacional.
Poco después, se firmó una capitulación por la cual México perdía para
beneficio, pero también para oprobio de los EE UU, el territorio de Tejas con
límites hasta el Río Bravo, más Nuevo México, Arizona y Alta California; en
total dos millones cuarenta mil kilómetros cuadrados, o sea, más de la mitad
del territorio que nuestro país tenía en aquel entonces.
Así terminó aquella guerra injusta provocada por los yanquis; y al recordarla,
pese a las pérdidas incalculables que ocasionó, nos sentimos orgullosos, por la
actitud de los jóvenes del Colegio Militar, que, repito, siendo casi niños,
supieron estar por encima de las ambiciones y bajezas de muchos hombres de
su época, demostrando lo que vale un mexicano cuando va a la defensa de su
Patria.
Sólo que este acto heroico, no debe únicamente llenarnos de satisfacción y
orgullo, sino servirnos como ejemplo de cómo se defienden los derechos de la
Patria; abrirnos bien los ojos para ver claramente, y distinguir entre los
pueblos amigos y los pueblos enemigos; para ver y analizar claramente, las
intervenciones que hoy día, como en 1847, se siguen realizando afianzadas en
tratados desiguales, en la superioridad militar y en promesas de ayuda y
protección.
Que el ejemplo de los “Niños Héroes”, sirva para enardecer nuestro espíritu y
luchar, en la forma que sea necesaria, para que esta Patria nuestra, que

28
Hidalgo, y Morelos, y Guerrero, y Juárez y Zapata soñaron libre, sea deveras
libre; para que esta Patria que los “Niños Héroes” defendieron de las garras de
los yanquis, sea deveras nuestra y no traspatio de ningún imperialismo
económico y político.
Que al recordar, el 13 de septiembre de 1847, fecha imperecedera en el
recuerdo de todos los mexicanos, le digamos a la Patria con las palabras
ardorosas de amor y de coraje del poeta:
¡Oh patria de Cuauhtémoc, insigne patria azteca
de los duros abuelos, en cuya tradición
hunden los férreos cascos Rocinante y Babieca,
antes que al viento ruedes cual débil hoja seca,
¡Oh, patria infortunada, oye mi imprecación!
¡Popocatépetl! ¡Cumbre paterna! que se rompa
tu frente en el fracaso de una explosión sin fin
que la ciudad destruya, y el árbol y la pompa
de nuestro valle espléndido como un vasto jardín.
Que el sol en los caminos del cielo, se corrompa
sobre la tumba helada, de Hidalgo, el paladín,
y hurgue el chacal inmundo, con su siniestra trompa,
la tierra, brava madre del gran Cuauhtemotzín.
Que se vuelquen los mares, que estalle una de aquellas
catástrofes que avientan los montes al revés,

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que abran los cielos una tempestad de centellas,
y cave hondos abismos la tierra a nuestros pies…
antes de ver las “barras” con las turbias “estrellas”
flotar sobre el antiguo palacio de Cortés.

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Informe de Labores Escolares.
Discurso pronunciado el 30 de Noviembre de 1961 en San Roque, Gto.
Es mi deber presentarme ante ustedes en este acto, para informarles
lacónicamente sobre los trabajos desarrollados entre las autoridades, los
vecinos y la escuela de este lugar, así como de los fondos económicos
manejados para hacer posible, en esta fecha, la inauguración del edificio
escolar y los anexos que se tienen a la vista; esto es, 2 aulas, una oficina, el
monumento a la bandera nacional, el teatro "Ignacio Ramírez" y la casa del
maestro.
El 6 de febrero pasado nos hicimos cargo de esta institución. De inmediato se
organizó el trabajo por indicaciones del C. Inspector de la Zona y claro está,
por las necesidades intrínsecas que habrían de cubrirse a partir de ese día.
Debo mencionar aquí, que el citado Profr. Hernández Lagunas, ha estado
pendiente desde un principio, de los progresos en el desarrollo del trabajo,
pues a los pocos días de haberme presentado en ésta, tuvimos su primera visita
en compañía del C. Inspector de Obras Materiales en el estado, para la
autorización del material que nos proporcionaría el H. Gobierno de la entidad
y que en su oportunidad especifico. Asimismo, tanto en sus visitas posteriores
como en cada momento que hubo necesidad, hemos contado con su
orientación y apoyo absolutos para conducir las actividades y resolver los
problemas que hemos tenido que superar.
Sería largo y cansado dar a conocer a ustedes la memoria que se tiene de todos

31
y cada uno de los pasos dados para ir levantando estos muros, tabique por -
tabique. Pero, eso, muchos de ustedes lo saben. Quienes ya lo han hecho se
dan cuenta perfecta de que hay, por ejemplo, necesidad de reunir a los padres -
de familia en asambleas, una, dos, tres, las veces que sean necesarias; saben lo
que es convencer al pueblo para el trabajo, convencerlo persona por persona.
Conocen lo que es organizar comisiones y aprender a conducirlas; no
ignoran que hay necesidad de sacrificar las horas e inclusive los días de
descanso, para recoger cuotas o ir en busca de la gente o de material; saben
que debe uno olvidarse del tiempo y los horarios; que hay que salir en busca
de otros recursos en la imposibilidad de hacerlo todo con la comunidad, y que
esto significa entrevistar a las autoridades distintas solicitando su
participación; que en ocasiones hay que pasar horas enteras en espera de ser
recibido, para tener que regresar al día o a la semana siguiente debido a las
ocupaciones de aquellos, o para saber que no hay posibilidades de ser
auxiliado con lo que se solicita. En fin, ellos saben lo que es tener un
problema que resolver constantemente; pero también saben de las
satisfacciones que se tienen al sentirse útil y al ver que sus empeños se
traducen en realidades tangibles de beneficio y de progreso, al ver que en la
gente que ha vivido resignada, se despiertan ansias de superación por su
propio esfuerzo; al sentirse depositario de la fe y la confianza de aquellos,
inclusive, que antes se mostraron indiferentes o desconfiados; al comprobar
que el maestro no está solo en la tarea de mejorar las condiciones todas del
pueblo, porque encuentra estímulos, buenas voluntades y elementos dispuestos
a respaldarlo en su misión de servir; porque servir y educar es nuestra misión.
Respecto pues, a esa labor, tengo la más amplia satisfacción de poder informar

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a las autoridades superiores aquí presentes, que en San Roque, no hubo un -
solo ciudadano de entre los 264 existentes, que se quedara al margen de
colaborar con la escuela. Todos han trabajado, todos han puesto sus manos en
esta obra, todos han contribuido económicamente, en la medida de sus escasas
posibilidades.
El presidente de la H. Asociación de Padres de Familia, lo mismo que el
1er. Delegado Municipal, no han escatimado esfuerzo alguno para la escuela y
han sabido afrontar con ella todos sus problemas. Para ellos pues, lo mismo
que para todos y cada uno de los vecinos en general, va mi reconocimiento de
gratitud más sincero, y mi felicitación por su voluntad y su espíritu de servicio
y colaboración.
Me voy a permitir la omisión en este informe, de muchos aspectos, por tres
razones:
Porque el C. Inspector escolar de la zona, aquí presente, a quien tengo
obligación de informar detalladamente sobre el trabajo escolar, está ya
debidamente enterado de todos sus aspectos: técnico, administrativo, social,
económico, etc.; porque ustedes, los vecinos de San Roque conocen
perfectamente la labor desarrollada por la escuela y por este servidor durante
el año lectivo escolar que hoy fenece, y porque así nos ahorramos tiempo y
palabras sin correr mucho riesgo de cansarlos.
Así pues, pediré al tesorero de los padres de familia que dé lectura únicamente
al corte de caja respectivo, que además de mostrar el movimiento económico,
da una idea general del trabajo realizado, y si algo hubiese que destacar sería
otra vez, la participación social, la participación de la ciudadanía para que esta

33
escuela tenga vida, que es la vida de la propia comunidad; gracias a ello
pudimos atender cuatro grupos de alumnos, de primero a cuarto grado,
trabajando en la mañana y en la tarde; gracias a esa participación pudimos
atender un grupo de adultos en alfabetización en las noches, gracias al
entusiasmo de la comunidad se incorporaron los jóvenes y los adultos a las
actividades deportivas y a las actividades sociales como desfiles, festejos,
torneos; formación de grupos artísticos como el de teatro, el trío, la banda de
música de viento que acabamos de escuchar, y el trabajo solidario, lo mismo
para cultivar la parcela escolar que para levantar muros, o plantar árboles; para
dinamizar las comisiones que lo mismo se integraron para trasladar el mosaico
desde la cárcel de Salamanca, o la herrería de la cárcel de Guanajuato, o las
vigas de concreto de la cárcel de León, que para todos los trámites que
culminaron con la electrificación de esta ranchería. Estoy muy contento y muy
orgulloso de ser maestro rural y de ser uno más entre ustedes, y de que juntos
hayamos logrado la transformación inicial de San Roque. Tengan la seguridad
de que si así continúan trabajando unidos y con entusiasmo, este pequeño
pueblo que ya dejó de ser triste y analfabeta, seguirá progresando y no habrá
quien lo detenga.

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A los antepasados.
Discurso pronunciado en el Concurso Estatal de Oratoria de Maestros,
en Cuernavaca, Mor., en 1962, el 25 de junio, obteniendo el 1er lugar.
Como al ángel de la samotracia, me falta cabeza para hablar de los valores de
México en su historia, pero me sobran alas para volar con la imaginaci6n
sobre los siglos, y contemplar las cumbres del pensamiento, la palabra y la
acción de mis antepasados.
A orgullo tengo mi mexicanidad, el saber que en mis venas corre sangre de
reyes y de príncipes indios que la conquista hizo vasallos; sangre de un gran
pueblo que del maíz construyó una cultura, que con las flores tejió telas
suntuosas, que transformó las piedras en arte y convirtió a los hombres en
dioses.
Bueno es saber, que también llevo sangre hispana, sangre de nobles
campeadores y de quijotes, que en la conquista fueron terribles destructores,
pero que nos heredaron la extraordinaria ciudad de los palacios, y nos dieron
su lengua.
Esas son mis raíces, las raíces del pueblo mexicano del que mencionaré
algunos valores:
Habló Netzahualcoyotl y el sentimiento se hizo verso, y el verso se hizo canto
de amor y de esperanza.
Levantó Cuitlahuac su macana guerrera y Cortés lloró su noche triste, ante el
árbol testigo de Popotla.

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Cayó Tenochtitlán incendiada y sangrante, pero se alzó Cuauhtémoc, cual
monumento al heroísmo y la grandeza de su raza.
Habló hidalgo, y el trono de la monarquía española se estremeció y temblaron
los opresores.
Brilló la espada de Morelos y de su genio de estratega y estadista surgió el
Congreso de Anáhuac.
Se abrazaron en Acatempan Iturbide y Guerrero, y la independencia de
México fue consumada.
Nació en Iguala la bandera trigarante y recogió en su seno el escudo azteca,
fundiendo así la patria libre de Allende y Matamoros con la patria aborigen y
mártir de Moctezuma y de Cacama.
Convocó Juárez al pueblo, y su fe patriótica fue la roca basáltica en que se
estrellaron todas las ambiciones de los reaccionarios y los usurpadores.
Habló Zapata en Ayoxustla, y su lema le dio contenido social a la Revolución.
Firmó Cárdenas, y nuestro pueblo fue dueño de su propia riqueza. He ahí los
valores de México en su devenir histórico: porque, si hablamos de cultura,
México es esplendor con los olmecas y los mayas, con los zapotecas y los
totonacas, con los teotihuacanos y los aztecas.
Si hablamos de belleza, México es único en su música, su poesía y su plástica
de indescriptible sensibilidad artística, con exponentes como Juventino Rosas,
Amado Nervo y Diego Rivera.
Si hablamos de entereza, México es estoicismo en Cuauhtémoc.
Si hablamos de libertad, México es grito de guerra y estandarte con Hidalgo,
para conquistarla.
Si hablamos de humildad, México es Siervo de la Nación en Morelos.
Si hablamos de lealtad, México es lección incomparable con el holocausto de
los cadetes de Chapultepec.

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Si hablamos de paz, México es apotegma con Juárez.
Si hablamos de verdad, México es elocuencia con Altamirano.
Si hablamos de justicia, México es brazo armado con Zapata, para exigirla.
Si hablamos de valor civil, México es ejemplo supremo con Belisario
Domínguez.
Si hablamos de autonomía, México es expropiación con Cárdenas.
Si hablamos de fraternidad, México es pueblo hermanado, hermanado por su
historia, hermanado por sus símbolos y sus tradiciones; pero sobre todo
hermanado en su juventud pujante, en la que encontrará este país toda la
dimensión de su destino.
SALUD.

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Inauguración de obra.
Discurso pronunciado el 15 de Octubre de 1962 en la Escuela
Primaria de la Col. Gabriel Tepepa de Tlaquiltenango, Mor.,
con motivo de la inauguración de las nuevas aulas.
Hace unos momentos el C. Profr. Eufrosino Ponce R., Inspector de nuestra
Zona Escolar, ha hecho entrega oficial de esa obra al inaugurarla
solemnemente. Él y las demás personas que han dejado sus múltiples
ocupaciones para asistir a este acto, están aquí, no porque se trate de nada
grandioso, de ninguna manera, sino porque es un acto dignificante para
ustedes y para México; porque ellos saben que las obras realizadas por los
pueblos son la medida más clara de su capacidad creadora y de sus deseos de
superación, y para decirles en su presencia que deben sentirse satisfechos,
porque ahí tienen ya el fruto de sus esfuerzos y sus sacrificios, una prueba
palpable de que con voluntad y trabajo no hay empresas imposibles para los
pueblos animosos y progresistas, y para felicitarlos sin duda, porque al
construir en cooperación con el gobierno estos muros, están edificando una
escuela, y con ella, un futuro más claro para sus hijos y una Patria mejor.
Así pues, señores de esta Colonia Gabriel Tepepa, esperamos que cada vez
más y mejor, sigan velando por el mejoramiento educativo de sus hijos y de
ustedes mismos, que continúen unidos en un solo deseo de superación, que
sigan luchando, junto con la escuela en una sola voluntad y en un mismo
propósito: el de servir a México.
Ya tenemos un lema:

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"Mejores escuelas harán de nuestros hijos mejores mexicanos".
Tomémoslo como pauta a seguir y continúen sirviéndole a esta escuela que es
de ustedes. Denle siempre su respaldo para acondicionarla mejor, para
embellecerla y para dignificarla. En ella encontrarán la respuesta esperada de
su misión, porque les seguirá enseñando a leer y a escribir, pero también les
enseñará a trabajar; les enseñará a vivir.

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Clausura de curso escolar.
Discurso pronunciado el 11 de abril de 1963 en el ITRZ.
A dos años de la fecha en que este instituto tecnológico abrió sus puertas, hoy
se engalana y vuelca su alborozo, satisfecho por el balance de sus
realizaciones.
Nada más natural, cuando sabemos que nuestro tecnológico, está llamado a
ser, semillero de técnicos que dejarán sentir su acción trascendente en el
futuro de México.
Cómo no habríamos de estar contentos, cuando sabemos que la presencia de
esta escuela, es prueba elocuente de que la Revolución Mexicana sigue su
marcha; que la sangre que nuestros padres derramaron en este mismo suelo
durante la lucha armada, sigue prodigando frutos; y que, el ideal de Emiliano
Zapata se torna realidad cuando se abren para el campesino nuevos horizontes.
Hemos de señalar, además, que tener una institución de esta naturaleza es un
privilegio para esta región. Privilegio, porque son bien contadas las escuelas
técnicas de nuestro país; porque la nuestra, representa un supremo esfuerzo de
gobierno y pueblo; y, sobre todo, porque las características de la educación
que ella imparte, han de contribuir a satisfacer uno de los problemas
nacionales más urgentes: el de forjar técnicos, hombres y mujeres que con sus
propias manos, trabajen efectivamente por la prosperidad de nuestra patria.
La pauta a seguir, ya está marcada: “mejores escuelas harán de nuestros hijos
mejores mexicanos” y ustedes, los hijos de esta tierra sureña, serán mejores

40
que nosotros, porque tienen ya, y seguirán teniendo, repito, el privilegio de
recibir la educación integral de un tecnológico.
JÓVENES ALUMNOS:
Los que de una u otra forma, servimos a esta escuela y a ustedes, en esta fecha
nos sentimos embargados de alegría y esperanza: de alegría, porque vemos
concluir dos años de trabajo con éxito; de esperanza, porque mejor preparados
que cuando llegaron a nosotros, los vemos ya como estudiantes ahora, y
queremos verlos mañana como trabajadores, convertidos en fuerza vigorosa
que luche por hacer realidad el sueño de un México, grande, próspero, culto y
respetado. Queremos también, que esta sea una oportunidad más de darles un
consejo:
Para triunfar en la vida, es preciso llevar una clara luz en la inteligencia,
una inquebrantable fuerza de voluntad, y un corazón bien puesto, alentado en
un firme propósito de comprensión hacia los demás.
Nuestro deseo es:
Que sean prudentes, sin olvidar que con la acción, es como hemos de
manifestar nuestro carácter.
Que la adversidad no les quebrante la confianza, sino les fortalezca su afán de
triunfo.
Que sean alegres, teniendo en cuenta que la alegría está en las cosas, está en
nosotros mismos.
Que cultiven la amistad, pero recordando siempre, que no podrán ganar un
amigo, si no saben ser amigos.

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Que sean tenaces en la realización de propósitos lícitos.
Que alienten ideales claros y bien definidos, considerando que nuestros
ideales son lo mejor que podemos tener, y que, por lo mismo, deben
convertirse en realidad.
Que amen a su hogar y a su patria, como el mejor medio de amar y respetar la
patria de los demás.
Si nos preguntan qué es ser un buen patriota, nosotros les diremos: patriota es
aquel que cumple con sus deberes; el que no se humilla, el que odia al
servilismo y la tiranía; el que ama la dignidad, se esfuerza por ser libre,
respeta la libertad de los demás y piensa que el amor a la patria se demuestra
con el trabajo consciente y constante en pro de su mejoramiento integral.
Sigan, pues, tesoneros y tengan la plena convicción de que sus maestros
somos y seremos sus amigos. Recuerden también, que al igual que nosotros,
sus padres y la sociedad están pendientes de ustedes y esperan que sigan el
camino recto hacia un triunfo digno.
COMPAÑEROS MAESTROS:
Grande es sin duda, vuestra satisfacción en este día, como grande es la
responsabilidad de vuestra profesión.
Los futuros hombres de México, deben ser formados por hombres libres de
cadenas mentales y materiales; por maestros que abatan la duda y el
pesimismo; por hombres guías que señalen la meta por alcanzar; que sean
hábiles, intuitivos a la vez que observadores; estudiosos, plenos de amor y

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energía en el desempeño de su labor; cultos y capaces de modelar la conducta
del educando.
Esa es vuestra misión sublime -sublime porque es creadora- y estamos seguros
de que nuestras autoridades, compenetradas de la importancia del maestro
como forjador de conciencias y modelador de juventudes, sabrán garantizar a
los de este instituto, una vida tranquila, sin la preocupación de problemas
económicos o por la seguridad en el trabajo, que los haga dedicarse por entero
a trabajar en favor del advenimiento de un gran Tecnológico en Zacatepec,
que sea orgullo de México.
C. DIRECTOR DE LA ESCUELA, ING. APOLINAR VALLADARES:
Dos años de trabajo en esta institución, apenas representan el alba de un día,
que ha de ser cada vez más brillante, a medida que sus resplandores vayan
iluminando los horizontes del saber humano.
Lo que hasta hoy se ha logrado en este tecnológico, es definitivo, porque
sienta las bases de su futuro; y ya lo he dicho, para ello, han venido a
converger las energías y la voluntad de cuantos aquí servimos, pero
incuestionablemente encausados por usted, que con su energía, constancia y
dinamismo, ha sabido llevar al tecnológico por la escala del progreso, cada
vez a niveles más altos.
Por mi conducto, reciba usted, el aplauso sincero de todos los maestros que a
su lado laboramos, en reconocimiento a su tino como director y a sus
esfuerzos como hombre de trabajo, que han de redundar en beneficios para el
alumnado y en prestigio para nuestra institución.
Sabemos de antemano, que se ha impuesto la obligación de no desmayar ni un

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solo momento, para vencer todos los obstáculos y superar todos los problemas
que se presenten, y, al felicitarle por ello, le estamos diciendo también, que
todos seguiremos con usted, dispuestos al trabajo; que deseamos siga
laborando como hasta hoy, para contribuir eficientemente a formar la
humanidad del futuro, y que este día sea el anuncio de otros mejores para
nuestro tecnológico y para la educación nacional.
C. INGENIERO JESÚS MERINO FERNÁNDEZ:
Conocedores del esfuerzo que usted ha desarrollado por mejorar las
condiciones del Tecnológico, y testigos del interés conque sigue uno a uno los
progresos en él logrados, queremos manifestarle públicamente, en ocasión de
verle entre nosotros, que todos, maestros y alumnos, nos sentimos satisfechos
de su labor encomiosa y digna. Que siendo esta institución una escuela que
nace, y reconociendo en usted al hombre que en su preocupación por el
progreso no escatima esfuerzos; a la vez que le patentizamos nuestra gratitud
sincera, le decimos que el Tecnológico espera mucho de usted. Nuestras
palabras van llenas de franqueza, porque sabemos que su alto espíritu de
comprensión hacia los problemas materiales y técnicos que confrontamos, le
moverá a seguirnos brindando su apoyo franco y decidido como hasta aquí,
porque es deseo de todos, lograr que nuestro centro educativo se convierta en
un completo crisol de mexicanos útiles; que sea el abrevadero gigante que
nutra de ciencia técnica al sur de la República. Que los hijos de esta
institución, sean quienes, cabalgando en los pegasos de la inteligencia y el
trabajo, transformen en un futuro no lejano, la fisonomía de esta región que en
ellos hoy cifra su esperanza.

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Tenemos fe, en que usted seguirá siendo en Zacatepec, el arquitecto de la pa-
labra y del pensamiento del Lic. Adolfo López Mateos, cuando dice que,
"Fortalezcamos a la juventud, porque una juventud deformada no podrá servir
a México".
Permítanos contar pues, con su mano abierta, porque solamente así, con el
concurso de esfuerzos y de voluntades unidas, seguiremos teniendo la
satisfacción de que estamos cumpliendo, para que de todos sea el orgullo,
cuando cada día, más digna y más honrada, veamos que sigue flotando, sobre
el cielo limpio y luminoso de Morelos, la Bandera de México.

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Bienvenida al nuevo año escolar.
Discurso pronunciado en la Inauguración de cursos del ITRZ
el 3 de Febrero de 1964, en Zacatepec, Mor.
SEÑORAS Y SEÑORES,
JÓVENES ALUMNOS:
Me honra traer el encargo de saludarles, en nombre de la Dirección de esta
Institución y de todos los que laboramos en ella. Deseo que mi voz sea digna
de este momento; que logre elevarse en su expresión al estar frente a ustedes,
porque son ustedes símbolo de lo grande, porque ustedes son ¡Nuestra Patria
futura!... Hoy, la patria les otorga el derecho a educarse y les abre las puertas
de este Instituto Tecnológico. Ojalá, que se hayan detenido a reflexionar
alguna vez, sobre lo que este derecho significa; sobre el precio que a través de
los siglos han pagado los forjadores de la historia, para darnos sin tasa los
legados que ahora disfrutamos.
Hemos de entender, que todo lo que la civilización y la cultura nos brinde en
la actualidad, es la resultante de una sucesión interminable de investigaciones
y experiencias; de estudio y de trabajo constantes; que las libertades y los
derechos de que gozamos hoy, han costado revoluciones y sacrificios: años de
lucha y sangre de héroes; que cada generación de todas las que nos han
precedido, algo nuevo han dejado para acrecentar el acervo cultural que
nosotros recibimos como herencia; que las garantías existentes para el niño y
el joven, el hombre y la mujer, no son un regalo, ni han surgido por
casualidad: son los ideales por los que lucharon ayer nuestros padres y
nuestros abuelos y que se consolidan hoy en nuestras instituciones, para irse
trocando poco a poco en realidades.

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Si todo esto lo tenemos presente, con facilidad comprenderemos cuán grande
es la responsabilidad que juntos compartimos: la de conservar y aumentar ese
patrimonio inestimable recibido de nuestros mayores; ¿cómo?, cumpliendo
con nuestro deber, que es lo único que la patria reclama. En este caso,
cumpliendo, ustedes, como estudiantes, nosotros, como maestros. Por eso, en
esta ceremonia de iniciación de cursos, mis palabras pretenden ser la
estimuladora salutación de quienes tenemos fe en ustedes, almas nuevas,
enjambre de alegrías y bandada de ensueños, que acuden a la escuela para
fortalecerse, antes de salir al encuentro del futuro que aguarda.
Esperamos, que cual surcos que se abren en la fecunda tierra, sepan beber la
savia que forja porvenires; que hagan fructificar los granos de esperanza que,
infatigablemente, irán depositando con cariño cada uno de sus maestros.
Queremos, que tengan conciencia de lo que ser estudiante significa, de lo que
el estudio reclama de ustedes, para bien de ustedes mismos; de que la juventud
no vuelve; de que hay que gastarla, pero sólo en obras que perduren... Ustedes
que apenas viven su adolescencia, que están despertando a la vida, tienen todo
el vigor que se transforma en ímpetu que eleva, toda la pujanza que hace nacer
el genio de la fuerza creadora; pero claro, cuando se sabe aparejar a esos
dones incomparables, la constancia que dá la voluntad.
Sean pues bienvenidos a esta institución que les tiende los brazos y les
concede el título de estudiantes. Sean dignos de ese título. Aquí, encontrarán
ustedes la verdad de la ciencia, la ciencia milagrosa que rompe la crisálida del
oscurantismo que entorpece, para que libres, vuelen mañana, en pos de nuevos
faros para salvar tormentas; en pos de nuevo aliento para alcanzar justicia; en
pos de nueva vida... De nuevos horizontes.

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Aprovechen la oportunidad de forjarse un porvenir mejor. Aprovéchenla
ahora, para que no lamenten después su negligencia. Conserven la intención
de superarse que los trajo a esta escuela. Tienen al frente de ella, en la persona
del C. Ing. Federico Peña Aguirre, a un hombre de gran experiencia, de gran
capacidad, y, sobre todo, animado de gran interés y voluntad, por hacer que
esta institución llene plenamente su cometido. En él encontrarán siempre
comprensión y justicia a todos sus problemas, pero nunca, tolerancia al abuso,
ni a la falta de responsabilidad.
En el subdirector del plantel, Ing. Apolinar Valladares, encontrarán al maestro
dinámico y trabajador, comprensivo también, pero enérgico por naturaleza,
celoso de la disciplina y el cumplimiento.
En sus maestros, habrán de encontrar a los hombres guías, forjadores de
conciencias y modeladores de voluntades; todos ellos capaces, dispuestos a
dar su mejor esfuerzo para coadyuvar, entusiastas, a la completa preparación
que la escuela en su conjunto debe proporcionarles.
Al darles la enhorabuena por su ingreso, o reingreso a esta institución,
queremos dejar bien claro, que el éxito o el fracaso que en ella obtengan como
alumnos, dependerá en gran parte de ustedes. La escuela les proporciona los
medios necesarios para que salgan airosos; pongan ustedes su dedicación. Que
al concluir la jornada que hoy se inicia, no arrostren un baldón vergonzoso; al
contrario, que se lleven la satisfacción enorme, de estar cumpliendo con
ustedes mismos, de estar respondiendo a la confianza que les depositamos
nosotros, de estar honrando a sus padres en premio a sus esfuerzos, de estar
poniendo en alto el nombre del Tecnológico de Zacatepec que hoy los acoge,

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y, sobre todo, de estar cumpliendo con la patria como estudiantes dignos.
Bienvenidos muchachos.

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Al Ejército.
Discurso pronunciado en Zacatepec Mor., el día 19 de febrero de 1964.
HONORABLES MIEMBROS DEL EJÉRCITO MEXICANO :
Hace 14 años aproximadamente, por decreto presidencial del 22 de marzo de
1950, se creó el día del ejército, señalando la fecha del 19 de febrero para su
conmemoración en todo el país. Con tal motivo, hoy rendimos tributo de
gratitud y respeto a nuestras fuerzas armadas, con homenajes que representan
nuestro voto de confianza a los hombres cuya responsabilidad es guardar la
soberanía y el decoro nacionales.
Si deseamos explicarnos por qué el 19 de febrero ha sido instituido como día
del ejército, debemos hacer alusión a lo siguiente: el primer ejército que se
formó en nuestra patria, fue creado en 1761, por el virrey de la entonces
Nueva España, el marqués de Cruillas, acatando órdenes del emperador Carlos
III de España; pero ese ejército, por más de un siglo y medio, sólo representó
para nuestro pueblo, un órgano de represión contra sus derechos y
aspiraciones; sólo representó la fuerza bruta que exigía sumisión y obediencia;
sólo fue un instrumento puesto al servicio de los explotadores que durante
tanto tiempo vilipendiaron nuestra libertad, nuestra soberanía y nuestras más
elementales garantías.
El 19 de febrero de 1913, fecha en que el nefasto Victoriano Huerta hizo
prisioneros al Presidente Madero y al Vice-presidente Pino Suárez, Don
Venustiano Carranza, a la sazón gobernador del estado de Coahuila, hizo
saber a la nación el decreto de la misma fecha dictado por la legislatura de

50
aquella entidad, en que por una parte desconoció a Huerta como Jefe del
Ejecutivo y, por otra, se le concedieron a Carranza facultades extraordinarias
para armar fuerzas que coadyuvaran al sostenimiento del orden constitucional
en la República. En esa fecha, pues, nacía oficialmente el ejército actual como
un producto de la Revolución Mexicana, destinado primero a restablecer el
orden constitucional y posteriormente a resguardar nuestra soberanía y
nuestras instituciones. De ahí que el 19 de febrero sea Día del Ejército.
En esta fecha, pues, nuestro homenaje no es para el viejo ejército virreynal
que esclavizó a los indios conquistados sofocando con saña inaudita sus
manifestaciones de inconformidad plenas de justicia.
Este acto de reconocimiento, no es tampoco para el ejército realista que quiso,
inmisericorde, ahogar en sangre a los insurgentes gloriosos, que sostuvieron la
bandera de la independencia amparados solamente en su patriotismo sin
límite.
No estamos ofreciendo pleitesía, al ejército aquel, que traicionando a un
pueblo entero, quiso mantener a Iturbide en un trono oropelesco, que era la
negación de once años de lucha llenos de heroísmo y sacrificios.
No estamos rindiendo culto al ejército conservador que durante tres décadas
sirvió de apoyo a quienes atentaron contra la justicia social que reclamaba un
pueblo inerme cansado de luchar inútilmente engañado por Bustamente y por
Santa Anna.
No son nuestras loas para el ejército que hace 100 años respaldó a un
archiduque en su efímero imperio, desconociendo la legalidad de la República.
No aplaudimos en este acto, al ejército criminal que en Pinos Altos y en

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Cananea, en Puebla y en Río Blanco, en Yucatán y en Jalisco asesinara
obreros y campesinos para reprimir los brotes de su inconformidad contra la
dictadura porfirista y sus oprobios.
No rendimos tributo al ejército traidor de la Revolución que se entregó a
caciques y burgueses de la camarilla del chacal sanguinario que asesinó a
Madero.
En una palabra, nuestro homenaje no es para el ejército opresor que nació en
1761 con el Virrey de Cruillas y murió despedazado en 1914, al serle
impuestos por Obregón los tratados de Teoloyucan con que se disolvió.
Nuestra admiración y respeto, es para el ejército nuevo que surge de la
Revolución Mexicana, oficialmente el 19 de febrero de 1913, para el ejército
que restauró el orden constitucional; para el ejército humanizado que se
convierte en brigada de salvamento de vidas y de bienes en las inundaciones,
temblores y tragedias nacionales; para el ejército disciplinado que sirve a las
causas del pueblo; para el ejército consciente que resguarda la libertad y la
justicia, que vela por nuestra integridad nacional y protege el honor y el
decoro de la Patria.
Por todo lo anterior, deseamos en este día, que cada soldado, cada miembro
del ejército emanado de la Revolución, al recibir nuestro homenaje cálido,
tenga presentes las páginas de gloria que escribieron Hidalgo, Morelos y
Guerrero, pues son depositarios de la responsabilidad que implica velar por la
libertad que ellos forjaron.
Esperamos, al tributarles nuestra gratitud, que el espíritu de los Aguiluchos en
Chapultepec, el de Zaragoza en Puebla y el de Escobedo en Querétaro,

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permanezca latente en sus corazones, para fortalecerlos en la defensa de
nuestra soberanía.
Queremos, al reiterarles nuestra confianza, que el ejemplo de los héroes Juárez
y Carranza, les sirva como guía luminosa, en el amparo que deben dar a las
instituciones que nos legaron.
Contamos, al felicitarlos en su día, con que, la frase inmortal de Damián
Carmona, les dará la presencia de ánimo de un creyente, en el fiel
cumplimiento de su deber, y…
Confiamos, por último, en que, como cumple a todo buen mexicano, sabrán
responder, con su vida, si es preciso, de que se conserven inmaculados los
colores de la Bandera Nacional, síntesis flamígera de nuestra historia Patria,
cuya custodia les ha sido encomendada.
Salud.

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A Madero y Zapata.
Discurso pronunciado por un alumno de nivel secundaria del ITRZ,
galardonado como Campeón Estatal de Oratoria en 1964.
HONORABLE JURADO CALIFICADOR, RESPETABLE PÚBLICO:
Esta justa de la palabra es una prueba de nuestros afanes, de nuestra búsqueda
permanente, de nuestra fe en nosotros mismos y en el destino de México.
El tema que debo abordar es "Emiliano Zapata y Francisco I. Madero".
Para hablar de estos dos héroes quisiera tener una montaña por tribuna, y que
sus nombres rodaran de cumbre en cumbre, como sus ecos que van resonando
sobre los tumbos violentos de la historia.
Los pueblos son el crisol en que se templan los héroes, y los héroes son las
puntas de lanza de los pueblos; hombres cuyas vidas le han dado sentido a una
época; los que han querido echar a andar el mundo y levantarlo en sus brazos;
los que han vivido para redimir; los que han realizado hechos extraordinarios
en beneficio de los demás, al precio de su propia existencia.
Rango de héroes han alcanzado en México, Emiliano Zapata y Francisco I.
Madero.
Héroe de corrido y leyenda es la figura de Emiliano Zapata, quien surgido del
barbecho morelense y crucificado entre dos cartucheras, se hizo Cristo a la
Jineta, y con su carabina dio los sermones para los desamparados, y montó el
caballo de la gloria luchando por la tierra, y exigió la justicia a fogonazos,
porque esa era la única realidad de la justicia.

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Héroe de la no reelección es la figura de Francisco I. Madero, político surgido
de las haciendas del norte mexicano y de las universidades europeas, para
encabezar el movimiento armado que derribó al dictador Porfirio Díaz.
Tanto Zapata como Madero lucharon por defender este país nuestro sumido
entonces en la opresión y en la pobreza.
Lucharon por la patria traicionada de su tiempo, pero también por su México
del mañana, que es el México de hoy.
No obstante que al principio lucharon los dos contra el gobierno de Don
Porfirio, después se distanciaron y siguieron diferentes caminos.
Las coincidencias y semejanzas entre Zapata y Madero son muy pocas:
Tanto uno como otro fueron caudillos de la Revolución.
Madero luchó por un plan, el Plan de San Luís. Zapata también luchó por un
plan, el Plan de Ayala.
Madero fue traicionado y asesinado por Victoriano Huerta.
Zapata fue traicionado y asesinado por Guajardo.
Los nombres de los dos están escritos con letras de oro en el recinto del poder
legislativo.
Las diferencias entre Zapata y Madero son muchas:

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A Madero le importaba la política, a Zapata le importaba la tierra.
Madero era un rico hacendado del norte; Zapata era un charro, amante del
campo suriano.
Madero al llegar a la Presidencia, no cumplió su promesa de que las tierras
monopolizadas por los hacendados se repartieran a los campesinos. Zapata
lanzó el Plan de Ayala para luchar con las armas en la mano hasta obligar a los
hacendados a devolver las tierras que les habían quitado a los hombres del
campo, y lo cumplió.
Madero quería estar bien con los políticos.
Zapata quería cumplirle a quienes trabajaban la tierra.
Madero desde el palacio nacional, combatió ferozmente a Zapata con el
ejército federal al mando de Victoriano Huerta, quien incendió, arrasó y
masacró los pueblos de Morelos, llenándolos de destrucción y muerte. Zapata,
al frente de los campesinos insurrectos, enfrentó la lucha contra Madero,
incendió las haciendas y repartió la tierra, convirtiendo las montañas del sur
en sus fortalezas.
Madero fue a la Revolución por motivos políticos. Zapata le dio contenido
social a la Revolución peleado por los pobres.

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El lema de Francisco I. Madero era “Sufragio efectivo. No reelección”. El
lema de Emiliano Zapata era "Tierra y Libertad".
Madero fue un hacendado que encabezó una revolución burguesa contra la
reelección, y los políticos acabaron burlándose de él. Zapata fue un guerrillero
que con sólo su nombre hacia temblar de pánico a los políticos de la ciudad.
Madero era un hombre culto, pero cándido y confiado, entregado a los
políticos porfiristas. Zapata era un hombre rudo, pero desconfiado y suspicaz,
cobijado por el amor y el respeto del pueblo.
Madero se apoyaba en el ejército federal que heredó de don Porfirio. Zapata se
apoyaba en el Ejército Libertador del Sur que él formó con los campesinos.
Madero luchó contra un presidente, contra Díaz. Zapata luchó contra el
presidente Díaz, contra el presidente De la Barra, contra el presidente Madero,
contra el presidente Huerta, contra el presidente Eulalio Gutiérrez y contra el
presidente Carranza.
Madero perdió la vida en 1913, en la Cd. de México, engañado y traicionado
por los porfiristas en los que confió. Zapata continuó luchando hasta 1919 en
que perdió la vida en Chinameca, por redimir a los campesinos.
Madero fue llamado “Mártir de la Democracia”. Zapata fue llamado "Caudillo
del Agrarismo".

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Compañeros estudiantes:
Estudiemos con pasión la historia de México, penetremos en su sentido
fundamental y en sus lecciones más valiosas; armémonos con sus enseñanzas
y partiendo de ahí, inspirados en ella, unámonos a la gran empresa de crear
una historia nueva, la historia de un México superior, más moderno, más justo,
más libre...
No olvidemos que somos parte de este pueblo, donde hay hombres que dejan
su patria para irse al otro lado en busca de sustento.
De este pueblo de campesinos que aún trabajan la tierra que no es suya y
comparten el hambre con sus hijos.
De este pueblo de obreros que aún se ven engañados por las falsas promesas
de sus líderes y ven pasar su salario como agua por sus manos.
De este pueblo de maestros abrumados de deudas.
De este pueblo de pequeños comerciantes arruinados por tantas crisis
económicas y rematados por funcionarios voraces.
De este pueblo de profesionistas jóvenes que salen de las aulas con sus títulos,
llenos de esperanza, para encontrarse con las puertas cerradas y el desempleo.
De este pueblo que ve cómo se destinan miles de millones de pesos para
campañas políticas en las que piden su voto que no será efectivo. Donde los
que gobiernan son unos cuantos ricos, y los que sólo votan son millones y
millones de pobres.

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Que sobre el caos y la anarquía reinantes, la juventud deje de ser tan sólo la
esperanza, para convertirse en realidad viva y actuante. Que con la sangre de
los héroes como Zapata, que aún fluye incontenible en nuestras venas
morelenses, participemos en la hora presente, para superar la miseria, la
ignorancia y la inseguridad.
Madero cometió muchos errores, como no haber licenciado al ejercito federal;
como no haberse apoyado en los ejércitos que lo hicieron triunfar (el de Villa
y el de Zapata); como no haberse sacudido a los políticos porfiristas; como
haber combatido a Zapata; como haberle dado el mando del ejército a Huerta;
pero habrá que reconocerle que era un hombre muy valiente y bien
intencionado.
Zapata, fue el hombre más limpio de la Revolución; fiel a la causa de los
desamparados hasta la muerte, uno de los hombrees más famosos del mundo
que hasta la fecha sigue inspirando movimientos sociales de reivindicación
que llevan su nombre.
Estudiemos ahora, queridos compañeros, para luego luchar por construir el
futuro, y que el sacrificio de Zapata y de Madero, nos presidan. He dicho.

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Clausura de curso.
Discurso pronunciado en el Instituto Tecnológico Regional No. 9
de Zacatepec, Mor., el 28 de noviembre de 1964.en la clausura de cursos.
Señoritas y jóvenes que integran la II generación de alumnos de este Instituto:
Me honra la distinción de traer en mis palabras, todo el cariño que los
maestros del Tecnológico sentimos hacia ustedes, y la emoción de ver que esta
despedida, triste por ser despedida, encierra al mismo tiempo, el feliz
acontecimiento de ver concluida una jornada de trabajo fecundo.
Temo sin embargo, que aún sintiendo como siento lo que quisiera decir, mi
palabra no alcanzará a describir las emociones que hoy conmueven el alma y
hacen latir con más fuerza el corazón.
Esta noche, saturada de evocaciones para ustedes y para nosotros, al volver la
mirada y sentirnos tan cerca del pasado, fácilmente podríamos hacer un
balance de nuestras realizaciones. Este mismo acto podría ser ese balance.
Ustedes hace tres años pisaban por primera vez los umbrales de esta escuela
ávidos de saber; hoy, la campana del tiempo anuncia su partida: no son todos
los que ingresaron entonces, pero sí, y de eso estoy seguro, son los mejores,
son la II Generación que vuela de este nido hacia nuevos horizontes; son la
vanguardia de esta escuela, que sale ya al encuentro de un futuro cargado de
promesas. Nosotros, al despedirlos, nos sentimos embargados de alegría y
esperanza. De alegría, porque los vemos alcanzar con éxito una meta trazada.
De esperanza, porque mejor preparados que cuando llegaron, están prestos a

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iniciar la conquista de una tercera etapa de la educación, o bien, a incorporarse
en las filas de los trabajadores; pero ahí, donde la vida los ponga, habrán de
ser útiles al hogar y a la patria, convertidos como estudiantes o trabajadores,
en fuerza vigorosa que luche por hacer cada vez más real, el sueño de un
México mejor. ¡Esa es nuestra esperanza!
Deseamos que al irse lleven presente lo que tantas veces les repetimos en el
aula: la Juventud por su propia naturaleza es dinámica, inquieta, batalladora,
entusiasta y valiente. Pero esas virtudes deben ponerse al servicio de las
causas más nobles, de los más grandes ideales, de los más preclaros propósitos
para alcanzar el triunfo en la vida. Ustedes que tienen la dicha de ser jóvenes,
recuérdenlo y triunfen; pero no olviden: triunfar en la vida no es llenar las
arcas de riqueza. Ni vivir de fiesta. Triunfar no es ser poderoso. Triunfar es
algo más que eso; triunfar en la vida es ennoblecer el espíritu, es sentirse útil,
es servir a los demás, es poder caminar con la frente alta y la satisfacción de
proyectar nuestra propia existencia hacia otros seres.
Se precisa entonces, una clara luz en la mente y una inquebrantable fuerza de
voluntad para que la adversidad no nos quebrante la confianza, al contrario,
que sirva para fortalecer el afán de triunfo.
Hoy, al decirles "hasta luego", queremos también que sea la oportunidad de
darles un último consejo:
Sean prudentes. Manifiesten su carácter con acciones más que con palabras.
Sean alegres, que si ustedes quieren, encontrarán alegría en las cosas, estará en
ustedes mismos.
Cultiven la amistad y sean tenaces en sus propósitos. Alienten ideales claros y
bien definidos, que un ideal es lo mejor que puede tenerse y por cuya
realización se debe luchar.

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Jóvenes alumnos:
Al partir de la escuela, nosotros sabemos lo que sienten: no quisieran dejarla
porque la aman; pero es necesario. ¡Sigan adelante!. La escuela, y sus padres,
y la sociedad, estarán pendientes del camino que tomen.
Si de algo puede servirles, llévense la seguridad de que sus maestros somos y
seguiremos siendo sus amigos, sencillamente porque con ustedes, ya lo dije
antes, se va una esperanza que forjamos con parte de nuestra vida misma.
Sabemos que muchos de ustedes tornarán pronto para seguir estudiando en
esta escuela. De los que no, pensamos que habrá quienes la frecuenten y hasta
la fortalezcan de alguna forma; otros quizá únicamente la visitarán alguna vez
y posiblemente varios no vuelven nunca. Pero de una cosa estamos seguros, de
que todos absolutamente, dondequiera que estén, habrán de recordarla y ojalá
sea siempre con cariño.
Vayan pues al encuentro del mundo y triunfen.
Sean buenos hombres, sean buenas mujeres, sean buenos ciudadanos y
mexicanos dignos.
Que de aquí en adelante como dijera el Sr. Kennedy, "Ya no pregunten qué es
lo que la Patria puede hacer por ustedes, sino qué pueden hacer ustedes por la
Patria".
Felicidades muchachos.

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Bienvenida.
Discurso pronunciado en el ITRZ, el 13 de noviembre de 1965.
C. LIC. AGUSTÍN YÁNEZ, SECRETARIO DE EDUCACIÓN PÚBLICA.
C. LIC. EMILIO RIVAPALACIO, GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO.
C. ING. VÍCTOR BRAVO AHUJA, SUB-SECRETARIO DE ENSEÑANZA TÉCNICO
SUPERIOR.
C. ING. ALEJANDRO GUILLOT, DIRECTOR GENERAL DE ENSEÑANZAS
TECNOLÓGICAS, IND. Y COM.
Por encargo expreso del Lic. Marco Antonio Muñoz, Presidente de la Junta
Directiva de este Instituto, y del Ing. Federico Peña Aguirre, Director del
mismo, traigo para ustedes, el saludo más cordial de los alumnos y los
trabajadores de este plantel, que, en este momento, vemos en ustedes a
personajes distinguidos, que lo son sencillamente por la gran responsabilidad
que tienen de servir al pueblo, porque hoy se acercan a este recinto para
estrechar vínculos, palpar realidades, y ser testigos de los primeros frutos que
empieza a rendir esta escuela acrisoladora de esperanzas.
Saludamos en ustedes a los hombres de trabajo que con determinación y
cariño, continúan la obra que en materia de educación técnica inició el
Presidente Cárdenas al fundar el Instituto Politécnico, y traducimos su
presencia en este acto como interés por la educación de las recientes
generaciones; de estas almas nuevas, de las que la Patria espera su mejor
esfuerzo para ser más libre desde ahora, razón por la que, brindarles la
oportunidad de prepararse y empeñarnos en ello, seguirá siendo uno de los
soportes en que se asiente la estructura del mañana de México, que desde ayer

63
estamos construyendo y desde hoy estamos viviendo. Estamos convencidos de
que, sólo mediante el trabajo y la educación, alcanzaremos las metas del
proyecto de país que nos hemos trazado, hasta transformar todos los "pueblos
de mujeres enlutadas" que un día pintara la pluma del escritor Agustín Yáñez
y que aún pululan en el mapa, en pueblos con nueva fisonomía, esto es: hasta
que logremos que cada hombre y cada mujer, de todos los que habitan nuestro
territorio, sepan cual es su sitio en la sociedad y trabajen para engrandecerla,
libres ya de las cadenas mentales que prohíjan supersticiones y fanatismos,
prejuicios y explotación, y los estancan en la miseria, la insalubridad y la
ignominia.
Apreciamos en cuanto vale, el tiempo que le brindan a esta institución, no
desatendiendo sus ocupaciones, sino por atenderlas mejor, y al ofrecer a
ustedes los brazos abiertos de esta escuela y de este pueblo para recibirlos,
deseamos que su estancia entre nosotros les resulte grata y que a este Instituto
Tecnológico le resulte significativo y perdurable el recuerdo que aquí dejen de
su trascendental visita.
Señoras y Señores:
¡Sean ustedes bienvenidos! ¡Están en su casa!.

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Primera piedra.
Palabras pronunciadas el 13 de febrero de 1966 en el ITRZ
al colocarse la primera piedra de la biblioteca.
C. LIC. EMILIO RIVAPALACIO MORALES,
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE MORELOS:
Me dirijo a usted en especial, para presentarle el saludo respetuoso de los
alumnos del Instituto Tecnológico Regional Número 9 de este lugar, quienes
aplauden este acto en que se inicia la construcción de una biblioteca pública; -
una ceremonia que garantiza, con la presencia de usted, la próxima apertura de
tan indispensable centro de estudios y de superación, pues en las bibliotecas -
perdura la imagen y el ingenio del conocimiento de los hombres, y en ésta,
que hoy empieza a levantarse con una piedra, transcurrirá la juventud
estudiosa con la satisfacción íntima que dan los libros, que, como dijera
Alejandro Smith “constituyen un mundo mejor dentro del mundo”.
Reciba, señor gobernador, la gratitud anticipada del estudiantado técnico de
esta región, que reconoce en usted al gobernante que con hechos tangibles
demuestra su preocupación por atender las necesidades y demandas del
pueblo.
Hoy una piedra es símbolo del compromiso que contrae su gobierno; que
mañana merecerá una placa de testimonio del compromiso cumplido.
Salud.

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Apoyo a Rubén Román Sánchez.
Discurso pronunciado en la plaza de Tlaltizapán, Mor., el 25 de marzo de 1967.
Apenas el pasado miércoles 21 de marzo, el Presidente de la República, Lic.
Luís Echeverría Álvarez, declaró que no debe ocultarse la verdad, por cruda
que parezca. Y la verdad en materia política, señoras y señores de Tlaltizapán,
es que existe indiferencia y apatía por las cuestiones electorales; que es
mínimo el interés por ejercer los derechos y los deberes ciudadanos y que sin
la participación abierta y efectiva del pueblo, sin la participación de los
ciudadanos adultos y de los ciudadanos jóvenes, de los ciudadanos hombres y
de las ciudadanas mujeres, la democracia seguirá siendo un simple mito.
Porque no puede haber democracia donde los gobernantes son impuestos,
donde los diputados no representan a nadie, donde las leyes no se cumplen y
las autoridades no hacen que se cumplan.
Tal vez por eso el presidente viene hablando de apertura democrática. Tal vez
por eso el presidente está pidiendo la crítica, como medio para crear una
conciencia cívica. Tal vez por eso el presidente está diciendo que es necesaria
la oposición, como medio efectivo de superarnos políticamente, de darle
mayor valor al sufragio y de conocer mejor la verdadera voluntad del pueblo.
Estoy consciente de todo eso al dirigirme a ustedes, para decirles que el
Partido Revolucionario Institucional, cumpliendo con la parte que le
corresponde como partido político, postula la candidatura del C. Profr. Rubén
Román Sánchez, para diputado por este 4º Distrito Electoral.

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Pero deseo aclarar, que cuando hablo del PRI, lo hago pensando en que los
Principios Revolucionarios que sostiene su ideología deben tomar vigencia
histórica en los hechos, para que se borre la imagen del PRI que han
desprestigiado los oportunistas y los pseudorevolucionarios, tomándolo como
bandera de sus personales intereses, como pantalla de la burguesía, pues por
ese camino acabará apartado de las masas populares y condenado por la
historia.
Cuando hablo del PRI lo hago pensando que el partido debe ser ya, verdadero
instrumento del pueblo, para llevar al poder a sus legítimos representantes, y
dejar de ser el PRI con que los demagogos y claudicantes han querido hacer o
han hecho burla del pueblo. Si el partido no se independiza del gobierno y de
los ricos acabará, por perder la confianza del pueblo y por no representar a
nadie que no sea a los comerciantes, a los banqueros y a los industriales; y
estas verdades las expreso aquí, públicamente, por respeto a ustedes, a quienes
no se les engaña, por respeto a mí mismo y como una esperanza de que se
mejoren las instituciones.
Yo que no vivo de la política, al pedir el voto de ustedes para el Profr. Rubén
Román Sánchez, lo hago con la satisfacción de que no se trata de un
advenedizo ni de un farsante, sino de un hombre que ustedes conocen y que ha
probado ampliamente su capacidad para servir al pueblo. O díganlo si no, los
que saben que aquí en Tlaltizapán, el Profr. Rubén Román Sánchez fue
fundador de la escuela secundaria, cuando los profesores no cobraban un solo
centavo, escuela que se convirtió en la secundaria donde hoy se preparan las
nuevas juventudes de este pueblo zapatista; escuela que aún conserva el cariño

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del Prof.. Román Sánchez, quien a últimas fechas, en su carácter de Presidente
Municipal de Jojutla, la dotó de equipo didáctico y de oficina.
Digan si no es merecedor de representar a este distrito, el hombre que supo
darle prestigio y dignidad a la Escuela Preparatoria de Jojutla, cuando estuvo
al frente de ella como director, logrando que se construyera el nuevo edificio
en que actualmente funciona.
Digan si no tiene méritos suficientes para ser candidato a diputado, el profesor
Rubén Román Sánchez, cuando al frente de los destinos de Jojutla como
autoridad municipal, impulsó claramente su desarrollo dejando al municipio
todo, en pleno proceso de transformación.
Por todo esto, al venir ante ustedes no lo hace únicamente para pedirles su
apoyo en las urnas electorales el próximo mes de abril, sino también, para
escuchar sus inquietudes, para conocer sus necesidades, para que planteen sus
problemas de viva voz; para que el nuevo candidato los haga suyos, aceptando
el compromiso de que, con el sufragio de ustedes, al llegar al puesto para el
que está nominado, sabrá responder, como siempre lo ha hecho, a la confianza
que el pueblo le brinda, sin más limitaciones que las de su propia capacidad, y
sin más interés que el de servir al pueblo del que ha surgido, al que se debe y
al que corresponde, ahora como siempre, decir la última palabra.

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Discurso pronunciado el 30 de junio de 1967 en la clausura de cursos del ITRZ
SEÑORAS Y SEÑORES.
ESTIMADOS ALUMNOS:
Jóvenes integrantes de la primera generación de técnicos, de la 3ª de
bachilleres y la 5ª de Secundaria que en esta ceremonia entrega a la patria el
Instituto Tecnológico Regional Núm. 9 de Zacatepec, Morelos.
Hace cien años, Juárez salvó a la republica, invadida y usurpada por la
ambición imperialista. Él y los hombres de su generación, cumplieron su
deber de mexicanos dignos, y nos entregaron la patria que Hidalgo y Morelos
hicieron libre, más libre y soberana.
Hace 50 años, el Gobierno surgido de la eclosión sangrienta que envolvió a
todo México, que estremeció esta tierra con la proclama ardiente de Emiliano
Zapata, nos entregaba un código supremo, cual fórmula de paz y crisol de
justicia, que señalaba el rumbo para nuestro futuro.
Hoy que estamos en paz en esta casa grande, construida con sangre y
apuntalada con siglos de heroísmos y luchas; por habitar en ella, a ella nos
debemos, y no hemos de esperar otra vez invasiones ni más revoluciones para
cumplir con ella. ¡Impulsar su progreso es la tarea presente! Es la tarea de
ustedes (y ahí podrán ser héroes, como dijera el joven orador) esa es al tarea
nuestra. Es la tarea del pueblo.
Por eso, nuestra determinación de levantar generaciones de hombres sanos y
fuertes, hombres que sean concientes de todos sus derechos y sus

69
obligaciones, hombres bien preparados; técnicamente capaces de afrontar las
diversas tareas del progreso de México; éticamente capaces de conservar
siempre la dignidad humana.
Queremos, aquí, como en todos los ámbitos del país, establecer las bases,
oportunidades y condiciones para la natural selección de las aptitudes, para la
más adecuada división del trabajo, para la especialización y profesionalización
de las inclinaciones individuales.
Queremos forjar los cuadros dirigentes del progreso de la vida institucional de
México: queremos forjar los trabajadores calificados, los técnicos, los
profesionales, pero también los artistas, los conductores de masas y los
gobernantes.
Ese es nuestro propósito y en ello estamos empeñados, y afortunadamente lo
vamos logrando con el concurso de los propios interesados; con el concurso de
ustedes los nuevos hombres.
Al haber terminado sus estudios poseen todas las armas para salir airosos,
cada cual en su nivel; sólo falta que aporten lo que les corresponde en
determinación.
A manera de estímulo, me complace decirles que este, nuestro Instituto, con
legítimo orgullo se siente satisfecho de tener comprobado, que alumnos
egresados de sus aulas hacen honor a los conocimientos que les acreditó,
siendo sobresalientes en cursos superiores.
Otros trabajando ya, sirviendo a este instituto del que hace algunos años
fueron alumnos.

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Lo mismo esperamos de ustedes. Al partir de esta escuela, sean como el
alpinista que busca las alturas. No teman los abismos, usen bien el equipo que
aquí les entregamos y, esquiven los derrumbes, escalen los picachos hasta
alcanzar la cima, hasta pisar la cúspide, y ahí claven su bandera. Que flote en
la más alta cumbre, cumbre de cumplimiento, de constancia y honradez; de
dinamismo, de trabajo y esfuerzo…
Vayan pues al encuentro del mundo y triunfen. Sean buenos hombres. Sean
buenas mujeres. Sean buenos ciudadanos y mexicanos dignos.
Vayan en pos del éxito y alcáncenlo que también será nuestro. Y lo más
importante: será un triunfo de México.

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A Hidalgo.
Discurso pronunciado el 16 de septiembre de 1967, en Jojutla, Mor.
Cuando en 1810 corrió por todo México la noticia de que un cura había osado
rebelarse contra el gobierno; que arrastraba tras de sí una horda descomunal,
compuesta principalmente por indios, todo el país se estremeció.
Los obispos de México, Michoacán, Oaxaca y Tlaxcala, no tardaron en lanzar
excomuniones y edictos en contra de Miguel Hidalgo, el cura rebelde. Y con
las excomuniones llovieron las injurias. Un fraile en un templo de Guanajuato
vomitó estas palabras: "CURA MERCENARIO, MONSTRUO DE
EXTRAÑA FEROCIDAD, IMPÍO, ENEMIGO DE DIOS Y DE LOS
HOMBRES QUE CONCIBIÓ EL ABOMINABLE FETO DE lA
INDEPENDENCIA". Todos los obispos lo excomulgaron y todos lo
maldijeron en sus excomuniones.
Las autoridades civiles, aliadas a la iglesia, desataron una implacable
persecución contra Hidalgo y sus partidarios, y cubrieron todo el país de
propaganda contra el movimiento libertario. Calificaron a Hidalgo como un
jefe de bandidos, y a sus seguidores como una turba de malvados.
Pero siempre ha sucedido lo mismo contra los que se rebelan: se les declara
fuera de la ley, se les llama locos con ideas exóticas, se les calumnia y se les
persigue.

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Desde que apareció el primer ladrón que dijo: "ESTE PEDAZO DE TIERRA
ES MÍO", aparecieron los explotadores, y desde entonces sucede lo mismo
cuando se rebelan los explotados.
Los poderosos, desde que existen, han tratado de moldear a su antojo la
inteligencia humana; han tratado siempre de amedrentar al pobre con el miedo
al infierno, con el látigo, con el calabozo, con la persecución y con la muerte.
De ahí deriva el respeto a los de arriba: respeto al fraile que pide a los
hombres resignación al sufrimiento en esta vida, para que sean felices cuando
estén muertos; respeto al soldado que asesina impunemente; respeto al
gobernante que oprime; respeto al amo que vive del trabajo de los parias,
respeto al patrón que explota al obrero y al campesino, respeto al que manda,
respeto a las leyes que sólo benefician al rico y perjudican al pobre... y esos
señores que buscan se les respete hablan siempre en nombre del orden y la
paz.
Miguel Hidalgo y Costilla estuvo contra ese orden, contra ese respeto y esa
paz y proclamó la guerra; porque predicar la paz cuando el tirano nos
deshonra imponiéndonos su voluntad; predicar la paz cuando el rico nos
extorsiona hasta convertirnos en sus esclavos; cuando el Gobierno y la
Burguesía y el Clero matan toda aspiración y toda esperanza; predicar la paz
en tales circunstancias es cobarde, es vil, es criminal.
La paz con cadenas es una afrenta que debe rechazarse. La paz en que se
prostituye el ciudadano, (no importa la época ni la paz de que se trate), séase

73
la paz de los faraones, como la paz de los césares; cualquier paz, ni es
impuesta con la represión, maldita sea.
Contra esa paz se han rebelado siempre los pueblos, contra esa paz se ha ido a
la lucha y se ha dado la vida, porque la muerte en la lucha es más dulce que la
vida en medio de la opresión.
Hidalgo es ahora un héroe, porque fue un rebelde, y fue un rebelde porque la
rebelión es un derecho de los hombres y de los pueblos; porque la rebeldía es
indispensable cuando se trata de romper los obstáculos que se oponen al
derecho de vivir.
Desde Prometeo en la mitología griega hasta Emiliano Zapata en la realidad
de México, los rebeldes han hecho avanzar a la humanidad, levantando a la
plebe. Pero no a la plebe de los faraones, mustia y doliente; no a la plebe de
los césares abyecta y servil; no a la plebe que bate palmas al paso de los
opresores. Sino a la plebe rebelde al yugo; la plebe de Espartaco que luchó
contra la esclavitud; la plebe que con CAMILO DESMOULlNS aplastó la
Bastilla, la plebe que con Hidalgo incendió Granaditas.
Cuando un pueblo ya no espera que descienda a algún Sinaí la palabra de
Dios, de ese mismo pueblo, de la masa esclava y enlodada, surgen los
rebeldes; y es entonces cuando se rompe el silencio con un grito de libertad
como el de Hidalgo.
Hidalgo dijo textualmente, aquella mañana del 16 de septiembre en Dolores:
“LLEGÓ EL MOMENTO DE NUESTRA EMANCIPACIÓN; HA SONADO
LA HORA DE NUESTRA LIBERTAD... POCAS HORAS ME FALTAN

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PARA QUE ME VEÁIS MARCHAR A LA CABEZA DE LOS HOMBRES
QUE SE PRECIAN DE SER LIBRES. OS INVITO A CUMPLIR CON ESTE
DEBER. ¡VIVA lA ÁMERICA! ¡VIVA FERNANDO VII! ¡MUERA EL
MAL GOBIERNO!...”
Estas últimas palabras de Hidalgo deberían repetirse al rememorar el grito
cada 15 de septiembre “MUERA EL MAL GOBIERNO”, pero ningún
gobernante las dice.
Los timoratos y los hombres “serios” de hoy, que adoran a Cristo, son los
mismos que ayer lo condenaron y lo crucificaron por rebelde. Los que hoy
levantan estatuas a los hombres de genio, son los mismos que ayer los
persiguieron, los cargaron de cadenas o los echaron a la hoguera.
Los que torturaron a Galileo y le exigieron su retractación, hoy lo glorifican;
los que quemaron vivo a GIORDIANO BRUNO hoy lo admiran; los que
ahorcaron a John Brown, el generoso defensor de los negros, hoy lo llaman
libertador; los que llevaron la cicuta a los labios de Sócrates hoy admiran su
pensamiento; los que ayer condenaron, excomulgaron, degradaron y
decapitaron a Hidalgo hoy lo veneran.
Por eso nosotros, no venimos en nombre de ellos, sino en nombre del pueblo,
de los pobres, de los desposeídos, de los que Hidalgo quiso que fueran libres.
Nuestras palabras son para rendirle homenaje a ese gran maestro, al que
llamaron LIBERTINO, porque afirmaba que los soberanos eran unos
déspotas; le rendimos homenaje a ese cura, al que llamaron HEREJE, porque

75
enseñaba el derecho del hombre para pensar libremente y hablar sin
hipocresías y sin temores.
Le rendimos homenaje a ese rebelde egregio diciéndole al recordar su
sacrificio:
¡PERFECTO HIDALGO! Sublime cura pleno de fe, sacrificándote por el bien
ajeno hasta convertirte en símbolo eterno.
INMARCECIBLE HIDALGO, a quien quitaron los atuendos de sacerdote,
martirizándote para borrarte la tonsura, como si la coronilla la llevaran
siempre los más limpios y los más puros.
LUMINOSO HIDALGO, a quien sereno con las manos en el pecho,
dispararon pavoridos innumeras descargas.
ATLANTE HIDALGO, a quien cortaron la cabeza para exhibirla al pueblo en
infamante jaula, sólo para que se recordara, como la del Bautista, con límpida
veneración.
VENERABLE MAESTRO, señero albañil y constructor de un pueblo:
Lejanos ya del yugo y la picota, aún hay mexicanos que sufren falta de
libertad porque existen nuevas formas de opresión, pero tu sacrificio no ha
sido en vano, porque tu ejemplo sigue en pie.
Señoras y Señores:

76
Quienes piensan que Hidalgo nos dio la libertad, están equivocados. Lo que
Hidalgo nos dio fue un camino; nos dio un ejemplo, nos quiso enseñar a ser
libres, porque la libertad no se da; la libertad hay que pelearla, hay que
hacerla, hay que ganársela todos los días.
Mientras exista la miseria, la insalubridad y la ignorancia de los más, frente a
la opulencia y el despotismo de los menos, no cabe duda que el ejemplo de
Hidalgo seguirá vigente y su grito de libertad nos estará diciendo que aún
quedan muchas alhóndigas que incendiar.

77
A Juárez.
18 de julio de 1968.
Al conmemorar el ENEAGÉSIMO SEXTO ANIVERSARIO de la muerte del
BENEMÉRITO DE LAS AMÉRICAS, pretendo, como propósito
fundamental de mis palabras, honrar la memoria inconmensurable del patricio
cuya vida es lección permanente para la juventud, y con ella, la de los
HOMBRES DE LA REFORMA, mexicanos sin tacha que supieron llegar a
todos los sacrificios y realizaron todos los heroísmos, sin más interés, que el
interés supremo de crear una nación y liberar a un pueblo.
Benito Juárez, indio de raza pura, miserable habitante de la perdida sierra,
ignorante del idioma español hasta la pubertad; pequeño de cuerpo pero
gigantesco de espíritu, supo levantarse por encima de un destino negro,
destino que para nuestra vergüenza espera todavía a tantos pequeños indios
que pululan en los claros de los montes; supo reunir el DERECHO
VIVIENTE en el más puro y brillante grupo de hombres que ha dado la nación
por él forjada, para llevar a México al concierto de las naciones del mundo; a
un México débil, es cierto, pero fuerte en su derecho, igual que el indio que un
día bajó de la sierra para escalar el más alto sitial a que puede aspirar un
hombre: LA PRESENTACIÓN DE LA VERDAD, DE LA JUSTICIA Y EL
DERECHO.
Las generaciones de hoy, de mañana y de siempre, habremos de admirar la
inquebrantable firmeza de Juárez, porque no se dejó intimidar en ningún
momento, ni corromper, ni desalentar. Era su temperamento, el propio del

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