El documento discute 3 temas principales: 1) El teísmo ha sido importante en la evolución religiosa pero también conlleva riesgos como la proyección y antropomorfismo. 2) Estamos asistiendo al paso del modelo mental dual al modelo no-dual en diferentes campos incluyendo la cognición. 3) Esto sugiere una espiritualidad futura que sea transreligiosa y pos-teísta basada en la no-dualidad.
Joseph Ratzinger analiza las aproximaciones de la fe en el mundo actual. Según Ratzinger, la fe es un don de Dios que requiere una conversión y decisión existencial de acoger lo que se ha recibido de Dios a pesar de las dudas. La fe es también un acto personal e interpersonal de confiar en Dios como persona a través del encuentro con Jesús.
(1) El documento discute la relación entre la filosofía y el aprendizaje cristiano, argumentando que no son incompatibles. (2) Propone que la educación cristiana debe reconocer las perspectivas filosóficas diferentes pero sin ignorarlas, y que la fe y la razón son dones de Dios. (3) Sugiere que los cristianos deben comprender mejor la naturaleza y funciones de la filosofía en lugar de mitos, y desarrollar una cosmovisión basada en la Biblia.
(1) El documento discute la relación entre la filosofía y el aprendizaje cristiano, argumentando que no son incompatibles. (2) Señala que la fe y la razón son dones de Dios, y ambas deben ser parte de la educación cristiana. (3) Sostiene que un cristiano educado puede ser un comunicador más efectivo de la fe, y que crecer intelectualmente no perjudica la fe.
(1) El documento discute la relación entre la filosofía y el aprendizaje cristiano, argumentando que no son incompatibles. (2) Propone que la educación cristiana debe reconocer las perspectivas filosóficas diferentes pero sin ignorarlas, y que la fe y la razón son dones de Dios. (3) Sugiere que los cristianos deben comprender mejor la naturaleza y funciones de la filosofía en lugar de mitos, y desarrollar una cosmovisión basada en la Biblia.
La humildad como virtud y medio para la edificacion de una vida espiritual y ...RovelioPabloLpez
Este documento trata sobre la virtud de la humildad y cómo puede ayudar a construir una vida espiritual y humana sólida. En el primer capítulo, explica que el ser humano está compuesto de cuerpo, alma y espíritu, y que las pulsiones humanas y el mal pueden afectar la vida espiritual. Las virtudes, como la humildad, pueden servir como remedio. El segundo capítulo analiza el concepto de virtud y humildad desde una perspectiva teológica y filosófica. El tercer capítulo explora cómo
Problematica de teología y espiritulidad finalMilton Camargo
Este documento discute la relación entre la teología y la espiritualidad. Explica que la espiritualidad se refiere a la dimensión trascendente en el ser humano y sus diferentes formas a lo largo de la historia. También describe las nuevas tendencias espirituales contemporáneas y el papel que puede jugar la teología para abordar las "falsas espiritualidades". Finalmente, argumenta que tanto la teología como la espiritualidad pueden aprender una de la otra para enriquecerse mutuamente.
análisi de la problematica entre la teología y la espiritualidad..(reflexión)
Qué es teología, espiritualidad, y cómo las dos se pueden complementar mutuamente.
Trabajo semestral investigatico
Problematica de teología y espiritulidad finalMilton Camargo
análisi de la problematica entre la teología y la espiritualidad..(reflexión)
Qué es teología, espiritualidad, y cómo las dos se pueden complementar mutuamente.
Trabajo semestral investigatico.
Joseph Ratzinger analiza las aproximaciones de la fe en el mundo actual. Según Ratzinger, la fe es un don de Dios que requiere una conversión y decisión existencial de acoger lo que se ha recibido de Dios a pesar de las dudas. La fe es también un acto personal e interpersonal de confiar en Dios como persona a través del encuentro con Jesús.
(1) El documento discute la relación entre la filosofía y el aprendizaje cristiano, argumentando que no son incompatibles. (2) Propone que la educación cristiana debe reconocer las perspectivas filosóficas diferentes pero sin ignorarlas, y que la fe y la razón son dones de Dios. (3) Sugiere que los cristianos deben comprender mejor la naturaleza y funciones de la filosofía en lugar de mitos, y desarrollar una cosmovisión basada en la Biblia.
(1) El documento discute la relación entre la filosofía y el aprendizaje cristiano, argumentando que no son incompatibles. (2) Señala que la fe y la razón son dones de Dios, y ambas deben ser parte de la educación cristiana. (3) Sostiene que un cristiano educado puede ser un comunicador más efectivo de la fe, y que crecer intelectualmente no perjudica la fe.
(1) El documento discute la relación entre la filosofía y el aprendizaje cristiano, argumentando que no son incompatibles. (2) Propone que la educación cristiana debe reconocer las perspectivas filosóficas diferentes pero sin ignorarlas, y que la fe y la razón son dones de Dios. (3) Sugiere que los cristianos deben comprender mejor la naturaleza y funciones de la filosofía en lugar de mitos, y desarrollar una cosmovisión basada en la Biblia.
La humildad como virtud y medio para la edificacion de una vida espiritual y ...RovelioPabloLpez
Este documento trata sobre la virtud de la humildad y cómo puede ayudar a construir una vida espiritual y humana sólida. En el primer capítulo, explica que el ser humano está compuesto de cuerpo, alma y espíritu, y que las pulsiones humanas y el mal pueden afectar la vida espiritual. Las virtudes, como la humildad, pueden servir como remedio. El segundo capítulo analiza el concepto de virtud y humildad desde una perspectiva teológica y filosófica. El tercer capítulo explora cómo
Problematica de teología y espiritulidad finalMilton Camargo
Este documento discute la relación entre la teología y la espiritualidad. Explica que la espiritualidad se refiere a la dimensión trascendente en el ser humano y sus diferentes formas a lo largo de la historia. También describe las nuevas tendencias espirituales contemporáneas y el papel que puede jugar la teología para abordar las "falsas espiritualidades". Finalmente, argumenta que tanto la teología como la espiritualidad pueden aprender una de la otra para enriquecerse mutuamente.
análisi de la problematica entre la teología y la espiritualidad..(reflexión)
Qué es teología, espiritualidad, y cómo las dos se pueden complementar mutuamente.
Trabajo semestral investigatico
Problematica de teología y espiritulidad finalMilton Camargo
análisi de la problematica entre la teología y la espiritualidad..(reflexión)
Qué es teología, espiritualidad, y cómo las dos se pueden complementar mutuamente.
Trabajo semestral investigatico.
La finalidad de esta presentación sobre fe y razón es familiarizar a los lectores con algunas ideas que el actual Romano Pontífice considera particularmente importantes, y que están en la base del diálogo de la Iglesia con el mundo contemporáneo. Partiendo del análisis del Discurso de Ratisbona, se recorren a continuación, en retrospectiva, las etapas fundamentales del pensamiento de Joseph Ratzinger sobre la relación entre fe y razón: algunas importantes conferencias del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el diálogo del Cardenal con el mundo laico; y finalmente, algunas enseñanzas del Papa Benedicto XVI.
“En realidad me inclino a pensar que la crisis de la Iglesia y de la humanidad que ahora nos toca vivir se encuadra en el contexto de la expulsión del problema de Dios fuera del ámbito de la razon.”
1) DISCURSO DEL SANTO PADRE EN LA UNIVERSIDAD DE RATISBONA, Encuentro con el mundo de la cultura, 12 de septiembre de 2006
2) Discurso del Cardenal Dr. Joseph Ratzinger con motivo de su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Navarra el 31 de enero de 1998;
3) ¿VERDAD DEL CRISTIANISMO? Conferencia del Card. Joseph Ratzinger en la Sorbona de París 27 de noviembre de 1999;
4) Conferencia impartida por el cardenal Joseph Ratzinger el 1 de abril de 2005 en Subiaco, en el monasterio de Santa Escolástica, al recibir el premio «San Benito por la promoción de la vida y de la familia en Europa».
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI, Reichstag, Berlín, 22 de septiembre de 2011
La encíclica Fides et Ratio de Juan Pablo II discute la relación entre fe y razón. Aborda temas como la revelación divina, la unidad entre discernimiento racional y de la fe, y cómo la fe eleva y perfecciona la razón. El Papa también examina la interacción entre teología y filosofía, y cómo el Magisterio puede discernir lo que es compatible o no con la doctrina cristiana. El objetivo general es recordar la validez de la encíclica en el debate cultural actual y ayudar a la razón humana a no ceder ante
Este documento presenta un resumen de 6 temas relacionados con la fe y la razón: 1) Creer es razonable aunque la fe supere la razón. 2) La definición y características de la fe cristiana. 3) Los límites de la fe. 4) Cómo la fe ayuda a la razón. 5) La relación entre la fe y la cultura. 6) El credo y la conversión. El documento concluye destacando la importancia de vivir la fe desde la Iglesia.
El documento resume el contenido de la encíclica "Fe y Razón" de Juan Pablo II. Explora la relación entre la fe y la razón, argumentando que son como dos alas que permiten al espíritu humano elevarse hacia la contemplación de la verdad. Analiza cómo la revelación divina y la razón humana pueden interactuar de manera armoniosa, y cómo la teología y la filosofía pueden iluminarse mutuamente. Concluye que la verdad y la libertad van de la mano, y que la crisis actual podría deberse a que el
Este documento presenta tres ejercicios de un tema de Teología Fundamental. El primer ejercicio pregunta sobre la dimensión dominante de la fe en el entorno del estudiante y cómo dificulta la vivencia plena de la fe. El segundo ejercicio pide explicar las razones por las que muchos cristianos han dejado su fe. El tercer ejercicio pide resumir las formas de entender a Dios que el autor rechaza en el siglo 21 y cómo propone hablar de Dios, además de dar la opinión personal del estudiante
1 fundamental i origen, objeto, metodo - teologia fundamentalSergio Ricardo
Este documento discute los orígenes, objetivos y métodos de la teología fundamental. Explica que la teología fundamental surgió de la apologética cristiana para defender la fe ante judíos y paganos. Su objetivo principal es estudiar la Revelación divina y la credibilidad de la fe, centrándose especialmente en Cristo. Su método incluye aportes apologéticos además de atender a la Escritura, Tradición y Magisterio. También se estudia en el contexto del diálogo entre fe, culturas y otras religiones.
Einstein abandonó la religión judía en su juventud y rechazó la idea de un Dios personal. Definió a Dios como las leyes de la naturaleza y no creía en la inmortalidad del alma, la astrología, los milagros o lo sobrenatural. Aunque usaba la palabra "religión" para referirse al deseo humano de entender el universo, permaneció siendo un no creyente toda su vida.
La encíclica Fides et Ratio del Papa Juan Pablo II aborda la relación entre la fe y la razón. Resalta que la fe impulsa a la razón a intuir verdades más profundas y que, aunque existan diversas culturas, la humanidad puede alcanzar una comunión en la verdad única. La encíclica también critica posturas como el cientificismo y pragmatismo que llevan al escepticismo, y busca renovar la importancia de preguntarse sobre la verdad y el sentido de la vida.
El documento describe la naturaleza de la Verdad Divina según las enseñanzas de Jesús. Explica que la Verdad Divina es una realidad espiritual viviente que sólo puede ser experimentada y comprendida a través de la comunión con Dios y el discernimiento espiritual del alma. También describe el papel del Espíritu de la Verdad en ayudarnos a alcanzar los niveles superiores de comprensión de la Verdad y en revelarnos la naturaleza de Dios. Finalmente, enfatiza que la Verdad Divina sólo puede
Fides et ratio juan pablo ii acerca del hombrealexcandil
La encíclica "Fides et ratio" del Papa Juan Pablo II aborda varios temas clave sobre la filosofía y su relación con la fe. 1) Denuncia la incapacidad de la filosofía moderna para elevarse a lo trascendente y propone criterios para un quehacer filosófico adecuado. 2) Afirma la capacidad humana para alcanzar la verdad y la validez de las facultades cognoscitivas. 3) Señala que no existe una filosofía canonizada por la Iglesia y que lo importante es que
La teología estudia a Dios revelado. Es una ciencia porque parte de verdades reveladas, extrae nuevos conocimientos de forma sistemática. También es sabiduría porque busca una mayor vivencia de la fe. El teólogo debe equilibrar la reflexión racional con la dimensión mística de la fe mediante la oración, para no perderse en el racionalismo y dejarse guiar por el Espíritu Santo.
Este documento discute el método teológico ante el surgimiento de la teología india. Señala que la teología, aunque no es una ciencia como otras, debe utilizar un método apropiado para cumplir con sus objetivos. El método teológico debe ayudar a resolver la tensión entre la razón y la fe, así como la dialéctica entre la recepción de la fe y su elaboración intelectual. El sujeto de la teología es la Iglesia, y el teólogo debe servir a la comunidad eclesial con su trabajo de
Este documento resume los siete capítulos de la encíclica Fides et Ratio del Papa Juan Pablo II. Explora la relación entre la fe y la razón, argumentando que ambas son necesarias para alcanzar la verdad sobre Dios. Revisa las diferentes perspectivas filosóficas a lo largo de la historia y cómo la Iglesia ha interactuado con ellas. El Papa anima a la fe y la razón a reconciliarse, ya que cada una puede ayudar a la otra a comprender mejor la verdad absoluta sobre Dios.
Este documento es el prólogo de José Morales al libro de Pablo Blanco sobre Joseph Ratzinger. Morales describe la teología como fe pensada que permite al teólogo y al cristiano ser personas racionales. La teología amplía las capacidades racionales sin negar la razón. También existe una continuidad entre la teología cristiana y los esfuerzos humanos por comprender el universo. La fe cristiana ha tematizado mejor los asuntos existenciales del hombre.
Este documento discute la naturaleza de la fe cristiana. Sostiene que la fe es un don de Dios antes que una elección racional. Según los evangelios, la fe se expresa a través de gestos sencillos como gritar o tocar a Jesús en busca de ayuda, no a través de palabras complejas. La fe es dependencia de Dios y reconocimiento de que sólo Él puede salvar. También se caracteriza por la imitación de Jesús a través del seguimiento y abandono en Él.
El documento presenta una reflexión sobre la relación entre Jesucristo y la psicología. En primer lugar, el autor agradece a quienes lo invitaron a compartir su perspectiva como psicólogo experimental. Luego, define su enfoque de la psicología como empírico y naturalista, y su acercamiento a Jesús como una figura histórica sobre la cual muchos han buscado identificarse. Finalmente, analiza conceptos de salud mental desde la psicopatología y la psicología positiva, para explorar en qué medida la fe
Este documento resume la encíclica "Fides et Ratio" de Juan Pablo II sobre las relaciones entre fe y razón. El Papa busca recuperar esta relación frente a posiciones fideistas y racionalistas. Explica que la fe y la razón son compatibles y se necesitan mutuamente. La razón puede alcanzar verdades que confirman la fe revelada, mientras que la fe eleva a la razón e impulsa nuevas preguntas. Juan Pablo II invita a superar la separación entre ambas para beneficio de la humanidad.
La psicología estudia el comportamiento y los procesos mentales de los seres humanos. Puede predecir conductas futuras mediante pruebas y explicar por qué ocurren dichas conductas. Además, puede influir de manera benéfica en la conducta. La psicología y la teología pueden integrarse para comprender mejor la conducta humana desde un enfoque objetivo y subjetivo.
El documento presenta información sobre varios estudiantes de licenciatura y sus campos (Trabajo Social, Teología). Luego discute brevemente sobre la psicología, incluyendo su definición, objetivos y cómo los psicólogos pueden predecir conductas. Finalmente, analiza la relación entre la psicología y la teología, argumentando que ambas disciplinas pueden integrarse para comprender mejor la conducta humana.
La psicología estudia el comportamiento y los procesos mentales humanos. Algunos psicólogos pueden predecir conductas futuras mediante pruebas o explicar por qué ocurren ciertas conductas y cómo se desarrollan. Existe debate sobre si es posible una psicología de la experiencia religiosa. Algunos expertos afirman que la psicología y la teología pueden integrarse, mientras que otros sostienen que la religión solo puede conocerse a través de la revelación divina. En general, el documento discute las rel
El documento explora el origen de la religión y la experiencia religiosa humana. Explica que el ser humano tiene la capacidad de inventar explicaciones sobre cuestiones fundamentales como el origen del mundo y de las cosas, lo que ha llevado a algunos a pensar que las religiones son un invento humano. Sin embargo, también describe la experiencia religiosa como el medio a través del cual las personas establecen una relación con lo divino.
La finalidad de esta presentación sobre fe y razón es familiarizar a los lectores con algunas ideas que el actual Romano Pontífice considera particularmente importantes, y que están en la base del diálogo de la Iglesia con el mundo contemporáneo. Partiendo del análisis del Discurso de Ratisbona, se recorren a continuación, en retrospectiva, las etapas fundamentales del pensamiento de Joseph Ratzinger sobre la relación entre fe y razón: algunas importantes conferencias del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el diálogo del Cardenal con el mundo laico; y finalmente, algunas enseñanzas del Papa Benedicto XVI.
“En realidad me inclino a pensar que la crisis de la Iglesia y de la humanidad que ahora nos toca vivir se encuadra en el contexto de la expulsión del problema de Dios fuera del ámbito de la razon.”
1) DISCURSO DEL SANTO PADRE EN LA UNIVERSIDAD DE RATISBONA, Encuentro con el mundo de la cultura, 12 de septiembre de 2006
2) Discurso del Cardenal Dr. Joseph Ratzinger con motivo de su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Navarra el 31 de enero de 1998;
3) ¿VERDAD DEL CRISTIANISMO? Conferencia del Card. Joseph Ratzinger en la Sorbona de París 27 de noviembre de 1999;
4) Conferencia impartida por el cardenal Joseph Ratzinger el 1 de abril de 2005 en Subiaco, en el monasterio de Santa Escolástica, al recibir el premio «San Benito por la promoción de la vida y de la familia en Europa».
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI, Reichstag, Berlín, 22 de septiembre de 2011
La encíclica Fides et Ratio de Juan Pablo II discute la relación entre fe y razón. Aborda temas como la revelación divina, la unidad entre discernimiento racional y de la fe, y cómo la fe eleva y perfecciona la razón. El Papa también examina la interacción entre teología y filosofía, y cómo el Magisterio puede discernir lo que es compatible o no con la doctrina cristiana. El objetivo general es recordar la validez de la encíclica en el debate cultural actual y ayudar a la razón humana a no ceder ante
Este documento presenta un resumen de 6 temas relacionados con la fe y la razón: 1) Creer es razonable aunque la fe supere la razón. 2) La definición y características de la fe cristiana. 3) Los límites de la fe. 4) Cómo la fe ayuda a la razón. 5) La relación entre la fe y la cultura. 6) El credo y la conversión. El documento concluye destacando la importancia de vivir la fe desde la Iglesia.
El documento resume el contenido de la encíclica "Fe y Razón" de Juan Pablo II. Explora la relación entre la fe y la razón, argumentando que son como dos alas que permiten al espíritu humano elevarse hacia la contemplación de la verdad. Analiza cómo la revelación divina y la razón humana pueden interactuar de manera armoniosa, y cómo la teología y la filosofía pueden iluminarse mutuamente. Concluye que la verdad y la libertad van de la mano, y que la crisis actual podría deberse a que el
Este documento presenta tres ejercicios de un tema de Teología Fundamental. El primer ejercicio pregunta sobre la dimensión dominante de la fe en el entorno del estudiante y cómo dificulta la vivencia plena de la fe. El segundo ejercicio pide explicar las razones por las que muchos cristianos han dejado su fe. El tercer ejercicio pide resumir las formas de entender a Dios que el autor rechaza en el siglo 21 y cómo propone hablar de Dios, además de dar la opinión personal del estudiante
1 fundamental i origen, objeto, metodo - teologia fundamentalSergio Ricardo
Este documento discute los orígenes, objetivos y métodos de la teología fundamental. Explica que la teología fundamental surgió de la apologética cristiana para defender la fe ante judíos y paganos. Su objetivo principal es estudiar la Revelación divina y la credibilidad de la fe, centrándose especialmente en Cristo. Su método incluye aportes apologéticos además de atender a la Escritura, Tradición y Magisterio. También se estudia en el contexto del diálogo entre fe, culturas y otras religiones.
Einstein abandonó la religión judía en su juventud y rechazó la idea de un Dios personal. Definió a Dios como las leyes de la naturaleza y no creía en la inmortalidad del alma, la astrología, los milagros o lo sobrenatural. Aunque usaba la palabra "religión" para referirse al deseo humano de entender el universo, permaneció siendo un no creyente toda su vida.
La encíclica Fides et Ratio del Papa Juan Pablo II aborda la relación entre la fe y la razón. Resalta que la fe impulsa a la razón a intuir verdades más profundas y que, aunque existan diversas culturas, la humanidad puede alcanzar una comunión en la verdad única. La encíclica también critica posturas como el cientificismo y pragmatismo que llevan al escepticismo, y busca renovar la importancia de preguntarse sobre la verdad y el sentido de la vida.
El documento describe la naturaleza de la Verdad Divina según las enseñanzas de Jesús. Explica que la Verdad Divina es una realidad espiritual viviente que sólo puede ser experimentada y comprendida a través de la comunión con Dios y el discernimiento espiritual del alma. También describe el papel del Espíritu de la Verdad en ayudarnos a alcanzar los niveles superiores de comprensión de la Verdad y en revelarnos la naturaleza de Dios. Finalmente, enfatiza que la Verdad Divina sólo puede
Fides et ratio juan pablo ii acerca del hombrealexcandil
La encíclica "Fides et ratio" del Papa Juan Pablo II aborda varios temas clave sobre la filosofía y su relación con la fe. 1) Denuncia la incapacidad de la filosofía moderna para elevarse a lo trascendente y propone criterios para un quehacer filosófico adecuado. 2) Afirma la capacidad humana para alcanzar la verdad y la validez de las facultades cognoscitivas. 3) Señala que no existe una filosofía canonizada por la Iglesia y que lo importante es que
La teología estudia a Dios revelado. Es una ciencia porque parte de verdades reveladas, extrae nuevos conocimientos de forma sistemática. También es sabiduría porque busca una mayor vivencia de la fe. El teólogo debe equilibrar la reflexión racional con la dimensión mística de la fe mediante la oración, para no perderse en el racionalismo y dejarse guiar por el Espíritu Santo.
Este documento discute el método teológico ante el surgimiento de la teología india. Señala que la teología, aunque no es una ciencia como otras, debe utilizar un método apropiado para cumplir con sus objetivos. El método teológico debe ayudar a resolver la tensión entre la razón y la fe, así como la dialéctica entre la recepción de la fe y su elaboración intelectual. El sujeto de la teología es la Iglesia, y el teólogo debe servir a la comunidad eclesial con su trabajo de
Este documento resume los siete capítulos de la encíclica Fides et Ratio del Papa Juan Pablo II. Explora la relación entre la fe y la razón, argumentando que ambas son necesarias para alcanzar la verdad sobre Dios. Revisa las diferentes perspectivas filosóficas a lo largo de la historia y cómo la Iglesia ha interactuado con ellas. El Papa anima a la fe y la razón a reconciliarse, ya que cada una puede ayudar a la otra a comprender mejor la verdad absoluta sobre Dios.
Este documento es el prólogo de José Morales al libro de Pablo Blanco sobre Joseph Ratzinger. Morales describe la teología como fe pensada que permite al teólogo y al cristiano ser personas racionales. La teología amplía las capacidades racionales sin negar la razón. También existe una continuidad entre la teología cristiana y los esfuerzos humanos por comprender el universo. La fe cristiana ha tematizado mejor los asuntos existenciales del hombre.
Este documento discute la naturaleza de la fe cristiana. Sostiene que la fe es un don de Dios antes que una elección racional. Según los evangelios, la fe se expresa a través de gestos sencillos como gritar o tocar a Jesús en busca de ayuda, no a través de palabras complejas. La fe es dependencia de Dios y reconocimiento de que sólo Él puede salvar. También se caracteriza por la imitación de Jesús a través del seguimiento y abandono en Él.
El documento presenta una reflexión sobre la relación entre Jesucristo y la psicología. En primer lugar, el autor agradece a quienes lo invitaron a compartir su perspectiva como psicólogo experimental. Luego, define su enfoque de la psicología como empírico y naturalista, y su acercamiento a Jesús como una figura histórica sobre la cual muchos han buscado identificarse. Finalmente, analiza conceptos de salud mental desde la psicopatología y la psicología positiva, para explorar en qué medida la fe
Este documento resume la encíclica "Fides et Ratio" de Juan Pablo II sobre las relaciones entre fe y razón. El Papa busca recuperar esta relación frente a posiciones fideistas y racionalistas. Explica que la fe y la razón son compatibles y se necesitan mutuamente. La razón puede alcanzar verdades que confirman la fe revelada, mientras que la fe eleva a la razón e impulsa nuevas preguntas. Juan Pablo II invita a superar la separación entre ambas para beneficio de la humanidad.
La psicología estudia el comportamiento y los procesos mentales de los seres humanos. Puede predecir conductas futuras mediante pruebas y explicar por qué ocurren dichas conductas. Además, puede influir de manera benéfica en la conducta. La psicología y la teología pueden integrarse para comprender mejor la conducta humana desde un enfoque objetivo y subjetivo.
El documento presenta información sobre varios estudiantes de licenciatura y sus campos (Trabajo Social, Teología). Luego discute brevemente sobre la psicología, incluyendo su definición, objetivos y cómo los psicólogos pueden predecir conductas. Finalmente, analiza la relación entre la psicología y la teología, argumentando que ambas disciplinas pueden integrarse para comprender mejor la conducta humana.
La psicología estudia el comportamiento y los procesos mentales humanos. Algunos psicólogos pueden predecir conductas futuras mediante pruebas o explicar por qué ocurren ciertas conductas y cómo se desarrollan. Existe debate sobre si es posible una psicología de la experiencia religiosa. Algunos expertos afirman que la psicología y la teología pueden integrarse, mientras que otros sostienen que la religión solo puede conocerse a través de la revelación divina. En general, el documento discute las rel
El documento explora el origen de la religión y la experiencia religiosa humana. Explica que el ser humano tiene la capacidad de inventar explicaciones sobre cuestiones fundamentales como el origen del mundo y de las cosas, lo que ha llevado a algunos a pensar que las religiones son un invento humano. Sin embargo, también describe la experiencia religiosa como el medio a través del cual las personas establecen una relación con lo divino.
Problematica de teología y espiritulidad finalMilton Camargo
El documento discute las nuevas formas de espiritualidad y su relación con la teología. Explica que la espiritualidad se refiere a la vivencia de la fe que estructura toda la persona, mientras que la teología es el estudio racional de los misterios revelados por Dios. También describe las características de las nuevas espiritualidades como experiencias personales de la fe y su necesidad de ofrecer transformación a través de la intensidad de la experiencia espiritual.
El documento explora diferentes definiciones y conceptos de Dios en diversas culturas y religiones. En la cultura occidental, Dios generalmente se refiere a un ser supremo personal con perfecciones como la omnisciencia y la benevolencia. Sin embargo, otras filosofías toman definiciones más simples como un motor inmóvil o el creador definitivo. Religiones como el hinduismo y el panteísmo no conciben un Dios personal. Las religiones politeístas usan el término para múltiples seres con diferentes poderes. La existencia de D
El documento discute la espiritualidad como un medio para el desarrollo humano. Argumenta que la espiritualidad proviene del interior y dinamiza las dimensiones humanas, mientras que la religión busca externalizar estas manifestaciones. También plantea que la espiritualidad siempre abre caminos hacia la transformación. Finalmente, deja abierta la pregunta de si la espiritualidad puede ser un medio para lograr el desarrollo humano.
La fe cristiana es un don de Dios que se expresa a través de la confianza y el abandono en Jesús, más que a través de una comprensión racional. La fe se manifiesta a través de gestos sencillos como el grito de los enfermos que piden sanación, reconociendo su dependencia total de Dios. La fe es imitar a Jesús a través del seguimiento y el servicio, antes que a través de la comprensión intelectual.
Este documento presenta información sobre el tema "Las especies del conocimiento" y sus subtemas. Brevemente resume:
1) Los integrantes del grupo que estudiará este tema y sus subtemas, incluyendo "La intuición en el terreno religioso", "La Intuición en la filosofía contemporánea", y "La actitud del realismo crítico frente a la intuición".
2) Define el conocimiento intuitivo y ofrece ejemplos. Luego explica representantes de la intuición como Dilthey, Bergson, Husserl y Scheler.
El documento discute la relación entre la posmodernidad y la crisis de los valores religiosos desde la perspectiva de Manuel Fernández del Riesgo. Explica que la posmodernidad ha traído consecuencias como la globalización y el capitalismo que han afectado las creencias religiosas de las poblaciones más vulnerables. También analiza definiciones filosóficas de religión de Hegel y concluye que el sentimiento religioso se refiere a la experiencia personal y colectiva de conexión con un ser superior y la práctica de humanidad y compasión.
El documento discute las concepciones de Dios desde las perspectivas de filósofos como Nietzsche, Heidegger, Kierkegaard y otros. Explica que el escepticismo llevó a la destrucción de valores tradicionales y a una interpretación del cristianismo como nihilista. También analiza las tres escuelas del existencialismo en relación a la existencia de Dios y cómo pensadores como Heidegger, Sartre y Camus abordaron esta cuestión. Por último, resume la visión de Nietzsche sobre cómo el nih
El documento trata sobre temas como la fe, la liturgia y la razón. Explora diferentes perspectivas sobre el sentido de la vida, incluyendo la religión y la ciencia. También analiza cómo la liturgia es una forma de vivir y expresar la fe religiosa a través de signos y símbolos.
Este documento resume las ideas de Albert Einstein sobre la relación entre religión y ciencia. Einstein propone tres tipos de religión: la religión del miedo, la religión moral o social, y la religiosidad cósmica. Einstein se identifica con esta última, que no tiene una visión antropomórfica de Dios. También analiza el concepto de Dios en Baruch Spinoza, quien propuso que Dios y la naturaleza son la misma sustancia infinita.
Albert einstein dios no juega a los dados con el hombreIovanna Gonzalez
Este documento resume las ideas de Albert Einstein sobre la relación entre religión y ciencia. Einstein propone tres tipos de religión: la religión del miedo, la religión moral o social, y la religiosidad cósmica. Einstein se identifica con esta última, que no tiene una visión antropomórfica de Dios. También analiza el concepto de Dios en Baruch Spinoza, quien propuso que Dios y la naturaleza son la misma sustancia infinita.
El autor critica las visiones extremistas sobre la religión. Argumenta que los extremistas simplifican en exceso el debate sobre si Dios existe o no, en lugar de considerar otros aspectos importantes de la religión como su papel en la historia humana y sus funciones sociales y psicológicas. También sugiere que los ateos extremistas proyectan una visión demasiado racionalista y abstracta del ser humano, en lugar de reconocer la complejidad de las motivaciones y necesidades humanas.
La espiritualidad se extiende más allá de la religión y representa la búsqueda de una dimensión espiritual que crea armonía con el universo. Aunque la espiritualidad y la religión son diferentes, a veces los términos se usan indistintamente, lo que lleva a debates. La verdadera espiritualidad involucra una confianza diaria en Dios como creador y una relación con Él, no una religión o méritos humanos.
El documento discute las relaciones entre la magia, la religión, la filosofía y la ciencia como formas de conocimiento. Indica que la magia y la religión surgieron para dar respuestas en momentos de crisis emocionales y se basan en lo sobrenatural, mientras que la filosofía y la ciencia usan la razón y la experiencia. También señala que la ciencia surgió a partir de la separación de la magia de la religión y que los enfrentamientos entre estas disciplinas han ido disminuyendo a lo largo de la historia.
El documento resume las ideas centrales de varios filósofos sobre temas como la verdad, Dios, la religión y la moralidad. Aborda conceptos como que la verdad absoluta está más allá de la capacidad humana pero que podemos aproximarnos a ella, y que la religión y la filosofía expresan la misma verdad aunque de forma diferente. También discute posiciones sobre el matrimonio, la sexualidad y la familia, y conceptos como la crisis del sujeto y la presencia propuestos por Martino.
ABRIR LAS PUERTAS DE LA ENERGIA AL CUERPO BRUCE FRANTZIS.pdfPedro Chico Martin
Este libro presenta los principios y ejercicios básicos del Chi Kung, una práctica energética taoísta que busca equilibrar el cuerpo y la mente. El libro comienza explicando los beneficios del Chi Kung para la salud y advirtiendo que no reemplaza la atención médica. Luego describe varios ejercicios básicos de pie y de las manos para cultivar la energía interna. Más adelante, el libro explora el Nei Gung, un nivel avanzado de práctica energé
Este documento presenta el libro "Mantic Uttair" o "El Lenguaje de los Pájaros" de Farid Uddin Attar. El libro cuenta la historia de varios pájaros que se reúnen y deciden emprender un viaje para encontrar al Simorg, el pájaro más grande y sabio. A lo largo del viaje, cada pájaro cuenta una historia o anécdota. El libro también incluye varias historias y anécdotas sobre sufíes musulmanes famosos.
Este documento presenta un libro que explora las infinitas posibilidades para cambiar la realidad cotidiana a través de la ciencia cuántica y la conciencia. El libro fue escrito por los creadores de la película "¿Y tú qué sabes?!" y ofrece información sobre física cuántica, neurociencia y espiritualidad para ayudar al lector a entender su papel en la creación de su propia realidad.
Este documento presenta un resumen de 7 capítulos de un libro que explora la interfaz entre la ciencia y el espíritu. Cada capítulo cubre un tema como la termodinámica, la intención humana, la conciencia y la física cuántica. El autor argumenta que la ciencia actual sugiere que la intención humana puede afectar la realidad física y que la conciencia no está limitada al cerebro. El libro busca integrar perspectivas científicas y espirituales para avanzar en la
Este documento presenta una introducción a un libro sobre ejercicios de oración y contemplación escrito por Antonio de Mello. La introducción describe cómo el autor ha ayudado a muchas personas a progresar en la oración a través de enseñarles ejercicios sencillos centrados en la respiración y la consciencia del cuerpo. También comparte una experiencia de un amigo jesuita que aprendió a orar a través de concentrarse en su respiración de una manera similar a los ejercicios que se presentan en el libro. El
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Este documento presenta un resumen del Segundo Curso Online de Taochi Shench'iching de segundo nivel. Explica que la lección cuarenta y ocho trata sobre la "Gran Práctica de la Alquímica Restauración Psíquica". También aclara que algunas lecciones se envían desordenadas intencionalmente para proteger los conocimientos más valiosos.
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1. Dossiê: Espiritualidades não-religiosas – Artigo original
DOI – 10.5752/P.2175-5841.2014v12n35p746
Horizonte, Belo Horizonte, v. 12, n. 35, p. 746-776, jul./set. 2014 – ISSN 2175-5841 746
Teísmo, espiritualidad, no-dualidad
Teísmo, espiritualidade, não dualidade
Theism, spirituality, non-duality
Enrique Martínez Lozano
Resumen
A partir de la constatación del auge de la búsqueda espiritual y del declive de la religión institucionalizada,
trato de comprender las causas de este proceso, así como ofrecer claves que nos permitan abordarlo de un
modo lúcido. Lo que en realidad está cambiando radicalmente se halla en el modo de conocer, lo que afecta
a todos los ámbitos. Estamos asistiendo, en los diferentes campos del saber, al paso del modelo mental al
modelo no-dual de cognición. Propongo lo que considero un factor decisivo para ello: la asunción del modelo
no-dual de cognición, como medio para sortear las trampas a las que induce el modelo mental (dual). Desde
ahí, parece coherente afirmar que nos encaminamos hacia una espiritualidad transreligiosa y pos-teísta,
preñada de riqueza. Ofreceré, desde la perspectiva no-dual, un breve apunte sobre la relación entre
espiritualidad (no-dualidad) y compromiso.
Palabras-clave: teísmo; religión; espiritualidad; no-dualidad.
Resumo
A partir da constatação do auge da busca espiritual e do declínio da religião institucionalizada, busco
compreender as causas desse processo, assim como oferecer chaves que nos permitam abordá-lo de modo
lúcido. O que de fato está mudando radicalmente se dá no modo de conhecer, o que afeta todos os âmbitos.
Assistimos, nos diferentes campos do saber, à passagem do modo mental (dual) ao modo não dual de
conhecimento. Proponho o que considero um fator decisivo para isso: assumir o modelo não dual de
conhecimento como meio para escapar às armadilhas a que induz o modelo mental (dual). Daí parece
coerente afirmar que nos encaminhamos a uma espiritualidade transreligiosa e pós-teísta, prenhe de
riquezas. Oferecerei, a partir da perspectiva não dual, uma breve reflexão sobre a relação entre
espiritualidade (não dual) e compromisso.
Palavras-chave: teísmo; religião; espiritualidade; não dualidade.
Abstract
From the perception of the peak of the spiritual quest and the decline of organized religion, I seek to
understand the causes of this process, as well as providing keys that allow us to approach it in a lucid
manner. What actually is changing radically relates to mode of knowing which affects all areas. We have
witnessed, in different fields of knowledge, the passage of mental mode (dual) to the non-dual mode of
knowledge. I propose what I consider a decisive factor for this: take the non-dual knowledge model as a
means to escape the traps that induces the mental model (dual). Hence, it seems coherent to affirm that we
are directing us to a trans-religious and post-theist spirituality, laden with riches. I will offer, from the non-
dual perspective, a brief reflection on the relationship between spirituality (non-dual) and commitment.
Keywords: theism; religion; spirituality; non-duality.
Artigo recebido em 09 de junho de 2014 e aprovado em 23 de Setembro de 2014.
Psicoterapeuta, sociólogo e teólogo. País de origem: Espanha. E-mail: enriquemartinezlozano@gmail.com.
2. Enrique Martínez Lozano
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Introducción
Parece innegable que, con todos los matices que se quiera, estamos
asistiendo a un declive de la religión institucional, mientras, en paralelo, emerge
con fuerza la búsqueda espiritual.
En esta aportación, trato de comprender las causas de ese proceso complejo
y mostrar las perspectivas que, en mi opinión, se insinúan.
Y lo hago a partir de lo que considero la clave mayor de comprensión y
análisis, y que podría formularse de este modo: estamos asistiendo, en los
diferentes campos del saber –desde la física cuántica hasta la psicología, desde las
neurociencias hasta la filosofía-, al paso del modelo mental al modelo no-dual de
cognición.
Parto pues de una doble certeza, que quiero explicitar, desde el comienzo
mismo del trabajo: 1) el epicentro de la crisis –lo que en realidad está cambiando
radicalmente- no se halla en “lo religioso”, sino en algo mucho más profundo: nada
menos que en el modo de conocer; por ello, no es extraño que afecte a todos los
ámbitos; 2) el modelo no-dual da razón más ajustada de lo real que el modelo
mental o dual; por ello, la no-dualidad es la perspectiva que adopto en todo este
desarrollo.
Para terminar, dada una cierta confusión que se percibe en torno al tema,
ofreceré un breve apunte sobre la relación entre espiritualidad (no-dualidad) y
compromiso, en el que quiero mostrar que, desde la perspectiva no-dual, la
vinculación entre ambos polos es, en realidad, identidad, hasta el punto de que no
puede hablarse del uno sin que esté incluido el otro.
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1 Teísmo: su riqueza y sus riesgos
Comparto la afirmación de la reconocida historiadora de las religiones Karen
Armstrong, según la cual, “el Dios personal refleja una intuición religiosa
importante: que los valores supremos no son más que valores humanos… El
personalismo ha sido un estadio importante y –para muchos- indispensable de la
evolución religiosa y moral”. Ahora bien, “un Dios personal se puede convertir en
una carga pesada. Puede ser un simple ídolo esculpido a nuestra propia imagen,
una proyección de nuestras necesidades, temores y deseos… Un Dios personal
puede resultar peligroso” (ARMSTRONG, 2006, p.269).
Las religiones constituyen lecturas del misterio de lo real que, a lo largo de la
historia, los humanos han ido construyendo, en paralelo a la misma evolución de la
consciencia.
A través de ellas, trataron de canalizar el Anhelo constitutivo e irrenunciable
que descubrían en su interior. Pero, al mismo tiempo –no podía ser de otro modo-,
proyectaron su propia vivencia, hecha también de miedos y necesidades, creando
dioses a la medida de sí mismos.
Si a aquel que he llamado “Anhelo constitutivo” lo consideramos como la
dimensión espiritual de la persona, podemos concluir que las religiones son
construcciones humanas en las que se expresa la espiritualidad originaria.
Dentro de ese vasto proceso de configuración religiosa, el teísmo se acentúa,
hasta llegar a ser predominante, en las llamadas “religiones del Libro”: judaísmo,
cristianismo e islam.
Ahora bien, si el teísmo supuso realmente un momento importante en el
proceso de “personalización” de la consciencia humana, no es menos cierto que
conllevaba también un riesgo inherente de antropomorfismo, que terminó
objetivando el Misterio y empobreciendo la experiencia espiritual.
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Más en general, el peligro que encierra el teísmo quizás pueda sintetizarse en
tres palabras: proyección, alienación y absolutización.
La proyección es inherente a la naturaleza mental del ser humano. En cierto
modo, puede decirse que pensar es proyectar, en el sentido de atribuir nombres y
formas a la realidad, en un intento de interpretarla. Esto parece tan cierto que la
mente no puede ver la realidad tal como es; únicamente percibe la interpretación
que ella misma elabora.
En el campo religioso, el mecanismo de la proyección lleva a crear dioses a la
medida de quien proyecta. En un proceso en el que intervienen múltiples factores
históricos, sociales, culturales, psicológicos…, se va elaborando todo un sistema de
creencias al hilo de las necesidades humanas y de las diferentes peculiaridades de
todo tipo. Porque, como ha escrito la propia Karen Armstrong, no hay una visión
“objetiva” de Dios, sino que “cada idea concreta sobre Dios debe ser útil para el
pueblo que la crea” (ARMSTRONG, 2006, p.23).
De un modo similar, la visión que cada persona tiene de Dios debe ser útil
para su idea del propio yo. Es decir, lo quiera o no el creyente, el dios pensado no
puede ser sino un dios proyectado.
Pareciera que hasta aquí no se ha añadido nada a lo que ya percibieran
Feuerbach y los más lúcidos representantes del ateísmo moderno –o incluso lo que
señalaba Anaxágoras, en el siglo V a.C.-, a no ser que hayamos crecido en capacidad
de detectar el modo como funciona el mecanismo proyectivo.
Sin embargo, existe una diferencia radical: la proyección es inevitable y
viene necesariamente coloreada por los deseos y miedos humanos, pero su origen
último no es otro que el anhelo al que he hecho referencia. Esto es lo que nos
permite hablar de la religión como una forma histórica que ha tomado el anhelo
originario, que todos podemos experimentar y vivir lúcidamente. Y será
precisamente al vivirlo cuando lo conozcamos y, desde esa luz, podamos relativizar
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el hecho religioso, al verlo simplemente como lo que es: una expresión histórica de
algo que lo trasciende.
Debido a la proyección, es muy probable que el “Dios” con el que se
encuentra la persona religiosa no sea sino una creación de ella misma. Y que sea su
propia creencia la que lo mantiene en la existencia. Más aún, seguramente,
mientras la persona no pueda tomar distancia de la mente, será incapaz de
reconocer que se trata de una proyección.
Quizás la consciencia de este grave riesgo es lo que ha dado lugar, en los
monoteísmos, a poderosas tradiciones místicas, en las que se trascendió
radicalmente la idea de un Dios personal (incluso aunque los místicos siguieran
expresándose en un lenguaje religioso teísta).
La proyección desemboca normalmente en la alienación. En efecto, al
pensar a Dios como un Ser separado, adornado además de todos los atributos de
poder que la mente humana es capaz de imaginar, el individuo religioso se verá
llevado a vivir su religiosidad como “sometimiento” a una Voluntad separada y
ajena, incluso aunque se la sintiera “amorosa”.
Dicho con toda claridad: frente a un ser separado superior e inapelable, no
cabe sino alienación y, en consecuencia, infantilismo. La persona se vive “ex-
trañada” de sí misma. Aun en el caso de que haga de Dios una “presencia íntima”,
el teísmo no logra resolver el citado dilema, que únicamente se trascenderá en la
experiencia mística1.
En el teísmo más rígido, el dilema no solo no se resuelve, sino que suele
terminar en una absolutización de la propia postura. Para entender esto, quizás
haya que recordar que el estadio mítico de la consciencia, en el que surgieron las
grandes religiones, se caracteriza precisamente por el etnocentrismo y la creencia
de que la verdad, en todos los sentidos, reside en el propio grupo.
1
Es cierto que también el místico habla de “sumisión a la Voluntad divina” como actitud primera, sabia y radical. Pero en él significa
otra cosa: rendición a lo que es, a la Verdad profunda que nosotros mismos también somos.
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El mismo concepto (mítico) de revelación, entendida como un conjunto de
verdades caídas directamente del cielo, transmitidas por un Dios que intervenía
desde fuera, fortalecía (fortalece) la creencia de hallarse ante algo absoluto e
intocable.
Si a ello unimos la necesidad de seguridad característica del ego,
entenderemos con qué facilidad se aferra a la religión. Aunque sea
inadvertidamente, se utiliza a “Dios” como garante de la propia seguridad. Y, dado
que esta puede verse amenazada por todo lo que es diferente, se erige la propia
creencia –a la que se identifica con la verdad- como absoluta.
El resultado no tardará en apreciarse: aunque resulte contradictorio con los
principios que proclama esa misma religión, sus creencias y normas, así como el
interés de la institución que la sustenta, podrá situarse, en la práctica, por encima
de la valoración de las personas.
Ya hemos hablado de la alienación, por la que la persona puede llegar a
vivir, aun sin ser consciente de ello, una especie de “esquizofrenia religiosa”, en la
que siente una división entre su propia vida y la presencia de un Dios separado y
exterior, que reclama “obediencia” total (como solo el superego puede reclamarla).
A partir de esta base, no es infrecuente que el proceso concluya en
cualquiera de las dos actitudes, admirablemente descritas por Jesús de Nazaret en
la parábola llamada del “hijo pródigo” (Lc 15,11-32): la rebeldía o el resentimiento.
La rebeldía queda representada en la figura del “hijo menor”, que no duda
incluso en desear la muerte del padre –eso significaba en aquella cultura “pedir la
herencia”-, con tal de conseguir una libertad tanto tiempo ansiada como reprimida.
Sabemos dónde termina el camino de este hijo, pero eso no niega que no
encontrara otro modo de liberarse de la alienación padecida.
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El resentimiento, por su parte, parece haber anidado durante largo tiempo
en el “hijo mayor” –en la parábola, símbolo de la religiosidad farisea-, hasta el
punto de desembocar en una actitud de amargura y de reproche, tanto hacia su
hermano como hacia su propio padre. La amargura que a veces se percibe en
personas religiosas no parece ser sino una consecuencia de aquel planteamiento. El
mismo hijo mayor –paradigma de la persona “religiosa”- presume de “no haber
desobedecido jamás las órdenes” del padre, pero el cumplimiento de las mismas no
solo no lo había hecho mejor persona, sino que lo había hundido en el infierno del
resentimiento.
En la parábola, solo el padre aparece como prototipo de libertad y de
compasión: permite que el hijo menor se aleje, lo recibe con los brazos abiertos y el
corazón de fiesta cuando decide volver, y sale a esperar también al hijo mayor para
invitarlo a entrar en la fiesta, para proclamar, finalmente, que “todo lo mío es tuyo”
(Lc 15,31).
La figura del padre podría representar perfectamente a la persona
genuinamente espiritual, libre y compasiva. Más aún: esa figura es el símbolo de
nuestra verdadera identidad. Somos Libertad y Compasión…, aunque ambas
realidades pueden quedar bloqueadas, al alejarnos de nuestra identidad y terminar
confundidos con creencias o ideas acerca de nosotros mismos.
En concreto, tal como vengo subrayando, las trampas a las que acabo de
aludir me parece que solo podrán superarse en tanto en cuanto se desenmascare
cualquier absolutización de lo religioso –en concreto, de las creencias- y se supere
el dualismo teísta: un dios separado y exterior, cuya voluntad de plasmaría
supuestamente en un conjunto de creencias será siempre fuente de alienación.
Proyección, alienación, absolutización, rebeldía, resentimiento: no parece
fácil que la religión –sobre todo cuando alcanza un cierto poder, absoluto en las
teocracias y rígido en instituciones autoritarias- logre desprenderse de esos
mecanismos. Si lo hace, será en aquellas personas o colectivos que se han abierto a
la experiencia mística.
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Dos rasgos característicos de esta experiencia explican el motivo de que
aquellos riesgos puedan ser evitados: el primero es el hecho de no confundir a Dios
con la palabra “Dios” ni con las imágenes que los humanos se hacen de él. El
místico desconfía de conceptos, imágenes y palabras para nombrar el Misterio. El
segundo no es menos importante: en dicha experiencia, se supera toda idea de Dios
como un ser separado, y se accede a una vivencia no-dual de todo lo Real. Pues,
como ha escrito Mary Frohlich, “la experiencia mística no es una experiencia de
Dios como «objeto», sino un estado de «intersubjetividad mística». Es una
presencia no-objetivable de lo divino en el plano de la propia presencia”
(FROHLICH, 1993, p.140).
Con estos datos, quizás haya que considerar el teísmo como una etapa
dentro de la evolución de la humanidad: una etapa tal vez necesaria, que ha
aportado un valioso sentimiento de “personalización” y moralización; pero una
etapa también frecuentemente violenta, donde el otro diferente era fácilmente
perseguido o incluso aniquilado.
En no pocos casos, Dios se había convertido en un “fetiche” que quizás servía
para calmar miedos e inseguridades –aunque fuera a costa de un temor angustioso-
, pero que difícilmente transformaba las vidas de las personas que decían creer en
él.
En consonancia con ello, la creencia en ese supuesto Dios se convertía más
en “señal de identidad” del grupo que en vivencia profunda de transformación y, en
último término, de humanidad. De hecho, con todas las excepciones individuales
que se quieran, en el imaginario colectivo, las personas más “religiosas” no han sido
percibidas como más “humanas”. “Buenas” o “malas”, las personas lo han sido,
invariablemente, con o sin religión.
Si, con sus logros y sus déficits, el teísmo constituye un estadio más en la
evolución y vivencia de la dimensión humana más profunda, el auge de la
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espiritualidad al que estamos asistiendo pudiera ser, tal vez, indicio de que nos
hallamos al comienzo de una nueva etapa colectiva, en la que la religión es
trascendida y empieza a emerger una forma diferente (pos-teísta) de dar cauce,
experimentar y vivir nuestra inalienable dimensión espiritual, es decir, nuestra
profundidad humana.
En otros lugares, me he detenido en toda esta cuestión, intentando poner de
relieve el lugar específico de la religión y de la espiritualidad, en la convicción de
que todo este cambio religioso sin precedentes constituye una oportunidad de
gracia para el despertar espiritual (MARTÍNEZ LOZANO, 2009/2, 2013, 2012).
También desde esta perspectiva, parece que nos encontramos en un
momento histórico de transición. Con todas las ambigüedades, sin duda, pero, del
mismo modo, con toda su riqueza. Será necesario ir dando forma y “articulando”
todo lo que empieza a emerger en el campo de esta espiritualidad transreligiosa
que, trascendiendo dogmas y creencias –de cuyo valor relativo, sin embargo, es
respetuosa-, puede ser vivida por personas religiosas, laicas, agnósticas o ateas.
Porque se refiere a aquello nuclear que nos constituye a todos, más allá de nuestros
particulares modos de pensar. Religiones y ateísmo ofrecen solo “mapas”
diferentes, pero lo que en realidad necesitamos es reconocer y habitar el “territorio”
de nuestra identidad profunda (y es precisamente a esto a lo que llamamos
“espiritualidad”).
Por eso, cabe perfectamente una “espiritualidad laica” (CORBÍ, 2007) y una
“espiritualidad sin Dios” (COMTE-SPONVILLE, 2006). Y cuando se la mira
despectivamente, tachándola de “difusa”, es bueno caer en la cuenta que tales
descalificaciones solo ponen de manifiesto la “rigidez” de una ortodoxia que ha
hecho de los conceptos y de las palabras un absoluto en beneficio propio. Por lo que
quizás habría que responder que es preferible una “espiritualidad difusa” a una
potencialmente peligrosa “religión dogmática”.
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Pero ya no se trata solo de riesgos, sino de los propios límites del teísmo, tal
como ha llegado a nosotros.
Nacido en una cultura agraria y estática, en un estadio de consciencia
marcadamente mítico (MARTÍNEZ LOZANO, 2008), el conflicto con la
Modernidad habría de resultar inevitable, debido a los rasgos característicos de la
creencia religiosa.
En síntesis, la creencia religiosa presenta, al menos, estas cuatro
características: es mítica, heterónoma, estática y excluyente. Nace en un nivel de
consciencia que concibe a lo divino como un ente separado y exterior (mito), que
rige los destinos del universo y de la humanidad desde fuera (heteronomía), de una
manera fixista, en consonancia con la propia sociedad agraria (inmovilidad) y que
excluye a quienes no pertenecen al propio pueblo o no comparten el propio credo
(etnocentrismo).
Pero a partir del Renacimiento y, sobre todo con la Modernidad y la
Ilustración, el conflicto se agudiza. Dejando ahora de lado otro tipo de factores, lo
que ocurre es que los valores más preciados de la Modernidad –la racionalidad y la
autonomía- chocan frontalmente con los que sostenía la religión teísta. Si a ello
añadimos el nuevo horizonte de lo transpersonal, el conflicto podría
esquematizarse de este modo:
Características de la religión
mítica
Conquistas de la modernidad y
percepciones transpersonales
Pensamiento mítico
Heteronomía
Centralidad de la creencia
Idea de un dios separado e intervencionista
Racionalidad
Autonomía
Silencio transmental ante el Misterio
Unidad (no-dualidad) de todo lo que es
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Conscientes del conflicto planteado, como consecuencia del cambio
sociocultural y del nivel de consciencia, no sería aventurado plantear la posibilidad
de que el teísmo fuera superado por otras formas de espiritualidad más acordes con
lo que hoy el ser humano es capaz de percibir.
En un libro reciente, significativamente titulado “Aunque no haya un Dios
ahí arriba”, Roger Lenaers (2013) desarrolla una crítica demoledora de lo que sería
un cristianismo “premoderno”, cuyas formulaciones tradicionales –con sus
creencias, dogmas y rituales- han quedado radicalmente obsoletas en la cultura
moderna y postmoderna. Hasta el punto de que, si se siguen manteniendo, no es
sino por la propia inercia que nos aferra a lo conocido. Pero el lema de los
ilustrados sigue vigente: sapere aude (atrévete a saber); como ya advirtiera Kant, el
librepensamiento es el camino para que la humanidad pueda salir de la “minoría de
edad”. Y si bien es innegable que la Ilustración pecó de un excesivo optimismo en la
razón –como queda de manifiesto en la crítica al modelo mental, que la había
absolutizado (CAVALLÉ, 2008, 2011; FERRER, 2007; MARTÍN, 2002; DÍEZ
FAIXAT, 2007; MARTÍNEZ LOZANO 2014)-, no lo es menos que su rechazo a que
el ser humano se sintiera como un juguete en manos de una divinidad exterior y
separada ha prendido con fuerza en la consciencia colectiva, porque conectaba con
la nueva visión que se fue gestando a partir de la Modernidad.
Pues bien, en la obra citada, Lenaers plantea con contundencia una tesis
que, aunque llamativa o sorprendente para muchas personas religiosas, parece, sin
embargo, incuestionable: la historia religiosa ha venido a desembocar en el no-
teísmo. La evolución de la religiosidad nos ha conducido a una situación pos-teísta,
post-religiosa. El “Dios de las alturas” –de “ahí arriba”- no fue sino una proyección
que, desde la perspectiva de la Modernidad, cae por tierra.
“Si seguimos usando la palabra tradicional «dios», ella no puede seguir
significando una omnipotencia y bondad extramundana que pudiera intervenir a
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voluntad en el acontecer terreno. Debe apuntar hacia la realidad originaria
espiritual” (LENAERS, 2013, p.19; LENAERS, 2008)2.
Ahí radica precisamente la cuestión: ¿qué es “Dios”? El replanteamiento de
esta cuestión nos conduce directamente al punto nuclear desde el que comprender
todo el cambio que se está operando, y que parecen desconocer por completo los
que descalifican con rapidez y superficialidad el nuevo resurgir espiritual.
2 El resurgir de la espiritualidad
Decía antes que, en nuestro entorno sociocultural, parece constatarse este
fenómeno: la búsqueda espiritual crece en la misma medida en que la religión
institucional decae.
A mi modo de ver, la razón de ello –con todos los matices e incluso
ambigüedades que se quiera- parece clara: por un lado, como acabo de señalar, la
inadecuación de la religión recibida con nuestro nivel de consciencia hace que
aquella decaiga; por otro, el Anhelo originario que habita al ser humano constituye
un dinamismo interno que se traduce en una búsqueda que, aunque en ocasiones
pueda soslayarse, no cesa movilizarlo en respuesta a los interrogantes más básicos,
fundamentalmente el que se refiere a su propia identidad: “¿quién soy yo?”.
Porque, en realidad, eso es la espiritualidad, en su sentido más genuino: una
dimensión básica de la persona o, más aún, la dimensión profunda de todo lo real.
“Espiritualidad” hace referencia a la dimensión profunda y absoluta de la
existencia. No es lo opuesto a lo material, sino a lo superficial; no es lo opuesto a
vivir, sino a vegetar o sobrevivir; no es lo opuesto a la libertad, sino a la sumisión y
rigidez; no es lo opuesto a la novedad, sino al anquilosamiento y la rutina; no es lo
2
Me parecen dos obras interesantes para comprender la crisis que ha supuesto la Modernidad y avanzar en la necesaria
deconstrucción del cristianismo. Únicamente echo en falta una apertura más clara hacia la perspectiva no-dual, en la que la propuesta
(no-teísta, posteísta, transreligiosa) del autor encontraría el modo más adecuado de articulación.
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opuesto al placer, sino a la muerte; no es lo opuesto a la creatividad, sino al
pensamiento dogmático; no es lo opuesto a la vida, sino al ego reductor… Y “no es
lo opuesto a…”, porque lo espiritual –mal que le pese a nuestra mente formada en
un dualismo de corte maniqueo que desembocó con frecuencia en un
“espiritualismo” inhumano- tiene el sabor de lo material, del placer3, de la libertad,
de la novedad, de la creatividad… de la vida.
Espiritualidad hace referencia a amplitud y apertura; es no-
encorsetamiento, no-exclusión, no-fronteras, no-costuras. Lo que ocurre es que la
espiritualidad, históricamente, ha sido secuestrada por la religión. Porque se
confundió el espíritu con la forma –el vino con el vaso que lo contenía- y se creyó
que el Espíritu podía encerrarse en fórmulas mentales. Una vez encerrada la
espiritualidad dentro de los límites de la religión, quedó ahogada. Porque la
religión –al estar basada en la creencia- tiende a ser, por la dinámica misma de las
cosas, rígida y dogmática, recelosa ante la libertad y la novedad –que constituyen,
paradójicamente, dos de las señales más claras del Espíritu-. Lo que sucede es que
el “yo religioso” termina siendo rígido y dogmático porque ha creído encontrar un
modo “absoluto” de autoafirmación, que lo hace revestirse de “solemnidad”.
El hecho de que, históricamente, la espiritualidad apareciera ligada a la
religión explica que ambas hayan terminado corriendo la misma suerte. Sin
embargo, cuando las formas religiosas entran en crisis, empezamos a percibir con
nitidez lo específico espiritual. Y eso más específico dice relación estrecha e
inmediata a lo más nuclear de la vida, de la existencia, de toda la realidad.
Por eso, lo “espiritual” no tiene tanto que ver con el “qué”, sino con el “desde
dónde”. En tanto en cuanto nos hallamos conectados a esa dimensión profunda, no
encerrados en la mente ni en el yo, estamos viviendo la riqueza de la espiritualidad,
es decir, estamos dejando vivir nuestra verdadera identidad.
3
¿Qué ha pasado en cierta “formación religiosa” para que se haya demonizado el placer hasta extremos inimaginables, creando
conciencias culpabilizadas, recelosas, amargadas y condenatorias de todo lo placentero? Pueden verse algunas pistas de respuesta en
MARTÍNEZ LOZANO, 2008, p.168-185; DOMÍNGUEZ MORANO, 2006, p.77-102, 131-148.
14. Enrique Martínez Lozano
Horizonte, Belo Horizonte, v. 12, n. 35, p. 746-776, jul./set. 2014 – ISSN 2175-5841 759
Eso significa decir, desde otro ángulo, que la práctica espiritual es una
tarea de autoconocimiento, porque busca conducirnos a ese “lugar” –desde dónde-
en el que realmente somos. Y la llamada “inteligencia espiritual” no es otra cosa
que la capacidad que nos permite responder adecuadamente a la única pregunta
que realmente merece contestarse con acierto: “¿quién soy yo?”. Gracias a ella, nos
hacemos diestros en separar la consciencia (que somos), de la mente (que
tenemos).
¿Qué relación guarda, pues, la espiritualidad con la religión? En una
imagen clásica, se ha dicho que la religión es la copa, mientras que la espiritualidad
es el vino. Esta es el contenido, del que no podemos prescindir si no queremos
amputar nuestra vida; aquella es el recipiente en el que, históricamente, se ha
transportado.
Por tanto, en principio, religión y espiritualidad no tienen porque estar
reñidas, pero tampoco están identificadas. La espiritualidad es la matriz de la que
han brotado (brotan) las religiones, pero las trasciende completamente. De hecho,
como se ha apuntado más arriba, cabe hablar de una espiritualidad religiosa pero,
con la misma verdad, de una espiritualidad laica, agnóstica o atea.
Espiritualidad, decía antes, es sinónimo de profundidad; o, como suele decir
Marià Corbí (2007, p.330), equivale a “calidad humana profunda”. En definitiva,
“espiritualidad” no es otra cosa que “humanidad en plenitud” (MARTÍNEZ
LOZANO, 2013), sin ninguna distancia ni separación. Pero esto nos introduce ya la
perspectiva adecuada: aquella de la no-dualidad.
3 La revolución de la no-dualidad
Probablemente, el paso del modelo mental (separador, dualista y
objetivador) al no-dual constituya el giro más revolucionario de esto que llamamos
“postmodernidad”.
15. Dossiê: Espiritualidades não-religiosas – Artigo: Teísmo, espiritualidad, no-dualidad
Horizonte, Belo Horizonte, v. 12, n. 35, p. 746-776, jul./set. 2014 – ISSN 2175-5841 760
Y guarda una relación totalmente estrecha con nuestro tema. Porque, al
final, la cuestión no es tanto “religiosa”, cuanto “gnoseológica”; es decir, no tiene
que ver, en primer lugar, con la temática, la crisis o el cambio religioso en sí
mismos, sino con el modo como nos acercamos a la realidad, es decir, con el
modelo de cognición.
Me refería, al inicio, al peligro de antropomorfismo que acecha
ineludiblemente a la religión teísta. Y que es eso lo que hace que sea inasumible
para cada vez mayor número de nuestros contemporáneos. Pero justamente ahí
radica la cuestión: ¿qué es “Dios”?
El replanteamiento de esta cuestión nos conduce directamente al punto
nuclear desde el que comprender todo el cambio que se está operando, y que
parecen desconocer por completo los que descalifican con rapidez y superficialidad
este resurgir espiritual.
Me refiero al modelo de cognición. Porque a la pregunta: ¿qué significa
“Dios”?, se responderá de modo radicalmente diferente a tenor del modelo de
cognición que estemos utilizando (MARTÍNEZ LOZANO, 2014).
El modelo mental –caracterizado por la separatividad, la objetivación y el
dualismo- hace de Dios un ser separado y, por tanto, objetivado, en una concepción
de lo real como suma de objetos igualmente fragmentados.
En el modelo no-dual, por el contrario, no se percibe ningún tipo de
separación. Lo Real es un todo expresado en infinidad de formas que se hallan
inextricablemente interconectadas, como expresión –son la cara visible- de la
Consciencia común y compartida –la cara invisible- que constituye, a la vez,
nuestra identidad más profunda.
En el primer caso, hablamos de un conocimiento mental o conceptual, que
lleva a cabo la mente con las herramientas analíticas de que dispone. En él, la
“verdad” se concibe como la “representación” que la propia mente se hace de las
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cosas. La trampa radica en el hecho de que la mente, incapaz de ver la realidad
profunda, absolutiza la “realidad aparente” a la que ella tiene acceso. Y confunde la
realidad, reduciéndola a la perspectiva estrecha y ciega desde la que puede mirar.
En el modelo no-dual, por el contrario, se trata de un conocimiento por
identidad. No se conoce algo porque se haya hecho todo un proceso conceptual de
interpretaciones mentales; se conoce algo, porque se es. De modo que “ser” y
“conocer” son uno. Conocemos realmente aquello, y solo aquello, que somos. No
conocemos quienes somos pensando en ello, sino únicamente siéndolo
Las consecuencias son notables: en este caso, se trata de un conocimiento
intrínsecamente transformador, porque eres aquello que estás conociendo; por
otro lado, no se da en él ningún tipo de apropiación. No es un conocimiento
presuntuoso, como suele ser el mental; tampoco se enreda en especulaciones ni se
pierde en conceptos. Es vida que fluye, libre, desapropiada y compartida.
Pero este modo de conocer requiere de una condición: acallar la mente,
porque “si no hay silencio del pensamiento no sabremos lo que es la verdad…
Mientras estoy pensando creo que veo la verdad de las cosas pero lo único que
hago es barajar interpretaciones escuchadas a otros. No descubro sino por serena
observación que ver no es pensar” (MARTÍN, 2002, p.49). Es claro que la mente
interfiere como un filtro que oscurece la visión hasta impedirnos entrar y
permanecer en conexión con aquello que somos.
La mente es una herramienta preciosa en el campo de los objetos; la razón
crítica constituye un logro irrenunciable de la humanidad, que ha de prevenirnos
frente a la irracionalidad. Pero no es vehículo apropiado para acceder al Misterio de
lo real que –como todo lo inobjetivable- no puede ser pensado, sino únicamente
sido.
Con estos presupuestos, y desde la perspectiva que los mismos ofrecen, es
posible acercarnos a la espiritualidad –también en sus nuevas formas-, con uma
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comprensión mayor y más respetuosa. La razón crítica nos ayudará a
desenmascarar engaños, pero solo el conocimiento por identidad nos permitirá
salir de la “jaula” estrecha de la mente y, gracias a una consciencia más expandida,
superar todo tipo de dualismo, particularmente a la hora de hablar de Dios.
Porque, tanto el dios pensado como el dios enseñado, son puras
construcciones mentales, proyecciones del sujeto, que probablemente manipulará
en servicio propio. Por eso, creo que no se trata solo de cambiar una imagen por
otra: la de un dios severo por la de un dios amoroso. Uno y otro seguirían siendo
construcciones de nuestra mente, es decir, ídolos proyectados. Todo dios “pensado”
no puede ser sino una caricatura de Dios.
Si nos postramos ante un dios pensado, no actuaremos desde Dios, sino en
nombre de nuestra propia idea: es el fanatismo, más o menos arrogante o
disimulado. Y de ese “dios separado” no puede nacer sino una heteronomía rígida,
que nos hace sentirnos como marionetas en manos ajenas.
¿Qué camino queda? Acallar la mente. Alguien ha dicho que “Dios es el
espacio que hay entre dos pensamientos”. Lo cierto es que, al silenciar la mente,
quedamos absortos ante aquello que, para nuestra mente, es Nada y que, sin
embargo, paradójicamente, lo es Todo.
Ahí, descalzos como Moisés (Ex 3,5) y desnudos de nuestras etiquetas
mentales, estamos en condiciones de abrirnos al Misterio que, aunque no separado,
trasciende el mundo de nuestros pensamientos y de nuestros sueños.
Y, en ese Silencio, venimos a descubrir que Dios no solo no es alguien
separado ni mucho menos “exterior” -¿separado o exterior de qué?-, sino que
constituye nuestro mismo Fondo, y el Fondo de todo lo que es.
No existe nada separado de nada; todo es una admirable y gozosa
interrelación. La mera idea de un dios separado constituye la mejor evidencia de
que se trataría únicamente de un ídolo. Dios, por definición, es no-separación. Dios
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y nosotros somos forzosamente no-dos, tal como repite Willigis Jäger, en la estela
del Maestro Eckhart, que insistía: “El fondo de Dios y mi fondo es el mismo fondo”;
porque Dios –tal como recordaba el cardenal Nicolás de Cusa-, “no es otro de
nada…, nada es otro para el no-otro”.
Nuestra mente no tendrá conceptos ni palabras para expresarlo
adecuadamente, pero habremos experimentado esa otra Dimensión que da sentido
a todo lo demás.
Solo podemos reconocer a “Dios” cuando lo somos. Por eso, me parece
oportuno recordar aquellas sabias palabras del místico cristiano Angelus Silesius
(siglo XVII): “Qué sea Dios, lo ignoramos…; es lo que ni tú ni yo ni ninguna
criatura ha sabido jamás antes de haberse convertido en lo que Él es”. Y los versos
de Charo Rodríguez (2012, p. 53), que lo expresa de este modo:
Solo el Dios encontrado,
ningún dios enseñado puede ser verdadero,
ningún dios enseñado.
Solo el Dios encontrado
puede ser verdadero.
Me parece oportuno terminar este apartado con algo que he vivido
recientemente, porque puede ejemplificar la sutileza de lo que podemos denominar
“trampa religiosa”, cuando no se cae en la cuenta de algo básico: lo que se halla en
juego es nada menos que la cuestión acerca del modelo de cognición que usamos.
Un grupo religioso me había pedido que hablara sobre la meditación. Tras
ofrecer una presentación básica, les propuse hacer también alguna práctica
meditativa.
Después de terminar, evaluando lo vivido, un sacerdote dijo: “Me he sentido
muy a gusto. Y considero que esto viene muy bien como preparación para la
oración”.
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¿Qué parece esconderse detrás de esa afirmación? A mi modo de ver, lo que
se vive ahí es una absolutización de la propia religión, por lo que todo lo demás – la
práctica meditativa -, en el mejor de los casos, se ve únicamente como medio – una
especie de relajación previa - para la oración teísta, considerada como algo
“superior”.
La persona en cuestión lo vive con toda honestidad. ¿Dónde puede hallarse
la trampa de tal apreciación? Tal como yo lo veo, no es otra que seguir afirmando –
inconscientemente- la preeminencia del modelo mental de cognición. Como
consecuencia de ello, hay una conclusión que se impone: lo decisivamente
importante es la creencia que yo tengo en Dios; cualquier otra cosa es solo algo
“previo”, porque se ha terminado convencido de que Dios es la idea que uno se ha
hecho de él.
En efecto, desde el modelo mental, queda definitivamente afirmado el yo (en
este caso, religioso teísta); su aspiración más alta consistirá en mantener la
creencia en Dios, percibido como separado. En este modelo, el silencio tiene valor
como medio de relajación o para facilitar la concentración; lo decisivo seguirá
siendo la actividad mental (pensar en Dios, hablar con Dios…), en forma de oración
reflexiva.
Lo que se ventila, sin embargo, es bien distinto. Mientras permanecemos en
el modelo mental, nos hallamos identificados con el yo, una identidad ficticia que
es alimentada y fortalecida, incluso en la oración. Por el contrario, el silencio de la
mente es la puerta que nos conduce a nuestra verdadera identidad, la consciencia
que somos.
Meditar, por tanto, no es relajarse; tampoco es algo “previo” para otra
práctica “superior”. Es anclarse en la verdadera identidad, donde nos percibimos
no-separados de nada ni de nadie. Ese es el “lugar” de la Plenitud. El yo cae –en
cuanto se detiene el pensamiento- y, con él, en el mismo momento, el “Dios
separado” al que el yo se refería. Entonces nos reconocemos en la Unidad que
somos.
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El silencio no es un medio para lograr alguna otra cosa –como se da por
supuesto desde el modelo mental-, sino un estado de consciencia. Apenas se
acallan los pensamientos (que tenemos), aparece la atención desnuda o
consciencia (que somos). Hemos cambiado de estado de consciencia (del mental al
no-dual), se ha modificado radicalmente la percepción de nuestra identidad y, con
ello, todo –incluido lo que desde la mente denominábamos “Dios”- se percibe de un
modo nuevo. Así como al despertar del sueño, vemos la realidad de un modo
diferente a como la percibíamos mientras estábamos soñando –hemos pasado del
estado de sueño al estado de vigilia-, también ahora, al acallar la mente, se produce
el paso a un nuevo estado, en el que se descubre que lo real no es como nuestra
mente lo pensaba.
Cuando –acallada la mente- sabemos mirar, descubrimos que Dios –la
Consciencia- no es algo difícil de encontrar, sino imposible de evitar. No hay nada
en que no se muestre su rostro. Porque todo lo que hay es Consciencia; todo lo que
hay es expresión de Dios.
¿Por qué pensamos que se nos escapa con tanta frecuencia? Por una razón
sencilla: porque solo se puede ver a Dios con los ojos de Dios. No podemos verlo
con la mente que todo lo reduce a objeto, sino con la percepción inmediata o
sabiduría que únicamente es posible desde nuestra verdadera identidad.
A Dios solo se le puede conocer desde Dios. Y eso requiere que la persona se
vacíe por completo, para que Dios pueda hacerse presente en ella. Al acallar la
mente –eso es meditar-, lo que queda es Nada: y es precisamente la Nada de Dios
la que desmiente y pulveriza al dios proyectado a nuestra imagen.
Todo resulta asombrosa y admirablemente coherente: nuestra identidad es
plenitud y solo desde ella “vemos” adecuadamente. Fuera de ella, permanecemos
en la ignorancia, la confusión y el sufrimiento, tomando como realidad lo que no es
sino un sueño. En ella, nos descubrimos uno con Dios y vemos todo con los ojos de
Dios. En realidad, es Dios mismo quien se está viendo a sí mismo en todo.
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La religión teísta valora la reflexión sobre Dios y la oración relacional por
encima de cualquier otra práctica religiosa. La espiritualidad trasciende el nivel
mental para conducirnos hasta nuestra verdadera identidad. Así planteadas,
aparecen como dos “idiomas” o –más aún- como dos modelos de cognición que no
pueden entenderse; queda el camino de la convivencia respetuosa… y el encuentro
en el Silencio mayor, ahí donde, más allá de los nombres que utilicemos, todo es
Plenitud de Consciencia y de Amor.
Hoy es incluso la misma física cuántica la que nos muestra que la idea de
algo “separado” es exclusivamente una ilusoria ficción mental. Porque, como ha
expresado acertadamente Gilbert Schultz, “la Realidad es No-Dual, es decir, carece
de toda división”.
Con todo lo que venimos diciendo, parece quedar claro que espiritualidad
equivale a no-dualidad, en el sentido de que ambos conceptos remiten a
experimentar y vivir ese mismo Fondo que constituye todo lo Real.
La no-dualidad apunta a una comprensión de la realidad que se sitúa en
medio de dos extremos que parecen no dar una respuesta adecuada: el monismo
(panteísmo) y el dualismo.
Lo que ocurre es que la no-dualidad no puede ser pensada, porque la propia
mente es inevitablemente dual, ya que opera a partir de la dualidad primera que
ella misma establece entre “sujeto” y “objeto”. La no-dualidad únicamente puede
ser “vista” o experimentada.
Así planteada, la espiritualidad (no-dualidad) no solo no deja nada “fuera”,
ni tampoco es lo opuesto al compromiso. Podemos representarla como un Abrazo
que incluye todo lo que es, en su doble cara. Dicho con más precisión: todo en el
mundo manifiesto es polar y se mueve por contrastes –como si de una moneda se
tratara, cada realidad lleva consigo su opuesta-; pero polaridad no significa ningún
tipo de dualismo. Más bien al contrario, la no-dualidad abraza ambos polos en
una secreta unidad mayor. Brevemente: no-dualidad es unidad-en-la-diferencia.
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Cada vez que, ante una polaridad, tendemos a enfatizar uno de los polos
desechando el otro, tendríamos que sospechar que somos víctimas de un engaño.
Un engaño, característicamente mental, que proviene del hecho de que la mente –
el modelo mental de cognición- absolutiza lo que solo son dos aspectos de la misma
realidad, como si se tratara de opuestos irreconciliables.
No hay realidad manifiesta que no participe de la ley de la polaridad: no hay
día sin noche, salud sin enfermedad, alegría sin tristeza, blanco sin negro… Más
aún, si podemos conocer una realidad concreta, es precisamente por referencia a su
“opuesta”.
Dado que, en el mundo de las formas, todo es polar, parece claro que la
sabiduría no consiste en luchar contra uno de los polos, sino en aprender a vivir en
presencia de ambos, en “otro lugar” donde ambos polos son abrazados en una
unidad mayor que los trasciende: esa es la sabiduría de la no-dualidad, que nos
permite situarnos ante lo real con respeto y reverencia, con lucidez y humildad.
Cuando confundimos polaridad con dualismo, caemos en no pocos
equívocos y malentendidos, también en lo que se refiera al compromiso social o
político.
Y dado que, en ciertos ambientes, se tiende a desconfiar de la espiritualidad
– planteada en clave de no-dualidad -, de la que recelan que conduzca a un
narcisismo más o menos acentuado, con el olvido de cualquier otra dimensión,
quiero terminar refiriéndome a esta cuestión desde una perspectiva no-dual.
4 Espiritualidad y compromiso
En un artículo reciente, titulado “Espiritualidad y política”, José María Vigil
escribe:
Desde la espiritualidad de la liberación no nos encontramos cómodos en la
cosmovisión que nos parece percibir asociada a la espiritualidad no dual…
23. Dossiê: Espiritualidades não-religiosas – Artigo: Teísmo, espiritualidad, no-dualidad
Horizonte, Belo Horizonte, v. 12, n. 35, p. 746-776, jul./set. 2014 – ISSN 2175-5841 768
La espiritualidad de la liberación lo ha dicho con lema célebre:
“contemplativus in liberatione”, contemplativos en la liberación, es decir:
la contemplación, la comunión inefable con la Realidad Profunda, con la
trascendencia, la intentamos realizar en la inmanencia, más acá de las
palabras, en el proceso mismo de la liberación, en el cuerpo trabajado y a
veces en carne viva de la Historia (VIGIL, 2012, p.11).
Creo comprender bien su postura, porque en algún momento fue la mía.
Pero me parece que cae en un error bastante frecuente: hace una "lectura dual de lo
no-dual". Es decir, entiende la no-dualidad como lo opuesto a una espiritualidad
centrada en el compromiso, con lo que no puede evitar caer en un nuevo dualismo.
No niego que haya "espiritualismos" como los que él describe, pero eso no es
"No-dualidad". No-dualidad significa, justamente, que espiritualidad y liberación,
contemplación y compromiso son no-dos, las dos caras de la misma y única
Realidad. Por eso, desde la perspectiva no-dual, entre espiritualidad y liberación
sobra la “y”.
Sin embargo, una vez que él reduce la meditación (o la no-dualidad) a
"descompromiso", la descalificación es inevitable. Tenemos una muestra palmaria
del engaño en que caemos cuando vemos los polos (complementarios) como
opuestos (autoexcluyentes).
Lo que esto revela, me parece, no es otra cosa que la estrechez del modelo
mental de cognición. Mientras permanecemos en él, al subrayar un aspecto (un
polo) de lo real, tendemos a negar el otro.
La denuncia de Vigil no es nueva. De hecho, no es extraño escuchar voces
que recelan de la mística, de la contemplación o de la espiritualidad, con el
argumento de que se produciría un olvido de lo real, promoviendo un escape
ilusorio a un paraíso artificial, ilusorio y narcisista, ya que haría a las personas
insensibles ante el sufrimiento del mundo.
La denuncia paradigmática, referida en su caso a la filosofía, sigue siendo la
de Karl Marx, cuando sostenía que los filósofos no habían hecho otra cosa que
interpretar el mundo, siendo así que lo realmente necesario era transformarlo.
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Todas esas voces contienen un fondo de verdad innegable, y por eso mismo
constituyen una voz de alerta ante el riesgo de cualquier tipo de elucubración
filosófica o ensimismamiento espiritualista que no es otra cosa que “distracción” –
en el sentido pascaliano- o huida.
El mismo tipo de crítica suele hacerse también, de un modo más genérico,
hacia cualquier planteamiento no-dual. Como si el reconocimiento de la no-
dualidad de todo lo real promoviera una actitud pasiva y conformista ante unas
realidades mundanas e históricas que serían vistas únicamente como “formas”
pasajeras, sin valor en sí mismas. Si todo lo manifiesto es pura representación o
“sueño”, no importaría el compromiso por modificarlo. Más bien al contrario,
parece que la sabiduría consistiría precisamente en mantenerse al margen, sin
dejarse afectar por nada del exterior. Por eso, no es infrecuente representar a la
persona supuestamente iluminada en un estado de pasividad, desconectada del
mundo.
¿Qué decir de todo ello? Por un lado, parece claro que lecturas de este tipo
no tienen nada que ver con la no-dualidad, sino con pobres caricaturas surgidas de
la mente dual. La confusión no radicaría, por tanto, en la no-dualidad –como
tampoco en la espiritualidad o en la contemplación-, sino en la visión dualista de
todas esas realidades, que lleva a concebirlas como opuestas al compromiso y la
liberación.
Más en concreto: una cosa es pensar o hablar de la no-dualidad y otra, bien
diferente, vivirla. En efecto, al pensarla, es fácil utilizar expresiones de este tipo:
“no hay un yo”; “no hay ningún sufrimiento”; “el mundo es una ilusión” o “no hay
elección”.
¿Son falsas tales expresiones? No… y sí. Recordemos, una vez más, que todo
lo humano es paradójico. Desde la no-dualidad, tales afirmaciones son ciertas, pero
en cuanto se las apropia el ego, se falsean radicalmente y dan lugar a
comportamientos insensibles o inhumanos. Hasta el punto de que, en lugar de
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afirmaciones sabias, se convierten en un himno sarcástico de la filosofía nihilista y
triste de los satisfechos y bien alimentados.
¿Qué ocurre, por el contrario, cuando no se trata de frases, sino de una
vivencia real? Que tales afirmaciones únicamente tienen cabida dentro de la
evidencia palmaria que reconoce al “otro” como yo mismo bajo otro disfraz. Y vivo
ante el otro lo que viviría hacia mí mismo: exclusivamente en este caso hablamos
legítimamente de no-dualidad. De ahí, la afirmación contundente que “prueba”
cualquier discurso: No-dualidad es Amor. De otro modo, la supuesta “iluminación”
sin amor, resulta completamente insípida y vana, aparte de engañosa4. Como
vemos, la no-dualidad no es una cuestión de la mente, sino de la vida.
Yo sé que todos somos no-separados, que compartimos la misma y única
Identidad profunda, que esto que vivimos es una “representación”, un sueño o un
juego…, pero si no lo vivo desde la consciencia lúcida que se transforma en vida, no
pasa de ser otra elucubración más del ego, para su mayor gloria o “iluminación”.
Como ha escrito Mónica Cavallé,
saber que la aceptación incondicional es nuestra verdadera naturaleza es
sabernos un abrazo dado a todo lo que es. La naturaleza del Testigo es el
Amor. El yo superficial, intrínsecamente divisor y separativo, no puede
amar, aunque así lo crea. (CAVALLÉ, 2011, p.214).
Ahora bien, el dualismo puede infeccionar también el otro polo de esta
misma realidad, haciendo que se caiga en trampas no menos graves. De hecho,
desde el modelo dual, lo que se llama “compromiso” o “lucha por la liberación”
fácilmente puede vivirse desde el ego: como búsqueda de reconocimiento o modo
de tranquilizar la propia conciencia exigente; como modo de compensar
culpabilidades inconscientes o de suprimir compulsivamente todo aquello que el
4
Como me decía Vicente Gallego, en una comunicación privada, “el agua de la realidad -el trago embriagador- no se parece a ninguna
conclusión de tipo filosófico, y no come sopas con ese concepto que hace la mente de la vacuidad en cuanto escucha tal palabra. La
vacuidad es un niño que nos pide pan, un verdadero compromiso con los que no lo tienen; un compartir las penas de este mundo desde
el entero reconocimiento de este mundo y de sus penas. Vivir en la vacuidad es hacerlo en la profunda alegría de que todas las cosas
sean como son, sin que nos gane la pereza a la hora de entregarnos a quienes nos necesitan, porque esa entrega es su sello de
autenticidad, su tacto inconfundible”.
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ego es incapaz de aceptar. Sin duda, separado de una visión lúcida e integral de lo
real, el compromiso fácilmente se convierte en una acción que nace del ego y que
puede derivar en ansiedad, crispación, intolerancia y, a la postre, en más
sufrimiento, que es lo que suele ocurrir cuando es el ego quien dirige las cosas5.
En un caso y en otro, los riesgos son graves. Pero ¿tienen que ser las cosas
realmente así? Una vez más, parece innegable que el error reside en el modelo que
utilizamos para acercarnos a la realidad. Porque, debido a su carácter dual, la
mente tiende necesariamente a absolutizar las polaridades en que se manifiesta lo
real. Como consecuencia, nos ofrece una visión dicotomizada y contrapuesta de la
realidad. De ese modo, la polaridad se convierte en dualidad absoluta.
Consideraciones finales
Al plantear de ese modo la relación entre “mística” (o espiritualidad, o no-
dualidad) y “compromiso”, no pueden sino verse como realidades separadas, de
modo que pareciera que, al acentuar una de ellas, la otra quedara eliminada.
A poco que nos detengamos en ello, nos daremos cuenta de que el problema
radica siempre en la separación de lo que, en realidad, es no-separado. Cuando eso
ocurre, tanto la “mística” como el “compromiso” se convierten en narcisismo.
Porque lo que ha sucedido, probablemente de un modo inadvertido, es que, así
como la mente fractura artificialmente lo que es uno, el ego se apropia de ambas
realidades. Es esa apropiación la que genera y alimenta la actitud narcisista.
Se apropia de la mística, buscando quizás justificar su comodidad o incluso
queriendo alcanzar el estatus de un “ser iluminado”, pero dando lugar, en realidad,
a lo que se ha llamado “materialismo espiritual”. Y se apropia del compromiso,
5
Las siguientes palabras de Pablo D᾽ Ors pueden dar que pensar: “La ideología del altruismo se ha colado en nuestras mentes
occidentales, sea por la vía del cristianismo, sea por la del humanismo ateo. En el budismo zen, por el contrario, parece estar muy claro
que el mejor modo de ayudar a los demás es siendo uno mismo, y que es difícil –por no decir imposible- saber qué es mejor para el otro,
pues para ello habría que ser él, o ella, y estar en sus circunstancias. Dicho con mayor rotundidad: toda ayuda a cualquier tú es
puramente voluntarista o superficial hasta que no se descubre que yo soy tú, que tú eres yo y que todos somos uno… Creer que uno
puede ayudar es casi siempre una presunción”: (D᾽ ORS, 2013, p.89).
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buscando quizás acallar culpabilidades y lograr el estatus de un “ser
comprometido”, pero acabando, en realidad, en una autoafirmación complaciente
que mira con superioridad, o incluso con desdén, a quien no se compromete como
se supone que debería hacerlo.
“Meditar” es una hermosa palabra, pero sin apertura profunda a todo lo real
se convierte en un divertimento narcisista o un escape adictivo. “Servir” es también
una palabra bella, pero sin conocimiento de nuestra verdadera identidad es una de
las mayores falacias, ya que, sin conocernos a nosotros mismos, nos convertimos en
ciegos conduciendo a ciegos.
La realidad es no-dual. Por eso, “mística” y “compromiso” no son sino los
dos rostros en los que se muestra la persona que “ha visto”. Por el contrario,
cualquier lectura que presente ambas realidades como contrapuestas nace de la
mente y del ego (de quien no “ha visto”).
Las tradiciones espirituales hablan de las personas “realizadas” como de
seres sabios y compasivos, subrayando la coincidencia de ambas actitudes. No hay
sabiduría sin compasión, ni compasión sin sabiduría (MARTÍNEZ LOZANO,
2009/1).
En este sentido, suele decirse que la mística se verifica en la vida cotidiana.
Pero no por un voluntarismo que “exige” un determinado estilo de vida, sino por la
comprensión misma de quien ha experimentado su verdadera identidad. Dicho de
un modo más sencillo: lo que se ve y se vive, se expresa. Quien se experimenta
como Consciencia, se vivirá de un modo determinado, no por voluntarismo, sino en
coherencia.
Desde una perspectiva no-dual, todo queda iluminado: Consciencia es
Amor. Ambos no son sino nombres diferentes de la misma y única Realidad.
Cualquier supuesta separación entre ellos nace del modelo mental. Por el contrario,
solo la vivencia de esa complementariedad validará la genuina experiencia
espiritual.
28. Enrique Martínez Lozano
Horizonte, Belo Horizonte, v. 12, n. 35, p. 746-776, jul./set. 2014 – ISSN 2175-5841 773
En realidad, contemplación es sinónimo de compromiso. La madre que,
absorta, contempla a su bebé, vive un compromiso simultáneo y gratuito hacia él.
El compromiso nace de contemplar que el otro es no-separado de mí, que soy una
“célula” del único organismo, en una admirable y hermosa no-dualidad.
Mientras permanecemos en la no-dualidad no puede darse ninguna
distorsión. Es solo al recluirnos en la mente –en el modelo dual-, cuando todo se
empobrece y contrapone.
El compromiso suele convertirse en un activismo voluntarista que, en no
pocos casos, no es sino una proyección de las necesidades, ambiciones o exigencias
del propio yo. En efecto, cuando alguien no puede tolerar el dolor o la
imperfección, puede verse impelido a una acción que pretenda acabar con todo ello
en el mundo. Pero parece claro que lo que mueve ese tipo de acciones no es la
comprensión ni el amor, sino la propia incapacidad para convivir con frustraciones
e imperfecciones. No es raro que el fruto no sea otro que el de incrementar el dolor
que buscaba suprimir, por cuanto –como ha escrito acertadamente John R. Price-,
“hasta que no trasciendas el ego, no podrás sino contribuir a la locura del
mundo”.
Cuando eso ocurre, el compromiso se ha confundido con el activismo, la
lucha, la alteración…, en definitiva, con la búsqueda de resultados tangibles. Se ha
producido una concepción reduccionista del compromiso, porque en su fuente
había un ego separado. Por otro lado, si abandonamos la perspectiva no-dual, la
mística o la contemplación se convierten en ensimismamiento.
Por decirlo con otras palabras: de una parte, parece claro que no es posible
mejorar el entorno fenoménico, por muy buenas intenciones que se tengan, si no se
trascienden las visiones deformadas producidas por identificaciones con aspectos
parciales de la realidad. No se puede dar paz al mundo si uno no está en paz
consigo mismo. El ego solo podrá generar acciones “egoicas”. Sin embargo, de otra,
29. Dossiê: Espiritualidades não-religiosas – Artigo: Teísmo, espiritualidad, no-dualidad
Horizonte, Belo Horizonte, v. 12, n. 35, p. 746-776, jul./set. 2014 – ISSN 2175-5841 774
tampoco cabe alcanzar un mundo armónico si se plantea el camino espiritual como
una mera evasión de las dificultades y los conflictos de la vida.
Con todo, el problema, a diferencia de lo que apuntaba José Mª Vigil, no se
halla en la espiritualidad, ni en la mística, ni tampoco en la no-dualidad, sino
justamente en la ausencia de ella. Porque es solo la errónea perspectiva mental la
que hace posible creer que exista una mística ensimismada.
En realidad, la única espiritualidad que merece ese nombre es no-dual. Con
razón decía Gandhi que “los que dicen que la espiritualidad no tiene nada que ver
con la política no saben lo que significa realmente la espiritualidad”. “Calmar
nuestra mente –ha escrito Jack Kornfield- es un acto político. Porque lo que el
mundo necesita no es más petróleo ni más energía ni más comida. Necesita menos
codicia, menos odio, menos ignorancia” (KORNFIELD, 2010, p.370). Sin trabajar
esto, dudo que lo que llamamos “compromiso” haga un mundo mejor.
La espiritualidad nos hace ver y vivir la interconexión e interdependencia de
todos los seres. Porque “el problema del mundo –decía la madre Teresa de Calcuta-
es que dibujamos nuestro círculo familiar demasiado pequeño”. La realidad es que
no hay fracturas ni separaciones. Y cuando se vive así, resulta patente que la
contemplación genuina es no-dual. La contemplación es el corazón del
compromiso y el compromiso es la expresión de la contemplación: cada uno
reclama al otro. Por esa misma razón, solo el compromiso vivido en esa misma
clave será realmente humanizador.
La no-identificación con el yo no significa indolencia. Eso sería, de nuevo,
una lectura hecha desde el propio yo y su modelo mental. Simultánea a aquella no-
identificación, se está viviendo la conexión con nuestra verdadera identidad, que es
Amor, Compasión y Compromiso.
30. Enrique Martínez Lozano
Horizonte, Belo Horizonte, v. 12, n. 35, p. 746-776, jul./set. 2014 – ISSN 2175-5841 775
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